lunes, 30 de enero de 2017

Cajones.

Escribo, me encanta escribir. Narrar historias de mil personas diferentes e incluso ser parte de ellas. Dejar que la imaginación vuele, sentarme y plasmar cientos de ideas y pequeñas historietas. 

Palabras sueltas que cobran vida, inspiración que viene sin motivo. Sueños y fantasías de aquellos que nos rodean. Historias incompletas de personas que pasan por nuestra vida; a veces están días, y otras tan solo necesitas un instante. 

Pasiones que vienen desde tiempos lejanos, que se quedan con nosotros, que nos definen, forman parte de nuestro ser. No es cosa de un día, de una noche, tampoco de algo pasajero. Se trata de algo que ha ido creciendo en nosotros, que nos ha formado. 

Me encanta escuchar el suave repique de las teclas, la música de fondo como mejor amigo. El pequeño click de un bolígrafo que se prepara para ser utilizado, para narrar, describir y detallar. Páginas llenas de recuerdos, de cuentos, de memorias, relatos. 

Da igual el lugar, la hora, el momento del día en el que estemos o con quién estemos. Todo es válido, todo forma parte de mi pasión. Y hay días buenos y malos, de idas y venidas. De historias que uno cuenta, otras escritas que se quedan guardadas en un cajón. 

El hombre cabizbajo que se sube al tren sentándose en el mismo lugar, aquella mujer que discute acaloradamente por teléfono mientras pasea a su perro o tú quien se queda pasmado mirando lo que apunto es una pequeña libreta... Todo es fuente de inspiración. 

No es tarea fácil. Hay días en lo que todo sale redondo, en los que sale mejor de los esperado y otros en los que la suerte no está de nuestra parte. Uno se esfuerza pero no encuentra ni las palabras idóneas, ni el sentimiento adecuado. Recurres a ti misma, a tu humor del día, a los recuerdos que rondan tu mente. 

No creas que cometes un error por hacer esto. Muchos pensarán que no es la mejor opción, otros no prestarán atención y otros lo comentarán, te criticarán, le darán mil vueltas al asunto. 

Yo no sé porqué, pero a medida que pasa el tiempo, cuanto más lo reivindico más me molesta la situación. Ellos no lo saben, no lo entienden, solo son capaces de pensar en si mismos. Piensan ser los protagonistas de mi vida, creen que sería capaz de dedicarle la más cruel de las historias. 

Hoy sí que va por ellos. Jamás preguntan, jamás se atreven a mirarte a los ojos. Solo repiten la misma estúpida y aburrida frase de siempre: "me sentí tan identificado". Nunca lo dicen, jamás preguntan ¿lo has escrito por mí? ¿es esto lo que verdaderamente hemos vivido?

No saben lo que hacen, como poco a poco destruyen un sueño que tuve, algo por lo que lucho día a día. No espero aplausos, no quiero grandes palabras de apoyo. Espero críticas constructivas de las que aprender, de las que enriquecerme. 

No encuentro esto. Sin embargo, me encuentro con un cajón vacío y otros dos llenos. Uno se llena de personas aludidas, de aquellas a quienes yo no dediqué historias, pero ellos tomaron como propias.

No pierdes la inspiración, ella siempre está ahí. Hay un segundo cajón se llena de ellas, historias y sentimientos que no verán la luz. Ideas y genialidades que acumulan polvo, que se guardan bajo llave. 

Cajón lleno del que nadie tiene idea. Nadie sabrá lo que sentiste cuando te decepcionaron, ni las pasiones que despiertan una hermosa pareja besándose, ni lo que pasa por tu mente cada vez que escribes, cada vez que apuras el último rastro de tinta de tu bolígrafo preferido. 

Una vez más se creerán los dueños de tus historias, los héroes y villanos de tus películas. No preguntarán, no se acercarán a ti. Ellos mismo se montan su propia película en base a tus palabras, en base a lo que una vez dijiste. Así es como dejas un cajón vacío... 

Inspiración hay mucha, está en todas partes. No obstante, el ímpetu de antes ya no es el mismo, son pocas las ganas de ponerse a escribir. Según ellos los hieres, tus palabras duelen. ¿Creéis que yo no me siento así cada vez que os atribuis algo que no es vuestro? Siempre, cada vez que escucho la misma frase de siempre... "Es que me siento identificado, sé que hablas de mí". 

Todos buscamos una forma simple de escapar de lo cotidiano, una vía de escape persona y única. Y sí, no lo niego, yo lo comparto con trotamundos, gente que se pasea por estos lados, personas que no conozco, gente que formó parte de mi vida y aquellos que hoy son parte de ella. Eso no significa que me centre en ti. 

