lunes, 28 de octubre de 2013

Stories...

Written in these walls are the stories that I can't explain...
(Story of My Life, One Direction)


Escribir historias, muchas están plasmadas en pequeños trozos de papel, otras escritas en diferentes mesas, repartidas por grandes ciudades, otras historias están escritas en las paredes de mi habitación o bien imagino como se plasman en esas cuatro paredes que tantos secretos esconden. 

Historias que no puedo explicar, que no tengo manera de expresar. Historias de amor, aquellas que guardan tantos recuerdos, tantos momentos vividos y que sin embargo soy incapaz de contar al mundo. No es por miedo, sino porque quiero callar. 

Sí, por una vez quiero callar. Necesito guardármelo, no contarlo. Son momentos, historias que se quedarán para siempre en mi mente, pero que nadie más debe saber... Tan solo las personas involucradas. Sólo él y yo. 

Escritas están las historias más pasionales de mi vida, escritas están las dudas, los miedos y preguntas que día a día me he hecho. Plasmado mi amor por ti está en cada rincón de mi habitación, en cada pequeño lugar de mi casa. Cada vez que recorro los caminos por los que nos solíamos perder recuerdo todo lo vivido, ahí está todo plasmado. 

No puedo explicarlo. Tampoco quiero. Pero hay tantas historias vividas. Pequeños relatos que nadie entendería, porque era algo entre tú y yo. Es la historia de mi vida, aquella que se repite una y otra vez, cosas que no se pueden cambiar, que tampoco se pueden volver a vivir y mucho menos explicar. Tan solo me queda recordar esas pequeñeces que me explico una y otra vez a mi misma, que repito una y otra vez para mi misma, que me provoca mil y una sonrisas, que me hace feliz. Historias para el recuerdo, para mí. 

El Resentimiento.

Envidia, ni tenerla ni temerla.

Y sin embargo, muchos tienen envidia. 

Te miran por encima del hombro creyéndose superiores a ti, y tan sólo porque te tienen envidia. Sí. Hay personas que desean tener lo que tú tienes, anhelan conseguir aquello que tú tienes a tu alcance día a día. Y claro está, como para ellos es difícil de conseguir, te miran por encima del hombro, de manera chulesca, como tu fueras una hormiga a la que pisotear. 

No me refiero a una envidia material. Quiero decir, la envidia relacionada con el materialismo (dinero, objetos) es pasajera, pero también existe el resentimiento permanente. Aquel que dura y dura, aquel que hiere y duele, porque hay personas envidiosas que hacen daño... 

Cuando las cosas te van bien, cuando tienes a tu lado personas especiales, cuando encuentras verdaderas amistades, hay personas que sienten celos. Ven que tú tienes a tu alrededor a personas que te valoran, te quieren, personas que te ayudarían en el momento que lo necesitaras. Y sin embargo, ellos no lo tienen, y les da rabia que tú sí. 

Hay personas que no se alegran de tu felicidad, de los buenos momentos por los que pasas. No obstante, tranquilo que estarán ahí para reírse de tus desgracias, de los malos momentos, de aquello que te suceda y sea para mal. Lo harán. 

Y yo me pregunto por qué. Consideras a alguien un amigo, pero poco a poco se distancia, se aleja. Te paras a pensar, y crees que eres tú quien tiene la culpa, que eres tú quien se ha equivocado. Un buen día, decides dar un paso adelante, decides hablarlo, intentar entender que ha pasado pero te das contra un muro, te chocas contra una buena pared. 

Entonces, reflexionas. La charla no ha servido para nada. Hay con según que personas que no se puede razonar, y con los envidiosos menos. Tan sólo ha hecho que tú pienses y pienses en lo mismo, le des mil vueltas al tema, y todo para llegar a la misma conclusión; la envidia es demasiado mala, y hay personas que sino eres feliz con ellos intentan destruir tu felicidad. Demasiado resentimiento tienen.

domingo, 27 de octubre de 2013

¡Compartir!

