viernes, 29 de diciembre de 2017

Travesía.

It's a hard road
As far as I can see
I don't know where I'm going...
(You and me, Niall Horan)

Otra carretera más, otro camino desierto por el que girar, otra curva que tomar y otro futuro incierto. Desconcierto total, no saber qué ni cómo ha sucedido, ni como hemos llegado hasta este punto, hasta este camino lleno de piedras, cristales rotos, espinas y hoyos en los que uno podría hundirse. 

Tener un sexto sentido para saber que camino perseguir, aunque aún no sepamos el destino final. Tener un pequeño presentimiento, un pálpito que nos avisa de que algo va a ocurrir o quizás ya ha pasado. Saber que, una maldita vez más, las tornas se han vuelto a girar, otra historia más escrita y que también ha finalizado. 

Las situaciones se van enfriando, los sentimientos también. Nuestras opiniones cambian, y el significado que éramos capaces de darles al ahora y el momento es completamente distinto; sino inexistente. Hablábamos de la vida, de los sueños, e incluso de las aventuras que buscábamos para el futuro. Buscábamos un propósito, un significado a toda aquella acción hecha y deshecha por nosotros. 

Resulta que todo está en verbo pasado, que ahora el presente es completamente diferente. Que el sexto sentido que corría por mis venas era cierto y que ya no es lo que un su momento fue. Del día en que hablamos durante horas ya no queda ni rastro, del té caliente y sabroso que se derramaba por tus labios amargo estaba y de la foto que atesoraba entre diarios y notas, solo hay pequeños pedazos. 

Una promesa en vano, y otras tantas mentiras. Un camino que quisimos tomar juntos, pero ahora son paralelos, sin punto de encuentro. Y me pierdo. Estoy desorientada, sin saber donde ir, sin poder escoger un camino correcto, si llegase a haber alguno. Me pierdo sin poder encontrarme, sin ver y lo que llego a ver es un largo camino con distintas direcciones. 

Sé que no te necesito para escoger uno, pero tienes el don de la oportunidad. Aquí te veo, intentando retomar el contacto, queriendo volver a la normalidad. ¿Será que te habrán abierto los ojos? Quizás te dieron el sermón de las tres, y ese sí que fuiste capaz de oírlo. ¿Pero por qué no me escuchaste a mí? 

Son fallos, errores que nos hacen aprender. Buscamos nuevas oportunidades, nuevos objetivos. Dejamos de aferrarnos a quien un día nos hizo daño y también a todo aquél que no supo, ni quiso quedarse. Soltamos a quien poco aporta, a quien ha dejado de aportar o a quien tras un gran escudo se esconde. ¿Será que habrás mentido? 

Otro presentimiento, otra luz de advertencia, el sexto sentido vuelve a nosotros. Escogemos camino, carretera, sendero. Caminamos, conducimos, corremos, tomamos la ruta que más nos apetezca, que se adapte a nuestras necesidades, a nuestros sueños. Continuamos de frente, saliendo de curvas con éxito y no temiendo a los barrancos del lado derecho. 

Sigue siendo un mundo desconocido, un lugar por descubrir. Solía pensar que entre la multitud te encontraría, que viajando y escalando aparecerías. Sin embargo, tu imagen se difumina, se camufla entre las sombras. No te veo y no pienso buscarte. Tal vez ese será mi error, por eso nos distanciaremos, a lo mejor seremos un mero recuerdo, otra vivencia que guardar. 

Dejaremos que pase el tiempo, que los sentimientos se calmen, que la vida nos brinde nuevos momentos, y peculiaridades de las que aprender. Otro coche y otro copiloto. Otro trayecto y más decisiones por tomar. O a lo mejor nos bebemos la copa de vino que nos espera, siempre en el mismo café, siempre en el mismo bar. 

Bebemos y olvidamos el hoy, el mañana y parte del pasado que nos atormenta o que simplemente nos ronda por la cabeza. Seguir paseando sin prestar atención, sin remordimientos. Ser atrevidos e impulsivos, parar en la vieja cantina donde la copa nos espera, beber y seguir en la más larga travesía. Te preguntaría si quieres unirte, si lo quieres vivir conmigo. Pero, pocas esperanzas puedo guardar de ello. 

Te quedarás en la mesa del fondo, copa en mano y esperando a que yo te acompañe, a que descanse y pase una buena noche en tu compañía. Y recuerdo que caminando por un antiguo bulevar, miraba las estrellas y disfrutaba de la dulce brisa de la noche, hojas verdes que me rozaban, sentir que era acariciada y protegida por todo aquello que rodeaba un bulevar. Y decidí que prefería esa compañía y ese camino. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

Interpretando...

Una insiste en leer y luego debe interpretar. Confieso —y espero— que no haya respuesta incorrecta, ni falsa ni cien por cien cierta. Tan sólo los pensamientos de una loca lectora con afán de escribir y expresarse. Una no hace más que darle vueltas al tema... 

Queremos crecer, madurar, cometer errores, vivir experiencias, llevar a cuestas nuestra casa, tener responsabilidades. No queremos vivir encerrados en una caja de cristal, queremos crecernos ante las adversidades, que nos dejen libertades. Los zapatos se convertían en esa caja de cristal, apretando, haciendo daño. 

Busquemos soluciones. Nos dan la libertado, tú tienes el mando. Te dicen que te puedes descalzar y ves que parte del dolor se alivia, que ahora eres el dueño de tus propias decisiones ¿te crees que no tendrán consecuencias? Créeme, toda acción repercute, igual que hay motivos también habrá diferentes resultados. 

Eso sí, el camino no es llano, ni fácil. Habrá complicaciones y obstáculos a superar. Nada es dado en bandeja de plata, ni con un broche de oro. Hay piedras en el camino, heridas que nos haremos, miles de errores que se cometerán, fallaremos una y otra vez... Y eso nos hará madurar, crecer como personas. 

Los zapatos no aprietan y la libertad está ahí. Sin embargo, si el camino no es fácil no estamos satisfechos. Mejor que sea otro el que tome las decisiones, que otro acarree con nuestros problemas, con nuestras decisiones. Poder echarle las culpas a otro, a alguien que ya tiene su propia vida, sus propias acciones de las que hacerse cargo. No queremos salir lastimados, no queremos hacernos cargo. 

¿Por qué? ¿Miedo, inseguridad, indecisión? Tal vez pensamos en el qué dirán, en todo aquél que nos juzgará, que nos criticará e intentará mirarnos por encima del hombro. Sin entender que no nos debería importar lo que otros piensen, que quienes importan no te juzgarán, ni te darán la espalda cuando lo necesites. 

miércoles, 22 de noviembre de 2017

Si de tragos se tratase...


Otro día más, otro trago amargo y un corte más de alas; las mías propias. Mis decisiones basadas en terceras opiniones, en los comentarios de todo aquél que te rodea, que te importa. Uno deja de hacer lo que quiera, lo que desea por complacer a los demás, dejando así que un poquito de esa felicidad del día se vaya por el desagüe. 

Opiniones, pensamientos y comentarios que se convierten en el pan de cada día, en los malos momentos de todas las noches. Te rondan la cabeza, dejas que te afecten y todo ¿para qué? Si al final, los demás no le dan la misma importancia que tú eres capaz de darle. Siguen hablando, pidiendo, diciendo... 

Piensas en la felicidad de los demás, dejando de lado la tuya propia o bien tus propios sueños. No eres capaz de ser egoísta, de relajarte y centrarte en ti misma. Das otro trago pensando que así dejarás tu mente en blanco, los problemas y los embrollos desaparecerán. Otro vaso y siguen ahí. 

Otro muro que cae, otra bebida más y un gin tonic cargadito de desconfianza, de inseguridades. Muchos se toman la vida a la ligera y también sus palabras. Tienen una imagen preconcebida de ti, sin verdaderamente saber nada. Te ponen etiquetas y crees que por contar un par de cosas ya eres de una manera estipulada. 

¿Y si no soy así? Quizás no me siento identificada con ninguna de las etiquetas puestas en mi espalda, a lo mejor no creo que esas características me definan en mi día a día, ni que sea del todo justificable. Seguimos bebiendo y muchos dirán que esto del alcohol no es bueno. Y otra etiqueta que se añade en nuestro saco de falsas descripciones. 