Aunque parezca imposible de creer, yo sé a quien se lo dedico, a quien no se lo dedico. ¿Eres tú? El día que te dignes a preguntar tal vez darás con la respuesta acertada. Mientras tanto seguiré llenando cajones, vaciando otros tantos. Esto no acaba aquí, siempre hay alguien dispuesto a pronunciar esa fatal frase. 

domingo, 29 de enero de 2017

Cuando nadie me ve...

Cuando nadie me ve 
puedo ser o no ser 
Cuando nadie me ve 
pongo el mundo del revés 
Cuando nadie me ve 
no me limita la piel 
Cuando nadie me ve 
puedo ser o no ser 
Cuando nadie me ve...
(Cuando nadie me ve, Alejandro Sanz)

Cuando nadie me ve y el telón se baja, puedo vivir mil y una historias diferentes. Cuando las luces se apagan, cuando te das media vuelta y ya ni siquiera distingues mi perfil, ahí decido ser yo. Cuando nadie me ve, río, lloro, amo, vivo, disfruto. 

Cuando nadie me ve no me limito a sonreír. Se cae toda apariencia fingida, las mentiras guardadas. Cuando no nos ven, cuando nadie nos vigila es cuando decidimos ser nosotros mismos. 

Cuando no me ves, cuando no estás a mi lado, escondo mil locuras, no las comparto con nadie. Soy de las que se encierran en su mundo, de las que se pasarían horas escuchando música, creando historias. Vivir un mundo lleno de fantasías. 

Escribo historias, soy quien nunca fui, quien quiero ser algún día. Hago aquello que deseo, que me apasiona, no me amedrento. Me paro frente al espejo, me miro, y me siento valiente, fuerte, con ganas de continuar... pero nadie me ve, nadie lo sabe. 

Soy capaz de guardar mil secretos, no compartir absolutamente nada. Entregar un pedacito de mí, una pequeña parte que jamás recuperaré. Doy demasiado, entrego partes de mí a personas que no se lo merecen, que no deberían tener nada mío. Y, cuando nadie me ve, pierdo otra pieza, otra persona. 

Doy demasiado y son pocos los que algo devuelven. Confío en quien no debería, en personas que perderé rápidamente por el camino. Yo no veo esto, no quiero verlo. Quiero creer que tienen un gran corazón, que se muestran tal y como son, que no son actores de una obra teatral, que no fingen. 

Cuando no te ven, cuando no cuentan contigo, las decepciones se hacen mayores. Pensar en aquellos por los que tanto diste, a los que defendías siempre, a capa y espada sin saber que mentían, jugaban contigo. 

Dicen que el amor es ciego, que no te deja ver las cosas con claridad, ni ser objetivo. Estaban en lo cierto, no veíamos la realidad, tan nos percatábamos de aquellos que nos interesaba, de aquello que nos haría feliz. 

Así que, cuando nadie me ve, lloro, desconfío, me decepciono. Tantos secretos escondidos, nadie a quien contarle la verdad. Sentarte frente a ellos, pensar que es un duelo, una batalla, y decidir que es hora de luchar por ti misma. 

Cuando nadie me ve, decido ser egoísta, pensar en mis objetivos, en mis sueños. Me olvido de todo aquél que quise, de todo aquél que me hizo daño, que intentó pisotearme, tirarme por los suelos. Fueron muchos y de pocos guardo recuerdo. 

Si no me ven, si no saben que existo, jamás sabrán lo que siento... Personas a las que quiero, amo, deseo. No sabrán que una parte de mí los quiere proteger, no los quiere olvidar. 

Cuando nadie me ve, cuando los últimos rayos de sol se esconden, cuando la luna es la única que puede iluminarnos, me protejo de los que me hicieron daño, me dedico a cerrar los ojos, a prepararme para un nuevo día, a fingir. 

martes, 17 de enero de 2017

Tú aún no lo sabes, pero...

I keep on staring up at the ceiling
Waiting for you to give me some kind of reason
Are you even listening? Am I talking to myself again?
(Shed a light, Robin Schulz, David Guetta feat. Cheat Codes)

Son sentimientos a flor de piel, días de sonrisas y lágrimas sin derramar. Cenas que se nos van de las manos, llamadas interminables y conversaciones que solo nosotros entendemos. 

Me enamoro de la vida, y me enamoro de ti. No planeo un futuro juntos, ni un mañana por el que vivir. Únicamente vivo el presente, el día a día, cada segundo y cada instante. Sonrío por hacerte feliz. 

Tú aún no lo sabes, pero me importas como nunca antes nadie me ha importado. Busco  regalarte un segundo, excusas para verte, comentarios sin sentido para hablarte. Cualquier motivo es bueno, es válido. 

