martes, 25 de febrero de 2014

Miradas.

Sentimientos reflejados en tan solo una mirada. El reflejo de la mirada muestra tus sentimientos. Muestra el amor, cariño, dolor, tristeza o alegría. Lo enseña todo. 

No es tan fácil fingir como la gente piensa. No es tan fácil esconderse tras un muro, tras una sonrisa fingida. No es fácil. Hay veces que uno se cansa de esconderse, se cansa de sonreír y hacer como si nada pasara. Agota. 

Ojalá me pudieras ver y entender que me pasa. Quiero volver a ser yo. Quiero ser una persona risueña, que le encanta sonreír, encontrarse con los suyos, hablar, reír. No quiero seguir encerrándome en mi misma, sin poder confiar... 

Pero se trata de eso, de la confianza. Se trata de la confianza perdida en personas que me importa, que valoro y que quiero. Se trata de esa confianza que por más que intente ya no volverá. 

No puedes pretender que tras todo lo pasado y vivido, tú y yo volvamos a estar como el principio. Podemos hablarlo e intentar solucionarlo. Sin embargo, nada será lo mismo. Nada. 

Lo hecho, hecho está. No hay vuelta atrás. El daño está hecho. He sufrido, ha dolido. He llorado. Sí, por ti he llorado. No he hecho más que derramar lágrimas. 

He llorado de la impotencia, he llorado preguntándome que ha pasado para llegar a esta situación. He llorado sintiéndome culpable, sintiendo que tú era la víctima y yo tu verdugo. ¡Pero no te he hecho nada!

Y lo digo otra vez: he llorado. Y si me miraras lo verías. La mirada es el espejo del alma. Tras una mirada se esconde un te quiero, un te necesito, un te extraño, un lo siento... Una mirada esconde muchas cosas. Una mirada esconde el dolor por lo sufrido tras entender lo que ha pasado. 

Una mirada lo dice todo y tú no lo ves.

jueves, 20 de febrero de 2014

Mírame.

Y mírame, aun sigo siendo el mismo que era antes de ayer 
Cuando aun te quería. 
(Mírame, Despistaos)

Duele, duele mucho. Tu actitud me mata, me hiere, me deja desolada. Me sorprende tu cambio, tu nueva actitud. Me desconcierta totalmente tu comportamiento de los últimos tiempos. 

Dime, háblame, responde. Hazme entender porque esto ha acabado así. ¿He hecho algo mal? Dímelo. Atrévete a mirarme y decirme que ha pasado, porque esto a sucedido. ¿Por qué?

Estás distante, en tu mundo. Parece que ya no formamos parte de tu vida, de tu día a día. No soy nadie. Tan solo alguien que ha pasado de forma pasajera, con quien ya no quieres compartir nada. 

Y duele, duele mucho tu actitud. Lo peor es que parece ser que no eres capaz de ver que yo también tengo sentimientos. Parece que se te hubiera olvidado que tengo sentimientos al igual que ya no cuentas ni siquiera con mi opinión. 

Me siento utilizada. Sí. Quizás estoy exagerando, pero ahora mismo me siento así. ¿Qué he sido yo para ti? ¿Te he importado alguna vez? ¿Por qué haces esto? 

Entiendo que quieras hacer nuevas amistades, pero lo que haces no está nada bien. Y ¿para qué hablar o bien explicarte como me siento? No serviría de nada. Al final, yo me sentiría más culpable aun. 

Ojalá me miraras. Yo sigo estando aquí. Sigo siendo la misma persona de ayer. Quizás ahora solo hay un poco más de dolor en mí. Y obviamente decepción en mí. 

No me esperaba esta actitud de tu parte. No pensaba que yo fuera un estorbo para ti. Porque te aviso que eso es lo que parece. ¿Soy un estorbo? Dímelo. Mírame. Sigo siendo yo. Me lo puedes decir. Yo te sigo queriendo, respetaré tu decisión. 

Ahora bien, te puedo querer mucho. Pero, recuerda que yo también tengo sentimientos. Recuérdalo. Porque parece que en un abrir y cerrar de ojos lo has olvidado. Claro que lo has olvidado.  

miércoles, 19 de febrero de 2014

Gotta feeling.

