martes, 21 de marzo de 2017

Habladurías de la gente.

Muchos te criticarán. Estarán frente a ti sonriendo, y en cuanto te gires dirán las mil y una. Otros tantos con móvil en mano, mirarán fotos solo para poder comentar todos tus defectos. Dirán que saben todo de ti, y a continuación difundirán todo tipo de falsas informaciones. 

Comentarios que creen ser inocentes, pero lo único que provocan son más inseguridades en uno mismo. ¿De verdad soy así? ¿Debería callar? ¿Dejar que otros se apoderen de mi voz? Todos tenemos defectos, pero eso es lo que nos hace perfectos. 

Un tono de voz diferente, una mirada brillante y una carcajada que te caracteriza. Muchos se quejan, te miran y solo ven lo malo en ti. Creen que trabajas poco, que no te esfuerzas lo suficiente. Lo das todo, pero nadie lo valora. 

Una sonrisa falsa y un "¿qué tal?" incómodo, falto de curiosidad, de sentimientos de verdad. Nunca es suficiente, nada es perfecto. Sigues dando más, y más y más. Intentas borrar toda imperfección, ocultar todo defecto. Sigue sin valer. 

"Te ríes demasiado fuerte", "deja de gesticular tanto", "eres demasiado directa", "¿podrías dejar de sonrojarte?", "¿podrías callar? Me agotas". Y así, un sin fin más de frases, un sin fin más de palabras que se repiten una y otra vez por tu cabeza. Te hacen sentir tan pequeñita, tan frágil. 

No quieres molestar y callas. Tampoco quieres que se burlen de ti, y dejas de reír. No muestras esa sonrisa que te caracteriza, ni hay un esplendor en el azul de tus ojos. 

Cansada y exhausta te metes en la cama, bajo capas de mantas y sábanas construyes tu fortaleza. Te crees invencible, con mil poderes y capaz de conseguirlo todo. Nadie te para. Se cae la máscara y vuelves a ser tu. Pequeña niña de rojas mejillas y con la timidez por bandera. 

Inventas tu propia historia, un mundo perfectamente imperfecto donde no existen las críticas. ¡Benditos sueños! Siempre hay alguien que tiene algo que decir, alguien que jamás estará contento. Escribirían mil reclamaciones si hiciese falta. 

No olvides eso. No puedes contentar a todo el mundo. ¿Pero por qué dejar de reír, de ser feliz solo por una panda de amargados? Jamás te dejarán vivir tu vida como a ti te da la gana, pero no les hagas caso. No son ni más, ni menos que tú. Son seres de igual condición, con mucho tiempo libre y bien resentidos. 

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...