domingo, 29 de septiembre de 2013

Demasiadas...

Cuántas veces he necesitado un abrazo tuyo, una caricia, un beso y un te quiero. Cuántas veces he necesitado que me escuches, que me aconsejes y me apoyes... Demasiadas. 

Y sin embargo, por cosas del destino, tú ya no estás a mi lado. Hace tiempo, que por errores cometidos, te marchaste de mi lado. Intento buscarte, intento encontrarte, te llamo, te envío mensajes, me aparezco una y otra vez por tu casa y nada... 

¡Dios! Te necesito tanto. Hoy es uno de esos días en los que sólo quiero desaparecer, irme, olvidarme de todo y todos aunque no haya una razón. Eso da igual, lo único que quiero es olvidar. Pero, tú eras la fuerza que me ayudaba a continuar adelante, a seguir luchando con la cabeza bien alta. ¡Cuántas veces estuviste ahí, cuántas! Demasiadas. 

Demasiadas veces lloré sobre tu hombro, demasiadas veces me abrazaste sin necesidad de pedírtelo, y otras tantas pidiéndotelo. Demasiadas veces me hiciste reír cuando mis lágrimas empapaban mi cara, humedecían mis labios y caían al suelo. Tantas veces me tendiste la mano y apareciste cuando nadie más aparecía, demasiadas diría yo. 

Intenté pasar página, intenté no buscarte, intenté no acudir a ti, lo intenté demasiadas veces. Pero cada vez que lo intentaba recaía, volvía a lo mismo. Volvía a necesitarte, volvía a querer tenerte a mi lado, que me ayudaras, me pelearas y me hicieras sonreír. 

Lo siento. Te pido perdón aunque de nada valga ya, aunque ya no pueda volver al pasado y remediar todo lo hecho. Pero, de verdad lo siento. He pedido perdón tantas veces, demasiadas. 

Sólo un último abrazo, ese que sé que tendré en mi mente siempre, aquel abrazo al que me aferraré en los días grises, en los días oscuros, en aquellos donde la tristeza me inunda. Por favor, un último abrazo para recordar demasiadas vivencias, demasiados recuerdos, sueños.  

Pasa, vuela, corre, se para.

El tiempo pasa, vuela, corre...


Las horas, los minutos y segundos se consumen rápidamente, como un rayo de luz, como una estrella fugaz para todos. Para todos, salvo para mí. Todo gira tan despacio, tan lentamente... Y aquí estoy, plantada frente tu fotografía, mirándola, recordando.

El tiempo se ha frenado, ha parado. Llegan y llegan llamadas y mensajes pero ninguno es tuyo. Todo ha acabado. Hubo un tiempo donde había un nosotros, y sin embargo ahora tan sólo quedan recuerdos. Recuerdos que me llenan, me ahogan y me vacían. 

Camino sin rumbo, el trayecto es largo, el sol se pone, las hojas caen y yo sigo sin rumbo. ¿Qué pasó? ¿Cuándo pasó? Éramos todo y ahora somos nada. Poco a poco, fuiste poniendo tierra de por medio. Barreras y más barreras, obstáculos. 

No quisiste contarme nada, desapareciste de un día para otro, volaste, corriste. Dejé de importarte. Me borraste de tu lista de imprescindibles, me sacaste de tu vida como quien expulsa un pequeño bicho molesto. Me expulsaste de tus planes te futuro. Dejé de ser alguien para pasar a ser nadie. Desaparecí... 

Y el tiempo pasa, corre, vuela. Pero no para mí. Se ha parado. He dejado de creer, de creer en ti, de creer en mi misma. He tenido ganas de tirarlo todo a la borda, de romper con todo y de ver si así el tiempo empieza a volar, a ver si así el estúpido reloj se pone en marcha. 

He llegado  a un punto de no retorno, aquel donde ya nada puedo hacer. No quiero lamentarme, ni arrepentirme, ni culparme. Y sin embargo, aquí estoy, dudando de todo y todos, tirando por tierra todos mis logros, mis sueños, mis actos, todo. 

