martes, 26 de mayo de 2015

Día soleado.

Cause you had a bad day
You're taking one down
You sing a sad song just to turn it around
You say you don't know
You tell me don't lie
You work at a smile and you go for a ride
You had a bad day
The camera don't lie
You're coming back down and you really don't mind
You had a bad day
(Bad day, Daniel Powter)

A veces las cosas no nos salen del todo bien, tenemos un día negro donde todo toma un rumbo distinto al que nosotros queríamos, donde se produce un giro inesperado provocando un cambio que desarma nuestros planes, que los tira por la borda. Y es que, es como un día soleado que tan solo nos hunde más. 

No somos capaces de ver el lado positivo de las cosas, ni siquiera el vaso medio vacío puesto que ya tan solo lo visionamos vacío por completo. Lo peor es que una no se para en los malos pensamientos del día, si no que es capaz de remorar otros momentos que no han ido del todo bien, que nos han pasado factura, que nos han dejado trastocados. 

Pienso en lo mal que ha podido ser el día de hoy, como un par de palabras, un mal gesto por parte de alguien de tu alrededor o bien un comentario en mal momento es capaz de afectarte. Pienso en como cuando te frustras por algo que no te ha ido como pensabas es capaz de desanimarte, dejarte con los ánimos por los suelos. Uno siempre ve lo peor cuando se enfrenta a una situación negativa. 

Te paras a pensar en aquellos que ya no están a tu lado por causas y errores del pasado. Ves como ahora ni siquiera son capaces de saludarte, de dirigirte la palabra o mirarte aunque sea un segundo para cerciorarse de que estás bien, de que sigues viva. 

Es verdad, la situación ya no es la que era, las cosas han cambiado, las decisiones han sido tomadas. No obstante, cuando he tenido uno de estos días sabía que podía acudir a ti. Sabía que me escucharías, que me abrazarías, que me dejarías llorar sobre tu hombro si así fuera necesario. Pero ¿cómo hemos llegado a esta situación?

Cuando antes te buscaba, ahora te evito. Salgo corriendo cada vez que te veo, miro para otro lado, te esquivo, busco otra salida, otra forma con tal de no verte, de no escucharte. Unos pensarán que es por cobarde, yo solo sé que es porque duele. 

Te veo tan bien, feliz y contento. Y sí, me alegro por ti, la verdad, no tengo porque mentir. Pero aun así, me duele el ver que ya no puedo acudir a ti, que si nos encontramos por el camino tan solo habrá un silencio incómodo, unas miradas furtivas que acabaremos desviando, un no saber hablar ni saber qué decir. 

Antes, todo era más fácil. Si tenía un mal día tú eras capaz de arreglarlo. A veces, todos necesitamos un abrazo, alguien diciéndonos que todo va a estar bien. Y sí, no te miento, si bien tú no estás, sé que tengo otras personas a las que acudir, a las que contarles lo que me pasa, lo que me molesta, el por que de mi enfado o de mi negatividad. Pero, estoy decepcionada. 

Sí, lo lees bien: decepcionada contigo. Mucho, bastante, lo suficientemente enfadada como para que duela, como para que yo decida que se acabó, que estoy harta de dar oportunidades a personas que no lo merecen, que no han sido capaces de pararse cinco minutos a pensar en mí, en mis sentimientos. Tú estás entre ellos. 

Eres capaz de inventar excusas, de decir que como no coincidimos no hay manera de vernos, de aunque sea tan estar cinco minutos juntos, ponernos al día. Tú quisiste esto, no yo. Tú decidiste dejar de hablar, de interesarte por mí, por mi amistad. Decidiste seguir tu rumbo, borrarte del mapa. Tú y no yo. 

No te pido exclusividad, no me digas que hay otras personas en tu vida: ya lo sé, yo no busco eso. Pero ¡eh! en mi vida, yo también tengo a otras personas y créeme que si me necesitan, que si sé que no coincido con ellas, busco aunque tan solo sea un hueco para verlas, para preocuparme e interesarme por ellas. 

Por eso, sé que son ellas las que valen la pena y no tú. Sé que a las únicas que puedo acudir son a aquellas que me han demostrado estar conmigo a cada paso que doy, en cada decisión que tomo. Las únicas que han sido capaz de animarme en esos días donde solo he hecho que fingir felicidad, que fingir que todo estaba bien cuando no era así. 

Lo han hecho de una manera peculiar, distinta y diferente. Lo han hecho de la mejor de las maneras lo cual me ha hecho comprender que tus abrazos, tus miradas y tus preocupantes mensajes ya no iban a servir de nada ya que tú no estabas aquí. 

Hubo un tiempo en el que me preocupaba por ti, hubo un tiempo en el que tus días grises se convertían en los míos porque éramos amigos. No obstante, saber que para otros tienes todo el tiempo del mundo y que para mí no hace que me replantee las cosas. 

Entonces, comprendes que hay personas que les encanta amargarte el día -e inclusive la existencia- con tan solo aparecer en tus recuerdos. No obstante, piensas en aquellos que te apoyan, que están ahí para animarte, para sacarte una sonrisa con la mínima chorrada comprendiendo que ese día gris ya no lo es tanto. Y es que un día soleado lo es porque existen maravillosas personas capaces de alegrarte con tan solo sonreír.     

viernes, 22 de mayo de 2015

De bruces.