Intentan cambiarte, mejorarte como persona (o eso se creen) y dar consejos de sabio. Es cierto, hay veces que las verdades duelen y muchas otras no queremos ni escucharlas. Damos pasos en falso, nos movemos llevados por los vuelos altos de otros. ¿Cuándo arrancaremos nuestro propio vuelo? Volamos demasiado bajo. 

Falsas esperanzas que nos creamos por no ver lo malo de los demás, creer en nuestra propia ingenuidad solo por tener un poco más de esperanza, por pensar que el tijeretazo de alas no será para nosotros, sino para otros, para aquellos que no tengan sueños, ni objetivos. 

El vaso ya está vacío, y todos siguen creyendo que es fácil seguir consejos, que uno no lo ha intentado lo suficiente, que no ha pensado en dar un giro a las cosas, pero no es tarea fácil. Predican, se creen oradores en base a las ideas percibidas según un par de comentarios hechos en tiempos afortunados o desafortunados. 

¿Y si me apetece beber o tan solo volar a mi aire? Seguramente habrá otra marca más escrita en nuestra frente, en nuestra espalda. Otra crítica que se suma a las tantas hechas, a los cambios que quieren obligarte a plantear en tu vida. Debemos seguir siendo como somos, sin dar explicaciones, ni intentar justificarnos ante aquellos que no indagan más allá de un par de conversaciones bobas. 

miércoles, 8 de noviembre de 2017

Es lo que hay.

Es lo que hay. Ponemos todas las cartas sobre la mesa, esparcimos miles de fotos, dejamos entrever las notas escritas en noches en vela y otras de borrachera. Salen a la luz los remordimientos, los reproches, las críticas, el querer ser y no poder, el no cambiar por más que otros lo quieran. 

Dejamos que otros hablen, opinen, decidan. Si quieren empujarte hacia el abismo, tirarte desde lo más alto de un puente, seríamos capaces de hacerlo. Reglas estipuladas y normas que te acaban imponiendo. Quieren que las acatemos, aunque suelan decir que es por nuestro bien. 

No toman en cuenta lo que sueles decir entre susurros, lo que tu mirada habla, pero tus labios callan. Hoy dicen quererte, mañana preocuparse por ti y pasado tan solo quieren que seas una sombra a la que poder manipular. No todos son así, pero nadie entiende tus motivos. 

Y los comentarios se acumulan a la par que el número de inseguridades crece. No sé cuantas veces me he mirado ya en el espejo, no sé cuanta veces lo he pensado. Ya no somos dos chiquillos, pero nuestros pensamientos rondan y en más de una ocasión nos juegan malas pasadas. 

Nadie lo sabe y es que muchas veces ocultamos la peor de nuestras facetas. Empezamos a marear la perdiz, a dar un rodeo evitando miles de temas, y otras tantas situaciones. Hablar sin pelos en la lengua y pensar que no nos va afectar, seguir yendo cuesta abajo y pensar que no tiene fin. 

Nada, déjalo, son estupideces ¿verdad? El abismo no puede ser infinito, el puente llega a su fin. Los malos momentos, los defectos nos carcomen, nos hacen mirarnos de otra manera, nos obliga a esconder la sonrisa, a callar lo que pensamos. Dicen saber, pero no lo entienden. Tal vez hay que dar más tiempo. 

La mirada se apaga y por no cometer otro error más dejamos de decidir por nosotros mismos, dejamos de dar pasos firmes, de levantar la cabeza. Mostramos las cartas demasiado rápido y ahora nos vamos quemando. No sabes a quien acudir, ni quien no te tomará como ingenua, como estúpida. 

Quizás deberíamos cambiar nuestras propias reglas, nuestras convicciones, nuestros muros deberían ser diferentes. A lo mejor soy yo quien debe cambiar, dar un giro en mi propia vida. No lo sé, y las preguntas aumentan y pocas respuestas se obtienen, nadie responde. 

Y esto es lo que hay. Personas diferentes. Cambios de humor, carácter terco, demasiado testarudo. Quizás demasiados ingenuos, y con un poco de miedo. Otros días tenemos más energía y otras tantas veces nos escondemos pensando en todo el rato que hemos pasado frente al espejo o frente a la mesa mirando las fotos, las cartas y los pensamientos. 

Seguimos buscando respuestas. Perdemos la confianza en nosotros mismos, abandonamos el terreno de juego, las falsas esperanzas que poníamos en nosotros, en lo que creíamos que podíamos hacer. Perdemos una parte de nosotros y sin querer te acaban pisoteando un poco más. 

viernes, 3 de noviembre de 2017

Si de bebidas se trata...

Café humeante, vino blanco y té rojo. Copa en mano y sonrisa en labios. Miradas iluminadas y otras avergonzadas. Dos personas frente a frente, sin nada de por medio que intentan conocerse, saber lo que les asusta, descubrir inquietudes, los misterios que se esconden tras los muros. Sorbo de vino y mejillas sonrojadas, café caliente y un agridulce sabor en la boca, té rojo y labios que apetecen. 

Chocolate blanco, chocolate negro, sabores que apetecen y placeres por los que dejarse llevar. Secretos al oído que se cuentan entre besos, entre carcajadas y suave toque de dedos. Momentos de silencio, la calma que nos envuelve, y tan solo el escuchar el pausado ritmo de nuestras respiraciones al compás. Seguimos en esta mesa, esperando respuestas, haciendo preguntas... 

Jugando como dos niños pequeños, queriendo saber; pero sin querer sobrepasar límites, charlar y dejarnos llevar por los sentimientos, por los nervios, e incluso por esos pensamientos estúpidos que de vez en cuando nos inundan. Quizás alguien los escuche y tan solo se ría contigo. Seguir viviendo en esta loca montaña rusa llamada vida. 

Tal vez seamos capaces de fundirnos en un único río, personas llevadas por la corriente, que buscan algo más que una simple rutina. A lo mejor, al final del día, seguimos caminos paralelos y distintos, pero si no lo intentamos, si no nos sumergimos en aventuras ¿cómo seremos capaces de saber lo que nos podría llegar a suceder? 

Y es que creo que la vida está llena de grandes momentos, de aventuras sin fin, de experiencias descabelladas, de locuras sin límite, de personas de gran corazón, de no buscar y al final encontrar en los sitios menos esperados. Se trata de vivir, sentir, reír y llorar sin fin, de conocer, emocionarte, decepcionarte y seguir riendo. 

Un globo rojo, un parque de atracciones y sigamos por la ruta de montañas rusas, de tiovivos, de algodón de azúcar y un buen chocolate caliente. Seguir encontrándonos por caminos dispares, fundiéndonos en mares y océanos, dejar que el viento sople y que sigamos su corriente. 

Regalar anillos, cartas, bombones, dulces y ¿por qué no? Un poco de cerveza también. Y que resuene el tintineo de copas, que resuenen las carcajadas, que no te callen, que no te corten las alas. Seguir enamorándote, escribiendo, bebiendo y pensar que no eres capaz de escoger entre un café humeante, el vino blanco, el té rojo o el más dulce de los chocolates. 

Y luego pensar; te escojo a ti. 

martes, 17 de octubre de 2017

Brutas palabras.

Que mi mente dicte las palabras que hoy dejo caer, que cada vez que el bolígrafo se mueve, sienta tu presencia en mí; que sea como ese anillo que marca el principio y el fin de una historia. Brillante anillo que rodea tu corazón, que se convierte en reflejo cada vez que tengo una pluma en mano y libreta donde ir plasmando ideas. 

Anillo con el que inconscientemente juegas cada vez que tus nervios están a flor de piel, cuando te sientes nostálgica o cuando tan solo quieres un poco de seguridad. Últimamente, se convierte en mi talismán, en mi zona de protección y confort. Un salvavidas cuando una cree ahogarse, un baúl de recuerdos, de memorias, de reglas, de planes... 

