viernes, 29 de marzo de 2013

Defectos...

Si somos lo que somos, bocanadas de defectos que empezamos a aceptar...
(La gravedad, Pignoise)

Todos tenemos defectos, todos cometemos errores, nos equivocamos, caemos y volvemos a empezar. También tenemos virtudes, sin embargo siempre estamos empeñados en ver esos defectos que nos hacen ser como somos, defectos que nos caracterizan...

Pero, en realidad, no somos capaces de aceptar esos defectos, de asimilarlos y hacerlos parte de nuestro carácter, que nuestra forma de ser y pensar. No... Estamos empecinados en juzgarlos, en mirarlos como algo malo, algo que tenemos que cambiar, algo de lo que quizás nos avergonzamos. 

Pues no, no podemos avergonzarnos de nuestros defectos... No podemos agachar la cabeza y renegar del hecho de que somos tercos, testarudos, cabezotas, ingenuos, demasiado buenas personas, un pelín inocentes, etc, etc, etc. Debemos aceptarlos, asimilar que forman parte de nosotros. 

Sí, porque nuestras virtudes y nuestros pequeños defectos nos definen, nos caracterizan, nos hacen ser como somos... Y es que somos como somos y no podemos intentar cambiar eso, no podemos intentar deshacernos de esas pequeñas imperfecciones que tenemos. Porque esos detalles nos hacen ser como somos, y nos hacen, en algún momento de nuestra vida, cometer errores... 

Porque aquella personas que tiene defectos comete errores. Pero, lo bueno de la vida es que podemos enmendar nuestro errores, podemos aprender de ellos y mejorar nuestros defectos, minimizarlos... Pero nunca cambiarlos. Y, por eso, no dejes que tus defectos te dejen cambiar, porque en el momento que intentas cambiarlos, tú cambias con ellos y quizás para peor... 

Así pues, acepta tus defectos, tus errores, convive con ellos, no los cambies, no cambies, guárdalos, y muéstrate tal y como eres. Porque, con esos defectos somos lo que somos, somos como somos y seremos lo que seremos. 


martes, 26 de marzo de 2013

Tu mirada.

Tu mirada me hace grande, 
Y que estemos los dos solos...
dando tumbos por Madrid. 
(Tu mirada me hace grande, Maldita Nerea) 


Porque aunque parezca que no, yo me siento pequeñita, me siento como una hormiga, un pequeño bichito que fácilmente puede ser pisado. Pero, cuando te veo aparecer, cuanto te acercas a mí con una gran sonrisa, yo me crezco y dejo de ser ese pequeño animalito. 

Y verte, y ver tu mirada me hace grande. Tus ojos, tus ojos no dejan de brillar y me iluminan, me hacen sonreír. Y no puedo para de mirarte, no puedo parar de sonreír, no puedo parar de crecer. Porque solo tú me haces sonreír de esa forma tan tonta, de esa forma que me vuelve loca. 

Además, no puedo parar de pensar de esos grandes momentos en los que estamos a solas, momentos que vivimos y que me hacen feliz. Recuerdo tus llamadas a media noche, siempre me ponías la misma excusa y al final nos quedábamos hablando hasta que mis ojos se iban cerrando poco a poco, pero tú seguías ahí, al otro lado de la línea.

Siempre que he necesitado un abrazo, o alguien que me escuchara. tú has estado ahí. Tan solo con mirarme has sabido que necesitaba, que quería, has sabido entender que me pasaba... Y que me pasa. 

Entonces, con tan solo una mirada adivinas como me siento y que necesito. Sabes alegrarme con pequeños detalles... Una llamada, un mensaje, una pequeña charla a solas, un pequeño regalo, y como no... con tus tonterías. Eso sí, siempre sin apartar tu bella mirada de mí. 

Y es así, tu mirada me hace grande, tú me haces grande. Porque con cada paso que doy tú estás a mi lado, tú me enseñas a crecer como persona, me enseñas a ser mejor persona. Cada vez que te miro, cada vez que te escucho, cuando estamos juntos, desconecto y tan solo me centro en ti, en ti y en tu mirada. 

En ti que has estado a mi lado siempre. 

Sonriendo...

Y siento todo tan brillante y tan magnético 
nada ni nadie puede hacer que me derrumbe hoy 
que tiemble el suelo que allá voy, 
pisando fuerte y sin reloj. 
Tengo una sonrisa para regalarte, 
tengo mil cartas de amor 
y tengo todo el tiempo que perdí sin ver el sol. 
(Sonrisa, Ana Torroja)

La vida es más bonita y se ve mucho más bonita sonriendo. Sonreír a pesar de que todo vaya mal, a pesar de que el día se vea gris o negro, aunque creas que todo está mal, aunque haya tormenta, a pesar de todo esto sonríe. 

Sí, porqué no hay nada mejor que sonreír a todos aquellos que en un momento dado te hicieron daño, que alguna vez te dieron la espalda, te traicionaron y te decepcionaron. 

Lee esto cada día: hoy es tu día. Por eso, no debes permitir que nada ni nadie te lo arruines, no dejes que te vuelvan a hacer daño, no vuelvas a derramar lágrimas por alguien que en realidad no se las merece. Hoy debes pensar que es un gran día, un día donde (aunque no lo veas) el sol brilla, un día brillante y magnético. 

A cada paso que des, pisa fuerte y con firmeza, no te derrumbes, no caigas... Y si te llegas a caer, levántate pero con más fuerza aun que antes. Demuéstrale al mundo que tú vales muchísimo, más de lo que aquellos que alguna vez te han criticado se piensan. Sonríe porque vale la pena hacerlo. 

Recupera todo el tiempo que has perdido, todo ese tiempo malgastado encerrada en tu habitación, triste y apagada. Ahora el sol brilla más que nunca y... ¿sabes como recuperarlo? ¡Sonriendo! Es hora de abrir las ventanas y dejar que el sol entre, es hora de dejar que el reloj avance y que tú avances con él. 

Todo es más sencillo cuando sonríes. A pesar de los problemas y de las piedras que puedes encontrarte en el camino, no dejes de sonreír. No dejes que los problemas te lleven por el camino de la amargura, ni permitas que sean los problemas los que te dominen. Saca a relucir tu mejor sonrisa y demuestra que eres tú quien manda. 

Y si en todo este tiempo no te ha quedado claro, quiero decirte que... ¡sonrías! Merece la pena. 

domingo, 24 de marzo de 2013

¡Reflexionar!

En días como estos, días grises donde la lluvia es la protagonista, me encanta desconectar un rato. Tengo muchas formas de desconectar... La principal creo que es obvia, escribir. Desconecto, me relajo un rato y así reflexiono sobre todo aquello que me ha podido pasar en los últimos días. Disfruto de mis vacaciones, disfruto de mis amigos, de mi familia, y también de mí misma. 

Salir a dar un paseo en familia, salir a divertirse con la familia... Y es que verlos disfrutar me hace feliz. Un simple paseo en bicicleta se puede convertir en el mejor plan de todos. Ir dando un paseo, escuchando música, hablando con la familia, mientras mis pequeñas van andando en bicicleta, sonriendo y haciéndome sonreír a mí también. Después de estar haciendo ejercicio un rato, sentarnos a tomar algo, estar charlando y pasando un rato agradable... Esto me hace ver la importancia de la familia y cuanto he de valorarla... Porque, claro, hay veces que estamos demasiado ocupados y nos perdemos una parte de nuestra vida y de la de ellos. 