I gotta feeling that tonight’s gonna be a good night 
that tonight’s gonna be a good night 
that tonight’s gonna be a good good night 
(I gotta a feeling, Black Eyed Peas)

Y si no lo sientes hoy, quizás lo sentirás mañana. Pero, ante todo debes ser positivo y perseverante. No cierres los ojos o lo verás todo color negro, como si no hubiera un mañana. 

No pienses en ello, debes ser optimista. Intenta ver le vaso medio lleno y no medio vacío o ya roto en el suelo. Dicen que después de la tormenta viene la calma. Pues bien, aplícatelo. Cree en ello, porque es así. 

Siéntelo, vívelo. Ten esa sensación que te dice que hoy va a ser un gran día, uno de los mejores. Disfruta del día, no pienses en lo que vendrá. Haz borrón y cuenta nueva. Empieza de cero. 

Sonríe y cómete el mundo. No creas que te vas a hundir, eso no pasará. Respira tranquilamente y piensa que siempre habrá alguien a tu lado dispuesto a ayudarte para no dejar que caigas. Para llenarte el vaso si hace falta. 

Deja que lo malo se vaya, dejando paso a las buenas vibraciones. Deja que lo bueno fluya, huye de lo malo. Siéntelo. Disfruta. No decaigas. Sonríe. No permitas que te roben la sonrisa. 

En todo momento, sé optimista.  

martes, 18 de febrero de 2014

Van y vienen.

Decepciones van, decepciones vienen. Pequeños secretos acumulados que poco a poco se van descubriendo sorprendiéndote y no precisamente para bien, sino todo lo contrario. 

Mentiras y secretos guardados que piensan que nunca descubrirás. Sin embargo, al final todo llega a tus oídos, te enteras y no por la persona correcta, no por quien te tenías que enterar. Te llegas a enterar por terceras personas. Duele. 

Duele mucho, porque esa persona que para ti era importante y que sigue siéndolo te ha ocultado una pequeña tontería. sin embargo, eso hace que ya desconfíes de cualquier cosa que te vuelva a decir. 

Te lo replanteas todo y ya no eres capaz de poner la mano en el fuego, al menos en algunos aspectos. No eres capaz después de una pequeña mentira que te ha dolido, te ha herido. Definitivamente, te ha decepcionado. 

Mentiras van, mentiras vienen. Y puedes prometer, pero tú dudas, lo cuestionas todo, ya no crees nada. Puedes hablar, contar, explicar, todo lo que tú quieras. No obstante, ya no eres capaz de confiar de la misma manera. 

No quieres distanciarte, pero hay pequeños detalles que duelen. Pero el dolor, al igual que las mentiras y las decepciones van y viene. Y tarde o temprano todo se sabe, y el dolor se irá. 

lunes, 17 de febrero de 2014

Conclusiones pasadas.

El tiempo pasa, y aunque uno quiera evitarlo, no hace más que echar la vista atrás y mirar hacia el pasado. Somos capaces de dejar de lado nuestro a día a día para analizar al detalle nuestros recuerdos del pasado. 

Miras por lo que has pasado y con la personas que has compartido esos recuerdos. Cierras los ojos queriendo recordar todo lo que ha pasado en los últimos tiempos. Lo bueno y lo malo. 

Sabes que no está bien lo que haces. Quiero decir, no puedes quedarte anclada en el pasado y en aquello que pasó. Es como si buscáramos llegar a ciertas conclusiones y creemos que estas se hallan en el pasado. 

Saca tus propias conclusiones, pero no lo hagas en base al pasado sino a aquello vivido cada día. Yo he llegado a mis propias conclusiones. He analizado todo aquello que pasa por mi mente en el presente, en el día de hoy. 

Y he acabado concluyendo que hay amistades a las que no puedo abandonar, y tampoco las quiero dejar por el camino. Son amistades verdaderas, de aquellas a las que acudir en un momento de bajón, aunque sean las 4 de la mañana. 

