domingo, 30 de diciembre de 2018

Fuera, dentro, madriguera.


¿Alguna vez has sido capaz de morderte la lengua? Piensa que los comentarios pueden herir sin quererlo o quizás querías. Una pequeña frase, una oración a la que darle mil vueltas, un par de tacos y una sonrisa con sorna.

No piensas, tan solo asumes. Ves una parte de la realidad y con ella formas tu propia historia, tu realidad alterna a la que añadirle detalles y bromas que no vienen al caso. Cometes el error de volver a confiar, de dejar que vean una parte de ti que no querrías que todos viesen. Y cuando lo haces, cuando das el salto de fe, resulta que es en vano.

Se ríen, sin preocuparse de cómo pueda sentarte, de lo que tú puedas pensar. Sí, son tus acciones y ellas definen tu día a día, pero eres incapaz de reconocer que tan solo ves una milésima parte de lo uno puede ofrecer.

Escribes tu propio cuento en base a historias y leyendas. Una imagen, un destello con el que crear una sombra, un dibujo y un par de diálogos. Ya no ríes y es que no merece la pena. Te controlas, controlas tus acciones, tu forma de ser. Te escondes.

¿Era eso lo que querías? Vuelves a tu madriguera, a tu mundo de ensueño y tu bola de cristal. Crees que es preferible no salir, quedarte escondida entre bastidores, sin que nadie sepa la verdad, que solo vean un destello de lo que verdaderamente eres o has sido. 

No medimos las palabras, ni tampoco los comentarios. Nos atrevemos a jugar con fuego pensando que no nos vamos a quemar. Juego peligroso y muy arriesgado, aunque creemos que nada pasará y también creemos ver los límites. 

Sí, el salto de fe fue en vano. Tender nuestra mano y ayudar a quien era importante no merecía la pena.Aun así, de nada sirve esconderse, quedarse pensando en los errores que uno ha cometido o bien, echarse la culpa de los fallos cometidos. 

No sirve de nada dejar de dar saltos de fe, ni confiar. Debemos hacerlo, porque quizás después de tantos intentos fallidos, después de tirarse a la piscina tantas veces, encontraremos quien de verdad se tome seriamente nuestra confianza, nuestros problemas y las risas del día a día. 

Seguiremos por el camino correcto, aprendiendo a continuar confiando, creyendo y guiándonos por quienes nos hacen el día a día más llevaderos. Los comentarios sin límites se convertirán en viejas anécdotas y en viejos conocidos. Seguiremos conociendo a nuevas personas y viviendo nuevas aventuras. 

Continuamos pensando en nosotros, pero sin escondernos. Rompemos esa bola de cristal, tiramos abajo ese muro y seguimos caminando por nuestro sendero fuera de la madriguera. 


miércoles, 14 de noviembre de 2018

Don't doubt it.

That I'm still here
I'm the light that's surrounding you
Everytime your darkness comes
Yeah, I'm still here
(Postcards, The Blizzards)

¿Nacimos optimistas, realistas o pesimistas? ¿Nacimos? Creo que no es nuestra fecha de nacimiento lo que nos define, ni tampoco la estación del año, ni siquiera nuestro horóscopo. Somos quienes somos a base de defectos, errores y decisiones tomadas fríamente o bien en noches de borrachera. 

¿Quienes somos? ¿Cómo serías capaz de definirte solo en un puñado de adjetivos? Y estos, ¿te definen desde el día en que naciste? No. Aprendemos a cada paso que damos, con cada día vivido, con las aventuras y experiencias que se tienen.

Somos optimistas, realistas o pesimistas según lo que sentimos. Es cambiante y no estático. Los cambios nos hacen madurar, ver las cosas desde otro punto de vista. Con el paso del tiempo todo toma otra forma, nuestra forma de pensar evoluciona, se transforma y nosotros con ella. 

No es un cambio para bien o para mal. Se trata de una evolución de nosotros mismo, de entender y comprender que era hora de adaptarse, renovarse y reinventarse; de no morir. Se trata de ver lo que nuestros fallos, cambios y faltas nos aportan, nos enseñan. 

¿Tú qué eres? ¿Quién eres? ¿Qué o quién te consideras? ¿Qué crees que son los demás, yo? Difícil elección para muchos y demasiado fácil para otros tantos. Yo soy optimista. Sí; veo el vaso medio lleno. No; no todo es color rosa ni un mundo de flores y unicornios. 