Últimamente se ha puesto de moda el compartir nuestra bebida refrescante (Coca-Cola) con alguien muy querido, con ese nombre especial e inscrito en nuestra lata. Pero, ya no sólo se trata de compartir un simple refresco. 

Debemos compartir esos pequeños momentos, esos momentos especiales. Tenemos que compartir las buenas noticias con nuestros más allegados, con aquellos que están a nuestro lado siempre. Sí, debemos hacerlo, sacarles una sonrisa con un pequeño gesto, con una pequeña noticia. 

Siéntate a tomar un café con tu mejor amiga, escúchala, ayúdala, no la dejes sola. Debes estar ahí presente, compartiendo con ella sus alegrías y tristezas, sus momentos buenos y aquellos que a veces desearía borrar. Ella te necesita, él te necesita, comparte esos momentos también. 

Los abrazos están hechos para compartir. Si sabes que alguien necesita un abrazo, dáselo, no esperes a que te lo pidan. No hay nada de malo en dar un abrazo, en transmitir energía positiva a aquellas personas que quieres. No debe darte vergüenza, ni miedo. No lo tengas. Dar un abrazo en el momento indicado hace feliz a muchas personas, a mí por ejemplo. 

Comparte tus miedos, tus dudas, tus problemas. Hazlo. Ahora bien, debes escoger a la persona indicada, no lo hagas con todo el mundo. Hay personas que sólo buscan hacer daño, herirte... Y quizás contando según que cosas lo conseguirán. A veces hay que ir con pies de plomo. 

No olvides compartir dos simples y maravillosas palabras: te quiero. Muestra tu cariño, demuéstrale que los quieres, que los necesitas, que son parte importante de tu vida, que te hacen feliz. ¡No olvides compartir tu felicidad con quien lo merece! 


lunes, 21 de octubre de 2013

Miradas&Palabras.

Las palabras están llenas de falsedad o de arte; la mirada es el lenguaje del corazón.
(William Shakespeare) 

Una mirada es capaz de decirlo todo. Si esa persona te conoce, si esa persona te valora, si le importas sabrá que pasa por tu mente, por tu corazón con tan solo mirarte. 

Dicen que la mirada es el espejo del alma, y es verdad. Quien te quiere podrá ver tus tristezas, tus alegrías, problemas y preocupaciones en tus ojos verde esmeralda, marrones, azules o color miel. Y la verdad, eso no es tan fácil de ver. 

Si esa persona se preocupa por ti, no deberá hablar contigo para saber como te sientes, una sola mirada basta para ver y sentir lo que a ti te pasa por el corazón, por la mente y el alma. Sin embargo, no pasa lo mismo con las palabras...

No. Las palabras pueden herir, nos hacen sufrir, nos hacen daño, nos hacen llorar, nos decepcionan y humillan. Las palabras tienen la capacidad de engañarnos. Hay palabras llenas de sentimientos y otras tantas llenas de falsedades, carentes de significado y de sentimiento. Palabras que para muchos no significan nada, simple vocablos incapaces de llegar al corazón. 

Palabras llenas de mentiras. Palabras hirientes, falsas, hipócritas. Palabras que no hacen más que esperanzarte, que te llenan de falsas ilusiones, para después caer al vacío, para después tropezar. Sí, porque mientras te dicen mil cosas, sus ojos están vacíos, no dicen nada. 

Ahora bien, esto no pasa con todos. Sólo unas pocas personas en el mundo y en tu vida son capaces de transmitir lo mismo con palabras que con la mirada. Sus palabras y miradas son capaces de hacerte feliz, de hacerte sonreír, son capaces de hacerte sentir la persona más querida del mundo. 

Hay palabras muy contadas que son necesarias en nuestro día a día y que necesitamos escuchar siempre. Y hay otras que quizás no se dicen todos los días, pero que hay veces que son necesarias y obligatorias. 