Personas que te harán sonreír en un abrir y cerrar de ojos. Te borrarán las tristezas cambiándolas por alegrías. Persona que van a estar ahí, aquellas que no cambiaría por nada, ni nadie. 

No mires al pasado preguntándote el por qué de todo. No lo hagas. No intentes sacar conclusiones de los errores cometidos en el pasado, o de los recuerdos. 

Mira hacia el frente disfrutando de los que te rodean. Olvida a aquellos que te hicieron daño, que no te valoraron lo suficiente o bien aquellos que fueron compañeros pasajeros. Hay amistades que verdaderamente valen la pena. Pocas, pero las hay. Aquellas que no te mentirían, te serían sinceros. 

Y todo esto son conclusiones sacadas del día a día, pero no del pasado...Carpe diem.

domingo, 16 de febrero de 2014

Errores hirientes.

Se que mi error te hiere, 
y perdonarlo así tan fácil
aunque quieras, sé que duele. 
(Perdóname, BNK)

Los errores hieren y a veces no nos damos cuenta. A veces son errores pequeños, otras veces muchos más grandes y garrafales, pero al fin de cuentas acaban hiriendo nuestros sentimientos. 

A veces no pensamos en la magnitud de nuestro error, de nuestras palabras y de como han llegado a afectar a esa persona importante. Duele. Duele y mucho. 

Hay veces que no podemos hacer como si nada pasara. Hay veces que no podemos obviar el dolor que nos causa, ni siquiera somos capaces de ignorarlo y no tenerlo en cuenta. 

Y puedes pedir perdón mil y una veces, que el dolor sigue ahí. El dolor sigue latente, aparece cada día, en cada momento. Y puedes arrepentirte, pero mis sentimientos han sido heridos. Y eso ya no es tan fácil cambiarlo. 

¿Ignorar el dolor? No es posible. Escucho tu perdón y noto tu arrepentimiento. Sé que lo sientes. Lo entiendo. Sé que me quieres, que te preocupas por mí. Pero a veces, tus errores son como un balde de agua fría para mí. 

Siempre que lo recuerde seguirá doliendo...   

sábado, 15 de febrero de 2014

Lo fácil y lo difícil.

Empatía: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
(RAE)

Es muy fácil hablar sin saber, hablar sin entender. Es muy fácil. Somos capaces de dejar que las palabras vuelen, salgan, se escapen sin tener en cuenta lo que el receptor de esas palabras pueda llegar a sentir al escucharlas o al leerlas. 

Lo entiendo, somos humanos, nos equivocamos. Pero, hay situaciones en que deberíamos medir nuestras palabras. Medirlas cuando el estado de ánimo de la otra persona no es el mejor, cuando no está en su mejor momento. Ser empáticos. 

Hay veces que al acudir a alguien lo único que buscamos es que sean capaces de entender como nos sentimos o bien que tan solo nos escuchen. No busco regañinas, no en ese momento en el que mis ánimos no son los mejores. 

Ahora bien, hay veces que uno no es capaz de ponerse en la piel del otro para ver como es su mundo, para entender su punto de vista, su forma de ver la vida, de actuar y ser. 

No es fácil cambiar, intentar ser mejor persona, de una manera más adecuada. No es fácil. Y parece ser que no es fácil entenderlo. Ni ponerte en la piel de la otra persona en sus horas bajas. 

Puede ser que cuando haces según que tipo de comentarios es por el aprecio que le tienes, por el cariño. Pero hay comentarios que en según que momentos hay que guardárselos para uno mismo. Y sé que te preguntarás el por qué, si cuando quieres a alguien lo mejor es ser sincero. 

Sí, es verdad. Ante todo sinceridad. Ahora bien, quizás ese comentario puede provocar que si esa persona estaba mal, quizás ahora esté peor... Aunque lo hayas hecho sin querer. 

Es difícil callar y muy fácil hablar. La teoría es tan fácil, llevar a la práctica todo lo dicho ya no tanto. Es tan fácil herir a una persona que te importa si en ese momento no eres capaz de ponerte en su piel... 