Es una pequeña superstición, una pequeña tranquilidad incluso en los días de tormenta. No hay sinónimos, ni palabras bonitas, ni una forma serena de decir las cosas, tan sólo un par de brutas palabras; la hemos cagado. Arriesgamos bastante o quizás demasiado poco, los planes se truncaron y lo que un día era, hoy ya no es. 

Asimilamos las verdades de manera diferente, los problemas y nuestras propias realidades las enfrentamos de la mejor manera posible, pero siempre a nuestra manera. Quizás no es la mejor manera de lidiar con las cosas, con los sentimientos y aun así intentamos hacerlo lo mejor posible. Cuando esto no va acorde a los estándares, nos equivocamos a más no poder. 

Caemos en el pozo, tropezamos con la misma piedra una y otra vez, no aprendemos de los malditos errores. Nos quitamos los anillos y perdemos toda confianza y toda seguridad en nosotros mismos. Nos sentimos indefensos, inseguros, con miedo a perder todo aquello que con mucho esfuerzo habíamos construido. Caminos largos en los que no queremos perdernos, pasos firmes y no con pie de pluma. 

No quiero apartar la mirada cada vez que te veo, si es que consigo volver a verte. La distancia se hace más patente, y los muros cada vez son más altos. Quiero seguir avivando la confianza y que nada quede en el tintero, que no queden palabras a media tinta, ni estar pendiente del reloj cada vez que decidimos tomar un simple café. 

Volver a nuestras charlas y que seas tú quien se convierta en mi talismán, en mi confianza y seguridad. No sentir nervios cada vez que te paseas por mi lado, ni los temblores y sudores frío porqué acabaré contándote una mentira. ¿De verdad llegaremos a eso? 

La hemos cagado tanto, que ni cuenta nos damos ya de los errores. No podemos volver atrás, ni tampoco seguir reviviendo un pasado que ya no volverá. Podría volver a escribirte, quizás incluso llamarte y aún así no sentiría nada de lo que un día sentí, de lo que un día fui. 

Seguiré dejando que mis sentimientos marquen el camino, el no pensar en las mil situaciones y posibles consecuencias, seguir viviendo el día a día y si una mañana me olvido de como actuar correctamente; lo siento. Y si vuelvo al mismo error; pido perdón. 

miércoles, 4 de octubre de 2017

Mente en blanco.

Despejar la mente, sentarte en aquel banco frente a Richmond Park, tomarte un té con vistas a la Puerta de Brandenburgo, un paseo por los bosques que rodean mi casa o tomar una cerveza en uno de los tantos pubs irlandeses que solíamos frecuentar. 

Intentar relajarte, bañeras llenas de espuma que te transportan al fondo del océano, aromas de velas que son capaces de llevarte lugares exóticos, canciones y ritmos que calman cada parte de tu ser. Masajes que te envuelven, y cremas que te dejan flotando entre nubes. 

Si viviésemos entre nubes, quizás todo sería más fácil. Olvidaría el perfume cítrico que solías utilizar y quizás no me acordaría de ti cada vez que escribo, que me pongo a pensar y dejo que las palabras se unan en las tantas libretas que se acumulan en mi estantería. 

Desearía dejar la mente en blanco, y no que trabajase durante todo el día mirando y velando por los demás. Y es que uno se acaba sobrecargando con los problemas de otros, dejando su propia vida de lado. Preocupándose por solucionar cada pequeña situación sin querer entender que no siempre se puede. 

¿Y quién nos escucha a nosotros? Quizás quien se atreva a tomar una cerveza con nosotros, o quien no se pase el día criticándote y juzgándote por cada estupidez que cometas. Tal vez alguien que no se canse ni crea que eres una pesada cuando alguna que otra vez soltemos una queja. 

Que no siempre serán días de color rosa, y no todas las noticias y bromas nos las tomaremos de la misma forma. Que las llamadas se conviertan en sonrisas,  al final sea tu voz y tu presencia la que haga que por unos instantes despeje la mente, que todo se disuelva en una simple cortina de humo y niebla. 

Instantes relajantes, donde no haya ningún tipo de preocupación. Ojalá no nos dejáramos llevar por nuestras propias inseguridades, por esos miedos que se asoman debajo de la cama o por las ranuras de los armarios. Desearíamos poder caminar con paso firme y no estar mirando hacia atrás para recordar cada fallo y cada error. 

Dejar de lado las decepciones, los malos momentos, los llantos provocados por quienes poca importancia nos han dado. Ahora los vemos por la calle y por educación toca saludar, por ser estúpidos también. Y otra vez estamos aquí, dándole vuelta a asuntos que ya no valen la pena, pero que no nos dejan despejar la mente. 

Seguir escribiendo, seguir ordenando ideas, tachando otros escritos. Dejando ideas en el tintero, y secretos que me guardo para mí. Descifrar los mensajes ocultos y recordar cada café que he tomado, pero no contar quien me ha acompañado en cada aventura, en cada secreto. Seguiremos intentando despejar la mente mientras cada paseo se convierte en un bonito recuerdo. 


domingo, 24 de septiembre de 2017

Mi espectáculo.

Start celebrating [...]
Life is a cabaret, old chum!
(Life is a cabaret, Liza Minnelli)

Te rompen los esquemas, toda estructura creada se derrumba y cualquier muro impuesto a lo largo de nuestra vida se desmorona. Piezas de puzzle que encajan suave y fácilmente, no se aplica la fuerza bruta. Las reglas se rompen, el juego cambia y el mapa toma una dirección muy distinta a la planeada. 

¿Por qué planear? Mejor improvisemos. Las preocupaciones son muchas, los días grises abundan, lluvia, truenos, relámpagos, se avecina tormenta. Momentos que vienen solos, pero mejor ir a por los buenos. Giros inesperados y personas que se cuelan por las ranuras de los muros desquebrajados. 

Celebremos la vida, los grandes momentos, las piezas de puzzle que van encajando en su sitio. Destinos que se cruzan y casualidades incapaces de borrar sonrisas. Quien poco fue, hoy se abre paso por caminos de piedras y espinas, intenta alcanzarte, llegar más allá, descubrir. 

Entonces entiende que la vida es un cabaret. Espectáculo lleno de altibajos, donde la música predomina, nos marca, nos llena y nos cala tan hondo que se convierte en algo más que en una simple banda sonora. Improvisas y entiendes que cada verso guarda un secreto, que cada rima tiene un significado especial, y que los acordes de una vieja guitarra te envuelven en un dulce sonido. 

La vida es un cabaret donde nosotros somos los protagonistas. No queremos convertirnos en una mera sombra, en un recuerdo del pasado. Queremos ser el presente, el día a día. Buscamos una actuación única y propia, dejarnos llevar por lo que dicte nuestro corazón para vivir lo inexplicable: sorpresa, razonamiento, debates, corazón. 

Así que siendo protagonistas abrimos las puertas de nuestro hogar, de nuestra zona segura. Conocerán lo bueno y también lo malo, las inseguridades, los miedos, la inocencia, la experiencia y la inexperiencia. Confiamos en que no nos hagan daño, en que nos cuiden, nos protejan, nos escuchen y nos apoyen. Creamos nuestro propio musical celebrando cada momento, sin encerrarnos en nosotros mismos. 

Con la ayuda de otros se rompen las reglas. Sal con la cabeza bien alta, muéstrate valiente, fuerte, con garra. No te rindas, no te hundas. Sabes que un espectáculo no se hace solo, que tu cabaret no se crea de la nada. Siempre hay una historia que contar, personajes que se cuelan en ella. 

El tiempo corre, y en cuanto menos te lo esperas la función se acaba. Los problemas seguirán ahí, y si bien buscamos soluciones ¿por qué no saltarnos algún que otro acto y hacer lo que verdaderamente nos plazca? Habrá consecuencias sí, pero las sensaciones vividas nadie te las quitará. 

Y muchos juzgarán, otros te criticarán; quizás mientras murmuran, tal vez por la espalda y ojalá que de frente. Si no lo hacen, no importa, no saben lo que es el cabaret, dales tiempo que él se encarga de ellos. Por eso, sigue viviendo, disfrutando de tus amigos, de tu familia, de tu propio musical, tu telenovela o es ficción que poco a poco vas escribiendo. 

