domingo, 28 de julio de 2013

Seguimos intentando...

Vuelves a intentar ser perfecta, vuelves a intentarlo. Vuelves a esforzarte, intentas no defraudar, no decaer y sin embargo no lo consigues. Da igual lo que hagas, lo que digas, como lo hagas, todo eso da igual, de nada sirve, porque al final siempre caes, al final siempre es lo mismo. 

Dicen que de nada sirve llorar, que las cosas no se arreglarán si no haces más que llorar. Pero claro, quizás es por la rabia, por la impotencia, por el cúmulo de sentimientos o por lo que sea, que no puedes parar tus lágrimas, que te rindes y dejas que salgan, que broten por tus ojos. 

Lloras. A pesar de todo lloras. Y poco a poco te van hundiendo más. Quiero decir, muchas veces estás mal, y en vez de darte un abrazo, de decirte que todo va a estar bien... En vez de eso, te cuentan sus mil y un problemas (a veces estúpidos) y piensan que los tuyos si que no merecen la pena escuchar. 

Insisten, insisten e insisten en pedirte consejo. ¿Y después? Poco caso hacen. Para qué escuchar, para qué estar ahí, si después la ayuda dada de poco sirve, o no la tienen en cuenta. Otro error más a la lista interminable de fallos. 

La perfección no existe, lo sé. Pero, intentas agradar a aquellos que tienes a tu lado, intentas demostrarles que pueden contar contigo, intentas aprender de los errores cometidos, intentas no volver a fallar. Pero, siempre de una manera u otra te recuerdan que ya has fallado, que ya te has equivocado, te lo recuerdan. Te hunden aún más. 

Las personas son así ¿no? Te perdonan, pero nunca olvidan. Y claro, como no olvidan, te recriminan una y otra vez los errores cometidos. Yo no estoy de acuerdo con esa afirmación. Es decir, si has perdonado es que has llegado a olvidar. Y si no has podido olvidar, al menos no le vas recordando a esa persona todos los errores que cometió. Y no lo haces, porque así solo consigues que se sienta peor, que se vea sola y humillada. 

Creo que hemos de perdonar y olvidar. Hemos de empezar des de cero. Ir poco a poco, intentando no fallar más, intentar ser esa persona que todos quieren que seas, intentando no defraudar a tus más allegados aunque sea algo difícil de cumplir. 

sábado, 27 de julio de 2013

Pues no.

Dime de que presumes y te diré de que careces. 

Muchas personas suelen presumir de como son, suelen presumir y hacernos creer que están por encima de nosotros, que son superiores a nosotros, pues no. 

Dicen que ellos valoran a las personas tal y como son, que hay que valorarlas por como son y no por lo que son. Hay que hacerlo. Y, sin embargo yo me pregunto ¿ellos lo hacen? Pues no. 

Con presumidos no me estoy refiriendo a aquellos que les gusta arreglarse, vestirse a la última, sino a aquellos que se pasan advirtiéndonos de que son los mejores en todo, que ellos valen más que los demás. Pues no, eso no es así. 

Todos aquellos que presumen de estar por encima de nosotros, todos aquellos que nos miran por encima del hombro tienen mil y un defectos, como todos. La diferencia está en el hecho de admitirlos o no. Ahí es donde vemos el tipo de personas que son, las carencias que tienen. 

Nos quieren pisotear. Pues no. No podemos permitirlo. Porque verdaderamente no nos valoran, no piensan en nosotros, tan solo buscan el interés. Y si no pueden sacar provecho de ti, ya no te valoran. 

Pues no, esto no puede ser así. Menos presumir, y más valorar. Ser sinceros con uno mismo, con los demás y ser felices. 

martes, 23 de julio de 2013

Darse cuenta de...

Por el interés te quiero Andrés. 

A esta "bonita" reflexión he llegado esta noche. Así es como acaba este día caluroso, este largo día donde he estado reflexionando sobre todo y sobre nada. Vaya forma de irse a dormir ¿no?

Estar escuchando la radio tranquilamente, mientras me deleito con una buena lectura, y de repente cansada de tanta lectura decido meterme en las redes sociales, y la verdad ahora me arrepiento. Decidí despejarme, entrar en redes sociales, cotillear y reírme. Sin embargo, no encontré eso. 

Con mis propios ojos, leyendo estados me di cuenta de como abunda la falsedad y la hipocresía. Claro, ahora es verano y hay cosas que no interesan. Eso sí, cuando llegue el invierno y con él las clases, muchos volveremos a ser importantes. 