Recuerda que tiene una razón, un motivo por el que acude a ti. No es fácil expresarse con total libertad cuando ya no tienes fuerzas para sonreír, cuando te han herido... No se lo pongas difícil, por favor.

viernes, 14 de febrero de 2014

Confianza.

Intento detener las lágrimas que este momento se escapan, intento detenerlas porque quiero ser fuerte, porque quiero demostrarte que soy fuerte, que no tengo miedo a nada, ni a nadie. Pero tú no me lo pones fácil. 

Ojalá fueras capaz de confiar en mí, ojalá creyeras en mí, en mis locos sueños y objetivos. Desearía que por una vez tuvieras fe ciega en mí, que cerraras los ojos y me susurraras: adelante. 

Pero, no. Sigo esperando a que algún día me digas que confías en mí, que puedo conseguirlo, que me animes. Me gustaría que por una vez en tu vida me dieras esa pequeña libertad y confianza que necesito. 

Y al no conseguirla, me derrumbo. Me encierro en mi pequeña habitación y escuchando la música del momento me transporto a un mar de lagrimas. Así es como estoy... No hago más que llorar preguntándome porque no eres capaz de darme ese leve empujón que sabes que necesito. 

Estás ahí, presente en todo momento. Estás ahí, sin dejar que me caiga ni que cometa mis propios errores. No me dejas tropezar, ni que yo tome mis propias decisiones. No lo haces. No confías en mí. 

¿Por qué? ¿No merezco que confíes en mí? Creía haberte demostrado que sí podías. Pero de un momento a otro todo se arruina. Un simple no por tu parte hace que todo vuelva a ser como siempre. 

Yo vuelvo a ser un mar de lágrimas, una persona insegura que tan solo quiere desaparecer. Sin embargo, no hago más que llorar y sentirme culpable por algo que aun no sé.  

¡Culpable! Me borras la sonrisa en un abrir y cerrar de ojos. Me causas dolor e inseguridad. Sí, admito que no soy tan fuerte como yo pensaba. Pero creí que si confiabas un poco en mí podría ser un poco más fuerte. 

No lo soy. No lo seré. ¿Tanto te cuesta confiar en mí? 

martes, 11 de febrero de 2014

Caer en el olvido...

AMISTAD

Tema concurrido, tema que se ha tratado demasiadas veces, tema que da para hablar, hablar y hablar. Podríamos estar escribiendo sobre el tema. Podríamos analizar lo bueno y lo malo, los errores, defectos y virtudes. 

Pero no me quiero parar en ello. No quiero pensar en ello, ni reflexionar. Siendo sincera, ahora mismo estoy cansada de pensar en todo aquello que tantas veces he descrito, en aquello que tan amargos recuerdos me trae. 

Esta vez, me quiero centrar en algo que ya dije una vez pero que quiero recordar. Prefiero prevenir, es lo mejor. Quiero advertir y recordar a todos aquellos con amistades valiosas algo muy importante. 

Volviendo a ser sincera, la verdad es que yo (al igual que cualquier persona que se precie) no quiero caer en el olvido, pero tampoco quiero ser infravalorada. Aunque sé que lo he sido. No soy tan tonta, y sé que hay personas que no han sido capaz de valorar mi amistad. 

No los culpo. Cada uno es como es. Sin embargo, soy capaz de culparme a mi misma. Y también, no hago más que martirizarme mirando al pasado y preguntándome un sin fin de condicionales: ¿y si...? 

Por otro lado, lo que quería decir es que si bien uno no quiere caer en el olvido, tampoco puede permitir que sus amistades caigan en el olvido. Creo que un pequeño detalle como una sonrisa, un abrazo, un te quiero o un simple ¡qué loca estás pero cuanto te quiero!

Son detalles que siendo sinceros, nunca están demás ¿no? Nos hacen felices, nos recuerdan la importancias de esas pequeñas grandes personas con las que hablamos todos los días aunque tan solo sea para decirse buenos días.

No permitas que aquella persona a la que cada día le dedicas aunque tan solo sea dos minutos caiga en el olvido. Dedícale una sonrisa, un beso. Recuérdale que estarás para lo que te necesite, que da igual la hora o el día. Allí estarás tú.