Derrumba tus propios muros, las normas y reglas impuestas. Bebe en compañía y también solo, programa un buen viaje y empápate de sabiduría e historia. Canta si te apetece y échate unas risas con quien te soporta en las malas y en las peores. Guarda secretos y protege a todo aquél que quieres. 

Empecemos a celebrar con quienes se hacen hueco en nuestro corazón, olvidemos los problemas por un instante y compone en un instante la mejor de las escenas, esa que recordarás en todo momento, inventa lo que no está escrito y reinventa lo que ya está escrito. 

Crea tus propios pasos, y desvíate del camino recto. Toma atajos peligrosos, caminos más largos y si quieres tomarte una pausa ¿por qué no? Al fin de cuentas se trata de tu propia historia, de tu show y del mejor de los cabaret; aquél hecho con amor, con pasión, con ganas de celebrar, de mostrar, de atesorar a personas con mucho valor y de gran corazón. 

Empieza a improvisar, y si el plan se llega a torcer crea uno nuevo, sigue buscando un motivo para celebrar, vuelve a cantar y a encontrar tu canción, o quizás las de otros. Bienvenido al cabaret, donde los problemas quedan fueran y nos dedicamos a celebrar. 

domingo, 17 de septiembre de 2017

Libérate.

¡Vamos! Corre, salta, vuela. Vive, sueña, enamórate. Persigue, acaricia, besa, sigue viviendo. Camina por senderos inexplorados, adéntrate en cuevas, busca hundirte en las profundidades de fríos mares y deja que la suave brisa roce el rojo de tus mejillas. 

Toma mi mano y deja que el barco zarpe. Confía en mí y en la sinceridad de mis sentimientos. Confía, háblame, cuéntame tus miedos y esperanzas, el por qué del día gris o si hoy sientes y ves el arco-iris. Libera presiones, sal a la pista de baile, emborráchate. Cenas y terrazas, velas y luna y todo frente al mar. 

Podría llamarte, explicarte mi día y esperar tu respuesta. Quizás solo quiero escuchar tu voz, saber como estás, saber si la ciudad te está tratando bien o si preferirías estar perdida entre montañas, bosques y ríos. Entender que nada de esto es en vano, que la preocupación es mutua, que si nos perdemos, al final encontraremos el camino. 

Te echo de menos y quizás por eso espero las llamadas. Tranquilizarme y calmarme con la calidez de tu voz. Y podría gritarlo a los cuatro vientos, escribirlo encerrada entre cuatro paredes o bien decidirme a cantarlo. No importa si otros se enteran, quien importa eres tú. Podría seguir esperando, enviarte mensajes y solo por saber que estés donde estés sonreirás. 

La importancia de las sorpresas, del día a día, de las palabras y los actos... Nada cae en saco roto, no lo olvido. Atesoro cada gran momento, cada café y por qué no admitirlo; también las cervezas. Las tardes llenas de complicidad, las mañanas de gruñón y las noches en vela. 

Los momentos están para vivirlos, no para dejar de soñar, de sonreír, besar, amar, reír, llorar, bailar y saltar. Las llamadas se hacen en momentos inesperados, sin pensarlo, actuando llevado por impulsos. Las cenas se convierten en desayunos, en charlas de madrugada que no acaban, que no quieres que acaben. 

El barco zarpa ¿y por qué no nadar? Déjate llevar por las miles de sensaciones, por los sentimientos del momento. Que no hay nada de malo en echar de menos a alguien, en abrazar cuando no se lo esperen, cuando a ti te apetezca. Saber que puedes poner una sonrisa en la boca de alguien. Así que ¡vamos! No pienses y libérate. 

martes, 12 de septiembre de 2017

Retos.

No lo busques, no lo fuerces, tan sólo deja que venga, que fluya. No te sientes en un banco a esperar, ni tampoco a vigilar y creer que aquél que se te acerque será quien tú estabas esperando. No encajes una pieza a la fuerza, ni creer que todas las piezas del puzzle son iguales. 

No busques a tu mitad perfecta, ni la media naranja con el corte más limpio de todos. ¿Por qué buscar naranjas? Quizás las manzanas son mejores, o un par de peras o mejor los limones. No quieras encontrar a contracorriente, ni creer que hay un tiempo límite. Todo llegará y debes dedicarte a vivir esos momentos y no recrearte en un futuro que aun no ha llegado. 

Mejor búscate a ti misma, encuéntrate entre tanta gente. Debes saber lo que quieres, poner tus prioridades en orden y luego dar la bienvenida a todo aquél que tenga ganas de aceptar un buen reto. ¡Bienvenido a mi caos! ¿Persona dispuesta?

Muchos se presentan diciendo todo lo que uno debe saber del otro. Sin embargo, dime una cosa ¿dónde está la diversión en todo ello? Mejor que lo descubras por ti mismo, que quieras ver los entresijos de mi caótica mente, de mi vida desordenada. 

Ojalá que quieras ver mi locura mientras participas en ella. Reírte de mi, pero siempre conmigo. Creer que lo mío no son sueños imposibles y que si cuento estrellas quieras tumbarte a mi lado, aunque tan solo sea para verme a mí. Que sepas que el baile no es lo mío, aunque intentes a toda costa sacarme a la pista de baile. 

Quizás a nuestro lado deberíamos tener a personas que nos den pequeños empujones, que nos saquen de nuestra zona de confort. Un día nos sacan a bailar y otro día ya me veo tirándome en paracaídas. Los momentos de felicidad están para vivirlos, para no pensar en ellos como quien disfruta de un buen mojito en la playa. 

Labios sabor de fresa que se encuentran, que te guían cuando una parte de tu ser se apodera de ti. ¿Cuál? Atrévete a averiguarlo, a saber que tras cada sonrisa, cada mirada y cada carcajada se esconde una historia, un por qué, un sentimiento dormido y que pocos consiguen despertar. 

¿Y si tú has despertado algo? Aprovecha, indaga y diviértete. No te preocupes por nada, sé tu mismo, así será la manera más directa. Y no, no prometo que todo sea color de rosa, pero eso ya está en ti. Siempre puedes parar, siempre puedes marcharte. 

Yo también quiero descubrir ¿sabías? Robarte una sonrisa, tal vez unas cuantas confidencias y otro par de besos. Querer saber que te preocupa, poder abrazarte y que en cualquier momento podrás contar conmigo, que al primer mensaje puedo estar ahí. 

Dispuesta a seguir investigando, a que me dejes entrar y que no encuentre una salida fácil, que tus miedos se conviertan en ganas de superación y que tu confianza puedas depositarla en mí. ¿Será todo tan desordenado y caótico cómo en mi mente? 

Pues bien, si sigues aquí, si las ganas de reír, de vivir siguen en ti... ¿Cómo saber si estarás tan a gusto en las experiencias que tú has puesto patas arriba? Momentos que he disfrutado, que he reído como niña pequeña, en los que he sido yo sin tener que acobardarme. 

Pero, si yo soy el desastre y tú tomas los riesgos... ¿quién dice que no formas parte de mi caos? De días donde la lluvia no entristece, sino que te invita a bailar y de noches donde el frío no existe, donde los besos y los abrazos se convierten en nuestro día a día y los pequeños mensajes en momentos de alegría. 

Sigamos así. Construyendo un presente rodeados de personas inmejorables, quienes no te cortan las alas y te invitan a volar con ellos. Quienes te ayudan en las malas y te miman cuando los miedos afloran, aunque nunca se olvidan de empujarte, de ayudarte a superar. 

No busques, ni organices tu vida. Planea o improvisa, descubre o deja que descubran. Acepta retos y deja que otros los acepten. Nada es fácil, pero puede ser muy divertido. ¿No crees?

lunes, 11 de septiembre de 2017

Vueltas al pasado.

Le he estado dando vueltas al asunto, desde que escuché nuestra canción no he sido capaz de parar de pensar en ello ni un momento. Tienes razón; me equivoqué. No supe como pedir perdón, y ahora que lo hago sé que es demasiado tarde, que de poco te valdría. El daño ya está hecho, es parte del pasado y difícil de rememorar. 