Personas interesadas. Muy interesadas. Eso sí, no son capaces de regalarte una sonrisa, un abrazo, una llamada o un mensaje cuando lo necesitas. Ahora bien, los mensajes abundan cuando quieren o necesitan de tu ayuda... 

Pensar y creer que todo sería diferente. Creer que ya no habría que soportar según que cosas, que dejaríamos atrás actitudes y comportamientos de niños pequeños... Pero nada cambia tan fácilmente, nadie cambia fácilmente. 

Entonces, llena de dudas, reflexionando, me doy cuenta que estoy cansada, demasiado cansada. Me doy cuenta de que estoy sola. Me doy cuenta que no hay nadie que me pueda ayudar a superar estoy y que no hay nadie que verdaderamente entienda como me siento. Nadie. 

Me doy cuenta que sólo han hecho que reírse de mí. Tan sólo me han humillado (exagerando un poco). Me he dado cuenta de que sí; ha habido momentos de risas, grandes momentos. Pero, los malos momentos han acabado estando por encima de los buenos. Las lágrimas y el llanto han sido superior... 

Darse cuenta, reflexionar, llenarse de preguntas y de dudas y todo para llegar a la misma conclusión del principio... Cuánto te llegan a querer las personas cuando son movidas por el interés. 

Y darse cuenta que muchas veces has intentado poner un punto y final, y después de intentarlo, me he dado cuenta que ni siquiera he sido capaz de poner un punto y a parte, y que me he cansado de intentar...    

lunes, 22 de julio de 2013

~Deseos~

Borro todo aquello que escribo. Lo borro y vuelvo a escribir. No encuentro las palabras exactas para describir la montaña rusa de sentimientos que últimamente estoy viviendo. No sé como hacerlo. 

Sabes, por una vez en mi vida, me gustaría que fueras tú quien decidieras enviarme un mensaje de buenos días. Me gustaría que tú dieras el primer paso a una de nuestras conversaciones sin sentido. Tú y no yo. 

Me encantaría despertarme y al encender mi móvil encontrar un te extraño o un te echo de menos tuyo. Me encantaría poder sonreír mientras leo esas pocas palabras. Tan sólo recibir un quiero verte por tu parte me pondría muy contenta. 

Sin embargo, poco a poco voy perdiendo las esperanzas de que algo así suceda, poco a poco voy creyendo que nunca te atreverás a enviarme un simple hola, aunque sea para saber como estoy. Me cansa, me agota ser yo quien siempre esté dando ese primer paso. Y me encantaría que estoy cambiara. 

No sabes cuánto desearía recibir una llamada tuya, una llamada diciéndome que estás esperándome en la estación de trenes de mi pueblo. No te equivoques, no te espero con un ramo de rosas y una caja de bombones. Eso a mí no me interesa. Tan solo te quiero ver a ti con una gran sonrisa y los brazos abiertos para darme un fuerte abrazo, de esos que cortan la respiración. 

A mi también me encantaría decirte que te echo de menos, pero saber que ni siquiera serás capaz de contestar o que tal vez sólo pongas una simple carita feliz, duele. Por supuesto también desearía que no doliera. 

Las cosas han cambiado, lo sé, lo noto. Quiero creer que la confianza no se ha acabado, pero a veces así parece. Desearía continuar a tu lado, y que tú estuvieras a mi lado, pero no puedo garantizarlo... No puedo garantizar nada, porque ya no sé lo que pasa. Sólo sé que estoy agotada y cansada de continuar con este juego sin sentido, donde yo doy demasiado por ti, donde yo me preocupo por ti y ¿tú? Aun sigo esperanto un ¿que tal estás? tuyo. 

Son muchos mis deseos, lo sé. Pero hay uno que está por encima de todos. Me encantaría que leyeras esto, que entendieras como me siento, para que así dieras un primer paso, para así reconstruir nuestra amistad. ¿Lo harás?


miércoles, 17 de julio de 2013

Siendo felices.

No sé como pasó, no sé exactamente como sucedió pero me di cuenta que empecé a sentir algo más por ti, algo más que una simple amistad. 

Recobré la ilusión, las ganas de vivir mi vida al cien por cien, de disfrutarla, de re-descubrir ese mundo maravilloso que me espera. Volví a sonreír como una niña pequeña, volví a reír a carcajada limpia con tus chistes tontos (y con los malos también), tus cuentos y anécdotas, y contigo. Empecé a ver la vida, el mundo con otros ojos. Mis ojos verdes se llenaron de felicidad, toda yo he empezado a ser feliz. ¿Lo mejor? Que ha sido sin esperarlo.... 