Se intenta ver el lado bueno de todo aquello que me mueve, que me motiva. Llenar de buenas sensaciones y energías a quien me rodea. Hacer feliz a aquellas personas que me importan, que aportan serenidad, buenas vibraciones y motivos para continuar aprendiendo día a día. 

Por culpa de la bondad, soy de pecar bastante. Caer en las mismas trampas una y otra vez. Ahora ya no pienso en quien se fue, en quien me falló o en las personas que he ido perdiendo. Amigos que tuvieron su momento y no supieron como aprovecharlo, que ahora son un mero fantasma. 

He aprendido a soltarlos, a dejarlo de lado y a que no me importe tanto como me debería importar. ¿Duele? Dolió. Son parte de un pasado que no se puede ir rememorando cada dos por tres. Sé que yo he perdido oportunidades y ellos han perdido la oportunidad de conocerme. No quisieron arriesgar y ver si valía la pena. Todos perdimos ese tren... 

Por eso, ahora no pierdo ni un instante en recordar a los que quiero que son merecedores de mi tiempo, de todo lo bueno que le pase, de los trenes que deben coger y los saltos que han de dar. Y lo malo y los inconvenientes tan solo son cuestión de tiempo, de ímpetu y reflexiones. 

Sí llevo una sonrisa de oreja a oreja. No, eso no significa que cada día yo sepa ser la persona más feliz del mundo, ni que no me lleve algún que otro disgusto o quebradero de cabeza. Desafortunadamente, this is life. Y lo repito hasta la saciedad: tengo mis miedos e inseguridades. 

Me alimento y aliento a base de sueños y objetivos, miro hacia adelante pensando en mis metas, en el porqué de mis respuestas. Soy mi propia luz, mi propio guía. Pero, me paralizo. Me quedo en blanco o me invaden los nervios que no me dejan pensar con claridad. Sigo adelante sonriendo por no preocupar a los demás y me apoyo en quien sé que será capaz de dedicarme  minutos. 

Creamos muros que no queremos que traspasen. Mentira, deseamos que lo hagan y no queremos ponerlo fácil. Algunos lo consiguen y ¿otros? Han sido decepciones. Tenías fe ciega en que lo treparían y al final prefirieron dar media vuelta. ¿Miedo, inseguridad, pesimismo? 

Sé que mi manera de ser puede asustar, cansar o irritar... ¿Sigue siendo motivo para decidir que no merece la pena escalar ese muro? Quizás fue que no proyecté mis prioridades de manera correcta, que no fui capaz de entender lo que los demás querían o que no fui clara. Y es que al final es esto, las sonrisas altaneras, la postura firme y el orden de prioridades lo que hizo que algunos decidieran huir. 

Creen ser realistas y entender que, en según que situaciones, no conseguirán nada... Resulta que son cobardes

domingo, 16 de septiembre de 2018

Sin perdón, yo.

I'm not scared to be seen
I make no apologies, this is me
(This is me, Keala Settle)

Ahora lo entiendo. Soy capaz de comprender lo que pasó y aquello que se quedó en el tintero, en un cajón atascado. No fui yo quien perdió, quien se dio por vencida, ni quien prefirió rehacer su vida lejos de la distancia, de las mareas y tormentas que se acercaban. No fuiste capaz de dar el salto, de vivir la aventura que tú tanto prometías querer vivir. 

El tiempo me dio la razón y "descubrí" la verdad, aunque ya la sabía. No era un secreto, eras demasiado obvio. Me atreví a darte el beneficio de la duda y sin expectativas muy altas. Sabía lo que me esperaba; mentiras, decepciones y un poco de risa sarcástica. 

Querías que todo siguiese como si nada, pero continuando cada uno por su camino, caminando paralelamente. Fácil. Ha dejado de importarme tu sendero, tus decisiones y también tus errores. Creí haber sido yo la que se equivocó, quien había cometido alguna estupidez por la que te habías alejado. 

Ahora me río. Creo que no supimos entendernos ni navegar entre nuestros mares. Pensábamos en nosotros mismos y no mirábamos más allá, queriendo saber e interesarnos por el otro. Fue un error de dos. ¿El qué? El dejarnos estar, el querer olvidar y continuar caminando. 

No me arrepiento del tiempo vivido, de los paseos y las cenas a terminar. Recuerdo que todo se perdió tras una cortina de humo, tras los pasos borrados por las olas del mar y por mensajes borrados y fotos olvidadas. Hubo momentos en los que pensé en pedir perdón, luego entendí que no había motivo. 