Con la realidad te vas a dar de bruces 
si piensas que un euro es mejor que un detalle, 
(Cheque al portamor, Melendi)

Detalles, detalles y más detalles. ¿Tanto cuesta ser detallista aunque sea una vez en la vida? ¿Tanto cuesta pararse cinco minutos para prestar atención a aquél que está a nuestro lado? ¿Es demasiado pedir? 

No, no me refiero a un regalo comprado, no me refiero a que te gastes tu dinero en regalarme un reloj, un peluche, una caja de bombones. No me refiero a esos regalos materialistas que uno da y que luego se quedan como simples recuerdos de algo vivido, ya pasado y que no reviviremos. 

Me refiero a un abrazo dado a tiempo, una sonrisa apaciguadora que te calme en los malos momentos, en los momentos de intranquilidad, una llamada preguntando cómo van las cosas, un mensaje a medianoche o bien de buena mañana haciendo acto de presencia, recordando que estarás ahí si yo lo necesito. 

Sin embargo, no lo haces. Estás inexistente, eres intermitente: apareces y desapareces, pero, nunca apareces cuando yo verdaderamente lo necesito. ¿He de decírtelo? No, eres tú quien dice estar a mi lado, yo no he de pedirte ayuda cada vez, cada minuto y cada día. Eso se ve, eso se siente. 

Pero, no estás. Sales de fiesta, conoces a otras personas, me ignoras, esperas que sea yo siempre la que hable, la que conteste, la que dé el primer paso en cada acto, en cada acción. Y yo no puedo más. 

No puede ser que yo sea la detallista, la que esté siempre tirando del carro. ¿De qué vale todo esto? De nada. Quedo yo como la mala, como la que no hace nada, la que nunca está presente. Dime ¿cuándo fue la última vez que me enviaste un mensaje? 

Parece que siempre he de darte explicaciones de todo lo que hago, de porque no te escribo o no te llamo. ¿Es que acaso no entiendes qué me he cansado, qué estoy derrota? No sabes como duele ver que me mientes, que me engañas, que dices estar ocupado... Y sí, lo estás. Pero, con otras personas dejándome a mí de lado. 

No encuentro consuelo en ti, y eso es parte de ser detallista, pero ya ni tus consejos me sirven. Tampoco es que me des muchos, porque ya no puedo ni confiar en ti. Pregúntate cuándo fue la última vez que te conté algo. 

Y es que cada vez las conversaciones son más cortas, las llamadas menos asiduas, las sonrisas ya no calman, sino que duelen y los abrazos son inexistentes. Entonces, entenderás que quizás deberías haber sido un poco más detallistas, deberías no haber ignorado esta amistad que decidí brindarte con todo mi amor y mi cariño, no haberte distanciado...

Si te hubieras dado cuenta de todo esto a tiempo, si no hubieras esperado tanto tiempo, no sería demasiado tarde, no te habrías dado de bruces con la realidad para entender que ya has perdido esta amistad, que ya nada queda de ella salvo los recuerdos y los detalles que un día sí fuiste capaz de dar.  

domingo, 17 de mayo de 2015

Beauty.

I'm bringing booty back
Go 'head and tell them skinny bitches that
No, I'm just playing, I know you think you're fat
But I'm here to tell you...
Every inch of you is perfect from the bottom to the top
Yeah my mama she told me, "don't worry about your size"
(All about the bass, Meghan Trainor)

Siempre me he preguntado por qué el físico es lo primero que miramos en una persona, por qué no somos capaces de pararnos aunque tan solo sean cinco minutos a contemplar a esa persona que acabamos de conocer y mirar más allá de lo que se ve a simple vista. 

Seamos sinceros, hoy en día estamos todos clasificados según nuestra apariencia física; guapos o feos, gordos o flacos, bellos o -sin ánimo de ofender- cardos. Hay una parte de nuestra sociedad que estipula unas "normas" de belleza las cuales debemos seguir. ¿Y si no encajas? Haces lo que haga falta por encajar. Y he aquí nuestro problema. 

Uno debe dejar de intentar encajar en un grupo, dejar de hacer lo imposible por pertenecer a un grupo cambiando su apariencia, sus formas, su persona, porque al final no eres tú mismo, sino otra persona. Eres un simple desconocido al que se le ha aceptado en un grupo y todo ¿para qué? Si luego, cuando hayas conseguido esa ansiada meta te darás cuenta que tampoco es para tanto, que no estás conforme contigo mismo. 

Así que has cambiado tu forma de ser, tu verdadera personalidad para al final entender que eso no valía la pena. Creías que ibas a marcar una diferencia, que encajando en ese ansiado grupo serías diferente... ¿Es que no te das cuenta que lo único que haces es seguir a la mayoría, ser igual a ellos?