Sin darme cuenta has entrado a mi vida para llenarla de colores, de mil y un colores. De rosa, verde, amarillo, rojo y azul. De todos los colores para así hacerme feliz. Muy pocas personas lo han conseguido, y mu pocas veces han sido las que he sonreído de esa forma tonta y con amor. Y tú en un abrir y cerrar de ojos lo has conseguido. 

Nos hemos ido conociendo, hemos afianzado nuestra amistad, hemos ido creciendo juntos y dándonos cuenta de que lo nuestro es mucho más que una simple amistad. 

Caminar de la mano, juntos, sonriendo, contándonos como nos ha ido el día, riendo. Hablar por las noches por teléfono, enviarnos mensajes de buenos días, nuestros ánimos y apoyo. Alegrarnos por las victorias y triunfos del otro, abrazarnos cuando las cosas van mal... Estar ahí. 

Nos perdemos por mundos desconocidos, juntos, abrazados. Gracias. Siendo felices. 


lunes, 15 de julio de 2013

Merece la pena.

Fotos que provocan mil y unas sensaciones. Estar repasando fotos del pasado, mirarlas y re-mirarlas, sonreír, llorar y reír. 


Ver a unos jóvenes sonrientes, alocados, pero a la vez responsables. Estábamos sonriendo, teníamos una luz especial en los ojos, estaban llenos de esperanza, animados... 

Y esa esperanza se fue perdiendo. ¡No! ¿Por qué perder la esperanza, la fe? Hemos de ser fuertes, seguir sonriendo, mantener el rumbo de nuestro barco, de nuestra vida. Hemos de seguir luchando por aquello que vale la pena, por aquello que queremos conseguir. Nunca desistir. 

Seguir repasando las fotos, y ver esos abrazos y sonrisas. Recordar los momentos donde no parábamos de reír, donde no hacíamos más que contar anécdotas que nos sacaban carcajadas y carcajadas. Ahora, hay amistades rotas. Pero, hay otras amistades que perduran. 

Quizás ya no tenemos el mismo tiempo que antes, ahora hemos escogido caminos diferentes. Pero, siempre que tengas cinco minutos dedícaselos a esa amiga o a ese amigo que ha estado ahí, dedícale cinco minutos de risas y sonrisas, de secretos y cotilleos. Hazlo, merece la pena. 

Entonces, entre tantas fotos encuentras un pequeño trozo de papel un poco roto y arrugado con un te quiero y un pequeño corazón rojo al lado. No te olvides de recordarle a los tuyos cuanto te importan y cuanto los quieres. Hazlo, porque merece la pena. 

Igualmente, también merece la pena un mensaje de buenos días a las personas que te apoyan, o darle los buenos días con una sonrisa a tu familia. Hazlo, así empezaréis el día con buen pie, de la mejor manera posible. 

Hubo más fotos que repasé. Repasé las fotos de ese grupo unido que éramos, y que con el paso del tiempo se fragmentó. Es cosa del pasado, no vale la pena arrepentirse de nada. Por eso creo que en esta vida hay cosas que merecen la pena hacer, y las fotos me lo recuerdan constantemente. 

Sonreírle a los tuyos. Decirles que los quieres. Abrazarlos. Dedicarles cinco minutos de tu tiempo. Descubrir nuevos mundos gracias a ellos. Descubrir nuevos gustos, nuevos placeres, cosas demasiado desconocidas... Hazlo, merece la pena. Te hará feliz. 

De esa manera, tendrás mil y una fotos para el recuerdo, mil y una fotos de tu día a día. 

¿Mi última foto para el recuerdo? La de dos personas que quizás en un futuro lleguen a ser algo. Y si no es así, siempre quedará el recuerdo de los grandes momentos vividos. Esos que merecen la pena. 

miércoles, 10 de julio de 2013

Más que un tesoro.

Hoy ha sido otra tarde de verano más. Otra tarde veraniega, de mucha calor. Sin embargo, como cada día he ido al parque con mis pequeñajas. Sí, esas niñas que pueden llegar a ser pesadas, pero que en el fondo son demasiado adorables y cuesta mucho enfadarse con ellas, por que las quiero, porque son mis hermanas. Pero, no es de esto de lo que quiero hablar. 