¿Por qué? ¿Qué ha cambiado? ¿Qué hice mal? ¿Dónde me equivoqué? ¿Cuál fue mi error? Todo lo bueno se esfumó, desapareció entre la fría niebla, igual que yo. Por eso, el tiempo no pasa, no vuela, no corre. Estoy estancada en el pasado, en ti. ¿Olvidar? Difícil. Tan sólo dejar que todo acabe, que todo pase. 

miércoles, 25 de septiembre de 2013

Consiguiendo sueños...

En la vida no hay segundas oportunidades...

Es la pura verdad. No existen. No hay segundas oportunidades. Y si las hay, creerme ya no son igual de válidas, ya no serán las mismas oportunidades ni en las mismas condiciones. 

Hay cosas que sólo pasan una vez en la vida. Sucesos y momentos irrepetibles y que pueden llegar a ser inolvidables. Entonces ¿por qué desaprovechar esas oportunidades qué se nos brindan? 

De vez en cuando hemos de arriesgar, lanzarnos a la piscina aunque tengamos miedo, aunque después nos demos de bruces contra el frío revestimiento de la piscina. Tenemos que intentarlo, luchar por nuestros sueños, alcanzar nuestras metas. 

Sé que no será fácil, sé que tendremos miedo en muchos momentos de nuestra vida, pero vale la pena. En todo momento, hemos de luchar por nuestros sueños, por nuestros ideales, nunca desfallecer. Al final, todo esfuerzo tendrá su recompensa... Ya lo dicen, para recoger hay que sembrar y al final dará sus frutos. 

Lucha, no tires la toalla. Si algo te hace feliz, persíguelo hasta sus últimas consecuencias. Recuerda que no habrá una segunda oportunidad. Lánzate a la aventura, vive experiencias nuevas, amplia tus horizontes, tus conocimientos, vive tu vida, vive cada instante de ella como su fuera el último. 

Sólo tenemos una vida, esta. Y por eso, de vez en cuando hemos de tomar decisiones arriesgadas pero sin temor alguno. Es normal tener miedo, pero hay que vencerlo, superarlo y seguir adelante. 

Por eso, si quieres ser feliz, lucha por todo aquello que valga la pena; un sueño, una meta, un objetivo, un amigo, un familiar o un amor... Lucha. No des nunca la batalla por perdida. Confía en ti y en tus posibilidades. Confía. 

Y no lo olvides, no habrá segunda oportunidad que merezca tanto la pena como la primera.  

lunes, 23 de septiembre de 2013

Por eso y mucho más, gracias.

Recuerdo las grandes cenas familiares donde mi abuelo siempre decía cuando tú seas mayor tendrás un futuro prometedor. Escuchar las sabias palabras de mi abuelo, no hacían más que llenarme de esperanza, por eso decidí esforzarme al máximo, porque estaba expectante por ese futuro prometedor.

Pero, ahora viviendo mi presente, no encuentro nada de aquello prometido por las generaciones anteriores a mí. Las grandes oportunidades laborales no han llegado, esas puertas que se abrirían hacia un camino esperanzador no se han abierto, siguen cerradas, siguen esperando la llave que las abran. Pues que esperen, no sé yo si la encontraré.

Es desolador ¿no? Y eso que tan solo tengo 18 años, no quiero imaginar los jóvenes de 22 o 23 años cómo deben estar. Bueno sí que lo sé. No hay día que no lo lea en las noticias. Aquí no hay futuro, todos emigran a países donde encontrar esa llave, ese futuro.

Huyen de este país donde tan sólo abundan las mentiras. ¡Y después nos preguntan por qué huimos! Yo he de pagar para poder tener una formación digna, una formación que me permita en años posteriores ganarme el pan. Eso sí, cada año la educación es más cara, cada año he de pagar más y más dinero. Al final, el gobierno se vuelve rico y yo más pobre… Más pobre en educación. Sí, porque el dinero dado no sirve para mejorar la educación dada en escuelas, institutos y universidades. No. Tan solo para que los ricos sean más ricos.

Tengo una hermana que recién ha empezado cuarto de primaria con la cual me comparo. Ella, gracias a los recortes hechos en educación, recién este año ha aprendido a dividir. Ahora bien, no le pidáis mucho que tan solo será capaz de dividir por dos. A mí, por otro lado, me enseñaron en segundo de primaria, y no aprendí tan solo a dividir por dos, sino por tres, por cuatro y hasta por números de dos cifras. Espero, que este año ya pueda dividir por números de dos y tres cifras, y que no se vuelva una inculta la cual deberá utilizar calculadora para dividir por dos. Gracias gobierno. Gracias por intentar convertir a mi hermana en una persona inculta, que no sea capaz de razonar por sí misma, alguien que en un futuro será de fácil manipulación.