Los amigos tampoco pueden quedarse atrás. Ellos son parte de nuestra alegría del día a día. Hablar con ellos por teléfono no es lo mismo que verlos y poder pasar toda una tarde con ellos donde las risas siempre están aseguradas. Sí, porque siempre hay anécdotas por contar, siempre hay pequeños secretos y cotilleos que contar. No podemos perdernos estos pequeños placeres, no podemos. Los amigos son la familia que se eligen, y no podemos perderlos, a los verdaderos, no. Ellos que nos ayudan, apoyan y aconsejan, ellos que también nos hacen felices. 

Y decido tomarme un rato para mí. Veo resbalar la lluvia y sonrío por los recuerdos que me trae. Estar escuchando música mientras escribo, mientras reflexiono, mientras me relajo y desconecto del mundo exterior... Tan solo estoy pensando en mí, pensando en como estoy viviendo mi vida... Porque hay veces que toca pensar en uno mismo, aunque suene egoísta, hay veces que tenemos que pensar un poco en nosotros mismos y concedernos algún que otro capricho. Tomar un largo baño y aclarar todas las ideas que nos traen de cabeza, o relajarse tomando un baño donde tú eres dueño de mis pensamientos. 

En este momento estamos separados y distanciados, más que nada porque los dos hemos decidido desconectar, porque hemos decidido relajarnos a nuestra manea, darnos un tiempo y ver como va todo. Sin embargo, esta "separación" no implica que no piense en ti... todo lo contrario. Sigo pensando en ti, recodando todos los momentos que hemos vivido, esos que nos han aportado felicidad, que nos han hecho reír, que nos han hecho olvidarnos de todo lo malo y nos han hecho disfrutar. 

Así que, relajarse y desconectar vale la pena, porque me hace reflexionar sobre todo aquello que tengo, sobre quien me valora y a quien le importo. También estos días sirven para darme cuenta de como son las cosas en realidad y ver quien debe dejar de estar en mi vida y a quien debo apartar sin pensármelo dos veces... Los días de reflexión tampoco son tan malos. 

viernes, 22 de marzo de 2013

Intentaré.

A palabras necias, oídos sordos. 

Otra vez, intento hacer oídos sordos a todo aquello que has ido explicando sobre mí. Otra vez más, intento que no me afecte aquello que has ido explicando de mí, intento que no me duelan tus mentiras, tus insultos y tus difamaciones. Prometo, prometo que lo estoy intentando. 

Entonces, para intentar que no me afecte decido callar. Decido que lo mejor es callar, dejar que hagas lo que quieras, que digas, cuentes y expliques aquello que te apetezca. 

Intenté confiar en ti, intenté que recuperáramos esa amistad que habíamos perdido, intenté que todo volviera a la normalidad... Pero ya me fue imposible, porque había algo que había cambiado. Yo he cambiado. Sí. He cambiado, ya no puedo confiar en ti, ya no puedo contarte mis miedos, mis tristezas, no puedo. Y todo porque has traicionado mi confianza, me has decepcionado. 

Intento explicarlo de la manera más simple posible, intento medir y suavizar mis palabras y ¿sabes por qué? Sencillamente, porqué las palabras hieren y yo, a diferencia de lo que tú has hecho conmigo, no quiere herirte, no quiero que sufras... No quiero verte mal, ni triste, porque hemos mantenido durante mucho tiempo una bonita amistad y en el fondo te sigo apreciando. 

Pero, me has fallado. Y me he dado cuenta que, a pesar de esa amistad que nos ha unido, no me conoces como yo creía. Y llegado a este punto, quiero preguntarte algo ¿me has juzgado?

No, espera... aun no contestes. Quiero ser yo quien te de una contestación a todo aquello que me has hecho. Sí, lo has hecho. Yo, yo que he estado a tu lado y te he dado mi mano y mi ayuda cuando la has necesitado, yo que te he abrazado cuando me lo has pedido, he estado ahí ¿recuerdas? Y ahora, tú me has juzgado, has juzgado mis actos, has dado una imagen de mí que, aquellos que de verdad me quieren y aprecian, saben que es falsa. 

Ahora, intento creer que te sigo queriendo, intento creer que mis te quiero y los tuyos no son falsos y que siguen teniendo sentido. Pero, lo siento no puedo seguir mintiendo, no puedo seguir haciendo como sino pasara nada. Pasan muchas cosas. Pero, yo sigo aquí intentando aguantar, sigo callando... Aunque sé que un día de estos no podré más... 

Es que (sigo intentando ser suave), no aguanto tus impertinencias, tus mentiras, tus faltas de respetos. Haces daño, vas pisando a la gente, pasando por encima de ellos, como si nada pasara... Hay veces que creo que lo haces inconscientemente, pero... Tanto daño no puede ser inconsciente. No, no puede serlo. 

Me vuelves a mentir, no me cuentas toda la verdad, te callas cosas... Y encima eres capaz de decir que lo haces para no hacerme daño. ¡Já! No te lo crees ni tú mismas. Y, por supuesto, yo tampoco. Además, he de enterarme por terceras personas, personas que han estado verdaderamente a mi lado.. Y no como tú, que cuando yo te he necesitado tú no has estado. 

¿Y soy yo la egoísta? ¿Yo soy la que va haciendo daño? ¿Soy yo la que miente y oculta información?¿Yo?

En fin, seguiré intentando hacer oídos sordos, seguiré intentando respetarte, aunque tú ya no me respetes. Intentaré que tus necias palabras no me afecten... aunque sea un imposible. Y seguiré, seguiré intentando que todo aquello que haces y dices no me afecte, aunque sea difícil, aunque te siga apreciando... No puedo seguir sufriendo por alguien a quien poco le importo, a quien le da igual pasar por encima de los demás con tal de conseguir aquello que desea, a quien poco le importa ya los sentimientos de los que tiene a su alrededor, a quien ya no valora todo aquello que hacen con tal de verte feliz... 

No puedo seguir sufriendo por ti, pensando en ti y mucho menos seguir dedicándote mi tiempo y seguir dedicando horas a escribirte a ti... No merece la pena, no mereces la pena.

lunes, 18 de marzo de 2013

No te aferres...

Si en un momento dado alguien te hizo daño, alguien que tú querías, alguien que te hacía feliz, que en un momento dado se convirtió en tu luz, creo que quizás es tiempo de dejarlo atrás. 

No puedes aferrarte a alguien a quien, quizás, ya no le importas de la misma manera. No puedes estar pendiente de alguien que ahora, en este instante tan solo te trae dolor. Porque, admítelo, ahora cuando piensas en él, cuando recuerdas su perfume, su olor, tan solo haces que llorar... Y ¿de verdad merece la pena tanto sufrimiento?

Creo que deberías recordar lo bonito que fue mientras duró, recordar los buenos momentos que tuviste con él, pero dejarlo como eso, un simple y mero recuerdo... No puedes aferrarte a él, porque él ya es parte del pasado. Un bonito pasado, pero ahora... en este momento estás viviendo tu presente, y debe ser así. No puedes, no debes afianzarte a él. No puedes pegarte como a una lapa a alguien que tan solo hace que derrames lágrimas. 