Continué navegando, persiguiendo sueños y buscando nuevos objetivos. Me olvidé de lo vivido y todo aquello que sentí. Se quedaron en el fondo del mar, enterrados bajo tierra y escondidos en lo más profundo de mí. Fuiste tú quien perdió, quien no supo arriesgar. 

Me presenté tal y como era, con mis más y mis menos. Mis defectos en bandeja y mis inseguridades en primera plana. Frente al espejo y frente a ti no me acobardé. Ahora lo has perdido todo y qué más me da a mí. Sigues con tu vida y soy feliz por ti. 

Eso sí, recuerda: mi felicidad llegó mucho antes. No te necesitaba, no dependía de ti, ni de tus llamadas ni mensajes. No quería que te preocupases por mí y no hacía falta que lo demostrases. Parte del pasado, aunque ya no del presente ni del futuro. Caminos paralelos pero no a la par, quizás yo ya he tomado mis decisiones que me alejan ya de ti. 

Sigo siendo yo, sigo siendo más fuerte y más valiente. No lo sabes, pero tampoco te preocupes, ya no hace falta que sepas nada. Hoy tengo más sueños y muchas sonrisas por regalar. Hoy soy yo quien sigue adelante. 

miércoles, 22 de agosto de 2018

Mi mandato.



Ella no es solamente lo que ves 
A ella ni tú ni nadie le para los pies 
[...]
Déjala que baile con faldas de vuelo Con los pies descalzos dibujando un mundo nuevo 
(Déjala que baile, Melendi feat. Alejandro Sanz, Arkano)

Soy quien quiero ser, no dejo que nadie eche por tierra mis sueños y objetivos. No permito que me juzguen por como visto, hablo o aquello que como. No dejo que me pongan obstáculos, que intenten pisotearme, que me digan que puedo llevar y que no, que puedo hacer y que no. Soy como soy, yo me gusto, me aprecio y me quiero. 

Claro que siempre han habido pequeñas imperfecciones que no me han gustado, que me han creado inseguridades, miedos y me han bajado la autoestima. Sin embargo, con el paso del tiempo he aprendido a apreciarlas, a hacerlas parte de mi ser, a ignorar a todo aquel que me ha hecho sentir mal por ser como era, por tener esos "fallos de serie". 

Es tan fácil que te miren y te juzguen, que se entrometan en tu vida sin saber, que hablen y cuchicheen sin conocerte. Somos más que una cara bonita, que un simple cuerpo al que mirar y criticar cada vez que nos aburrimos. Siempre hay alguien que quiere impedirte conseguir tus sueños, alguien que no cree en ti. 

Luego hay personas que tan solo tienen envidia de la mala, que creen que pueden corregirte, crear una versión mejorada de ti, como si fueses un proyecto o como si se tratara de un coche que debe pasar por el mecánico a por una capa de chapa y pintura. 

Debemos dejar de llevarnos por estereotipos, y no podemos permitir que nos digan como ser, ni quienes ser. Se equivocan, no nos conocen, no saben de nuestra historia. Detrás de esa cara a la que mirar, de ese cuerpo al que juzgar, se esconde alguien, se esconde una persona de sentimientos nobles, de miedos y sueños. 

Detrás de esta pantalla (la mía y de quien lo lee) se esconde alguien con imperfecciones, con una lista de errores y otra de aprendizajes. Se oculta una persona con una maleta llena de deseos por cumplir, de caminos por recorrer. Se equivocan; no saben nada de nosotros, salvo aquello que se ve a simple vista y aquello que dejamos entrever. Y esto es siempre una mísera parte de lo que en realidad somos. 

Pocos serán los privilegiados en verdaderamente descubrir nuestros secretos, de saber quien eres realmente. Hay veces que sabemos en quien confiar y hay otras en las que nos equivocamos. Sé tu misma y no dejes que te obliguen a cambiar tu forma de ser. Haz de tripas corazón, regala tu mejor sonrisa y sigue hacia delante. 

Créeme esas personas se irán perdiendo por el camino. Y es que tú tienes el control, el poder. Eres tú quien manda, quien decide y quien actúa. Nadie puede ni es más fuerte que tú, que tus ansias de seguir viviendo, aprendiendo, creciendo como persona. Eres tú quien con una sonrisa como único escudo sale a la calle, entra al trabajo y sigue en la vida. 