Ahí, para que no caiga en el olvido. 

Un billete de tren.

Guardar aquel pequeño trozo de papel que me recuerda las experiencias y aventuras vividas, los grandes momentos lejos de mi ciudad, de lo conocido. Pero a la vez, cerca, muy cerca de ti.

Un billete de metro, de tren con la hora marca. Un billete que marca las horas que he pasado a tu lado, viajando, conociendo mundo. Recordar los días que he pasado a tu lado descubriendo nuevos lugares, nuevas ciudades... Saber que todas ellas guardan un pedacito de ti, pero también de mí. 

Mantengo vivos los recuerdos. Mantengo vivas las risas y confidencias. Los besos y las caricias que me diste están ahí. Guardo en mi memoria los te quiero, los secretos. Los abrazos que paraban el tiempo siguen presentes. Todo sigue ahí, vivo, ardiente, en mi, en ti, en nosotros. 

La sonrisa que se asoma nada más recordarlo. El rubor de mis mejillas al recordar cuanto me gustas, cuanto te necesito a mi lado. Sonrío y no dejo de sonreír al admitir lo que siento por ti. Tu aroma, tus sonrisas y tu preocupación por mi. Tú. 

Todo lo vivido contigo, todo lo bueno y lo malo está guardado en mí. Está guardado en mi mente, y sí, lo admito, también en mi corazón. Todo guardado y recordado en un pequeño billete de tren, aquél que me hace sonreír. La tinta aun no se borra. Sigue presente. Una hora, una fecha, un lugar. 

Marcado, marcado como yo.  

Ser mayormente pequeños.

Ser la niña que un día fui. Una pequeña niña de ojos grises que soñaba con ser modelo, bailarina, nadadora, cantante, actriz... Soñar con serlo. Creer que lo haría. ¡Qué ingenuos éramos de pequeños! Sin embargo, queríamos ser mayores...

Pero ahora, habiendo pasado la infancia y estando a en la adolescencia, desearía volver a mi pequeño país, aquél en el que nací. Aquel pequeño lugar que tantos recuerdos me trae. 

Reuniones familiares, comidas y cenas familiares al aire libre, en familia. Paseos por la playa, correr y huir tras las olas. Jugar con ellas. Sentirse como pez en el agua o mejor aun, como una sirena. 

Patinar y patinar hasta que no sienta las piernas, hasta que se vuelven gelatina. Correr, saltar, jugar... Ser esa niña de alta imaginación y ojos soñadores. 

Sentarse en familia. Un juego de cartas, unas dulces galletas y un buen mate amargo. En familia, todos juntos. Riendo, soñando. 

Sin problemas ni preocupaciones. Tan solo viviendo el día a día. Ser pequeña significa disfrutar de los pequeños placeres del día a día. No había pasado, tampoco futuro. 

Ahora lo hay. Somos mayores. Vivimos con preocupaciones y restricciones. Tenemos responsabilidades y un futuro por el que luchar. Y como no, un pasado que olvidar o recordar. 

Esto era lo que deseábamos ¿no? Sí, lo era. Crecimos, nos creamos unas expectativas e ilusiones. Deseábamos ser mayores, ser adultos, dejar de ser pequeños. 

Tener nuestra vida, tomar nuestras decisiones, decidir sobre nuestro futuro; lo bueno y lo malo. ¡Ser mayores! Sin embargo, queremos ser pequeños...


jueves, 6 de febrero de 2014

Eres yo.

Sentada en un café con la mirada perdida. Sentada esperando a que las horas pasen, esperando a que pasen y así volver... ¿Volver? ¿A dónde? Aun no lo sé...

Sin embargo, la espera es larga. Así que hundiéndome en mis pensamientos y en la música que inunda la sala, veo pasar la gente. Veo el andar de la gente... Personas de andar triste, otras calmado y otras cansado. 

Y de repente, apareces tú entre la multitud. No dejo de fijarme en ti. Una chica de ojos verdes acristalados y sonrisa escondida. Una persona de mirada perdida, como si buscaras algo o bien alguien. 