Tú eres muy bonita, eres alguien con un brillo especial ¿recuerdas? Tu mirada debe estar iluminada, y ahora yo tan solo veo que ese brillo tan especial y bonito que tenías, ha desaparecido, se ha apagado. Pero eso no puede ser posible. Date cuenta que en el mundo hay alguien esperándote. Alguien que verdaderamente te valorará, alguien a quien le importas, alguien que te amará con locura, alguien que reirá contigo y llorará contigo. Y esa persona, esa que está ahí fuera, no te traicionará, no jugará contigo, ni con tus sentimientos claro está, no te hará daño... No lo hará, lo sé. 

Por eso, deja de pensar en una persona que, como muy bien te hemos dicho aquellos que te apreciamos y queremos de verdad, te hace daño, hace que estés dándole vueltas a las cosas mil veces. No puedes estar detrás de una persona que no es clara con sus intenciones, que no actúa correctamente, que te hace daño y que ya no te hace feliz. Porque, lo siento pero, últimamente no hay más que problemas y tristezas... 

Debes dejar eso atrás, lo debes dejar atrás. Sé que cuesta, sé que es difícil. Pero ahora estás a tiempo, ahora puedes cambiarlo, puedes cambiar ese dolor y transformarlo en sonrisas, en risas. Quizás él no es el indicado... Y tienes tiempo, eres joven, alegre, simpática. Mereces lo mejor. Tienes que ser feliz. Y él... él ya no te hace feliz. 

Quizás ahora pienses que sí, quizás creas que sí, porque cuando estás a su lado, las horas vuelan, pasan demasiado rápido. Pero, a la larga... él, a mi parecer, te ha estado haciendo daño. 

Tú decides. Pero para mí tu vales mucho más. Y creo que tienes tiempo, la vida es corta es verdad, pero sigues teniendo tiempo. Conocerás a alguien que verdaderamente te haga feliz, redescubrirás el mundo a su lado, vivirás experiencias y emociones que nunca antes habías vivido... Pero primero, debes dejar de lado a esa persona... Aunque duela, aunque creas que es un imposible... Porque lo mejor está por llegar. Y solo una cosa mas...

Sonríe. Sonríe porque así es como me gusta verte... Sonríe. ¡Sonríe!  

Porqué.

- Te amo.
-¿Por qué?
-No existe un porqué en el amor. 

(Anna Karenina)

Y no existe un verdadero porqué. No puedo darte explicaciones de porque te amo, porque te quiero, porque te necesito, porque te adoro y te extraño... Tan solo sé que es así. 

Tan solo sé que deseo pasar parte de mi vida a tu lado. Quiero aprender de ti y quiero que me enseñes. Quiero que me enseñes a volar, a flotar entre las nubes, quiero que redescubras mi mundo, este mundo que tengo ya tan visto. Quiero tenerte a mi lado para lo bueno y para lo malo. Que seas tú mi gran apoyo, mi compañero de aventuras, de travesuras. Quiero que seas tú y solo tú. 

Y te tengo, aquí a mi lado, te tengo presente en cada paso que doy, en cada error que cometo. Tú me escuchas, me apoyas, me aconsejas y me adviertes. Pero nunca, nunca me juzgas. Sencillamente, me explicas porque me he equivocado, porque me he caído... Pero a la vez me ayudas a levantarme. 

Y erres tú quien me hace sonreír, quien alegra mis noches, quien hace que las horas pasen volando y que el día no sea tan aburrido. Eres tú quien con muy poco me ha enseñado como ser feliz. Y, es que si te tengo a mi lado soy feliz. Tú eres parte de mi felicidad, de mi locura. 

Y te sigues preguntando el porqué. Lo siento, no puedo darte una explicación, no puedo darte un porqué. Debes entender que esto es lo que siento por ti. Debes entender que es así, que tú eres el culpable de todo aquello bueno que me pasa. Porque tú, y solo tú me has demostrado que valgo mucho, y has demostrado quererme. Sí, porque te da igual aquello que puedan pensar los demás, tan solo te importa lo que yo piense, tan solo te importa verme sonreír... Y quizás por eso es que te quiero. 

No te preguntes el porqué, eso es lo de menos. Lo importante es que para mí, tú eres importante... Así que disfruta de cada momento que tengamos juntos, no pienses en el futuro, sino que vive tu presente, aquí a mi lado.   


viernes, 15 de marzo de 2013

Efímera.

Al final de lo único que te vas a acordar, es de las cosas buenas, no te entretengas en tonterías que las hay y vete a buscar lo que te haga feliz, que el tiempo corre muy deprisa y te aseguro que lo único que no te va a gustar de la vida es que te va a parecer demasiado corta. ESTA AQUÍ PARA SER FELIZ. 


Y es que la vida es más corta de lo que pensamos. Es tan corta, que podríamos perderla en un segundo... Podríamos desaparecer en lo que dura un suspiro, un corto beso o una sonrisa. Simples detalles que nos parecerán eternos, igual que el tiempo, pero en realidad son efímeros... E igual de efímera es la vida. 

Y como todo, la vida tiene sus cosas buenas y sus cosas malas, la vida tiene sus buenos y malos momentos... Pero yo no entiendo porque a lo largo de nuestra vida nos empeñamos en recordar todo lo malo y no lo bueno ¿por qué? Hay una meta que todos debemos tener, y es encontrar aquello que nos haga feliz, aquello que nos haga sonreír día tras día, aquello que por más efímero que sea nos parezca eterno. 

Y así, buscando todo aquello que nos haga feliz, y no encontrando aquello que nos haga daño, cuando echemos la vista atrás y hagamos un repaso de nuestra vida, recordaremos todo lo bueno. Las anécdotas, las risas, las charlas incoherentes hasta altas horas de la madrugada, las llamadas, los abrazos, las tardes de café, las cenas, las salidas y paseos por nuestra ciudad, los viajes en familia, con amigos, en buena compañía o solos, las noches leyendo un buen libro, adentrándote en un nuevo mundo... Todo esto y mucho más es lo que deberíamos recordar. 

Y deberíamos olvidarnos de los días grises, los malos ratos, los errores cometidos, las lágrimas, los enfados y todo aquello que no nos proporcionó felicidad. 

Y es que si tienes una pequeña razón, un pequeño motivo por el que luchar... hazlo. Sí, hazlo. Disfruta de todos los pequeños momentos que tengas, porque todos aportarán su pequeño granito de arena, todos... Y es que ya lo he dicho la vida es muy corta, la vida pasa muy deprisa y podemos desaparecer en un abrir y cerrar de ojos, nuestra vida se puede desvanecer como se desvanecen nuestros sueños... 

Tú estás para ser feliz, no lo olvides.    

Estoy cansada.

¿Estás bien?

La típica pregunta que muchas veces nos hacen, la típica pregunta que muchas veces yo he hecho. 

¿Ser sincera? Lo seré. No, no estoy bien. Ha llegado un punto en el que me he cansado de este estúpido juego, de estar en este tira y afloja, de estar siempre en el mismo punto y nunca avanzar. 