Además, ese es vuestro miedo. Sí, tenéis miedo a un pueblo culto, a un pueblo capaz de razonar por si mismo. Nos tenéis miedo. El gobierno sabe perfectamente que tarde o temprano ya no serán simples manifestaciones, ni simples quejas en voz baja. No señor. Nos sublevaremos, acabaremos ganando. Porque poco a poco nos damos cuenta de la situación actual, abrimos los ojos y decidimos que esto no puede seguir así. Y no lo podemos permitir.  

Por eso, dentro de unos años huiré, saldré de este país lleno de mentiras y falsas esperanzas y oportunidades. Un país donde la educación PÚBLICA cada vez se encarece más, y donde cada vez nos volvemos más incultos. Una educación dónde ya no habrán oportunidades de formación, porque ya no será fácil ni acceder a las universidades, ni a las becas con las que nos sería más fácil llevar los gastos universitarios.

Ojalá fuera verdad eso que dicen que en la universidad nos damos la vida padre, ojalá. Pero se ha de trabajar duro, esforzarse al máximo para poder seguir teniendo acceso a becas que le permitan a mi familia costearme la universidad. Y claro, yo busco ofertas laborales para poder aportar mi granito de arena. Sé que la situación es crítica y difícil, por eso intento ayudar a mi familia. Pero a día de hoy, si no es a base de enchufe cuesta mucho encontrar tu primera experiencia laboral. Bueno, la primera, segunda, tercera, cuarta o quinta.

¿Qué los jóvenes tendríamos más oportunidades? ¡Ja! ¡Mentira! ¡Falsedades! Estamos igual que todos. Estamos a la espera de una llamada telefónica diciéndonos que hemos sido aceptados en X empresa, a la espera de un e-mail concertando una entrevista para nosotros, esperando un mensaje, pero no llega. No obstante, hay quien piensa que el hecho de esperar es sinónimo de estar sentados de brazos cruzados, sin hacer nada. No señor. Estudio, y ayudo a mi hermana a que no sea una niña inculta y sin uso de razón.

No quiero alargarme más. Sólo me queda volver a darle las gracias a este maravilloso gobierno por las grandes oportunidades que me dan, aquellas tan tentadoras y prometedoras que hacen que me replantee si irme o quedarme aquí. Gracias gobierno por ayudarme a encontrar la llave de esas puertas llenas de felicidad profesional. Gracias gobierno por la educación tan rica que le estás dando a las generaciones futuras, a mi hermana. Por eso y mucho más, gracias querido gobierno. 

domingo, 22 de septiembre de 2013

¿¿¿???

-¿Qué te enamoró de mí?
-Tú. 

Espera, no agaches la mirada, no te escondas, no te decepciones, déjame explicarme, déjame explicártelo. Lo que digo tiene sentido, y sé que lo entenderás, sólo dedícame cinco minutos más. Tan sólo cinco minutos. 

Es una pregunta difícil de contestar ¿no crees? Parece fácil, pero no lo es en absoluto. Podría decir lo típico, podría decir que fue tu sentido del humor, tu carisma, honradez y sencillez lo que me cautivó. Pero eso es lo que todo el mundo se dice, y eso para mí no es amor de verdad. Eso son los típicos tópicos de una pareja aburrida... Y ese no es nuestro caso. .

Entre tú y yo hay algo más, en ti yo vi algo diferente, algo especial. ¿Quieres saberlo? Pues bien... Me enamoraron tus besos, tus caricias, tus te quiero, tus te amo, tus sonrisas, tus abrazos. Me enamoró la forma tan diferente que tienes de demostrarme que me quieres, que me amas, que me necesitas. 

De ti me enamoró el hecho de enseñarme que con muy poco se puede ser feliz. Gracias a ti, sé que sólo hace falta un beso, una caricia o un simple mensaje de buenos días. Me enamoró tu forma divertida, alocada y traviesa de ver el mundo. Me enamoraron esos pequeños detalles que siempre has tenido (y tienes) conmigo. 

