miércoles, 27 de febrero de 2013

Jugamos.

Shhh... Silencio. No digas nada. Túmbate aquí, en la cama, a mi lado. Túmbate y relájate conmigo. Cerremos los ojos, dejemos volar la imaginación, vayamos a nuestra playa favorita, a ese restaurante de comida italiana que tanto nos gusta, o hagamos un viaje a París. 

No, todavía no. No abras los ojos. No por ahora. Déjame tumbarme en tu pecho y disfrutar de tu calor. Quiero oír los latidos de tu corazón, quiero sentir tu respiración, quiero sentirte a ti. No te avergüences. No te cortes. Vamos, te quiero y tú me quieres a mí. Disfrutemos de este maravilloso momento. 

Sí. En la oscuridad de tu habitación, donde tan solo brillan tus verdes ojos, al igual que los míos, disfrutemos del silencio, y de la maravillosa imagen que hay en nuestras cabezas. ¡Vamos! Imagina... Vamos, tú puedes. 

Visualiza la playa. Esa fina, pero caliente arena que nuestros pies pisan, por la que nuestros pies caminan. El agua turquesa del mar. Míranos a ti y a mí disfrutando del calor, disfrutando de esas aguas turquesas, disfrutando de nuestro amor. Nos metemos mar adentro, y disfrutamos de los besos, de los te quiero ahogados por las suaves olas del mar. Jugamos como dos niños pequeños, jugamos... 

Visualiza nuestra cena romántica. Las velas son lo único que alumbran la espectacular vista italiana que tenemos. Sí, nuestro restaurante preferido está en Italia ¿recuerdas? Esas vistas únicas, esas vistas que tan solo Italia nos ofrece... Disfrutemos de ellas, mientras cenamos a la luz de las velas. Vamos, no pares... Sigue soñando con ello, sigue imaginándolo. Las velas, las rosas, la pasta italiana, tú y yo. Nuestras miradas se cruzan cada vez  que probamos un poco más de nuestro plato. Nuestras manos se acarician por debajo de la mesa y jugamos... Jugamos. 

No, espera. Todavía nos queda recorrer las calles de París. Volvamos a París. Sí. Vuelve a besarme en la cúspide de la Torre Eiffel, allí en lo más alto... Disfrutemos de una cálida noche en el hotel y, a la vez que nos amamos, admiremos la luminosidad de la ciudad parisina. No aun no, aun no nos hemos de ir... Tan solo cinco minutos más. Perdámonos por las estrechas calles, vayamos a los lugares menos típicos de París, pero los más bonitos. Juguemos, juguemos por las calles parisinas... 

Y ahora, abre los ojos... Pero no te vayas, quédate a mi lado. Así, así como estamos es perfecto. Los dos tumbados en la cama, mi cara en tu pecho, nuestras manos entrelazadas, jugando. ¿Te das cuenta? Este tiempo hemos estado jugando... Siempre. Jugando en la playa, en nuestro restaurante, en París, aquí en la cama, con nuestra imaginación. Sigamos jugando... 

Pero, tranquilo. Yo no estoy jugando con tus sentimientos. Te quiero.  


No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...