Estoy cansada de que me tomen el pelo, de que se crean que soy tonta, ingenua o algo por el estilo, que se crean que no me doy cuenta de las cosas y que no veo lo que sucede en mi alrededor. Quizás se creen que vivo en una nube, que mi vida es color de rosa y que por eso me creeré todo aquello que me cuenten... 

Y ese es otro punto. Estoy cansada de las mentiras. No entiendo de que sirve mentir, si perfectamente saber que entenderé aquello que decidas hacer o intentaré entenderlo. Aunque quizás no comparta tu decisión, aunque yo crea y te diga que te equivocas, que estás cometiendo un error, aunque y vea la situación de una forma totalmente distinta, aun así... no tienes porque mentirme. 

Pero, la estúpida soy yo. Sí. Aun así, la estúpida soy yo. Porque a pesar de las mentiras y de todo lo demás, he ido perdonándote, aunque sepa que no te lo mereces he ido perdonándote una tras otra. He ido dejando pasar el tiempo... 

Y por ende, he ido dejando que me hagas daño. Vuelvo al mismo tema. Vuelvo a tus actos. Y, es que no sabes como me duele cuando hablas, cuando me explicas aquello que ha pasado, que ha sucedido. Cuando me das nuevos detalles... Y aun me duele más cuando, por decirlo de alguna manera, te apropias de aquello que no te pertenece. Quiero decir, he luchado mucho por estar donde estoy, por ganarme el cariño y la confianza, por estar ahí presente... Y tú, te has ido apropiando de todo aquello que yo he ido consiguiendo con mucho esfuerzo. 

Y no solo mientes y haces daño, también decepcionas. Ya me lo han dicho, muchas veces me han repetido que soy muy buena persona, que quizás incluso demasiado. Pero, nunca... lee bien... nunca pensé encontrar alguien tan rastrero y egoísta como tú. Nunca pensé que encontraría a alguien como tú, capaz de pisar a las personas, capaz de pasar por encima de ellos... Porque en tu vocabulario no existe aquél dicho de el fin no justifica los medios. 

A ti todo te da igual. Y resulta que yo estoy cansada de es también. También estoy harta de que todo te de igual, que poco te importe verme mal, que poco te importe hacerme daño. Y yo, lo siento pero ya me he cansado. 

Y te preguntas que nos ha pasado y ¿es qué a caso no lo ves? Quiero decir, después de todo si no ves como son las cosas en realidad debe ser por algo... De verdad... ¿estás bien? 


jueves, 14 de marzo de 2013

¡Alcahueta!

Cotillear: Contarse chismes mutuamente.
(RAE)

Y a esto se le llama cotillear o chismorrear o como cada uno le llame. Es algo muy divertido ¿no? Quedar todos en un sitio concreto y contar todo aquello que ha podido pasar durante la semana o durante el fin de semana... Y mientras uno explica los demás escuchan atentamente y a veces se sorprenden de lo que llegan a escuchar, porque pueden ser cosas muy inesperadas, chismes que no nos esperábamos. 

Sin embargo, el arte de chismorrear está muy mal visto por muchas personas. Es más, hay veces que al decirte cotilla, te están llamando entrometido, te están diciendo que no eres nadie para meterte donde no te llaman. Pero esto es otra historia... 

Yo creo que, en el fondo, contarnos "secretos", explicar aquello que se va contando por ahí es algo muy bonito y divertido. Muchos pensarán que estoy loca, qué como puedo decir eso, pero es que para mí así es. Sí. Porque somos capaces de pasarnos una tarde entera tomando un café, el cual creo yo que se acaba enfriando porque estamos más pendientes de aquello que nos cuentan, y curiosear sobre todo aquello que pasa. Es que tenemos que mirarlo de la siguiente manera que contaré a continuación...

Cuando estamos contándonos las últimas novedades, estamos rodeados de nuestros amigos, estamos en buena compañía, pasando un rato agradable, riéndonos, estamos olvidándonos de los problemas, disfrutando de un rato de tranquilidad, de diversión. Cuando me pongo a charlar con mis amigos, a cotillear, disfruto de ello por el simple hecho que me alegran, que hacen que por un momento los problemas se desvanezcan, me hacen reír. También es muy gracioso ver sus caras cuando les cuentas algo... Ver sus reacciones y también sus respuestas. 

Pero no solo esto... Sentarse con ellos cotilleando, no solo sirve para actualizarnos y pasar una tarde entretenida, sino que hay veces que sirven para reflexionar un poco. Parece mentira ¿verdad? ¿Cómo puede ser qué hacer de alcahuetas sirva para reflexionar? Pues sí... A mí, muchas de esas veces en las que he estado bien acompañada, me ha servido para reflexionar y para darme cuenta de cosas que, quizás en su momento, no supe ver. 

En definitiva, que sí que es algo muy divertido lo de cotillear. Y que, seamos sinceros, es algo que todos hacemos. En mayor o menor medida, pero lo hacemos. Nos creamos nuestro propio sálvame, donde tenemos nuestros personajes famosos, donde hay historias a las que sacarle mucho jugo, historias llenas de tramas y misterios... Y así, una mañana o tarde que en un principio se presentaba aburrida se convierte en una tarde llena de entretenimiento. Por eso, ¿qué hay de malo en cotillear un rato? ¡Hagámoslo! Si eso hace que nuestra vida sea un poco más llevadera y divertida...  

Pequeña soñadora

Érase una vez...

Viví mi particular cuento de hadas. Aquél cuento en el que todo era color de rosa y donde parecía vivir flotando entre las nubes. Y todo, todo gracias a ti, porque fuiste mi alegría, quien estuvo a mi lado para apoyarme, para escucharme y abrazarme cuando me hizo falta, estuviste ahí... 

Y ahora, el tiempo ha pasado. Y tú te crees que es nuestro gran enemigo, el tiempo quiero decir y que ya no vivo ese bonito cuento de hadas... Pero te equivocas. Estás empeñado en decir que me pasa algo, en que ya no me importas y que no me preocupo por ti. Crees que te he ido dejando de lado, que no te tengo en cuenta y que nuestra relación ya no es la misma... Es más, crees que me he ido distanciando, que ya no soy la misma. 

Tranquilo, sigo estando aquí. Lee bien, mira bien a tu alrededor, estoy a tu lado... Estoy a tu lado, presente en tu día a día esperando que seas capaz de darte cuenta de las cosas, que seas capaz de abrir los ojos y ver que me importas más de lo que te crees. 

Nadie, nadie en este mundo se compara a ti. Y sí, podré conocer a muchas personas a lo largo de mi vida, pero ninguna como tú. Eres quien me quita el sueño, quien me alegra las mañanas y los días enteros. Verte allí, en nuestro particular lugar, verte esperándome me alegra, me saca una de mis mejores sonrisas. Ver mi móvil y saber que eres tú quien me ha enviado un mensaje, o que eres tú quien me ha llamado es algo que, instantáneamente, me anima... Y todo esto lo consigues tú y solo tú. 