Sal descalza, baila bajo la lluvia o haz una locura más. Marca tus pasos y crea tu propio mundo, diseña tu vida a tu gusto y jamás al gusto de los demás. Deja que hablen, que critiquen, ignora y sigue riendo que eso siempre da rabia. Camina y descúbrete a ti misma, conócete y decide quien eres verdaderamente. 

Demuéstrale al mundo que eres tú quien manda, quien camina sin miedo y tomando las riendas de cada situación que se te presente. Decide por ti misma, pensando en ti, en aquello que quieres y deseas. Síguete queriendo, vistiéndote a tu manera, riendo alto y alzando la voz siempre que quieras. 


Muévete al ritmo de la música o no, tírate a la piscina o camina por el bordillo. Agárrate fuerte o suéltate y déjate llevar por las emociones y los sentimientos. Te lo digo muy enserio, haz lo que quieras, sé tu misma, que personas leales a sí mismas quedan muy pocas. 



Con este post, celebro los 6 años de este blog. ¡Y por muchos más! Me alegra poder seguir contando historias, refugiarme tras una pantalla y dejar que los sentimientos vuelen. Así que gracias a todo aquél que me lea. 

jueves, 9 de agosto de 2018

Faros y sirenas.

A veces me siento como una extraña en mi propia piel, un marinero sin rumbo o una sirena perdida sin cánticos que atraigan. Hablo sin reconocer mi voz, sin saber lo que quiero, lo que busco, sin reconocer mis pensamientos. No admito mis miedos, ni tampoco mis virtudes. 

Voy perdida, siguiendo un mapa sin sentido y pensando en no perder el norte. Una brújula mal orientada me guía e intenta llevarme por un río de sueños y amores que tan solo son fruto de mi imaginación. Agua fría que no me devuelve a la realidad, que me transporta a un mundo que no es el mío. 

Llego a mi destino, aunque sin entender como lo consigo, como alcanzo la meta. No soy yo misma y lo presiento. En mi piel no me conozco y tampoco me reconozco tras mirarme en el espejo. Me siento incómoda en mi propia piel, en mi alma. 

De pies descalzos y heridas brutales, dejo que el mar salado cure mis heridas, cicatrice mientras me pierdo en infinidad de deseos y aspiraciones. Ambiciones que no alcanzo, fantasías que no recuerdo, que creo que no están en mí y que se pierden en el horizonte del mar que me cura. 

Busco la luz de un faro, encontrar mi guía, el mapa que me enseñe mi camino. Sin embargo, tan solo resuenan cánticos enamoradizos, barcos que zarpan y olas chocando contra rocas que crean una fortaleza. Pienso en tercera persona, buscando mi plan de huida, una respuesta sólida. 

Encuentro un plan de escape torcido, un faro de bombilla rota, una llamada truncada y cánticos de desesperación. Llantos y lágrimas mientras nos despedimos del barco en el mar. No ves la esperanza, solo el desconcierto de no encontrar tu propia salida, de no sentirte tú misma. 

Estás perdida creyendo que una brújula dará todas las respuestas o que encontrarás tu rumbo y al final ceder el timón a un absurdo capitán. Sigo sin ser dueña de mi propio destino, de mis determinaciones. Sigo encontrándome en un mar de ambigüedades, un lugar lleno de recuerdos, de cartas y llamadas que no reconozco, que no me pertenecen. 

Ojalá pueda retomar el timón, seguir un mapa, encontrar el rumbo. Saber que mi piel es mía y que mis pasos los marco yo. Aferrarme a los pensamientos y las ilusiones que me lleven a mis nuevos objetivos.  

viernes, 13 de julio de 2018

Escribiendo...

De la foto regalada con esperanzas de futuro a la felicitación de cumpleaños más agria posible. El tiempo pasa volando. No nos damos cuenta y tras un abrir y cerrar de ojos, media vuelta y una mirada en blanco nos encontramos con que ya ha pasado un maldito año. 

Creemos ir despacio y resulta que corremos más de lo necesario, que nos enfrentamos a nuestros miedos o los evadimos y que el camino no era tan largo como nos habían hecho creer. Quien nos iba a decir que, después de tantos tropezones, hoy estaríamos aquí. 

De la foto a la felicitación ya pasa un año. De los regalos y las cartas con mensaje secreto, ya van dos. Ahora no quedan llamadas, ni tampoco las ansias de querer escribirte, de necesitar hablarte y comentarte como me ha ido el día o lo estresante que ha sido este último jueves. 