Te quiero, te extraño, te necesito, lo siento, gracias por hacerme feliz, gracias por estar a mi lado, no puedo olvidarte, eres tú quien me hace feliz. Te quiero, no te enfades, eres importante para mí, necesito verte sonreír, me encanta verte feliz, quiero ser parte de tu vida. Te quiero, me encantas, me gustas, tu sonrisa es única, tú eres única, eres especial, diferente. Te quiero, no me olvides, recuérdame, piensa en mí, sonríe, debes ser positiva. Te quiero, te quiero, te quiero.  

sábado, 19 de octubre de 2013

Día redondo.

Fingir: Simular, aparentar.
(RAE)

Fingir que todo está bien, que nada ha cambiado, que todo sigue igual. Aparentar que todo sigue como antes, como si nada hubiera pasado. Simular que todo va bien cuando sé que es mentira. 

He fallado, he decepcionado, he hecho daño a alguien que verdaderamente aprecio, quiero y me importa. Sé que un post, sé que estas simples palabras no cambiarán nada porque el daño ya está hecho. Pero, de vez en cuando las personas necesitamos desahogarnos, decir, explicar o plasmar cómo nos sentimos. 

He pedido perdón, y lo seguiré haciendo. Aun así, sé que de poco vale pedir perdón en según que situaciones y esta es una de ellas. Intento tanto no decepcionar a las personas que tengo a mi alrededor que de tanto intentarlo lo hago... Y lo que es peor me decepciono a mi misma. 

Ya da igual lo que digas o hagas, el daño ya está hecho. Sé que no lo hice apropósito, pero esa no es justificación para lo que hice. Sé que nunca he querido hacerle daño ni de forma intencionada, ni no intencionada. Y sin embargo, el dolor está ahí. 

La decepción está ahí. Grave error por mi parte, error que no es sencillo perdonarlo, y quizás algún día lo haga, aunque quizás nunca olvide. Quizás ella perdone, pero yo no. No puedo perdonarme a mi misma, cuando sé que he defraudado. 

Ella está enfadada. ¿Y yo? También, conmigo misma. Dicen que arrepentirse no vale de nada y sin embargo no hago otra cosa que arrepentirme y culparme. La verdad, me merezco lo que me está pasando. 

Tuve uno de esos días redondos, donde todo salió mal... Todo fue de mal en peor. Fue un día redondo a la inversa. Entonces, necesitas desahogarte, pero ya no puedes hacerlo con nadie, con todo lo que ha pasado no encuentras a la persona adecuada, idónea. 

Entonces, te paras a reflexionar. ¿Qué hacer? La solución fue encerrarme en mi habitación y pensar, pensar y pensar... Escuchar música, dejar que todo fluyera, lo bueno y lo malo. Y al final, llego a la misma conclusión... Me lo tengo merecido. 

Todo pasa por algo, y si a mí me ha pasado su razón de ser tendrá. Es el karma, y si ha pasado así es porque era lo que me debía pasar. Es normal, me lo he ganado. 

Y sigo escribiendo, recapacitando, pidiendo perdón. Me desahogo para ver si así consigo tranquilizarme, para ver si así consigo desconectar por unos minutos. Pero sé que es imposible. Mis palabras ya no valen nada, o al menos así lo siento yo. Y dejar de pensar es imposible cuando tus pensamientos no dejan de rondar y rondar por tu cabeza. 

Lo siento. 

miércoles, 16 de octubre de 2013

Gotas cristalinas...

Llego a casa abatida, cansada. Otra vez ha sido un día largo, duro, demasiado difícil. Llego a casa, tiro el bolso, no quiero pensar en nada, en nadie, ni en ti. No quiero pensar. 

Llego a casa, tiro el bolso, llego hasta la cama y me lanzo. Todo está oscuro, la cama vacía, fría, y sin embargo impregnada de tu olor. Empiezo a llorar, dejo que las lágrimas caigan, que empapen la vieja almohada que contiene tu olor, tu aroma. Lloro, lloro y vuelvo a llorar. 