Porque todos tenemos a ese alguien que es muy importante, que forma parte de nuestra felicidad diaria, alguien que con la más mínima tontería es capaz de dejarnos con una sonrisa tonta todo el día. Y tú... tú eres esa persona. ¡Date cuenta! Eres especial para mí, eres alguien en quien confío, alguien por quien me preocupo, alguien a quien necesito... Porque necesito tus abrazos, tus besos, tus pequeños regalos, tus tonterías a primera hora de la mañana, necesito ver tu peculiar mensaje de buenas noches. Y necesito, a veces, enfadarme si no veo ese mensaje, y que tú tengas que esforzarte para que yo vuelva a sonreír... Porque aunque no me lo has dicho, sé que te encanta verme sonreír. 

Pero, por otro lado, quiero que entiendas algo... Yo también tengo miedo. Miedo a que mi cuento de hadas finalice. Porque quizás tu creas que ya ha acabado, pero no... Sigue siendo un cuento de hadas, donde está el príncipe (quizás no azul, pero está), la princesa, la bruja malvada, las hadas buenas, el pueblo que especula y habla, aquella persona envidiosa... En fin... Incluso la hermanastra entrometida existe. Pero bueno, los cuentos de hadas no son perfectos... 

Y aun así, tengo miedo de las hermanastras entrometidas, del pueblo especulador. O lo que es lo mismo, tengo miedo que seas tú quien, por culpa de otras personas, te apartes de mi lado... Los dos estamos confundidos, quizás por el hecho que estamos jugando a un juego nuevo, uno un poco peligroso y que quizás no acabamos entendiendo del todo. Y por eso, quizás por eso estamos confundidos.  

Sin embargo, quiero que eches la mirada atrás... Sé que no te gusta, pero hazlo aunque sea por un instante para que recuerdes todo lo que hemos vividos, para que te rías mientras recuerdas nuestras estúpidas charlas pero llenas de sentido para nosotros dos, para que sonrías mientras recuerdas como me reía yo con cada pequeño gesto que tenías conmigo... Recuérdalo todo y verás que todo eso sigue ahí. 

Sí. Yo estoy presente en tu día a día igual que tú lo estás en el mío. No pienses que me vas a perder, porque a pesar de todo aquello que pueda pasar, sigues ocupando un lugar muy importante y sé que lo seguirás ocupando... Porque gracias a ti puedo vivir un pequeño cuento de hadas, gracias a ti vivo entre las nubes, soñando, riendo, aprendiendo de la vida, siendo optimista, siendo feliz... 

Siendo una pequeña soñadora que quiere sonreír, una pequeña soñadora que quiere que entiendas que sigues siendo importante, que eres importante, quiero que entiendas que soy tu pequeña soñadora.     

martes, 12 de marzo de 2013

La lluvia...

Un pequeño corazón se va dibujando a medida que el cristal se empaña, a medida que las gotas se van deslizando por el cristal. Llueve, y escucho el sonido tranquilizador de la lluvia, siento como las gotas llegan al suelo formando pequeños charcos. 

Pero, miro a la ventana, y recuerdo cuantas veces dibujaste un corazón con nuestras iniciales en la ventana. Recuerdo la lluvia, esas gotas frías que en algún momento tocaron nuestros cuerpos desnudos, pequeñas gotas que resbalaron por nuestro cuerpo. Recuerdo perfectamente como me encantaba dar vueltas bajo la lluvia mientras nuestra canción favorita sonaba. 

Y tú, tú quien tanto se preocupaba por mí gritabas para que volviera adentro, para que me protegieras en tus brazos. Pero poco caso te hacía yo... Yo que siempre jugaba con la lluvia como si fuera una niña pequeña, esa pequeñita que siempre ha estado presente en mí, oculta, esperando para salir en los días de lluvia. Y tú, que te cansabas de tanto gritar mientras yo hacía caso omiso a tus advertencias, venías en mi busca... Y empezaba nuestro particular juego, nuestra persecución de niños pequeños. 

Y jugando al gato y el ratón bajo la lluvia, tú me acababas atrapando y empezabas a acariciarme para así borrar las pequeñas gotas que resbalaban por mi cuerpo. Caricias que he ido necesitando día a día, caricias que me han vuelto loca y que me han hecho feliz. Me abrazabas para protegerme, para que yo entrara en calor, me distes esos abrazos que nunca antes me dio  Y a día de hoy, aun no me has negado ninguno. 

Y tus besos bajo la lluvia. Esos que me hacían sonreír y que me dejaban seca, pero que seguía necesitando. Tus besos, tus labios. Tú. 

Porque la lluvia, nuestros juegos es lo que me queda de ti. Y cada noche de lluvia, me pongo a dar vueltas bajo ella esperando que vengas a regañarme, para después acariciarme, abrazarme, besarme y que en tu último suspiro me digas te quiero.   

Hoy.

Y pensaba que esto había acabado, pensé que habíamos puesto punto y final a tu jueguecito. Creí que todo había quedado claro en su momento, que no volverías otra vez con lo mismo. 

Llegó un momento en el que dije ya está, se acabó, ahora cada uno tomará su camino. Y así fue, al menos durante unos días, al menos durante estos días. Pero hoy... hoy otra vez te has vuelto a equivocar, hoy has vuelto a cometer otro fallo más. Uno más para la lista, uno de los que no se olvidan, uno de los que hacen daño. 

Pensaba que estaba todo superado, pensaba que habíamos dejado ya este maldito y absurdo juego en el que, no sé como, pero siempre acababa perdiendo yo. Pero no. Hoy una vez más aquí estoy yo dedicándote otro post, escribiéndote como una idiota. Hoy una vez más tus palabras vuelven a herirme. 

Y no sé que entendiste en su momento, no lo sé... Y es que ya lo dicen cada uno entiende aquello que quiere entender. Y tú, si tú quien ahora lee esto tan atentamente entendió algo muy diferente. Porque yo, yo entendí que podía hacer mi camino, que podía seguir avanzando y progresando, pensé que podríamos cambiar las cosas, que dejaríamos atrás lo malo, que intentaríamos respetarnos. 

Pero hoy, una vez mas has fallado, has mentido. Otra vez has intentado engañarme. Tú con tu aparente inocencia, esa que te caracteriza, esa dulce y aparente inocencia de niña buena has vuelto a mentir. Y todo el mundo te perdona por esa apariencia que tienes, y todo el mundo te ve como la víctima y no como el verdugo. Y no, no digo que en este caso yo sea una víctima, porque las dos hemos actuado como víctima y como verdugo. 

Pero ahora... ¿ a qué juegas? Pasan los días, las cosas se calman, todos nos calmamos, y hoy, un día como otro cualquiera, vuelves a aparecer. Parece que intentas arruinar este día tan bonito. Porque llega un momento en el que no sé distinguir entre aquello que haces queriendo y aquello que haces sin querer. 

Noches en las que solo he hecho que dar mil vueltas a las cosas, noches en las que no he parado de pensar en tu manera de actuar, en como has hecho las cosas, en todo aquello que has dicho, que me has dicho. Noches de lágrimas, de tristeza, de dolor y decepciones. Noches encerrada en mi habitación, haciendo que la música que escucho me lleve a un universo paralelo, un universo, un mundo que no me haga pensar en ti y en el daño que has ido causando a tu paso. 

Basta... Por favor te lo pido, basta. 