Nos equivocamos juntos, por separado y en paralelo. Quisimos correr, darnos prisa en las acciones, quitar la tirita de heridas anteriores de un solo tirón. Pensamos que sin hablar del tema todo estaría mejor, que si callábamos y actuábamos de forma espontánea todo seguiría igual. 

Me fallé a mi misma. Dí todo lo mejor de mí y aquí estamos otra vez. Removemos los errores del pasado, recordamos las fotos que tanta alegría nos dieron y luego pones nuestra canción en modo repetición. De fondo resuenan sus palabras, versos que una vez marcaron, dejaron huella en nosotros. 

Tatuajes que marcan nuestro futuro, objetivos que tenemos y sueños que intentaste destruir. Tinta negra en la blanca piel que se convierten en frases con promesas; nunca fallar otra vez. Sin embargo, nunca digas nunca ¿verdad? Palabras que no se deben pronunciar, pero quedan en el aire. 

Pues sí, mírame. Me presento, nos volvemos a ver y las inseguridades que creía haber dispersado vuelven a mí, como aquél niño que no quiere separarse de su madre. Los pensamientos van a mil y por más que lo intento no consigo relajarme, no consigo olvidar, ni desprenderme de esos pequeños defectos que forman parte de mí. 

Prometo no caer en las equivocaciones del pasado, que lo que un día fui no se apoderará de mí. Y un simple mensaje lo cambia todo. ¿Por qué eres así? Estuvimos en un tira y afloja continuo hasta el día en que yo solté la cuerda, pero parece ser que tú no te has deshecho de ella. Me pregunto qué es lo que quieres conseguir. 

Prometí no caer en tus redes, ni seguirte los juegos en los que solías meterme. Conseguí levantarme mientras me hacía paso entre mis propias promesas, reglas y normas que me repetía... Y otra vez me las vuelvo a saltar. Respondo a tus juegos, me meto de lleno en él. 

Me asaltan las dudas y no quiero que lo comprendan, no busco que lo entiendan. Tan sólo que acepten que forman parte de mí, que caer en los errores del pasado hacen que todo lo que uno quiso olvidar de si mismo vuelva a resurgir. 

Y que si lloro, que si guardo silencio y la sonrisa no nace, no te preocupes que todo se arregla, que solo pienso en las veces en las que me he fallado, en mis propias promesas rotas y en tantas reglas escritas y ya borradas. Y sí, no supe pedir perdón, pero tampoco pude perdonarme a mi misma. 

martes, 5 de septiembre de 2017

Nex to you.

Codéate con gente poderosa. No, no busques a gente rica, tampoco que sea famosa. No intentes encontrar a personas que quieran pisar a otros, que vivan del cuento de otros. No quieras rodearte de gente hipócrita, egoísta, que sean demasiado codiciosos. No sé si será cierto, pero no merece la pena. 

Rodéate de aquellos que te arranquen sonrisas y no lágrimas, quienes te dediquen cinco minutos de su apretada agenda y no te despachen como si estuvieses en la cola del supermercado. Ten a tu lado a esas personas que te regalen momentos, memorias, días llenos de anécdotas y experiencias vividas. 

Tu vida debe estar llena de personas importantes, ricas en personalidad. Encontrar a quien te aporte lo que más deseas en este momento. Dime ¿qué es? Alguien que despierte la curiosidad en ti, que te invite a explorar, a averiguar, quien remueva ese gusanillo que nos provoca preguntarnos y cuestionarnos todo lo que nos rodea. 

Sal a divertirte con quien no te obligue a cambiar tu personalidad, que no se avergüence al ser visto contigo, quien si te ven con el sombrero más ridículo posible, tan solo se ría y te siga la corriente. No busques, deja que todo fluya mientras disfrutas del día a día, mientras aprovechas las oportunidades que vengan. 

Mantén a tu lado a quienes con el más simple de los detalles te demuestren su cariño, su paciencia, su apoyo. Hay veces, y no me canso de repetirlo, que no hace falta mucho. No miento. ¿Para qué regalar un anillo, un reloj...? Muy pocas personas saben apreciar el significado de regalos así. Si encuentras a esa persona, créeme tienes el más valioso de los tesoros. 

Sin embargo, muchas veces un pequeño mensaje, un abrazo, un beso en la mejilla, otro en los labios es suficiente. Una carta de puño y letra, un audio con una canción dedicada, una nota en horas inesperadas hace muchísima más ilusión. 

No dejes de lado a esas personas que han dado todo de ellos mismos en sus amistades, que jamás han esperado nada a cambio. Aquellos que te enseñen, te muestren caminos con miles de obstáculos y que te animen a caminar por esos extraños senderos. 

De verdad, no pienses en los demás, en el qué dirán, valora a quien no tira la toalla estando a tu lado, quien se preocupa por ti en las malas, te da su mano en los momentos de pánico y se ríe contigo en las buenas. Puedes estar con quien te saque la sonrisa boba y tonta, quien mueva todo tu ser y saque tu lado más loco. 

Codéate con gente poderosa. Personas de gran corazón, amigos y amigas de gran sabiduría, quienes quieran seguir aprendiendo, seguir viviendo, riendo. Muévete con aquellos que disfruten de una buena película, o que aguanten tus malas películas. Personas que aprecien un buen libro, que se sumerjan en canciones de épocas pasadas y quieran descubrir los sentimientos de las nuevas letras. 

Sé tú mismo y abraza a quienes valgan la pena, a quienes estén a tu lado en todo momento. Abraza a quien con muy poco demuestre tanto, sienta miles de pasiones y quiera descubrir otras tantas. Construye recuerdos que no sean pasajeros, que no se queden en un día de verano, que quieran ver más. 

Codéate con gente con ganas de más; tú decides el qué. 

martes, 29 de agosto de 2017

A mi misma...

Al final del día, cuando las luces se apagan, cuando se baja el telón de toda actuación hecha durante el día, seguimos siendo como somos; personas con defectos, con mil virtudes, con personalidades distintas. Y eso no cambia, por favor que no te obliguen a cambiarlo. 

Que no quieran quitarte la inocencia, el brillo del verde de tus ojos, la sonrisa que se posa en tu boca cuando escuchas una canción que para ti tiene una historia, que te recuerda a una vieja anécdota. Impide que te intenten aplastar, que quieran verte fracasar, caer, tropezar y no levantar cabeza. 

Da igual que tengas defectos o miles de complejos, sigue mostrándote tal y como eres. Riendo cada vez que te cuentan un chiste malo, cantando y desafinando cada vez que en la radio escuchas tu canción preferida. Dejándote llevar por tu propia locura y yendo a sitios que jamás creíste ir. 

Sal a cenar o a comer, ve al cine. Ríe, llora, ama, sueña, vive. Besa y no dejes que nadie te pare. Abraza y exprésalo todo en cuanto en el medio de tanto vivido os encontréis. Siente y demuéstralo todo, no dejes que te juzguen y si lo llegasen a hacer... Ignora los comentarios de quienes no te conocen. 

Diviértete. Mírate al espejo, y a ti misma te repites lo bella que eres. Acaricia y deja que te acaricien, no dejes para mañana los sentimientos que hoy puedes demostrar. No pierdas oportunidades, no las dejes escapar. Salta, lánzate. No pierdas el tiempo, ni malgastes horas con quien no las mereces. 

Sigue apostando por quienes quieren conocerte, aquellos que poco a poco van derrumbando muros, quienes darán lo mejor de ellos mismos y a día de hoy has visto que no piden nada a cambio. Cuida a quienes poco a poco se ganan tu corazón. Y déjate cuidar. 

Estarás acostumbrada a dar mucho de ti, de lidiar con miles de situaciones ¿y quién ha estado ahí para ti? Si encuentras a esa persona, agárrate y vive miles de experiencias. Valora a quienes te entregan parte de su tiempo, a quienes quieren cuidarte, reír contigo, saltar y bailar. 

Sigue tu instinto y persigue cada sueño que tengas. Crea las mejores memorias, los mejores recuerdos. Guarda fotos, crea álbumes y atesora cada momento con aquellos que no quieren nada a cambio, que no te juzgan por las malas decisiones del pasado. 