Sumergida en tus canciones preferidas, coges una servilleta y veo como las palabras vuelan y quedan plasmada en esa servilleta arrugada. El camarero aparece sirviéndote un caliente café con leche para así poder reconfortarte. 

Veo como suspiras y parece que piensas en que ojalá fueran esos brazos fuertes que tanto te gustan los que te reconforten y no un simple café recién hecho. Después de dar un pequeño sorbo, vuelves a concentrarte en esa servilleta. 

Parece ser que no has encontrado las palabras exactas para plasmar lo que verdaderamente sientes. Si me fijo en ti más a fondo, veo que estás hecha un mar de dudas y de miedos. Sin embargo, no eres capaz de ocultar la sonrisa cuando piensas en ese alguien especial. 

Poco a poco el café se va enfriando, tú te remueves incómoda en la silla, como si hubiera algo que te molestara. Me gustaría saber el qué y creo haberlo encontrado. 

Has empezado a ordenar tus ideas, y suspiras pensando en que ojalá pudieras cambiar tu forma de ser. La sonrisa se borra por un instante fugaz donde has hecho una efímera vuelta al pasado, recordando tu infancia y algún que otro recuerdo más reciente. 

Continúo fijándome en ti. Y me doy cuenta de que tu precioso bolígrafo se ha quedado sin tinta. Decido ayudarte. He estado tanto tiempo intentando analizarte, viendo como escribes, haciendo aquello que a mí tanto me gusta...

Me acerco despacio, con calma y tranquilidad. No quiero asustarte. Ya pareces estarlo y no por aquello que te rodea, sino por el día a día. Cuando por fin estoy a tu lado, tiendo la mano dándote mi bolígrafo... Uno muy similar al tuyo. 

Te giras sorprendida, y me regalas un escueto gracias. Pero, más sorprendida estoy yo, que al verte frente a mí me doy cuenta de que tú eres mi reflejo. Eres yo.  

~Miedos~

Enfrentarnos a nuestros miedos...

Enfrentarnos a nuestros miedos, a nuestras pesadillas, a él, a ti, a nosotros mismos. Enfrentarnos a lo que nos rodea, a aquellos que nos rodean. Enfrentarnos. 

Dar la cara por los nuestros, por los amigos y la familia. Plantarle cara al miedo, a las injusticias, a aquello y a aquellos con los que no estamos de acuerdo. No rendirnos. 

Decir que no si no estamos de acuerdo, si creemos que algo está mal. No podemos estar callando y hacer siempre la vista gorda. NO. Negarnos firmemente, no acatar siempre las normas, las reglas. 

A veces pecamos por buenos o por tontos, todo depende de la situación. Pero deberíamos dejar de agachar la cabeza, y dejar de decir sí a todo. Debemos tener un límite. 

Sé que en muchos casos en difícil encontrarlo, en el mío por ejemplo. Pero, llegará un día en el que de tanto darnos saldremos verdaderamente lastimados y quizás ese día ya sea demasiado tarde para decir que no. 

Por eso, ahora quizás estás a tiempo de remediarlo. Por una vez, sé emprendedor, sigue adelante y que no te dé miedo decir no. Debes ser fuerte, valiente. No te acobardes. No digas que no puedes. Cree en ti. 

Pronuncia esa dos letras; di no. 

lunes, 3 de febrero de 2014

¿Quién?

Personas sobre las que jurabas saber todo, y ahora si te preguntan sobre ellos, a ti tan solo se te ocurre preguntar: ¿quién?
Admítelo. Crees saber todo sobre aquellos que te rodean, hasta que te sorprenden. Al final, o bien ignoras el nuevo descubrimiento o te decepcionas una vez más.
Ya lo dicen que cada persona es un mundo y que a ti te toca descubrirlo. Pero cuando uno se gana la confianza del otro cree que no habrá secretos. Pero no te confundas, aun tú dándolo todo, siempre habrá alguien que te mienta o bien que te traiciones. Y tú, ante eso, no puedes hacer nada. 

Hablar día sí y día también sobre cualquier tema, por poco interesante o divertido que fuera. Ahora ya no queda nada de eso. Ahora te preguntas: ¿quién es él?