Hoy no quiero llorar, ni pensar en ti. No quiero pensar en todo el dolor que has causado, no solo a mí, sino a todo aquél que ha estado, aunque sea un instante, a tu lado. No quiero estar pendiente de ti, ni de tus problemas, ni de tu vida. Has dejado de importarme, has dejado de ser prescindible en mi vida des del día en qué empezaste a hacerme daño, des del día en el que empezaste con tus idas y venidas, con tus historias sacadas de un cuento de hadas, con tus invenciones que no tienen ni pies ni cabeza. Hoy... es tiempo de parar, de dejar todo esto atrás. 

Hoy ya no es un día para estar mal, para llorar, para estar sufriendo por alguien como tú. O mejor dicho, por ti. Hoy es un día de alegrías, de risas, de recordar buenos momentos. Hoy es un nuevo comienzo, día en el que, poco a poco, empezaré a pasar de ti y a preocuparme más por mí. Hoy es un día en el que tú poco importas. 

O eso quiero creer yo. Porque sé que todo aquello que digas y hagas me afectará. Pero eso... eso será mañana no hoy. 



viernes, 8 de marzo de 2013

Una representación.

En su momento, cuando empecé una nueva etapa de mi vida, admití tener miedo. Sin embargo, una buena amiga me dijo sé tú mismaY, a pesar del miedo inicial, decidí hacerle caso a mi amiga, mostrarme tal y como soy, y así disfrutar de las nuevas experiencias y de los nuevos conocimientos. No ser hipócrita, ni aparentar ser alguien que no soy con el único fin de agradarle a la gente... 

No. Se trataba de ser uno mismo, de que te conozcan tal y como eres, que las personas te conozcan y te acepten con tus más y con tus menos, con tus defectos y virtudes. Pero claro, en este mundo no todo el mundo opina igual y hay veces que es mejor aparentar, crearse una especie de nueva identidad, una fachada. 

Y así, aparentando ser otra persona, creemos que encajaremos mejor, que seremos más fácilmente aceptados. Creemos que de esa forma, fingiendo, caeremos mejor a las personas, que agradaremos a todo el mundo, que nos verán como personas "guays", "que molan"... Pero, nos olvidamos de lo más importante: no estás siendo tú misma.

Estás aparentando por miedo al qué dirán, por miedo a no socializarte, por pensar que no formarás parte de un grupo. Y ahora, representando a este personaje, te sientes bien porque has conseguido formar parte de algo, porque estás dentro de un pequeño círculo de amigos. 

Pero, toda función llega a su fin. Y este teatro que estás montando, este circo, tarde o temprano, debe acabar. No debes avergonzarte por como eres, por quien eres. No debes tener miedo a preguntar cuando no sabes algo, ni callarte.  No temas a decir la verdad, a decir como te sientes, a decir que tú no eres así, a admitir que hay experiencias que aun no has vivido... Y no las vivas porque los demás te obligan o porque creas que sino lo haces no tendrán buena impresión de ti, hazlo porque de verdad te apetece, porque tú quieres. 

Sé tu misma, no te avergüences, todos tenemos defectos, todos cometemos errores, pero es bueno que uno se acepte tal y como es, debes estar orgulloso de ti mismo. No hagas la representación de un personaje, no te pongas un disfraz, porque tarde o temprano te quitarán el disfraz, la máscara... Y créeme no habrá aplausos por tu bonita función, sino reproches, enfados, decepciones. 

Así que, ahora que estás a tiempo, quítate la máscara antes de que sea demasiado tarde, antes de que las cosas vayan a peor. Hazlo y muestrate tal como eres... 

Perdón.

Te pido perdón, de la única forma que sé.
(Devuélveme la vida, Antonio Orozco y Malú)

¿Cuántas veces me habré equivocado? ¿Cuántas? ¿Cuántas veces habré pedido perdón? ¿Cuántas? 

Y así... así empiezo hoy. Con muchas dudas y con una única palabra en mente; perdón

Sobre el perdón, ya hablé una vez en este blog y si mal no recuerdo dije que era una palabra muy sencilla pero muy difícil de pronunciar. Y así es, porque el tiempo pasa y seguimos sin saber como pedir perdón. 

Y en fin, aquí estoy yo, sentada delante de mi ordenador, intentando pedirte perdón de la única forma que sé... con palabras. Porque creo que pronunciarlo sería muy difícil. Sin embargo, llegados a este punto, ya no sé exactamente porqué te pido perdón, y no sé exactamente en qué me he equivocado, pero viendo el panorama, viendo tu actitud conmigo (aunque la verdad no la entiendo), te pido perdón, me disculpo. 

Y, es que repentinamente has cambiado de actitud conmigo... Si antes podíamos pasarnos horas hablando. Recuerdo que nos estirábamos en mi cama, y ahí mirándonos, hablábamos durante horas. Recuerdo que nos contamos todos nuestros secretos, aquellos más íntimos, recuerdo que nos contábamos anécdotas, aventuras, experiencias vividas y todo eso quedaba entre tú y yo. También, recuerdo nuestras sesiones de cotilleos, siempre a la misma hora y en el mismo lugar. Los sábados de mañana en el parque pasaban volando. 

¿Y ahora? Estás distante, y dices que soy yo quien ha cambiado. Y quizás por eso debo pedirte perdón ¿no? Pero... no estoy tan segura de que sea así. Quiero decir, no sé si soy yo quien debe pedirte perdón... Más que nada porque si he cambiado en parte es por tu culpa. 

Sí, por tu culpa. Has ido destruyendo todo aquello que yo iba construyendo, apropiándote de todo aquello por lo que yo había luchado, lo has ido haciendo tuyo, has ido mintiendo, explicando sandeces y barbaridades. He dejado de confiar en las personas por el daño que en su momento me causaste, porque te reíste de mí, estuviste criticándome a las espaldas... 

Y sin embargo, sigo creyendo que te hice daño, que he sido yo quien te ha ido engañando, mintiendo. Y sí, en cierta forma así fue, pero tuve mis motivos y mis razones. Y quizás, me he equivocado al hacerlo, quizás hice mal al mentirte, pero también hice mal al contarte mis alegrías y tristezas. Así que me equivoqué en todos los sentidos... 

Pero, recuerda que no fui la única que se equivocó. Tú también lo hiciste. Cometiste los mismos errores que yo... Y por eso, tú también deberías pedir perdón. Pero claro, como es una palabra tan difícil de pronunciar pues aquí estamos, tú y yo, distantes, sin saber nada la una de la otra. Equivocándonos a cada paso que damos... 

Tú, como bien he dicho antes, fuiste destruyendo todo aquello que construí, y ese fue tu error. ¿El mío? No pararte, no saber pararte y todo por no hacer daño, por no estar sufriendo, por no buscar ni encontrar problemas. Quizás, de buenas maneras, debería haberte dicho algo, aunque tan solo fuera un simple para... 

Y por eso, por no haberlo hecho, es por lo que verdaderamente pido perdón. No te pido perdón a ti, por lo que haya pasado, sino por no haber hecho nada, por haberme quedado de brazos cruzados, perdón por haber tenido que escuchar un te lo dije o un lo sabía. Por eso pido perdón, y lo hago a mi manera... 

Lo siento.  


martes, 5 de marzo de 2013

Piensas...

Piensas que con un abrazo y un simple lo siento está todo arreglado. Piensas que después del daño causado, esas simples palabras serán capaces de arreglarlo todos. Pues te equivocas, otra vez. 