Me has enseñado a ser feliz. Durante todo es tiempo me has querido tal y como soy, con mis más y con mis menos, con mis defectos y con mis virtudes, pero siempre me has querido. Nunca te has avergonzado de mí, siempre has presumido de mí y me has hecho sentir una princesa, tu princesa. 

Siempre has estado ahí para ayudarme a levantarme cuando he caído, cuando he tropezado una y otra vez con la misma piedra. Jamás me has dejado caer sola, tampoco has dejado que me rindiera. Siempre me has apoyado, en lo bueno y en lo no tan bueno. Nunca me has dejado que abandone mis sueños. Y eso también me enamoró de ti. 

Quizás no seas perfecto, tienes tus defectos. Y sin embargo, eres perfecto para mí. Eso también me enamoró de ti. De verdad, deja de preguntarte que vi yo en ti, cómo me pude enamorar de ti. Déjalo ya, porque lo hice y tengo mil razones por las que quererte, por las que quiero tenerte a mi lado. Deja de lado las dudas y las preguntas, acaba ya con los interrogantes. Porque sí te quiero y me he enamorado de ti. Eso sí, una razón, de aquello que me enamoró de ti, que está por encima de todas...

Me enamoraste tú. 


Pensando en mí...

Una semana de universidad te da el tiempo suficiente para reflexionar sobre diversos temas. Una semana adaptándome a la rutina me ha ayudado para ver las cosas desde otro punto de vista. 

Durante todo el verano no he sido importante para ti, ni siquiera has sido capaz de enviarme un mensaje para ver como estaba, para saber cómo estaba pasando el verano. En definitiva, no te importé.

Ahora bien, volvemos a reencontrarnos después de tres meses sin vernos, sin hablarnos, y de la nada yo me convierto en tu prioridad número uno. ¿No os parece raro? Todo un verano sin saber la una de la otra, sin dirigirnos la palabra y ahora me quieres como si no hubiera mañana. ¡Bravo!

Haces como si no hubiera pasado nada, como si no hubieras puesto distancia de por medio, como si fuéramos amigas de toda la vida. Lo siento, pero las cosas han cambiado

Te crees que soy tonta y no me doy cuenta de la situación, pues te equivocas. Sé perfectamente que no estoy en tu círculo de amistades, veo perfectamente que la confianza entre nosotras se ha roto, que ya no cuentas conmigo para según que cosas... 

Y digo para según que cosas porque es obvio que ahora que has vuelto a tus estudios siempre me pides ayuda. Y yo, no soy una persona que niegue ayuda a los demás... Sin embargo, me he llevado tantos palos, me he caído y chocado contra muros tantas veces que he aprendido a detectar a los interesados. 

Dices que me quieres, que me extrañas, me envías mil corazones, me envías mensajes de buenos días, me cuentas tus secretos y esperas los míos... Pero, yo no te creo, yo ya no confío en ti. No te puedo brindar mi amistad, ni mi ayuda. 

Lo siento, quizás suena egoísta. Lo siento, quizás lo estoy siendo. No obstante, estoy cansada... Sí, cansada. Me he pasado parte de mi vida pensando en los demás, ayudándolos en todo momento, brindando mi amistad a diestro y siniestro, he estado ahí para todo el mundo y a la hora de la verdad, todos esos a quienes les di mi ayuda desaparecieron, se esfumaron. Ante esa situación ¿qué puede hacer una? 

Dejar de pensar en los demás y por una vez pensar en mi misma. Ser egoísta por una vez en la vida, decidir que es lo mejor para mí, lo que me hará feliz a mí y no a los demás.  


viernes, 20 de septiembre de 2013

Sentimientos callados, sentimientos guardados.

Sentimientos que empiezan a aflorar, sentimientos confusos. Sentimientos que aparecen de la nada, sentimientos causados por el roce, por el cariño que nos hemos tenido. 

Estoy confusa, no sé exactamente como ha pasado todo. Un día estábamos tomando un café y riendo como buenos amigos y al día siguiente me sonrojaba y ponía nerviosa al tenerte a mi lado. 

Pero, todo esto es confuso. Mantenemos una buena amistad, una sin secretos, sin mentiras. Una amistad basada en la confianza, en el respeto, en el cariño que nos tenemos. Y quizás ese es el problema... Hemos pasado tanto tiempo juntos que he empezado a confundir mis sentimientos, a confundirme a mi misma. No sé exactamente que pasa... 