Ya no se comparten momentos juntos. Yo no te espero al salir de estudiar, ni tu al salir de trabajar. Los silencios ya no son placenteros, tan solo incómodos, muy incómodos. Y te veo en silencio, te veo callado y me pregunto quién eres.
Yo ya no lo sé. Intento averiguarlo, descubrirlo, pero todo cambió hace tiempo. Somos dos completos desconocidos que se dan la mano. Sí, nos saludamos por educación. No hay más.
Ya no hay palabras de ánimo y apoyo, ni siquiera un triste sonríe. Nada. Y todo eso pasa por no saber quien eres. Por no poder ver tu verdadero yo, aquél que me cautivó en su momento. ¿Quién eres? ¿Cómo te llamas? No soy capaz ni de recordar tu nombre. Quizás empezaba por F o M. Ya no lo sé.
¿Y tú? ¿Sabes quién soy?
No lo creo. Porque en el mismo momento en que tú desapareciste para cambiar, yo empecé a cambiar.
Me olvidé de ti. Dejaste de importarme como amigo e incluso como persona. No te deseé nada malo. Ahora bien, tampoco me voy a preocupar por alguien que ya no conozco.
Porque ¿quién soy yo para preocuparme por alguien que no me presta atención, por alguien a quien no le importo, que no me conoce? ¿Quién? Nadie.
Solo soy alguien que creía conocerte, alguien que se consideraba amiga tuya, parte de tu vida. Y ahora, recordando y mirando al pasado me pregunto una y otra vez lo mismo...
¿Quién? Nadie.

domingo, 2 de febrero de 2014

Meta, objetivo, sueño.

Todos tenemos metas y sueños por cumplir. Todos tenemos un objetivo al que llegar, aquél por el que luchamos contra viento y marea. Aquél del cual nos sentiremos orgullosos a pesar de las críticas, a pesar de los envidiosos que no tienen ni metas ni sueños y quieren arruinar los de los demás. 

¿Lo conseguirán? Eso ya es decisión tuya. Sí, tuya y de nadie más. Puedes creerte las palabras de aquellos que dicen que no serás nada ni nadie en la vida o bien puedes seguir adelante sin importarte lo que las malas lenguas dicen. Es tu vida, son tus decisiones. 

La cuestión es que tu debes luchar y sentirte orgulloso de todo aquello que haces por ti, por tus sueños. Piensa en aquello que verdaderamente deseas a largo plazo, márcate una meta y sigue adelante con ello, busca todas las vías factibles (sin pisar a nadie) para conseguirlo. 

En su día yo me puse una meta, un objetivo y un sueño; este blog. Y un año después aquí estamos. Sigo escribiendo, desahogándome y sintiéndome orgullosa a cada paso que doy, a cada visita que consigo. 

Pero, no soy yo la única que tiene sueños. Quizás creas que es imposible, que no lo conseguirás. Pero esforzándote, créeme, lo conseguirás. No abandones tu lucha a la primera de cambio. Respira, date cinco minutos y sigue. 

Encontrarás piedras en el camino, encontrarás personas... Sin embargo, superarlas solo te hará más fuerte. Debes confiar en ti mismo. Y si algún día las fuerzas te fallan, y vas a caer. Recuerda que a tu lado tienes a alguien que confía al cien por cien en ti. Recuerda que esa persona ha puesto la mano en el fuego por ti. 

Recuerda que da igual lo mal que lo hagas, siempre estará a tu lado. Será él o ella quien te dará fuerzas cuando tú creas no tenerlas. Y por encima de todo, no tengas miedo a pedir ayuda si así lo necesitas. No hay nada de malo en pedir ayuda, en confiar en aquellos que confían en ti. Nada. 

Ellos no te juzgarán. Ellos te ayudarán. Creen en tu meta, en tu objetivo, en tu sueño. Creen en ti.

Así aprenderás que nada ni nadie puede destruir tus sueños, tus metas. Nadie será capaz de destruir todo aquello por lo que has luchado. Nada, nadie. 



  

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...