martes, 17 de octubre de 2017

Brutas palabras.

Que mi mente dicte las palabras que hoy dejo caer, que cada vez que el bolígrafo se mueve, sienta tu presencia en mí; que sea como ese anillo que marca el principio y el fin de una historia. Brillante anillo que rodea tu corazón, que se convierte en reflejo cada vez que tengo una pluma en mano y libreta donde ir plasmando ideas. 

Anillo con el que inconscientemente juegas cada vez que tus nervios están a flor de piel, cuando te sientes nostálgica o cuando tan solo quieres un poco de seguridad. Últimamente, se convierte en mi talismán, en mi zona de protección y confort. Un salvavidas cuando una cree ahogarse, un baúl de recuerdos, de memorias, de reglas, de planes... 

Es una pequeña superstición, una pequeña tranquilidad incluso en los días de tormenta. No hay sinónimos, ni palabras bonitas, ni una forma serena de decir las cosas, tan sólo un par de brutas palabras; la hemos cagado. Arriesgamos bastante o quizás demasiado poco, los planes se truncaron y lo que un día era, hoy ya no es. 

Asimilamos las verdades de manera diferente, los problemas y nuestras propias realidades las enfrentamos de la mejor manera posible, pero siempre a nuestra manera. Quizás no es la mejor manera de lidiar con las cosas, con los sentimientos y aun así intentamos hacerlo lo mejor posible. Cuando esto no va acorde a los estándares, nos equivocamos a más no poder. 

Caemos en el pozo, tropezamos con la misma piedra una y otra vez, no aprendemos de los malditos errores. Nos quitamos los anillos y perdemos toda confianza y toda seguridad en nosotros mismos. Nos sentimos indefensos, inseguros, con miedo a perder todo aquello que con mucho esfuerzo habíamos construido. Caminos largos en los que no queremos perdernos, pasos firmes y no con pie de pluma. 

No quiero apartar la mirada cada vez que te veo, si es que consigo volver a verte. La distancia se hace más patente, y los muros cada vez son más altos. Quiero seguir avivando la confianza y que nada quede en el tintero, que no queden palabras a media tinta, ni estar pendiente del reloj cada vez que decidimos tomar un simple café. 

Volver a nuestras charlas y que seas tú quien se convierta en mi talismán, en mi confianza y seguridad. No sentir nervios cada vez que te paseas por mi lado, ni los temblores y sudores frío porqué acabaré contándote una mentira. ¿De verdad llegaremos a eso? 

La hemos cagado tanto, que ni cuenta nos damos ya de los errores. No podemos volver atrás, ni tampoco seguir reviviendo un pasado que ya no volverá. Podría volver a escribirte, quizás incluso llamarte y aún así no sentiría nada de lo que un día sentí, de lo que un día fui. 

Seguiré dejando que mis sentimientos marquen el camino, el no pensar en las mil situaciones y posibles consecuencias, seguir viviendo el día a día y si una mañana me olvido de como actuar correctamente; lo siento. Y si vuelvo al mismo error; pido perdón. 

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