Sí. Hoy, una vez más vuelves a equivocarte. Parece que no te dieras cuenta, pero tus palabras, tus actos duelen, hieren, causan daño. Y, sin embargo, aquí estoy yo, poniéndote buena cara cuando sueltas unas de tus impertinencias, sonriendo a cada mentira que cuentas. He de aguantar todas tus bromas pesadas, bromas sin gracias, bromas que sé que en el fondo algo de verdad conllevan. Porque ya lo dicen entre broma y broma, la verdad se asoma. 

Y piensas que soy una estúpida niña que no se da cuenta de las cosas, que tengo los ojos vendados, que no veo la situación real, pero no es así me doy cuenta y más de lo que tú te imaginas. Me mientes, y a pesar de eso, sigo a tu lado. ¿Quién puede seguir al lado de alguien tan mentiroso? ¿Por qué? Sencillamente, porqué te sigo apreciando. Pero, poco a poco, con tus hechos vas perdiendo mi cariño, y lo que es más importante, mi confianza. 

He confiado en ti, te he contado todo lo que me ha llegado a pasar en mi vida, te he contado mis alegrías y mis tristezas y ahora me veo ¿traicionada? No, más bien decepcionada y sorprendida. Me sorprende que, tras saber lo que siento, seas capaz de hacer aquellos que haces y decir aquello que dices. Sí, lo sé. Quizás para muchos sean detalles sin importancia, chorradas, simples estupideces... Pero para mí, son detalles que con el paso del tiempo van sumando y uno tras otro se van acumulando. 

Y dices que son bromas, que lo que quieres es hacerme enfadar, divertirte. Pero, no lo son. No sé si es que quieres ponerme celosa, porque si es así, lo consigues, no sé si es una situación que te divierte, ya no solo por el hecho de hacerme enfadar, no lo sé. No llego a entender porque haces todo esto... Tú bien sabes como son las cosas, tú bien sabes lo que yo siento y a ti todo eso te da igual... 

Piensas que la mala soy yo. Pero, no te engañes, no digo que seas mala, pero aquí la única persona que ha sido egoísta eres tú. Sí. Porque a pesar de saber lo que sabes, a pesar de saber cuales son mis sentimientos, a ti te ha dado igual y has decidido interceder. Eso sí, a tu manera. Intentando conseguir aquello que yo con mucho esfuerzo me había ganado poco a poco... 

Porque así es. Y piensas que todo debe ser para ti, que eres tú quien debe tenerlo todo, y parece que te da igual pasar por encima de las personas para conseguir tu objetivo. En pocas palabras, que te da igual hacer daño... 

¡Pero qué irónico! Sí. Porque no quieres que a ti te hagan daño, pero tú consciente o inconscientemente, la verdad a estas alturas ya me da igual, lo haces. Piensas y crees que no duele, tampoco es que dejes a los demás hablar y expresarse, pero duele ¿entiendes? Haces daño. Pero no... me parece a mí que muy claro no te ha quedado. 

Y no sé como decírtelo ya. Te lo he dicho de todas las formas posibles, pero tú ahí sigues, erre que erre con el mismo tema, siempre quieres sentirte el centro del universo, es como si ahora mismo dijeras cámaras aquí, los focos hacia mí. 

¿Por qué lo haces? ¿No te das cuenta qué estás perdiendo mi confianza? Estás arruinando esta bonita amistad. Poco a poco, estás arruinando todas aquellas amistades que te han tendido la mano y que te han escuchado cuando lo has necesitado. ¡Basta!

Deja de mentir, deja de hacer daño. Cansas, aburres, irritas, y sí, me haces enfadar. He ido acumulando todos los gestos que has tenido, los he ido guardando en un cajón... Pero, aun así, lo recuerdo todo. Recuerdo cada palabra que me has dicho, cada estupidez que has ido soltando, las bromas que has hecho, los comentarios fuera de lugar. En fin... 

No sabes cuanto me duele que, sabiendo todo aquello que sabes (aunque créeme en el fondo no sabes ni la mitad), hagas lo que haces y que pienses que no duele, y que pienses que no pasa nada... Porque lo siento, pero tras todo lo que has hecho, yo no puedo seguir confiando en ti, y tampoco quiero hacerlo. Se acabó. 

Así pues, deja de pensar que puedes hacer todo lo que te dé la gana, pasar por encima de las personas, porque lo siento, pero no es así. Te equivocas.  

viernes, 1 de marzo de 2013

¡Sonríe!

Estimado yo, 

Te escribo, creo ya que por enésima vez. O quizás ya van más de once las veces que te escribo. En fin, eso es lo de menos. La cuestión es que te vuelvo a escribir para dejar constancia de lo que debes hacer, y te escribo, o más bien me escribo a mí misma para releer esta especie de carta las veces que esté en horas bajas, las veces que esté mal, triste, derrotada. Esta carta debe ser releída y leída por los demás para seguir luchando, para darte fuerza, para darme fuerza. 

Pues bien, vayamos a lo que tocaba. En primer lugar, no permitas que nadie te diga que no puedes alcanzar tus sueños, no permitas que nadie destroce tus sueños. Quiero que te des cuenta de algo, aquí, tú eres dueña de tus sueños. Si tienes uno, por más pequeño que sea, por más estúpido que parezca, ve a por él. No lo pienses dos veces, ni tres, ni siquiera una sola vez, tan solo hazlo. Tírate a la piscina. Demuéstrale a todos ellos que se equivocaban. 

Hazle saber al mundo que tú, sí tú quien ahora mismo está leyendo esto, vale mucho. No derrames lágrimas por alguien que no se lo merece, por alguien que no te hace feliz, por alguien que te miente y te hace daño, no lo hagas. Aquella persona que te utilice, que se ría de ti no merece ninguna lágrima, no merece tampoco que lo valores, que le des importancia. 

Por favor, céntrate en aquellas personas que te demuestran que te quieren, que te hacen feliz, que te respetan. Y réstale importancia a aquellas personas que te infravaloran, que en algún momento se han reído de ti, te han faltado el respeto. Tranquila que no merece la pena rebajarse al nivel de ciertas personas. ¡Qué a cada cerdo le llega su san martín!

No pienses que estás sola. Mira bien, seguro que a tu lado hay alguien que estaría dispuesto a dar todo por ti, alguien a quien de verdad le importas, que quiere verte feliz. Apóyate en esa persona, y está ahí por ella. 

A pesar de lo que puedan decir, eres una persona muy fuerte. Una persona que vale mucho, ya te lo han dicho. Es verdad, tienes tus defectos... Pero todo el mundo los tiene. También, cometes errores, te equivocas. Pero eres inteligente, y sabes pedir perdón cuando toca. Eso tenlo en cuenta, porque muy pocos saben hacerlo... 

Te preocupas por las personas que tienes a tu alrededor, quieres que sean felices. Pero, hay veces que deberías mirar por tu felicidad. Y hoy, sí hoy te toca mirar por ti. Date un tiempo para ti, relájate, piensa en algo que de verdad te gustara hacer y hazlo disfruta. Tú, también te mereces un respiro.  

En fin... En pocas palabras, que sonrías. Sí, porque todo sale mejor cuando sonríes, cuando tus ojos brillan, cuando estás contenta y te ríes. Sonríe que la vida son dos días y no los puedes desaprovechar con estupideces, ni llorando. ¡Sonríe! Eso sí que merece la pena.  