No entiendo cómo pasó, qué fue lo que sucedió para acabar enamorándome de ti, no lo sé. Quizás porque tú has sido el único que me ha prestado atención cuando nadie más lo ha hecho. Quizás porque me has sabido valorar, le has dado importancia a esos pequeños detalles, aquellos que nadie más veía. Has sabido hacerme reír en los peores momentos, cuando más lo necesitaba. Tú, tú lo has hecho. 

Y eso ha provocado mil sentimientos diferentes en mí. Sin embargo, me digo a mi misma que no, que tú eres tan sólo uno de mis grandes amigos, alguien en quien confío. Pero, los sentimientos han empezado a aflorar. 

Los nervios antes de verte, la sonrisa estúpida que se me pone cuando te veo, cuando me hablas... Me sonrojo cuando te acercas para contarme un secreto, o cuando me lanzas un piropo. Me siento protegida, pero a la vez vulnerable a tu lado. Tan sólo al verte soy capaz de derretirme, de deshacerme como si fuera un cubito de hielo. 

Pero tengo miedo. No sé que es exactamente lo que está pasando. Dicen que el roce hace el cariño, pero tengo miedo de estar confundida, tengo miedo de que estos sentimientos no sean reales. No quiero tirar por la borda estos sentimientos, no quiero... 

Por eso, callo y guardo mis sentimientos.

jueves, 19 de septiembre de 2013

Lo creí.

Pensé que el tiempo y la distancia pondría fin a esto que sentía por ti. De verdad, lo creí. Pensé que estos tres meses separados servirían para hacer borrón y cuenta nueva, para volver a meterte en la zona de amigos, desinteresarme de ti, interesarme por otros. Lo creí. 

Y sin embargo, pasa el tiempo, volvemos a la rutina y vuelvo a verte. Te veo acercándote a mí con tu espléndida sonrisa y tus ojos verdes y brillantes y me derrito. Vuelvo a acaer en tu embrujo, en el hechizo que meses atrás me había embrujado. 

Creí que no recordaría los momentos vividos entre tú y yo. Lo creí. Pero aquí estoy, recordando los largos paseos por el pueblo, perdiéndonos por el bosque, las risas en la cafetería mientras desayunábamos juntos, solos. Las horas muertas que pasábamos tirados en la suave hierba de la universidad. Todo. Lo he recordado todo. 

He empezado a revivirlo todo. Incluso aquello que no quería recordar. No sólo lo bueno, sino también lo malo. Ya no sólo recordé las risas, sino también las lágrimas, los llantos, las peleas y los enfados. Y yo que creía que el tiempo y la distancia me ayudarían. 

Ahora te veo, y sí, lo admito, me derrito. Te veo sonriendo, riendo, haciendo como si nada pasara. Y me intento convencer de que te olvidaré. De verdad, creo que te olvidaré. Lo creo. Intento creer en mí misma, en el hecho de que lo conseguiré. 

Pero, aunque me derrita no puedo permitir que los sentimientos vuelvan a aflorar. He de pararlos antes de que acabe peor de lo que ya estaba. Y si digo esto es porque creo que cuando una cosa vuelve a nosotros, vuelve con más fuerza que antes. Vuelve... 

Y eso era lo que quería evitar, que volviera. Creí que podría evitar que volviera, que sucediera lo que ha sucedido. Lo creí... Creí en todo. Creí en mí, en ti, en nosotros. Creí en eso tan bonito llamado amor, aquello que me hirió dejándome abatida, desolada. Pero me engañaba. 

Creí que podría con esta situación. Lo creí. Sin embargo, muy en el fondo sabía que era mentira, que me estaba engañando a mi misma solamente para no sufrir, para no decepcionarme ni humillarme. Y todo, porque creí que sufría por alguien importante. Lo creí. 

Finding...

Tener a una persona a nuestro lado con la que relajarnos tomando una coca-cola, y estar riendo. Dejar de lado los problemas para disfrutar de la compañía de esa persona. Darnos el pequeño lujo de sonreír a pesar de las adversidades.