Por favor, no cambies. Cuando llega la noche y solo a la luz de la luna sigues siendo perfecta. Muchos no lo creerán así, muchos verán lo peor de ti y te criticarán. Sin embargo, tú eres la única persona importante. Algún día, te recordarán esto, te dirán que vales muchísimo. Pero, hoy por hoy, quizás vale con que te lo repitas tu mismo. 

Así que sí, ama a quien te plazca, ríe con quien quieras, disfruta de las verdaderas amistades, juega, baila, canta, haz locuras, besa, abraza, quiere y déjate querer. Sé tu misma, vales mucho. 

Blah, blah, blah.

Te buscan cuando hay interés, cuando saben que sacarán provecho, que conseguirán algún tipo de beneficio. Te buscan a sabiendas de que tú te acabarás olvidando del mal trago del pasado, de las decepciones, de las heridas, las malas palabras que hubieron. 

Hoy deciden contar contigo, preguntarte sobre tu vida. Dicen interesarse, dicen que les importas, que jamás han podido sacudir esa sensación que los invade cuando piensan en ti. Hoy te escriben y recuerdan que has formado parte de su vida, de su día a día, de los malos y los buenos momentos. 

Dan la vuelta a la tortilla, giros de 180º, tergiversan las palabras de uno, se apropian de otras tantas y creen que las personas no cambiamos, que no maduramos, que las experiencias nos hacen madurar. Fingen ser ciegos, giran la cara al pasado, a todo lo que un día pasó. Yo no. 

Podré perdonar y eso no implica que olvide. Quizás guarde rencor y nunca te lo demuestre, pero eso no implica que no recuerde, que no piense, que no sepa que lo que has hecho una vez serías capaz de hacerlo dos, tres e incluso cuatro veces. 

Cara de ángel y la sonrisa más hipócrita de todas. "Quedemos" decías, "será divertido y os echo de menos". Blah, blah, blah. Lo decías por decir, y luego pedías que contestara tus mensajes, tus llamadas e incluso las indirectas que solías mandar. 

¿Para qué? ¿Qué gano yo? Otro disgusto más que añadir a la lista, una demasiado completa e incluso interminable. Fueron buenos momentos y luego las puñaladas no solo vinieron por detrás, por delante también. Y sale a relucir la hipocresía, al fin y al cabo es lo que mejor se te da. 

Te encanta ganar batallas y da igual si juegas sucio, da igual a quien te lleves por delante, quien salga perdiendo o a quien hieras durante las peleas. El ombligo del mundo quieres ser, ganar en todo momento y ser "doña perfecta". Todos deben estar apoyándote a tu lado. 

Te importan poco los sueños de los demás, siempre cortando a media palabra, dando la nota, incluso opinando cuando nadie te ha pedido que hablases. Berrinche del año si sales perdiendo, si alguien te lleva la contraria, si siguen por su camino y no es como tú lo querías. 

Lo siento, pero hay gente con personalidad propia.  

sábado, 26 de agosto de 2017

Las vueltas que da la vida...

Las vueltas que da la vida. Ayer éramos dos desconocidas y hoy nuestros caminos se cruzan. Mentira; yo te conocía y tú de mí ni te acordabas. No importa, te lo perdono. Quizás ha merecido la pena, digamos que se trata de un nuevo comienzo. 

Tal vez ningún post anterior fue dedicado a ti, o sí y no lo sabes —tampoco te lo voy a decir—. Sin embargo, la fecha de hoy la puedes marcar como post dedicado única y exclusivamente a ti. No sé frente a quien presumirás (todavía no soy famosa), pero las palabras de hoy son todas tuyas. 

Con el paso del tiempo —y aunque no lo parezca— me he ido resguardando más, pero el haberte conocido es una alegría que se suma a mi día a día. Quizás nos quede mucho por descubrir la una de la otra, aunque tiempo y oportunidades tenemos. 

Cafés de media tarde, alfajores antes del trabajo (o mejor durante), chistes malos, anécdotas en el trabajo o mejor en cenas. Mesas rotas de las que preocuparse, clases que llegan a ser quebraderos de cabeza, etc... ¿Pero sabes qué? Contigo, todo eso es más divertido, más llevadero. 

Te lo dije una vez, tienes un corazón de oro, grande y rebosante. Sé que vales millones y creo que cada persona que te tiene a su lado guarda en si mismo mucho más que un tesoro. Quizás no te des cuenta, y aunque pocas veces lo diga; tú haces que el mi sol brille un poquito más fuerte cada día (sábados y domingo también). 

Poder compartir más que anécdotas contigo es un regalo —al igual que mejor mi catalán—. Sé que puedo contar contigo y sabes que conmigo también puedes contar, que me tienes para todo; para lo bueno y para lo malo. Bueno, miento, para cocinar mejor que no me pidas mucha ayuda. 

Sigue siendo quien eres, y síguete abriendo paso. Eres fuerte y valiente y todo aquello que te propongas lo conseguirás. Confío en ti y vales muchísimo, y mejor aún; te quiero. Gracias por todo y por dejarme entrever parte de tu vida, de los momentos que vives. 

Pues como ves, hemos creado muchos recuerdos y quiero seguir creando momentos y memorias. Ha sido un verano memorable, uno de los mejores y en él has estado tú. Gracias por los momentos vividos y por hacer que sea un verano inmejorable. 

Así que feliz cumpleaños. Disfruta de este día tan maravilloso, por que tú más que nadie te lo mereces. Aprovecha para celebrarlo, para disfrutar de la gran compañía y sigue sonriendo. Todos nos merecemos un pedacito de felicidad y tú la que más. Y tranquila, sé que nos quedan un montón de canciones por descifrar. Aunque, en el día de hoy te dedico una de tus preferidas. Love you. 


martes, 22 de agosto de 2017

Un auto-brindis.

Miles de textos, borrón y cuenta nueva. Muchos tachones, libretas medio llenas y otras medio vacías. Servilletas que se convierten en nuevas historias, pequeños trozos de papel con nuevas ideas y siempre un bolígrafo en mano. Nada ha cambiado ¿no crees? 

A pesar de los bloqueos mentales o de la falta de inspiración, hoy he podido llegar a los cinco años escribiendo, redactando, dejando que la imaginación volase o que los sentimientos del momento se apoderaran de mí. En todo momento he expresado lo que me apetecía, dar al botón de publicar y no pensar en las consecuencias. 

Y no, no voy a mentir; ese atrevimiento me ha costado más de un problema. Es mi blog, algo que yo con apenas 17 años decidí crear. En ese momento era una gran ilusión, era un objetivo a cumplir, quería crecer día a día, dejar mi pequeña huella. Y daba igual si lo leían muchos o pocos, jamás me obsesioné con ello. 

He ido madurando —aunque pocos lo noten— y esta página también lo ha hecho. Aun así, de los disgustos tampoco me puedo olvidar. Hay meses en los que he sido incapaz de escribir, de decir algo coherente. Muchos han sido borradores publicados en frío y no en el gran auge de sentimientos. 

Otras veces he querido cerrar esta página, no volver a saber nada más de ello. Y no miento, da mucha rabia que por culpa de unos cuantos una quiera echar por tierra todo esfuerzo conseguido. Que por culpa de otros tantos, esa pasión quede reprimida, guardada en un cajón quedándote tú con un mal sabor de boca. Me parece un poco injusto. 

Y jamás lo dije, lo callé. Nadie me dio una palmadita en la espalda, ni me dijo que siguiese escribiendo, que lo hacía muy bien. No hubo críticas buenas, ni críticas malas, tan solo malos comentarios y ataques de quienes no sabían que hacer con su vida. 

Es del tiempo pasado, pero no olvidado. Otros pensaron que era una moda pasajera, y aquí estamos. Al pie del cañón y disfrutando de cada palabra que se deja escrita y plasmada. Sigo con ganas de celebrar otro año más, poder decir que ya llevo más de 25 mil visitas y dejar que la gente disfrute de lo que escribo, que a lo mejor se evadan por cinco minutos. 

He sido yo sola la que se ha dado la palmadita en la espalda, la que se ha sentido orgullosa de un proyecto que ha ido evolucionando. Un día fue un bebé y hoy está en proceso de madurez. Para muchos será una piedra en un zapato, pero para mí es un gran éxito. 