Recorriendo parques donde nos dábamos la mano, recordé las promesas y las mentiras, las vueltas y rodeos y también algún que otro beso. Las cenas románticas resultaron no serlo tanto y las risas eran más bien gritos de agonía. Resultó todo ser una gran mentira, una farsa donde tú jugabas y seguías jugando. 

Cuando escribes, haces como si nada pasase, como si el asunto no fuera problema tuyo y fuese yo quien, con mi rabia y dolor, crease un problema donde crees verlo inexistente. Quizás es cierto, quizás no hubo nada y tal vez ahí está la mentira. 

No había cuento ni historia, tan solo un charlatán más que quería hacerse el importante y no valoraba a las personas. Sonrisas con la vista puesta en otro lugar y risas que si bien se reflejaban en los ojos  (de quien reía) los motivos eran totalmente diferentes. 

Y aquí nos encontramos; con otra carta más escrita a quien no debería, a quien ya no se merece ni dos minutos de mi tiempo. Otra carta para archivar, para borrar, para olvidar, para no recordar. 

miércoles, 23 de mayo de 2018

No sabes arriesgar.

Sabes, no sé cuantas veces lo habré dicho; pero nadie sabe lo que tiene hasta que al final lo pierde. Frase repetitiva y bastante cierta. Lo que un día ahí estuvo, de la noche a la mañana puede esfumarse, desvanecerse y jamás volver, ni ser capaz de recuperarlos. 

Ese es el problema. Las personas no somos propiedad de nadie, no tenemos un collar con el nombre de un propietario, ni una tarjeta con a quién llamar en caso de pérdida. Y aun así, algunos creen y dan por sentado que siempre estaremos ahí, que pueden cometer el mayor error de su vida, hacernos daño y que seguiremos estando ahí; por y para ellos. 

Piensan que somos de piedra, fríos como el hielo, que nos pueden echar de su vida, pero que con un simple chasquido de dedos volveremos como el perro que vuelve a su amo, como el gato que sabe el camino de vuelta a casa, o como aquél a quien esperan por navidad. Grave error.

Los motivos por los que nos pierden son varios. A veces, necesitamos nuestro propio espacio, otras veces los caminos se vuelven paralelos ya que hemos dejado de aportar cosas el uno al otro. A veces, nos cansamos de batallar, de dar y no recibir. Fue bonito mientras duró. 

Sin embargo, hay una razón "de peso": el no tener valor para arriesgar. Esconderse tras la falda de sus masdres, crear un "muro" e incluso echar balones fuera. No coger el toro por los cuernos, ni tampoco tirarse a la piscina. Buscan la salida fácil, quierenlo fácil, la bandeja de plata y la quieren ya. 

Así que llegan las decepciones, los baldes de agua fría, la pérdida de ganas y también el perder a las personas de nuestro alrededor. Un día paseamos cogidos de la manos y al siguiente esa mano aterciopelada se pierde, se suelta y no hay como recuperarla. 

Por un instante crees que no es necesario volver a ver a esa persona, crees que no hace falta volver a tener a esa persona, ni para acariciarla, ni besarla, ni abrazar ni tampoco para verla sonreír. Pero claro, derrepente, una foto lo cambia todo, un simple cotilleo, un mensaje a altas horas de la mañana o bien una mirada fugaz en las calles de tu ciudad natal. 

Ahora es un giro drástico y deseas recuperar a esa persona. Ya no es tan fácil. Mientras tú miras esa foto, yo ya he pasado página, se queda en un recuerdo vago. Los cotilleos son meros rumores y no tengo motivos por los que dar explicaciones. Los mensajes a altas horas de la mañana no son contestados hasta el día siguiente y ni siquiera te reconozco si llegamos a cruzarnos por las calles del viejo pueblo. 

Buscas ganarte mi confianza y dices preocuparte. No sé si son mentiras, solo sé que es parte del pasado y que aquello que se perdió no tiene ni salida fácil, ni una búsqueda sin complicaciones. No es que haya muros que trepar, tan solo hay falta de interés. No cuento las horas para volver a verte, ni me desespero cuando no contestas, cuando dejas de dar señales de vida. 