Pero, claro, eso no es tan sencillo. Primero hemos de encontrar a la persona adecuada... aquella amistad sincera y verdadera a la que poder contarle tus problemas, secretos y mayores miedos. Eso no es fácil. Encontrar una amiga de verdad, un hombro en el que poder llorar.

Pero el camino hacia el encuentro de dicha persona no es fácil. Primero, habremos pasado por muchísimas fases, ilusiones y desilusiones, falsas amistades, etc... Sin embargo, al final del camino encontrarás aquella persona con la que compartirás los mejores momentos, tus secretos y confidencias. Eso sí, el camino será largo...

Será largo y lleno de piedras con las que tropezarás mil y una veces. Te caerás, confiarás en personas que quizás no valían la pena. Pero, tranquila, de los errores se aprende. Y aprenderás. Eso sí, nunca te rindas. Créeme, confía en mí. No te miento. 

Porque al final del camino encontrarás a aquella persona que te sacará una sonrisa en los peores momentos, que te llamará a medianoche si así lo necesitas. Esa persona que todos los días te dará las buenas noches para que puedas ir a la cama con una sonrisa de oreja a oreja. Encontrarás a ese pilar fundamental con el que continuar con tu día a día. 

Y por supuesto, cuando encuentres a esa persona, cuídala. Ella (o él) será tu mayor tesoro, alguien valioso, alguien a quien verdaderamente le importas. Una persona que no te juzgará y que te querrá tal y como eres. Pasarás horas hablando con ella, riendo, llorando o tan solo escuchando a esa persona. Todo esfuerzo habrá merecido la pena.  

domingo, 8 de septiembre de 2013

My little things...

I know you've never loved 
The crinkles by your eyes when you smile 
You've never loved 
Your stomach or your thighs 
The dimples in your back at the bottom of your spine...
(Little things, One Direction)

Pequeñas cosas, pequeños defectos que odiamos de nosotros mismos. Esas pequeñas arrugas, nuestras pecas, demasiada tripita, el hecho de que nuestros ojos sean demasiado grandes o pequeños... Llegamos a odiar tantas cosas de nosotros mismos. Esos pequeños defectos que intentamos perfeccionar y mejorar de mil y una formas pero que no siempre dan el resultado esperado. 

Razones por las que nos miramos una y otra vez en el espejo meditando la forma de acabar con nuestras imperfecciones, esas que no nos dejan ser felices al cien por cien. Pequeños fallos que nos han acompañado a lo largo de nuestra vida, provocando más de una lágrima, bajándonos la autoestima, no dejándonos sonreír. Little things que nos han hecho escondernos es más de una ocasión. 

A veces no nos ha gustado nuestra altura, nuestro peso, nuestras manos, pies, orejas, a veces no nos han gustado esas pequeñas heridas alrededor de nuestro cuerpo que nos han acomplejado. Bueno, a veces no, siempre. Y también siempre hemos encontrado a alguien que nos las ha recordado, que nos las ha restregado, que nos ha recordado que ellas no las tienen y nosotros sí. Hemos tropezado con personas que nos han humillado, y nos han hecho sentir inferior tan sólo por esos defectos físicos que poseíamos. Lo han hecho. 

Sin embargo, tarde o temprano encontraremos a esa persona que no le importe esos pequeños detalles y desperfectos. Encontraremos a esa persona que nos recuerde las razones por las que nos quiere, las razones por las que nos hará feliz. Tarde o temprano, encontraremos a alguien que ame nuestras pequeñas cosas, nuestras pequeñas imperfecciones. Alguien que nos quiera tal y como somos, alguien a quien no le importe nuestro físico. Encontraremos a esa persona a la que amar y que nos ame. Tarde o temprano. Solo es cuestión de tiempo. Esa persona aparecerá para hacernos sonreír. He will appear to make me understand that my little things make me perfect, at least for him. 




Es hora...

Es hora de volver a la rutina. Las vacaciones se acaban y hemos de volver a nuestro día a día. Es hora de retomar nuestros senderos y caminos. Es hora de seguir experimentando, de seguir viviendo nuevas experiencias, seguir con nuestras etapas. Es hora de acabar con nuestras vacaciones y retomar nuestra vida, nuestras costumbres del día a día.