Así que hoy, me tomaré una cerveza a mi salud. Haré un brindis por los cincos años y por todo lo que me queda, por el orgullo que me aporta escribir. Un brindis por esas personas que me leen y que desde el silencio me apoyan, me animan a seguir continuando. Y sí, gracias a aquellos que más de una vez me han hecho tropezar. 

De verdad, gracias de todo corazón. Nadie sabe lo que significa para mí y tampoco hay palabras capaces de expresarlo de la mejor manera, ni de la más rigurosa. Seguiré escribiendo, para deleitar a muchos, aburrir a pocos, pero también para mí misma. Seguir siendo una mera soñadora, aquella que escribe cuando se le antoja y expresa cualquier cosa que se le pasa por la mente. 

domingo, 13 de agosto de 2017

Un día especial.

Tú también, un día 13 tenías que nacer. No dará mala suerte ¿verdad? Yo no lo sé, porqué cada día vivido a tu lado ha estado lleno de alegrías y de momentos de cháchara y risas. Si nos ponemos a pensar, nos conocimos un pelín tarde, pero no pasa nada; ya nos pondremos al día. 

Lo que sí es cierto es que han sido grandes momentos y días contigo. Musicales inspirados en clase, poemas basados en los amantes de la sintaxis, cafés antes del trabajo, alguna que otra noche de cine... y así un sin fin de cosas más. ¡Oh! ¡Por fin hemos acabado nuestra queridísima carrera universitaria! (Voldemort incluído)

Sé que las alegrías no acaban aquí y que pronto seguiremos recorriendo mundo y explorando nuevos caminos juntas y por separado. Lo importante es que en todo momento podrás contar conmigo. Ya lo sabes, para lo bueno y para lo malo... en cualquier momento y a cualquier hora. 

Gracias por todo y por hacerme crecer como persona. Me alegra poder tenerte a mi lado y convivir contigo, que confíes en mí de la misma manera en que yo confío en ti. Y no, en ningún momento me has dado mala suerte, y si ha pasado seguro que es por lo patosa que yo llego a ser. 

Te quiero mucho y sé que quiero seguir compartiendo contigo mis alegrías, mis grandes y pequeños momentos y también mis problemas y tristezas. Me has dado grandes consejos y también has hecho que cada día sea más ameno, más llevadero. 

Poco más puedo decirte que no sepas. Solo sé que quiero tenerte a mi lado, que esto no acaba aquí y que sé que no son promesas vacías, ni mentiras que jamás se cumplirán. Jamás he tenido que mentirte, así que no voy a empezar ahora. Gracias por ser quien eres y seguir estando ahí. 

Así que sí, habrás nacido un día trece y ninguna superstición se cumple contigo. Eres grande y única. Me sigues el juego y me dejas ser yo misma, incluso aguantas mis locuras. Por eso, y por muchas cosas más (que mejor me las guardo para mí) te deseo el mejor de los cumpleaños. 


jueves, 10 de agosto de 2017

Dos individuos...

Cuando entre la marea de personas, dos se encuentran. Almas que se conocen, que indagan. Entre la odisea y la multitud de gente, dos individuos son escogidos, llevados por caminos y pasadizos escurridizos, entre callejuelas y callejones.  

Y no es fácil. Uno quiere echar a volar sin aprender a caminar. Dar pasos de gigante y no empezar por las huellas de bebé, ni siquiera gatear. Preferimos correr, adelantarnos a todo tipo de acontecimiento sin ni siquiera pensar antes de actuar. Sin embargo, entre tantos errores, confusiones, complicaciones y demás; nos seguimos encontrando. 

Nos miramos como quienes quieren descifrar un enigma. Resolver problemas que hasta el momento no tenían solución. Intentamos cambiar la situaciones, las fichas del tablero e incluso el juego entero. Esto es cosa de dos, pero sabes bien que un simple gesto puede llegar a ser malinterpretado. 

Seguimos encontrándonos. Como quien no quiere la cosa, bonitas casualidades y encuentros furtivos. Momentos a la luz de la luna, y planes inciertos de buena mañana. Caricias bajo la mesa, manta bajo el cobijo de un buen árbol, paseos por el lago, viajes inesperados... todo a tu lado. 

Frente a frente con ganas de hablar, explicar lo inexplicable. Entender y darle sentido a la vida, aunque cada día se haya convertido en un sinsentido. Saber que cada día que pase volveré a encontrarte. Dos corazones distintos, del blanco al negro, de la pasión al desamor, que se siguen recordando. 

Dolor del pasado que uno jamás olvida. Errores que no se quieren volver a cometer. Dos nuevas personas con una mochila a la espalda —lleno de experiencias que no de piedras—. ¿Ir con cautela? Quizás es lo mejor. Aun así, nada te impide explicar el verdadero por qué. 

Y cuando todo se calme, cuando uno piense que ya no hay nada más por hacer ni explicar: nos seguiremos encontrando. Cuando suspiremos por aquello que nos falta, cuando pensemos que hemos metido la pata hasta el fondo, cuando hayamos empezado a caminar... estaremos ahí, de la mano, encontrándonos. 

Serás quien me pare los pies cuando yo vaya muy deprisa, seré quien te abrace cuando creas que el mundo se te viene encima. Quien te compre esa estúpida bufanda que tanta gracia le hizo o quien me compre una sencilla taza solo por verme sonreír. 

Y un día todo acabará. ¿Pero por qué pensar en ello cuando este encuentro aun no se ha dado? Será mejor que no busquemos, que dejemos que el tiempo decida. No somos sabios, pero los dos queremos lo mismo: encontrarnos e ir a nuestro ritmo. No correr, ni hundirnos entre tanta marea. No te des por vencida, no tires la toalla, tarde o temprano se dará el encuentro. 

No pienses en lo que digo, ni busques explicaciones rebuscadas. Es la hora de preguntar, de entender, de saber que todo tiene un motivo. Las inseguridades y la poca experiencia van de la mano, momentos de vergüenza que en ningún encuentro te digo. Ojalá lo supieras ver por ti mismo. ¿Y si no? 

Volveremos a encontrarnos. Seremos dos extraños que se ven una y otra vez, que toman rumbos distintos y se cruzan repetidamente, que al final tan solo buscan para verse una vez más, para verte sonreír, para ser tú mismo. Entre tanta locura y poca cordura, entre la gran multitud: dos personas se esconden que mucho quieren sentir, pero ya poco quieren decir. 

domingo, 6 de agosto de 2017

Si tan solo...

Lo que ayer fue, hoy ya no queda rastro. Palabras arrastradas por las olas, mensajes arenosos borradas, difuminados que la marea se lleva. Sucesión de letras ordenadas que se confunden, palabras que se malinterpretan. Todo se deja en un segundo plano mientras te centras en su significado, en los sentimientos que se esconden. 

Ahí estás; paralizado. Momentos de shock, de respuesta en blanco, mirada al frente pero sin ver nada, sin querer verme. Estupefacto, petrificado, mudo y sin articular sonido alguno, sin querer decir ni una palabra, tampoco muestras sentimientos. ¿Qué es lo que pasa por esa cabecilla tuya?

Escalar montañas y subir senderos, alejarte de la realidad apartándote de la mía. Dos mundos paralelos que nunca se cruzan son los nuestros. Vivimos realidades distintas, aunque nadie dice que no puedan convivir. ¿Por qué no arriesgar? Rodar montaña abajo o quizás resbalar en alguno de tantos caminos. 

Reírte de mi torpeza, sin olvidarte de darme la mano. Preocuparte por mí sin poder aguantar la risa. No importa, me gusta verte reír. Tu felicidad se acentúa más, las ganas de vivir se vuelven inmensas y no hay aventura que falte cuando esa bonita curva aparece en tu boca. 

Otro silencio más. Todo se tuerce, se lleva por el mal camino y sigues sin preguntar qué es lo que exactamente sucede. Tan sólo interpretas mis palabras, juegas con ellas y te las llevas a tu terreno. Le das el significado que tú quieres, sin importar nada de lo demás. No me debería importar ¿verdad? 

