viernes, 22 de mayo de 2015

De bruces.

Con la realidad te vas a dar de bruces 
si piensas que un euro es mejor que un detalle, 
(Cheque al portamor, Melendi)

Detalles, detalles y más detalles. ¿Tanto cuesta ser detallista aunque sea una vez en la vida? ¿Tanto cuesta pararse cinco minutos para prestar atención a aquél que está a nuestro lado? ¿Es demasiado pedir? 

No, no me refiero a un regalo comprado, no me refiero a que te gastes tu dinero en regalarme un reloj, un peluche, una caja de bombones. No me refiero a esos regalos materialistas que uno da y que luego se quedan como simples recuerdos de algo vivido, ya pasado y que no reviviremos. 

Me refiero a un abrazo dado a tiempo, una sonrisa apaciguadora que te calme en los malos momentos, en los momentos de intranquilidad, una llamada preguntando cómo van las cosas, un mensaje a medianoche o bien de buena mañana haciendo acto de presencia, recordando que estarás ahí si yo lo necesito. 

Sin embargo, no lo haces. Estás inexistente, eres intermitente: apareces y desapareces, pero, nunca apareces cuando yo verdaderamente lo necesito. ¿He de decírtelo? No, eres tú quien dice estar a mi lado, yo no he de pedirte ayuda cada vez, cada minuto y cada día. Eso se ve, eso se siente. 

Pero, no estás. Sales de fiesta, conoces a otras personas, me ignoras, esperas que sea yo siempre la que hable, la que conteste, la que dé el primer paso en cada acto, en cada acción. Y yo no puedo más. 

No puede ser que yo sea la detallista, la que esté siempre tirando del carro. ¿De qué vale todo esto? De nada. Quedo yo como la mala, como la que no hace nada, la que nunca está presente. Dime ¿cuándo fue la última vez que me enviaste un mensaje? 

Parece que siempre he de darte explicaciones de todo lo que hago, de porque no te escribo o no te llamo. ¿Es que acaso no entiendes qué me he cansado, qué estoy derrota? No sabes como duele ver que me mientes, que me engañas, que dices estar ocupado... Y sí, lo estás. Pero, con otras personas dejándome a mí de lado. 

No encuentro consuelo en ti, y eso es parte de ser detallista, pero ya ni tus consejos me sirven. Tampoco es que me des muchos, porque ya no puedo ni confiar en ti. Pregúntate cuándo fue la última vez que te conté algo. 

Y es que cada vez las conversaciones son más cortas, las llamadas menos asiduas, las sonrisas ya no calman, sino que duelen y los abrazos son inexistentes. Entonces, entenderás que quizás deberías haber sido un poco más detallistas, deberías no haber ignorado esta amistad que decidí brindarte con todo mi amor y mi cariño, no haberte distanciado...

Si te hubieras dado cuenta de todo esto a tiempo, si no hubieras esperado tanto tiempo, no sería demasiado tarde, no te habrías dado de bruces con la realidad para entender que ya has perdido esta amistad, que ya nada queda de ella salvo los recuerdos y los detalles que un día sí fuiste capaz de dar.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...