Sé que suena aburrido, sé que lo es. Pero no todo puede ser tan malo. Volvemos a nuestros caminos, aquellos de los que nos habíamos desviado por un par de meses, pero aun así viviremos nuevas aventuras, descubriremos otros caminos y mundos. Volverán a surgir las dudas y los miedos. Pero, tranquilos, lo superaremos. Toda rutina tiene su parte buena. 

Nos lo hemos de tomar con calma. No es fácil volver a nuestros hábitos. Sin embargo, a lo largo de nuestros caminos habrá nuevos restos a los que enfrentarse, reencuentros, nuevas amistades, nuevos miedos, más problemas, más soluciones. Eso sí, vayamos despacio, poco a poco. Todo volverá a ser nuevo y diferente. 

No sé exactamente el porqué, pero retomar mi día a día me asusta. Ya sé como va a ser, el año pasado sí que era una nueva etapa, algo diferente. Pero este año no. Todo será más de lo mismo. Sin embargo, hay algo que me asusta. No estoy preparada para volver, para retomar las clases, las idas y vueltas en tren, el ir a buscar a mis hermanas, a los horarios, a los madrugones, a las horas muertas en la cafetería. Aún no. 

Quizás es porque este verano sí que lo he disfrutado. He podido pasar tiempo al lado de las personas que verdaderamente me importan, valorarlas más. He disfrutado de unas vacaciones familiares perfectas. Ha sido un verano redondo y perfecto. Pero todo lo bueno acaba. 

Eso sí, cuando veas que tu día a día está siendo muy aburrido, recuerda todo lo vivido. Y piensa que sí, que ahora es hora de volver a la rutina pero que tarde o temprano será hora de acabar con ella. Aun así, recuerda vivir cada momento como si fuera el momento, siendo feliz. 

Rencores.

A veces un viaje corto o largo en coche da para mucho...


Dejas que tus pensamientos fluyan mientras escuchas música, mientras te adentras en la profunda historia de la canción. Tus pensamientos empiezan a invadirte mientras estás admirando el precioso paisaje que la N-340 te proporciona de camino a tu destino vacacional. 

Eso fue lo que sucedió...

No podemos guardar rencor. No podemos ser rencorosos ni vengativos. Las cosas suceden por alguna razón, todos nuestros actos son movidos por algún motivo en concreto, tienen un por qué. El destino está escrito. No podemos cambiarlo. Sin embargo, hemos de entender que el rencor no conlleva nada bueno, tan sólo dolor, penas, tristezas, decepciones. 

Debemos saber perdonar, y saber pedir perdón. Eso sí, si perdonamos, hemos de olvidar. En el futuro, no hay reproches posibles, ni venganzas solo para que la otra persona pruebe de su propia medicina. Nada de eso. Si llegamos a ese punto es porqué no hemos sido capaces de perdonar. 

Si alguna vez hubo una amistad no se trata de retomarla. Quiero decir, es obvio que la relación no será la misma. La confianza que había se destruyó, cayó al vacío, a un pozo sin fondo y ya no se puede recuperar. Pero no se trata de eso. Se trata de respetarse, de que haya una relación cordial. No podemos pretender volver a ser esos amigos que iban juntos a todos lados, si hubo heridas de por medio. 

Las cosas tienen una razón de ser, y si esa persona significó algo en nuestro pasado no podemos guardarle rencor. Quizás era momento de separarse, era el momento indicado para que cada uno tomara su camino. Y quizás nos hicimos daño mutuamente, pero hemos de quedarnos con lo bueno de esa amistad, con aquello que aprendimos. 

Por otro lado, las cosas se han de hablar. Hablar larga y tendido y darse cuenta que el guardar rencor no lleva a ningún lado. Abrir los ojos y entender que hemos de dar un paso al frente y afrontar nuestros errores. Sacarnos esa espinita clavada que hemos tenido guardada durante tanto tiempo. Esa espinita que no nos dejaba continuar, que nos carcomía la cabeza, que no nos dejaba dormir por la noche. 

Me refiero al hecho de no hablar las cosas sólo por pensar que las personas son rencorosas, que no olvidan ni perdonan. No hablar con aquellas personas que fueron parte de nuestras vidas por temor al odio de los demás, por miedo del que dirán. Pero si hablamos con la persona indicada, si somos respetuosos, si pedimos perdón, veremos que el rencor desaparece. No podemos ser rencorosos. No vale la pena.   

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...