Quedé con una amiga,mi gran amiga, aquella a quien considero una hermana. Nos sentamos a tomar algo, mientras disfrutábamos de la suave brisa, del día nublado que estaba empezando a hacer y de esas dos renacuajas que no paraban de jugar. Eso sí, siempre hablando y contándonos nuestras cosas, lo típico entre amigas. Eso sí, hablando, hubo algo que me hizo pensar. 

Ella se había cabreado porque el próximo año ya no estaría con sus compañeras habituales del curso anterior, sino que este curso la cambiarían de clase. Yo pensando en ello, le dije que no tenía que cabrearse porque sino la hubieran cambiado en bachillerato, quizás ahora no estaríamos juntas. Ella me dijo que eso no era así, porque nos hablábamos y nos veíamos. Entonces me dijo, que en todo caso en cuarto. Pues bien, en cuarto. La cuestión es que no nos hubiéramos conocido. Bueno, ella a esto argumentó que quien sabe.     
Y tiene razón, ni ella ni yo lo sabemos. Pero esto me hizo pensar. Me hizo ver que ella ha sido una de las bonitas casualidades del destino. Y es que ya lo dicen, quien tiene un amigo tiene un tesoro así que es mejor cuidarlo. Me he parado a pensar en que hubiera pasado sino la hubieran cambiado, si no hubiéramos empezado ese último curso de secundaria juntas. 

Recibir sus mensajes de buenos días, nuestras charlas sin sentido, y aquellas que sí lo tienen, las llamadas recibidas para desearnos suerte o para saber que es lo que nos perturba, lo que nos provoca el no querer ir a clase o querer desaparecer, las bromas, las sorpresas, los enfados en broma, los consejos, las ganas de ser a la primera a quien deseo contarle las buenas noticias... Perderme todo esto. Sino la hubiera conocido, nada de esto hubiera tenido sentido. 

Me encanta poder hacerla sonreír, hacerla reír. Me encanta poder escuchar todo lo que me tiene que contar, poder quedar con ella y cuidar de mis hermanas juntas. Pasar un rato juntas, disfrutando de la buena compañía, sonriendo. 

Porque el destino pone a nuestro lado a las mejores personas, aquellas que nos harán felices, aquellas que nos harán reír.  Sé que hay gente que no ha sabido ver cuanto vales realmente. Pero yo sí. Y puedo decir que tú eres mucho más que un tesoro al que cuidar. Y es que amistades más valiosas que un tesoro hay pocas. 

Así que ya no solo se trata de cuidarlas, sino de apoyarlas, protegerlas, mimarlas, hacerlas reír, y hacerles ver que ahí fuera hay un mundo lleno de esperanzas y nuevas aventuras por vivir. 

Bonitas casualidades, de esas que pasan una vez en la vida. Así que mejor no pensar en el qué hubiera pasado si... ¡No! Mejor no pensarlo. 

Mejor seguir sonriendo, seguir siendo feliz, seguir demostrándole a la vida lo grandes que somos, lo fuerte que somos. Mejor seguir siendo más que un tesoro. 

Tú nunca.

Aún lo recuerdo, recuerdo esa lista en la que yo estaba apuntada, en la que ponía mi nombre en un color verde agua. Pero no era eso lo que me inquietaba, eran los tres interrogantes lo que me hacían plantearme y comerme la cabeza pensando en lo que podían ser. Y lo descubrí. 

No sabes cuanto me dolió, no sabes cuanto tiempo estuve preguntándome cual era el problema... Era una simple fiesta, pero saber que dudabas sobre si yo podría estar invitada o no, me dolió. Quizás parece una tontería, quizás lo es, pero en ese momento no lo era. 

No podría creérmelo. No quería hacerlo. Tú, mi a miga, mi gran amiga, una de mis primeras amistades en una de mis nuevas etapas, estabas dudando... Y eso me hacía pensar. Pensaba que si dudabas si invitarme o no en una simple fiesta, también dudabas si considerarme tu amiga o no, y a la vez yo dudaba. 

¿Valía la pena mantener esa amistad? No lo creía. Lo di todo. Estuve siempre a tu lado. Cuando tuviste tus problemas familiares, cuando necesitaste un abrazo, aunque tú no eras de esa. Cuando aburrida me llamabas y pasábamos horas hablando. Todo cambia ¿no? 

Aun me duele. Aún me duele que hayas dudado de nuestra amistad. Sin embargo, provocas en mí que yo me cuestione el porque de tus dudas. Sigo sin entenderlas. Y entonces me doy cuenta de dos cosas. Una, que nunca te he entendido. Dos, que quizás no es que haya sido una amistad. 