Tú tampoco lo sabes, pero solo pido verte sonreír. No quiero que tengas un día malo, ni un día gris. Y si lo llegases a tener, quiero que cuentes conmigo, que confíes en mí, que sepas que existo. 

Ahora no lo ves, quizás nunca lo veas. Tal vez un día entiendas como me haces sentir, lo apasionante que es quererte, conocerte, saber que existes, que importas en la vida de alguien, en la mía. 

Me gustaría sentirme así en tu vida. No, no quiero ser tu único mundo, pero tampoco un simple granito de arena. Tampoco la más pequeñas de las piedras. Quiero existir en tu vida, ser alguien permanente, no solo un visitante más, alguien a quien le cierras la puerta en las narices cada vez que quieras. 

Quiero que por una vez seas tú quien lo diga. No necesito mil corazones, no bombones, ni ramos de rosas. No es necesario tanto romanticismo. Llámame conformista, tan sólo necesito un "tú también me importas". 

Quizás un mensaje cuando menos me lo espero, cuatro palabras de medianoche, un pequeño trozo de papel ya arrugado, ya roto, pero siempre escrito: para mí existes.

Tú no lo ves, pero provocas mil y un cambios en mí. Sonrisas, buenas vibraciones, positivismo... Los miedos se evaporan, todo sueño es posible. Tú estás a mi lado, yo soy invencible. Sólo dime que existo, que no soy invisible. 

Dime que te importo, que sabes que estoy ahí. No hace falta que me expliques tu vida, no es necesario que que conozca tu color preferido, ni tu historia bajo ese último tatuaje. Con el tiempo llegaremos a eso, traspasaremos fronteras, diremos que la confianza da asco. 

Ya vuelven los planes de futuro, los sueños ingenuos, el querer correr antes de echar a caminar, volar sin alas. Ya vuelven las lágrimas perdidas. Ser risueña y convertirse en estúpida. Ya vuelvo yo con mis ganas de más, cuando tú poco sabes. 

¡Y me encantaría tanto que supieses! Me encantaría existir, conocer, amar. No ser una más entre el montón. Tener defectos y que los aprecies, sueños por los que luchar, miedos por conquerir. Ser yo quien, por más cursi que suene, mueva algo en ti, despierte sentidos escondidos, sentimientos muertos en el pasado. 

No quiero poesías, ni canciones románticas. No eres Romeo, ni yo soy Julieta. Me pisas, aplastas, ahogas. Eres como ese tren que siempre se me escapa, aquel pajarito que vuela tan alto pierde su rumbo y encuentra uno de nuevo. 

Tú aun no lo sabes, pero yo existo. Estoy en acciones, momentos, mensajes... Cerveza en mano y sonrisa en los labios. Luna que ilumina y ojos que brillan, risas tímidas con secretos que guardan, tú aun no las entiendes; quizás nunca lo hagas

Tú aquí frente a mí y sigues sin saber que existo. ¿Será hoy el día en que me escuches, en que me veas? Me miras con ansia, esperas algo de mí cuando soy yo quien espera respuesta, quien espera un simple lo sé, existes. 

sábado, 14 de enero de 2017

Aferrándome a extrañar.

Te echo de menos, te echo tanto de menos. Ya no queda nada de lo que eras, de quien decías ser. En el pasado eras diferente, demasiado inocente, un poco ingenua, con un chiste por contar en todo momento. Lo echo de menos, lo echo tanto de menos. 

Te encantaba tirarte horas columpiándote. Quizás daban las doce y seguías jugando. La playa era tu rincón preferido. Caminar, que tus pies pisen la arena, que te recorra un leve escalofrío cada vez que el agua te salpicaba. Sentarte y admirar la puesta de sol. 

La brisa marina te sentaba bastante bien. El sol le daba un rojo color a tus mejillas, tus ojos tenían un color claro, transparente; hacían contraste con el verde azulado del mar. Y te encantaba conducir. No había momento en el que no quisieses ponerte frente al volante, dejar que los impulsos te lleven.

Llegar hasta donde llegases. No habían límites ni restricciones. No habían obstáculos que te impidiesen llegar lo más lejos posible, sin frenos de por medio. Ibas donde la corriente iba. Estabas en tu salsa, en tu ambiente, nada ni nadie te podía parar. 

Eras quien ya no eres. Los tiempos han cambiado, has madurado. Ya no crees en cuentos de hadas, ni en la posibilidad de todos y cada uno de tus sueños. Te has convertido en una mera observadora del mundo, quien calla toda opinión, quien no quiere dar su brazo a torcer, ni desea cumplir sus sueños. 

Eres distinta, diferente. Alguien frío y calculador, sin sentimientos por mostrar, ni experiencias por vivir. No te sientes cómoda en tu propia piel, pero sigues disfrazándote. No quieres que te conozcan, que sepan de ti, que te amen. 