Lloro hasta caer rendida, hasta que los párpados me pesan y no puedo más. Caigo rendida. Al día siguiente despierto desorientada, no sé que ha pasado ni cómo he llegado a mi habitación, no recuerdo nada tan solo las lágrimas. 

Me meto en la ducha, prefiero no recordar, prefiero no pensar en todo lo que ha sucedido. Prefiero no pensar en los motivos que han causado mis lágrimas. No quiero. Pero, la fría agua me despierta de ese sueño y me lo hace recordar todo. Ahora vuelven las lágrimas, pequeñas gotas cristalinas confundiéndose con el agua. 

Cierro los ojos, quiero ver a donde me llevan mis pensamientos. Y al final, llego a un callejón sin salida. No encuentro respuestas, ni ayuda suficiente para acabar con esto. 

Vuelvo a la rutina, sigo con mi camino y tomo en cuenta el consejo de aquellos que me quieren... Hay veces que no saben valorarte, no saben ver lo que vales y lo importante que eres en sus vidas. No lo saben ver hasta que te pierden, hasta que lloran por ti.

Tú sonríes. No merece la pena estar mal. Debes disfrutar de tu vida cómo puedas, aunque cueste, aunque creas que no se puede. Vive tu vida, sonríe, smile. 

martes, 15 de octubre de 2013

¡Hugs!

Un abrazo. Tan solo pides un abrazo a alguien que sabes que no te lo dará. ¿Equivocada? Sí, porque siempre suelo pedírselo a la persona errónea, a aquella que sé que me lo negará. 

Y sé que tengo a mi lado a personas que no me lo negarán y sin embargo quiero uno de esa persona especial. ¿Cómo pedírselo? ¿Cómo acercarme a él sin que me rechace? ¿Cómo?

Su aroma, el perfume que desprende, la calma que transmite cuando estoy a su lado, su sonrisa conciliadora, sus ojos azules... Todo esto es lo que me hace hace desear y necesitar sus abrazos.

No te das cuenta de que me importas, de que eres tú quien me hace sonreír por las mañanas. No quieres entender que son tus mensajes los que me hacen sonreír, son tus bromas las que espero por las mañanas. Es a ti  a quien deseo ver en mi día a día y en mis sueños también. Es a ti a quien necesito. 

Podré tener muchas cosas. Podré tener el amor, cariño y sonrisas de mis más allegados pero si tú no estás entre ellos, todo cambia. Nada es igual, siento un gran vacío. 

Hay gente que no lo entiende. Hay personas que no comprenden como me puedes negar un abrazo, algo que todos necesitamos alguna vez en nuestras vidas. Pero yo sí lo sé. 

Tienes miedo. No eres capaz de afrontarlo. Has pasado por tanto que crees que conmigo va a ser igual. No te engañes. Yo también he pasado por mucho, también tengo miedo... Miedo a enamorarme, a volver a caer. 

Pero juntos podemos superarlo. Somos fuertes, pero a la vez débiles. Por eso tenemos que luchar. Luchar juntos, enfrentarnos a nuestros miedos y a los obstáculos que se nos presenten. Sí podemos. Juntos. 

Eso sí, para que eso suceda, no dudes en si has de darme un abrazo o no. No me lo niegues, no me rechaces. No lo hagas. Sólo abrázame. 

lunes, 14 de octubre de 2013

Ojalá...

Ojalá las heridas internas sanaran tan fácilmente cómo las pequeñas heridas y rasguños que nos hacemos a lo largo de nuestra vida. Ojalá. 

Ojalá olvidar y perdonar fuera tan fácil como dicen. Ojalá. Intentamos olvidar el daño causado por personas que considerábamos importantes. Queremos enmendar nuestros errores, rectificar, pasar página y no pensar. Pero no podemos. ¡Ojalá pudiéramos! 

Intentamos no llorar. Intentamos parar las lágrimas que poco a poco van resbalando, cayendo al suelo sin que nadie las vea, ni las pare. ojalá alguien nos tendiera su mano, nos diera un pañuelo y nos dijera que todo va a pasar, a acabar. Ojalá...