Es para tomárselo con calma, solías decir. Insinuabas que debía dejar las ficciones, las novelas románticas de final feliz y el rodearme del color rosa. Tampoco te gustaban mis historias, ni cualquier tipo de fantasía ni sueño tonto. Y aquí estamos, frente a frente. 

No mires hacia atrás, ni pienses en pasado. Fíjate en tu presente, usa las palabras, muévete con acciones. Pregúntame para entender el significado tras mis palabras, no tuerzas mis palabras. Cambios de tono que nos dejan afectados, montañas que ya no se escalan y senderos que se abandonan. 

Caminamos, pero no hay un rumbo. Lo que ayer significó mucho, hoy es un simple rastro difícil de seguir. Solo quedan pequeñas huellas, palabras sin interpretación correcta y prisas que nos lleva por el camino erróneo. No es fácil, y tú piensas cosas que no lo son. Si tan solo preguntases...

Horizonte limitado.

I just wanna dance with somebody
It could be anybody, tell me, are you that somebody?
Don't matter who you are, just love me the way I are
I just wanna dance with somebody
(The way I are, Bebe Rexha)

Me abrazas, me envuelves en tus brazos mientras te apoyas en mi espalda. Inhalas ese perfume de lavanda, mientras un suave beso plantas en el rojo de mi espalda. Suaves caricias, un leve cosquilleo y una única pregunta; ¿qué te atormenta tanto?

Supongo que por no querer creer en el horizonte, en aquello que no se ve más allá, trazamos una línea imaginaria, un límite entre aquello conocido y todo lo desconocido. Seremos curiosos, pero siempre aferrándonos al mundo real, a aquel que conocemos. Dando un paso hacia delante, aunque jamás saliendo de la zona de confort. 

Miramos más allá, y a pesar de que las dudas asalten, preferimos estar en tierra firme antes que navegar por alta mar, no perdernos en un mar de nuevas sensaciones y tampoco adentrarnos en miles de pensamientos. Ir sobre seguro, pisando fuerte siempre y cuando sea por un camino ya construido. 

Sin embargo, me gustaría saber que hay más allá. Tocar el horizonte, ver donde dos océanos se tocan, escuchar las conversaciones llenas de rarezas, copa de vino en mano ¿y por qué no un par de risas? Descubrir otros mares, otras playas contigo yendo despacio, sin prisa y sin poner pausas. 

Besos de medianoche, otros tantos a media mañana. Intentar tocar el cielo contigo o dejar que me salga con la mía queriendo navegar entre nubes. Decir que quiero saber sobre aquello desconocido, y que seas tú quien me enseñe. Palabras susurradas, un par de ellas a media voz y entre unas y otras ¿por qué no besarnos? 

Marcar el ritmo, pero jamás el límite. No imaginar una línea divisoria y seguir conociéndonos. Buscar a quien no te juzgue, tampoco hace falta que te comprenda; tan solo que te escuche, que acepte cada parte de tu ser. Que sepa de tus defectos y de tus virtudes, que conozca tus sueños y también los errores. 

Que quizás sepa ver tu inexperiencia, pero vea tus ganas de aprender, de vivir, de realizarse a tu lado. Que no te atormenten los límites, ni el sumergirte en el más helado de los mares. Que aquél que te abrace quiera descubrir el horizonte y no aparte su mano tras la más leve de las caricias. 

Así que mientras me abrazas, mientras tú te preguntas una y otra vez en qué estaré pensando, yo tan sólo disfruto del momento que nos envuelve; de las vistas y las sonrisas escondidas, del horizonte sin límites, de los besos sorpresas, de las mejillas sonrojadas y de nosotros mismos. 

¿Te animas? Ser quien baile conmigo sin intentos de cambiarme, quien me apoye y se deje apoyar, quien marque los pasos de un suave vals, pero me deje tomar el timón del barco. Quien quiera explorar el día a día sin prisas, tan sólo descubriendo cada día un poquito más rompiendo así las barreras del horizonte.  


lunes, 3 de julio de 2017

Mi vestido.


You know some days you feel so good in your own skin
But it's okay if you wanna change the body that you came in
(Most girls, Hailee Steinfeld)

Supongo que será el caparazón que tengo​, la armadura que me protege, la coraza que no se rompe. Quizás impongo mis propias barreras, mis límites y más de un muro. Tal vez, no dejo dejo que nadie vea más que la simple superficie, las risas y poco más.

Seré de una extraña rareza, mujer de muchos caminos y ninguno de ellos cuerdos. Quizás tenga ideas desordenadas, pero con planes de futuro. Placando a todo aquél que quiere algo más que una sonrisa. Ni nací aprendida, tampoco encontré quien me enseñe. Quizás solo espero tiempo, paciencia, y dejar que todo fluya. Ni más, ni menos.

Persona con vergüenza y situaciones sin reacción alguna. Respuestas difíciles de encontrar, no hay ni aciertos ni errores. Nunca hay una mala intención, pero las prisas y las presiones aparecen, te desarman, te cohíben. Es tan fácil destruir algo que ni siquiera ha empezado, cuando todavía no hemos sido capaces de encontrar el punto de partida. 

Hay una armadura que pocos traspasan y que muchos desconocen. Persona torpe e incómoda conmigo misma y no con los demás. Demostrar mucho, recibir poco y darte cuenta que al final, no han encontrado la manera de conocerte, de saber que por más que seas una pequeña mariposa social, la vergüenza y el sonrojarse está presente en todo momento. 

Supongo que no sé expresarme, ni encuentro la forma de hacerme entender. Quizás mis silencios no dicen nada o dicen lo contrario de aquello que yo deseaba expresar. Parecerá que no soy receptiva, pero sencillamente no sé como actuar. No soy como las demás, no estoy cortada por la misma tijera, ni sigo los mismos principios. 

Tengo mis propios planes, mis valores y sueños. Hay cosas que he vivido, otras que he sufrido y sé que me queda mucho por recorrer. También es cierto que aquello que no he vivido hace que me muestre cortada, que no cortante. Rubor, susurros y temblores de mano. 

Existen miedos del pasado, inseguridades del presente. Etiquetas que nos cuelgan, que nos definen como personas. Y, tal vez, uno no se sienta cómodo en su propia piel, quiera cambiar, hacer ver a los otros que no es su culpa, que en esto el único culpable es uno mismo. 

Es como ese vestido que te pruebas y ves que es demasiado ancho, o la etiqueta que no hace más que incordiar o bien las ampollas que se forman tras el uso de un zapato nuevo. Momentos a los que uno le busca solución; cambiar de vestido, cortar la etiqueta o no volver a ponerte esos zapatos. 

Quizás tengo una coraza inquebrantable, a pesar de tantos miedos y memorias. Me refugio en mi misma, mientras revivo todas las situaciones en las que no he sabido como actuar, mientras repaso lo que podría haber dicho y no fui capaz de decir. 

Y quizás pienses que te rehuyo, que no me interesas. No hay motivos por los que correr, ni dejar que la mente recurra a mil y una opciones sin saber cual es la correcta. No sé como dar un paso adelante sin tropezar, o como articular las palabras sin que se enreden, sin que sean malinterpretadas. 

Sin embargo, la sonrisa es sincera y mis risas no las fuerzo. Te confieso que hay momentos que no son fáciles y que viene a raíz de los momentos que he vivido en el pasado. No lo sabes, tal vez algún día preguntes y yo conteste, quizás entiendas lo que hoy se hace imposible de entender. 

Con el tiempo y la calma, yendo despacio y aprendiendo los uno de los otros verás más allá del escudo. Hoy deseo cambiar de vestido, pero mañana me volveré a poner aquel que era de color rojo y los zapatos que tanto molestaban. Será por ser terca o por querer sentirme cómoda en mi propia piel, volver a mi vestido. 

Quizás mi vestido sea mi escudo, mi zona de confort. Una realidad de la que no es fácil salir, un vestido con cremallera atascada. Sin presiones, sin prisas y sin segundos pensamientos, tan solo dejándose llevar. Que nadie nos observe, que nadie nos critique, que nadie haga preguntas. Tan solo dos personas y quizás un escudo, y sino un vestido. 

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...