Ya no hay ambición, ni esperanza. No hay una mirada que te ilumine, ni unos labios que te besen. Pero yo... yo te echo tanto de menos. Calaste hondo, moviste algo en mi interior, te apoderabas de mis sentimientos. Eras quien todo lo daba por mí, un cuento de hadas hecho realidad. 

No, no era perfecto, ni era la mejor de las historias. Hubo mentiras, llantos, lágrimas. Hubo reproches y mucho dolor. Pero también hubo perdón... Tardes sentadas en un banco de la universidad, tardes en pequeños cafés que nadie conocía, toques de mano, caricias sueltas, besos a escondidas y todo con una palabra suspirada: perdón. 

¿Qué cambió? ¿Cuándo pasamos del perdón al olvido, de los besos a los insultos, del amor a las miradas frías? Y aun así, sigo echándote de menos. Mis manos demasiado frías buscaban cobijo en ti, buscaba esconderme en tu cuello. Buscaba tu aroma, tu amor. Te buscaba a ti. 

No te encontré, al menos no a la persona que yo recordaba. Pero claro, una cosa son los recuerdos que uno tiene, y otra cosa bien diferente es la realidad. Nos aferramos a los recuerdos, a lo que vivimos, a lo que ya no somos. Me he aferrado tanto a ti... 

martes, 3 de enero de 2017

Nadie sabe...

Nobody knows how the story ends
Live the day, doing what you can
This is only where it begins
Nobody knows how the story ends
(Nobody knows, The Lumineers)

Nadie sabe lo que se esconde tras una foto tomada, ni lo que puede a llegar a ocultar una sonrisa tímida. No sabes lo que puede llegar a significar una mirada que, quizás, dure más de dos segundos o ese guiño que te regalan de vez en cuando. 

Nadie sabe lo que se esconde detrás de ti. No saben los secretos que uno guarda, calla, esconde. Las cicatrices que maquillamos, esas que no queremos que vean. Los puntos débiles que tapamos construyendo encima una muralla, un muro que no quiere ser traspasado. 

Nadie te conoce como para saber tus gustos. Y no, no me refiero a ese color que nos encanta o si somos más de café o té. No me refiero a todo aquello que es superficial, aquello que una simple búsqueda por Facebook o entre las más de tres mil fotos de Instagram nos puede facilitar. 

Nadie sabe tus sueños, los objetivos que uno tiene para el futuro. No conocen tus miedos más oscuros, aquello que verdaderamente te asusta... Eso que no te dejaría dormir por las noches, que te tendría en vela, dando vueltas y vueltas. Camas que se deshacen, sábanas sedosas ya arrugadas. Y no por noches de pasión. 

Nadie sabe las pesadillas que uno tiene. Como uno busca el confort de los seres a los que ama, los abrazos que nos apaciguan. Nadie te conoce lo suficiente como para saber quien es capaz de calmarte con tan sólo una mirada. 

Nadie te conoce profundamente. Buscas a quien te entienda, a quien sea capaz de escucharte, de ayudarte en todo momento. Quien por más que esté enfadado contigo, te coja el teléfono si así lo necesitas. Pedir perdón sin que sea una cuestión de orgullo. Amar sin reproches, reír sin problemas que nos persigan, soñar sin consecuencias. 

Buscamos a esa persona a la que dejaremos ver cada una de nuestras heridas. Explicar nuestro pasado sin vergüenza, sin reproches a los que atenerse. Encontrar esa persona que no te juzga, que no te mire con tristeza frente a los errores cometidos. 

Alguien que te ame, que quiera conocer. Alguien que quiera recorrer mundo contigo, vivir aventuras, echarte de menos tras un par de semanas separados. Esa persona que no se avergüence de ti, de la persona en la que te has convertido. 

Nadie es capaz de decir "por y para ti en todo momento", "para lo que necesites". Nadie sabe pronunciar esas palabras y que verdaderamente importen. Son palabras que uno se toma a la ligera. Quizás por esto no nos conocen lo suficiente, no saben quien eres. 

Por eso, nadie sabe que tras una foto tomada se esconden mil fallidas. Tras una sonrisa tímida se esconden mil defectos, aquellos que queremos mejorar, aquellos de los que nos queremos desprender. Tras una mirada, tras un guiño se esconden mil y una promesas, miles de secretos, tristezas y aventuras vividas, aquellas que aún están por vivir. 

Nadie sabe que tras nosotros se esconde un mundo nuevo, un mundo diferente. Batallas por luchar, aventuras y experiencias por sentir. Amor y risas por regalar. Todo un sinfín de historias. ¿Te atreverías a conocerlo? Nadie nunca sabe...

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...