Entonces, cometemos locuras, estupideces. Nos caemos, dándonos de bruces contra el suelo. Y tú, siendo ingenua, cierras los ojos deseando que alguien venga a rescatarte. Buscas a ese alguien, esperas su mensaje. Pero él no aparece. ¡Ojalá lo hiciera!

Crees que lo mejor es desaparecer, huir, salir corriendo sin mirar atrás. Debes mirar hacia adelante, hacia el frente. Debes pensar que todo acabará, que todo pasará. Quieres centrarte en tu presente, en lo bueno, en lo positivo. ¡Ojalá fuera tan fácil!

Él no aparece, no quiere llamarte, ni saber nada de ti. No quiere ayudarte. Cree que no es necesario, que no tiene porqué. Pero tú lo necesitas. Quieres que te apoye, escuche y aconseje. Lo necesitas. Y suspiras, piensas y te dices a ti misma que ojalá el también te necesitara

Ojalá pudieras pasar página y seguir adelante. Ojalá pudieras parar todo esto, todo lo que está sucediendo. Te paras a pensar y te das cuenta de que ya has sufrido demasiado, que ya has pasado por mucho. Por eso, decides que ya es hora de dejar de soñar y desear que las cosas pasen. 

Sí. Deja de suspirar, de repetirte una y otra vez ojalá, ojalá, ojalá... Este es tu momento. Ahora es momento de ser feliz. Tienes la oportunidad de dejar atrás todo lo malo y volar. ¡Lo puedes hacer!

No tengas miedo a los reproches, no tengas miedo al hecho de que él ya no esté. Es tu vida, tus decisiones. No pienses en los demás, en el qué dirán o cómo reaccionaran. Tan solo piensa en ti.  

viernes, 11 de octubre de 2013

Tú eres una de ellas.

Que las palabras fluyan, salgan solas. Quiero que todo aquello que pienso quede plasmado en hojas de papel de todo tipo, de todos los colores, plasmar mis pensamientos del ahora. 

Tengo la suerte de tener a personas con un gran corazón, grandes amigos que se preocupan por mí, que me apoyan, me escuchan y aconseja. Tengo la suerte de haberlos encontrado en el momento justo, en el momento exacto, cuando menos me lo esperaba. 

Puedo pasarme horas hablando con ellos, contando historias y lo mejor de todo siempre con una sonrisa de oreja a oreja. Reímos, reímos y no paramos de reír. Llega un punto donde se nos saltan las lágrimas, donde con tan sólo una mirada ya empiezan las carcajadas. 

Amigos con las que cualquier excusa es buena para celebrar, para pasar un rato en buena compañía, hablando, disfrutando, desconectando. Personas únicas con las que sentarse a tomar un café, dos o tres y hablar, cotillear, reír o simplemente olvidar. Disfrutar de ese amargo café mientras escuchas batallitas, y a veces ni siquiera se puede disfrutar de él porque hay alguien que es capaz de hacerte reír e impedirte que te tomes el café. 

Cada persona ocupa su lugar en mi corazón, hay personas que en muy poco tiempo se han convertido mucho. He dedicado muchos posts a diferentes personas y este no puedo ser menos...

Recuerdo que al principio éramos simples conocidas que iban juntas a algunas clases y que cogían el mismo tren. Al principio las conversaciones eran repetitivas, iguales, similares... Pero poco a poco la amistad nació. ¡Y mira ahora! Incluso a Barcelona juntas (y solas) vamos. 

Grandes momentos hemos vivido. Y siempre predominan las alegrías, risas y sonrisas a lo largo de un año. Hemos llegado hasta tal punto que ahora con tan solo mirarnos nos reímos. Hemos vivido momentos de confidencias, de antojos y dudas existenciales. Momentos juntas, escuchándonos, apoyándonos. 