Un café.

Como tantas tardes, como tantos días llevamos haciendo, tú y yo decidimos sentarnos a tomar nuestro rutinario café. Sin embargo, esta vez todo iba a ser diferente... 

Mismo día, misma hora, misma cafetería, mismo lugar, el mismo café de siempre, hecho de la misma manera. Hasta aquí todo normal, pero, a la vez, había algo extraño, algo diferente, algo que no llegué a entender, al menos, no al principio. 

Pero, desde el momento que nos vimos en nuestro punto de encuentro vi algo diferente en tu mirada, en tus ojos. En ese momento, un escalofrío recorrió todo mi cuerpo, tuve una extraña sensación, era como un presagio de que algo diferente pasaría en lo que solían ser nuestras rutinosas tardes de café. 

Y entramos en la cafetería, tú estabas demasiado callado, algo que, sinceramente, me extrañó demasiado. Pero le resté importancia. Quizás estabas demasiado cansado del largo día de trabajo y tan solo querías relajarte y disfrutar del dulce pero a la vez amargo sabor de tu capuccino. 

Nos sentamos en nuestro rincón, en aquella mesita más alejada. Allí, donde todo está silencioso y donde tan solo se escuchan nuestras voces susurrando. El camarero, que ya nos había visto, no se acercó a nosotros, él ya sabía que íbamos a pedir, él ya lo había preparado, y lo había dejado ya en nuestra mesa. 

Eso nos dejó más intimidad para disfrutar de nuestras sonrisas, de nuestras confidencias y de la suave música que sonaba en aquél momento. Pero, yo seguía notándote raro. No me sonreías como siempre, estabas muy callado, te notaba incómodo, alejado, pensativo...

Y yo, empezando a preocuparme por ti, decido preguntarte que te pasa, a que se debe tanto silencio, más del normal. Tú, con esa sonrisa que tanto me gusta, me dices tranquilamente: ya estabas tardando en preguntarlo, ya estabas tardando en preocuparte... 

Y hasta en los peores momentos, en los momentos que más nerviosa estoy eres capaz de hacerme sonreír. Y tú, con tu sencillez, me miras, sonríes, suspiras y me dices: nada que no tenga solución... 

Así, tan solo has hecho que mi preocupación aumente (pienso yo). Y seguimos hablando, seguimos comentando como nos ha ido la semana, todo aquello que ha pasado. Yo decido contarte algo que noté enseguida como te entristecía, como ese brillo que tenías en tu mirada, ahora ya no está. Entonces, me vuelvo a preocupar... Pero no te digo nada. Al menos, no con palabras... 

Ahora sí que no tiene solución... Me dices esto, a la vez que veo como bajas la mirada, como nos hundimos en un profundo silencio. Estamos callados, extraños. Y en ese momento, entiendo que no debí contarte mi desayuno en buena compañía. Eso, eso te entristeció. 

Te pido perdón, debí haberme callado, no haberte dicho la felicidad que me entró al pasar tiempo con otra persona que no fueras tú... 

Te miro, sonrío, y te digo, y ahora te lo repito, que no merece la pena ponerse mal, porque a pesar de haber sido feliz en esos 30 minutos de desayuno, soy más feliz cuando estoy a tu lado, cuando disfruto de nuestros cafés, de nuestras largas charlas. 

Y tú, tú vuelves a sonreír, tus ojos vuelven a brillar... Y te acercas a mí, cada vez estás más cerca mío, y entre el barullo de tanta gente, en un susurro me dices me gustas... 

Y entonces, nos fundimos en un largo beso, un beso que parece no tener fin, un beso cálido, cercano, un beso lento, un beso tuyo. Y yo, vuelvo a sentir como un escalofrío recorre todo mi cuerpo... Y yo, al separarnos, sonrío y te digo me gustas... 

Y volvemos a tomar nuestro café. Ese dulce pero amargo café, ahora más relajados, más tranquilos. Ahora, ya no estamos incómodos, ahora nos miramos, y volvemos a la rutina. Con una pequeña diferencia, ahora nuestros café serán diferentes, ya no habrán confidencias, ya nos lo hemos dicho todo, ahora habrán besos, largos besos, como el primero... 


¡Reacciona!


Y solo hago que mirar mi móvil como una estúpida. Miro y remiro mi móvil para ver si has decidido conectarte, si estás conectado y si serás capaz de escribirme.
No sabes cuánto me gustaría ver que me escribes. Aunque tan solo sea para decirme hola, aunque tan solo sea para preguntarme alguna estupidez relacionada con el trabajo o con los amigos. Me encantaría que fueras tú y no yo quien iniciara siempre la conversación.
Desearía que, en algún momento, decidieras acercarte a mí. Acercarte para darme dos besos, para darme un abrazo y preguntarme si estoy bien, si todo va bien.
Sé que, en el fondo, yo te importo. Y tú a mi también me importas. Somos dos personas totalmente diferentes, somos polos opuestos. Tú no sabes exactamente que quiero yo, y yo no se a ciencia cierta que buscas tú. Aun así, eres importante, eres especial, eres diferente.

Y yo, estoy dispuesta a muchas cosas. Quiero seguir conociéndote, quiero seguir hablando contigo, riéndome, quiero que sigamos tomando café por las tardes, quiero seguir desayunando a tu lado. De verdad, lo quiero. Y quiero pasar tiempo a tu lado para ver qué sucede, para ver hacia dónde vamos, hasta donde llegamos.
Ya te lo he dicho; eres diferente. Y quiero conocer tus otras facetas, tus pequeños defectos y tus grandes virtudes. Pero, a todo aquello que yo hago tú no das respuesta. Te cierras en banda, no hablas, no intentas comunicarte.
Y date cuenta que si te escribo esto es por algo.

Quizás de esta forma, de esta manera te des cuenta de cómo son las cosas en realidad.
No esperes que de buenas a primeras te diga que te quiero, que quiero compartir parte de mi vida contigo. Eso, no sería decir la pura verdad. Pero, tampoco puedo negar que me gustas, que me importas, que me siento cómoda a tu lado.
Y no quiero que, por los errores que yo pueda llegar a cometer, todo esto acabe, que perdamos esta amistad empezada. Pero, debes entender que, a pesar de lo importante que puedas ser para mí, si no respondes, si no actúas, sino me demuestras un poco de interés, yo no seguiré esperando...
Llegará el momento en el que me cansaré de esperar, en el que me cansaré de estar sentada esperando una respuesta tuya... ¿Te das cuenta, pues, lo que hace que no inicies una simple conversación?
Miro mi móvil, y me pregunto por qué no eres capaz de dirigirme la palabra, porque no eres capaz de hablarme, de comunicarte conmigo. Y entonces, pienso en todo lo anteriormente dicho... Por eso, te digo que aun estás a tiempo de remediarlo, aun estás a tiempo... Porque por ahora no me he cansado, no he tirado la toalla...
Y solo hago que mirar mi móvil como una estúpida. Miro y remiro mi móvil para ver si has decidido conectarte, si estás conectado y si serás capaz de escribirme. Para ver si después de todo eso has sido capaz de reaccionar.

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...