Tú siempre contaste conmigo, yo nunca. Yo siempre estuve ahí, tú nunca. Yo te abracé, tú nunca. Te di mis consejos, tú nunca.  Te apoyé en tu toma de decisiones, tú nunca. Y así, podría alargar la lista. Pero no vale la pena. 

Puedes seguir preguntándote si merezco ir a una simple fiesta, o si merezco estar a tu lado. Que tú nunca más lo estarás en el mío.    

miércoles, 3 de julio de 2013

Seguir.

Si de huir se trata, tú nunca escapas. 

Nunca te rindes, buscas soluciones, te enfrentas a los problemas, no huyes, no escapas, no te escondes. Sigues al pie del cañón, sigues adelante frente a las adversidades, frente a los problemas. 

Tú bien entiendes que tus actos conllevan consecuencias y éstas las asumes. Por eso, no te escondes tras un muro a la primera de cambio como hacen muchos otros. No haces la vista gorda, giras la cara, y haces como si nada pasara. No. Tú buscas soluciones, piensas y analizas lo sucedido, y pase lo que lo que pase no te rindes. 

Siempre defiendes a aquellos que te importan, siempre tienes una razón lógica y bien argumentada. Lo tuyo no son simples excusas o argumentos sin fundamento. No lo son. Piensas muy bien las cosas, investigas si hace falta, y tiendes una mano a aquellos que se lo merecen. 

Nunca te he visto evadir un problema, siempre demostrando que eres fuerte, capaz de coger el toro por los cuernos, tranquilamente y sin miedo. Miras los problemas fijamente y nos descansas hasta que todo se ha solucionado. 

Confías en aquellos que han demostrado ser tus amigos, aquellos que no sólo han estado en las buenas sino también en las malas. Aquellos que te han dado un abrazo cuando lo has necesitado sin pedir explicaciones, que han confiado en ti y en tu palabra. 

Muchos quisieran ser como tú, yo quisiera ser como tú. Por eso, aprovecho cada oportunidad que tengo para aprender de ti, para crecer y madurar como persona. Lo aprovecho para después poder enseñar a aquellos que me rodean. 

Cada día que pasa, te quiero más. Te quiero tal y como eres, con tus más y con tus menos. Eres especial, una de esas personas que valen la pena tener al lado. No te rindas nunca, sigue luchando, sigue apostando por aquellos que lo merecen. Sigue al pie del cañón, a paso firme, sin prisa pero sin pausa. Sigue... 

Porque yo seguiré queriéndote. 

Día tras día...

Y día tras día nos decepcionamos. Volvemos a la misma espiral. Ese círculo vicioso de mentiras, falsedades, hipocresías y distanciamientos. Pero contigo todo era diferente y creí que nunca pasaría... Pero, ya lo dicen: nunca digas nunca. 


Y yo, contigo hice eso. Dije nunca. Creí en el por y para siempre, en nuestra bonita historia sin fin. Pensé que no habría decepciones, ni cambios en nuestra amistad, ni distanciamientos, que todo seguiría igual. Confié demasiado. 

Pensar que esta vez sería diferente, que no cometería los errores del pasado, que podría cambiar, redimirme, que esta vez todo sería diferente. Sin embargo, todo ha sido igual. Hemos acabado mirándonos a los ojos, mientras las lágrimas caían y hemos acabado diciendo me has decepcionado. 

No me sorprende. Quiero decir, tu actitud no me sorprende. En el fondo, sabía que todo esto iba a acabar así. Yo decepcionada, con mirada triste y apagada y tú con una sonrisa triunfante. Eso al principio, todo cambia, todos cambiamos. 

A veces creo que no aprendemos de los errores... Creo que nos dan igual y que los seguimos cometiendo. Caemos una y otra vez, tropezamos una y otra vez y por eso día tras día nos decepcionamos. 

Llega un punto en el que no sé que hacer. Llega un punto el que estoy demasiado cansada como para continuar luchando, y tan solo quiero tirar la toalla. Sé que no es lo correcto, pero es lo que deseo hacer, la única salida que veo ahora. ¿Qué no sirve de nada? Lo sé. 

Sigo decepcionándome. Esperando a que te des cuenta de los errores cometidos, del dolor y sufrimiento que has causado. Si me he apartado de ti es porque tú te lo has buscado. Tu comportamiento y tu actitud han causado tal decepción en mí que ya no quiero acercarme a ti. 

Pasa el tiempo, me distancio, tú me creer tu amiga, pero yo me sigo decepcionando.   

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...