También es verdad que me haz hecho muchas veces cruz y raya. Pero, sin embargo sé que me sigues queriendo ¡ja! Eso no lo puedes negar. Aunque no te guste dar mucho cariño, yo sé que me quieres al igual que yo te quiero a ti. Los viajes en tren se hacen más amenos a tu lado, son diferentes, interesantes, llenos de felicidad. Y es que tú alegras a cualquiera. Sabes como hacerlo. Y nunca dejas de preocuparte. 

Gracias por estar ahí, por hacerme feliz y no sólo a mi sino a todos... (Al loo también. Lo siento debía decirlo.) Sigue siendo así. Haciéndome sonreír, haciendo que las horas de clase sean más amenas, más interesantes y llenas de vitalidad. Sigue así que yo siempre seguiré estando a tu lado. 

En fin, hay personas que son un tesoro muy valioso. Personas que te hacen la vida más llevadera. Personas que te escuchan, apoyan y aconsejan. Que te dicen la verdad y no aquello que tú quieres escuchar. Amistades verdaderas que no te juzgan, sino que te aceptan tal y como eres. Amigos que están contigo en las malas y en las buenas y no sólo cuando todo te va bien. Hay personas que te hacen feliz con tan sólo verlas. Personas diferentes, especiales, únicas. 

Y tú eres una de ellas. 

Quiero dejarlo atrás...

Dejar de luchar por algo que te importaba, por alguien que te importaba. Bajar los brazos, dar la batalla por perdida, tirar la toalla, rendirse. ¿Por qué? Hemos abandonado nuestros sueños, nuestras esperanzas y todo por un pequeño fallo. 

¿El fallo? Volver al pasado. Estando sola, sentada mirando a un punto fijo de la blanca pared de mi habitación, no he podido hacer otra cosa que ponerme a pensar, a reflexionar. 

Pienso en cómo afrontar esta situación, cómo dejar atrás el sufrimiento, el dolor y el pasado. Desearía que fuese fácil olvidarme del pasado, de todo lo sucedido, de todo lo que nos pasó. Pero no puedo. Me es mucho más fácil recordar. 

Sentirte hundida, destrozada por dentro, sentir que no vales para nada, ni para nadie. Creer que tú eres un error más en esta vida y que no sirves para nada, que tan solo traes problemas. ¿Alguna vez te has sentido así?

Tantas veces llorando por alguien que sólo jugaba conmigo, que me hacía daño. Tantas veces derramando lágrimas por una persona que no se lo merecía. Intentaba hacerte feliz, intentaba que fuéramos felices. Pero no funcionó. Y otra vez fui yo quien volvió a caer, a sufrir. 

Caí, caí y caí, cada vez más profundo. Caí y no supe como levantarme, no sé como hacerlo. Intento sonreír, intento seguir adelante. Pero recordar hace que dé un paso atrás, que retroceda en el tiempo, que mire hacia atrás y recuerde. 

Son recuerdos dolorosos de un pasado horroroso. Son recuerdos de mis errores, del daño hecho. Sólo lloro. No sé que hacer. He dejado de luchar, no puedo avanzar, no puedo seguir adelante. No soy capaz. No puedo. Caigo una y otra vez en el mismo error. Una y otra vez. 

Quiero parar. No puedo. Sólo puedo bajar los brazos. Tirar la toalla y dejar de luchar por aquello que tan anhelo. Muchas veces creo que sólo me utilizas. Te aprovechas de mí, yo ni siquiera te importo. Duele, duele mucho tu actitud, tu comportamiento. Duele...

lunes, 7 de octubre de 2013

Repitiendo situaciones...

Hay veces que no sabes cómo enfrentarte a según que situaciones. Ya no sabes que decir, que argumentos dar, cómo explicarte, ni cómo actuar. No lo sé...

Es una de esas situaciones que me superan, una de esas situaciones que están por encima mío. ¿Qué hago? ¿Qué le digo? ¿Cómo reacciono? ¿Me enfado? ¿Tiro la toalla? ¿Lucho? ¿Desisto?