Si quieres marcar la diferencia, si quieres "ser alguien en la vida" sigue tus propios principios y valores, aquellos que te han sido inculcados, aquellos que has seguido a lo largo de la vida, los que has puesto en práctica cuando te has enfrentado a algún problema, a algún obstáculo. No hagas caso a lo que los demás te digan, si te equivocas puedes estar tranquilo, encontrarás el camino de vuelta. 

Ahora bien, uno, aunque intenta no hacer caso de los comentarios, seguir adelante con la cabeza bien alta haciendo caso omiso a lo dicho por unos cuantos, no siempre puede. A veces, esos comentarios se nos clavan profundamente, se nos graban a fuego, nos destruyen la autoestima. Sin embargo, aquellos que sueltan esos miles de comentarios no se dan cuenta de lo que hacen, de lo que dicen. 

Minan tu moral, poco a poco la destruyen hasta el punto de que uno no se cree los halagos de aquellos que son parte de nuestra vida, de nuestra familia. Nunca seremos capaces de creernos aquello que nuestras madres nos dicen... Son nuestras madres, es su trabajo ¿no? Llenarnos de halagos, decirnos lo guapo que somos, lo bien que se nos ve. Aunque no sea verdad, aunque no queramos escucharlo, creerlo. 

No obstante, creo que la belleza es algo que va más allá del simple físico. La belleza está en la simpatía y la alegría de una persona, en los pequeños momentos compartidos con esa persona, en las sonrisas y miradas que te atrapan, que te cautivan. La belleza es la forma de ser de aquellos que escogemos como amigos, de aquellos que nos aceptan tal y como somos. 

Porque sí, yo lo sé, sé que no soy una persona de 90-60-90, que nunca tendré un físico diez, que tengo mil defectos, pero son esos defectos los que me hacen bella, los que me hacen ser como soy. No rechazo mis defectos, aprendo a convivir con ellos, aprendo a mejorar, a crecer. La belleza es algo tan abstracto que uno no es capaz de verlo a simple vista. 

Uno debe indagar, profundizar, descubrir y explorar con esa persona que tiene al lado. Uno debe entender que de nada sirve un físico diez si no eres capaz de aportar nada más, porque créeme no para todos el físico es lo primero. Y yo, yo soy alguien que no quiero a mi lado a una persona que no sea capaz de aportarme nada, de enseñarme nada. No quiero una visión materialista, una visión superficial de la vida y de las personas. Quiero ser capaz de ver y experimentar esa belleza que no se ve a simple vista, que no se deja apreciar con un vistazo simple, ni con la observación de tan solo cinco minutos. 

Y sé que no puedo cambiar el mundo, sé que no puedo cambiar la visión de tantas personas que lo único que hacen es juzgar a las personas por como se visten, se peinan y se maquillan. Sé que no puedo marcar una gran diferencia, pero sé que puedo marcar una pequeña, que puedo aportar mi pequeño granito de arena: no ser como ellos. 

lunes, 11 de mayo de 2015

Soy yo.

Soy el capitan de este barco roto
Soy el gilipollas que te sabe a poco
Soy el corazón bastardo de cupido
Que alejas del tuyo con cada latido
Soy como un satélite orbitando un cuerpo
Que siempre se enfría en el mismo momento
Soy tan solo el viento
Que ya no despeina el eco de tu voz
(Tocado y hundido, Melendi)


Sé que no soy igual a los demás, sé que tengo gustos y hobbies peculiares, sé que no puedo agradar a todo el mundo, ni a mi me pueden agradar todos, sé que tengo mis más y mis menos y que no todo el mundo es capaz de entender como soy... Lo sé. 

Pero, soy así. Es verdad, me callo las cosas, me las guardo para mí y soy capaz de no contarlas, de no expresarme, no quiero molestar, no quiero aturdir a nadie con mis problemas, con mis cosas. Soy alguien incapaz de levantar la voz, de hacerse valer, de hacerse notar. Aun así ¿es necesario criticar a las personas por ser como son? 

Soy tímida y reservada, no confío en todos a la primera, pero piensa que si llego a confiar en ti es porque creo que vale la pena tenerte a mi lado. No la fastidies. Aunque siendo sinceros, los dos sabemos que ya la has fastidiado. ¿Soy cobarde? Sí, lo soy. Pero ser capaz de admitir que soy cobarde, que me he equivocado, me hace valiente, me hace fuerte. 

Siempre soy la estúpida de turno, aquella con la que todos se pueden meter, a la que pueden herir, mentir, jugar con ella como si nada pasar, porque total yo no haré nada. Yo seguiré estando ahí, hasta que un día me canse hasta que un día decida que ya no puedo más. 

Y sí, quizás no alce la voz, pero, no necesito eso para irme alejando. A veces tan solo basta con ir apartándose poco a poco, despacito y sigilosamente. Me iré yendo como quien no quiere la cosa y te darás cuenta que cuando me necesites yo no estaré ahí. 

Aun así, hoy sigo siendo yo la que está aquí. Soy la que espera una respuesta, un perdón, un lo siento, una caricia o un te quiero. Sigo esperando acciones de alguien que nunca será capaz de dar un paso adelante. ¿Cobarde? Sí, tú también lo eres.  

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...