He intentado de todas las formas posibles hablar con ella, explicarle que hay comportamientos inaceptables, que hay cosas que no puede hacer, que no están bien. Con el tiempo aprenderá, eso dicen... Dicen que aprenderá de los errores, que dejará de engañarse a si misma, que se dará de bruces contra la realidad. Pero ¡ahí está el problema! Yo quiero prevenir todo eso. 

Y no he podido. Quizás me siento culpable. Quizás he podido hacer más de lo que he hecho. Quizás podría haberla ayudado más aun, podría haberle tendido la mano en momentos que no lo hice... 

Pero, por otro lado, estoy cansada, exhausta. Esta situación se repite una y otra vez. Tantas veces le he avisado, tantas veces le he dicho que está bien y que está mal, y nada... Aquí estamos, otra vez hemos recaído en lo mismo. Otra vez repitiendo los mismos errores, las mismas acciones, las mismas situaciones. 

No sé cuantas veces le habré dicho que lo único que consigue mintiéndonos, ocultándonos las cosas es engañarse a si misma, hacernos daño a los demás. Y cuando crees que ha aprendido la lección, que los errores del pasado no se van a repetir algo falla, yo fallo, ella falla, nosotros fallamos. 

¿Qué hacer? ¿Cómo actuar? ¿Qué decir? ¿Cómo hacerle ver lo que está bien y lo que está mal? ¿Cómo acabar con esto? No hay manera. Todo se repite una y otra vez, cuando menos te lo esperas... Todo vuelve. 

miércoles, 2 de octubre de 2013

Tú, yo, nosotros.

Abrázame, abrázame fuerte, no me sueltes, no me dejes ir, por favor no lo hagas. Te necesito aquí, te necesito a mi lado, no me dejes caer, no ahora.

Y sin embargo, me dejas huir. Me dejas correr, dejas que vaya en contra dirección. Sé que he de correr hacia ti, pero no puedo. Mis piernas no me lo permiten, mi mente no me deja ir a tu encuentro, no puedo. Pero quiero. Te quiero. 

Tú no lo entiendes. No entiendes mi actitud. No entiendes mi actitud. Sé que soy difícil, sé que cuesta entenderme, pero haz un esfuerzo, no me dejes sola. 

Ayúdame, te pido ayuda. No es malo pedirla ¿verdad? Lo hago, te la pido, y ¿dónde estás tú? No te veo. Desapareces. Tienes miedo ¿y crees que yo no? Sí, lo tengo. 

Tengo miedo a perderte, a que lo bueno se acabe, a que mi mundo se derrumbe, a que tú huyas, corras. Sé como soy y solo te pido tiempo. Tan sólo te pido que me dejes acostumbrarme, que me dejes asimilar lo que pasa. Eso sí, no me falles, no te vayas, no dejes de abrazarme. El miedo podemos vencerlo juntos.

Podemos ser felices, hemos de conocernos mejor, sólo eso. Conocer nuestras virtudes y nuestros pequeños fallos, conocer nuestros gustos, objetivos y principios. Conocernos pero no huir. 

Abrázame, por favor, abrázame. No me sueltes, no huyas, no tengas miedo. Me importas, te importo. Necesito que todo acabe, que todo lo malo acabe, que las lágrimas cesen, lo necesito. Te necesito. 

Mírame estoy aquí. No quiero correr más, quiero dejar de huir. A tu lado puedo hacerlo. Lo sé. Confío en mí, confío en ti. Puedes ayudarme, puedo ayudarte. He de arriesgar, pero no es fácil. Y si tu desapareces, si me sueltas, si dejas de abrazarme, volveré a ser esa chica insegura. No quiero volver a esa parte de mi pasado. Yo no lo permitiré, no lo permitas tú tampoco. No lo permitamos 

¿Pertenezco?

Sentirte sola, sin nadie que te escuche, que te apoye, que te aconseje y te abrace cuando más lo necesites. Estar en un grupo de grandes personas y aun así sentirte sola, sentir que no encajas. 

¿Cuántas veces ha pasado esto? ¿Cuántas veces te has visto en una situación así? Al menos yo, muchas. Y otras tantas he sentido que al principio encajaba, pero en un momento dado todo cambia. Sí, así, de la noche al día y tú no lo entiendes. 

Cambiamos, crecemos y maduramos. Pero ¿cómo puede ser que un día encajemos y que al otro empecemos a ser excluídos? No tiene sentido. Y sin embargo, esas cosas pasan y lo que es peor se notan. Los comentarios que se llegan a hacer, las bromas que ya no entiendes, los "olvidos casuales" de las personas, las "bromas" de algunos, las palabras hirientes de otros, las risas donde tú no pintas nada y un largo etc...

Falsas sonrisas por parte de muchos, abrazos sinceros por parte de pocos. Mentiras que creen que nunca pillaré, de las que nunca me enteraré. Lo siento, pero no soy tan tonta. Y al final todo es lo mismo. 

Grupos donde eras feliz, pero después te das cuenta que tan solo se han estado riendo de ti, en tu cara y a tus espaldas, lo hacen. Pero claro, después de mil y una decepciones quieres y deseas con tantas fuerzas pertenecer a un grupo de buenos amigos que lo que haces es sonreír. 

Te levantas cada mañana, te arreglas y que te acompañe tu mejor sonrisa, al menos para aquellos a los que tú sí consideras tus amigos aunque ellos ya no lo hagan. Son cosas que pasan. Aunque cansen, aunque duela, son cosas que pasan. Sonríe y sé feliz.

¿Sí? ¿No? ¿Siempre? ¿Nunca?

¿Siempre se ha de sentir lo que se dice? 

¿Nunca se ha de decir lo que se siente?
(F.Quevedo)


¿Qué siento? ¿Qué digo? ¿Qué percibo? ¿Qué explico? ¿Lo demuestro o no? ¿Lo callo o no? ¿Siempre? ¿Nunca? ¿Alguna vez? No lo sé. 

Y es que no sé cómo explicarte esto. No sé por dónde empezar. No hay un inicio concreto, tampoco un final. Lo único de lo que me doy cuenta es que esto ya no es lo mismo. Nuestra amistad se ha deteriorado, tú por tu camino y yo por el mío, pero nunca nos unimos. La confianza se ha ido rompiendo, tú no dices, yo no explico.

Me encantaría gritar a los cuatro vientos cual es mi estado emocional, que siento, como me siento... Y sin embargo, nadie lo entendería, tú no lo entenderías. ¿Duele? Mucho. No hay explicaciones válidas para tu comportamiento, pero tampoco para el mío. Cada vez que te pregunto cómo estás, si estás bien, tú respondes con un escueto sí. ¿Mientes? Quiero creer que no, de verdad quiero pensar que no, pero tampoco me demuestras lo contrario. 

Quiero llorar, quizás sea una forma de expresar lo que siento. Quiero que veas mi preocupación por ti en mis ojos, en mi alma. Quiero que notes mi preocupación en mis besos, abrazos, sonrisas. Pero no lo ves. ¿Crees que no siento lo que digo? ¿Por qué no lo ves? ¿Por qué no lo sientes? ¿Seguir llorando? ¿Valdrá la pena? ¿Por ti? No sé qué creer, ni que decir, ni explicar, ni sentir. 

Has puesto una barrera entre tú y yo, te distancias. Tus palabras hieren, poco a poco hacen mella en mí. Quizás tú no sientas lo que dices, pero yo sí siento esas palabras, sí me afectan. Me apartas de ti,te distancias, pones barreras y más barreras.

Y yo ya no puedo más. Estoy demasiado cansada cómo para hablar, explicar o sentir. No puedo estar detrás tuyo, preguntándote día tras día si estás bien, si necesitas ayuda. No puedo estar tendiéndote la mano. Tan solo quiero acabar con esto y seguir adelante. 

¿Se puede seguir adelante sin decir lo que siento? ¿Se puede seguir adelante sin sentir lo que digo? ¿Se puede? ¿Puedo?

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...