Vi tu foto y recordé lo bonito, pero también las veces que fallaste y las mentiras que contaste. Ahora quieres recuperar el tiempo perdido, quieres tirar la toalla en otros aspectos para poder acercarte a mí. Otro grave error. Yo no pido eso, ni quiero que abandones los sueños por los que luchar con el fin de recuperar nuestra amistad. 

Lo único que busqué fue que arriesgases. Igual que yo estaba dispuesta a dar, a luchar y vivir nuevas aventuras, quería que hicieses lo mismo. Supongo que la falda de mamá es muy cómoda, que tus muros no los quieres derribar y que la piscina sin agua no tiene diversión alguna, ni tampoco es lo sencillo. 

Así que nadie sabe lo que tiene hasta que lo pierde, y jamás recuerdan que no se puede recuperar. 

miércoles, 16 de mayo de 2018

Colores.

Live, love, laugh. Vive, ama, ríe. Mantra a repetir cada día, cada mañana tras el café y las tostadas, por las tardes mientras el agobio del trabajo se vuelve insoportable, a la noche cuando el día finaliza y creemos que peor no podría haber ido. 

Vive creyendo en ti mismo. Que las inseguridades no se conviertan en el problema, sino en el defecto que te hace más fuerte. Vive pisando fuerte, tomando tus propias decisiones y teniendo confianza en ti mismo. Sáltate las reglas y regálate un momento para ti mismo, tu pequeño capricho. 

No por hablar más alto se es más valiente. Demuestra como eres y no te dejes vencer por las adversidades. Lucha, pelea, plántate frente al más feroz de los leones e incluso de los dragones. No crees un muro de protección, que sean las batallas y la experiencia las que te den sabiduría suficiente para salvaguardarte. 

Ama. Enamórate, pasea por las calles con la sonrisa como único complemento. Dale la mano a quien te importe, quien te robe el corazón, quien te quite el sueño y te dé esperanza. Pensando en el futuro y viviendo el presente. Cree en los que te rodean y rodéate de quienes te aporten risas y buenos momentos. 

Risas. Este es el quid de la cuestión. Veas el mundo blanco y negro o bien de colores pasteles o quizás de aquellos más fuertes, que la risa sea tu compañero de viaje. No dejes que te la sombra de la trsiteza se alargue, ni que los malos pensamientos inunden tu mente. Ríe como terapia, ríe por amor, ríe para vivir

Vive cada instante, experiencia, aventura como si fuese la última. A pesar de la tormenta, de los días grises y lluviosos, piensa que siempre habrá un bar en el que cobijarse, en el que refugiarse, tomar un par de cervezas y echarse un par de risas. 

Recuerda que la risa es la mejor terapia, el mejor amigo. Piensa en reír rodeado de los tuyos, amando, viviendo. Sécate las lágrimas y túmbate a reír. Creer que estás llena de colores, de aquellos más vivos, resplandecientes y también de otros que ensombrecen un poco. 

Colores para reír y para amar. Otros son para vivir. Días y noches con anécdotas a explicar y secretos que callar. Momentos de silencio y otros tantos de gritos, de batallas y peleas. Da igual el momento, porqué viajando por el aire siempre se oyen los susurros de la amada y viva risa. Esa que siempre te recordará los motivos por los que seguir viviendo, seguir amando, y ante todo seguir riendo. 

miércoles, 18 de abril de 2018

Algo mejor.

Don't take it to heart
Your company is fine
But I get on better with mine
(On my own, Niall Horan)

Hoy me he acordado de ti, de nuestros momentos justos. Una nota musical que me devuelve al pasado, una canción que me transporta a un baile lento para dos. Una copa de vino dulce y un beso de frío labios. Un par de acordes tocados en la vieja guitarra desafinada y una púa partida en dos tras varias melodías. Era tuya.

Volví a pasar por el bar de los rompecorazones, por el restaurante de los secretos guardados, aquél donde tanta citas tuvimos. De los escondites donde nuestro amor afloraba, de los sitios de la pasión desenfrenada, de besos alcohólicos y abrazos envueltos en perfume.

Te volví a ver en sueños. Soñaba con tus caricias, con los momentos de paz que me aportabas, con las sonrisas secretas bajo palmeras en la playa. Recordé los paseos y el perdernos por las abarrotadas calles de nuestra pequeña ciudad. Pensé en las madrugadas en vela, en las charlas sin fin y las confesiones que yo no sabía que me traerían problemas.

¿Será eso? Quizás tendría que haber callado, no haberte enseñado esa parte de mí que pocos conocían, no deberías haber visto mis inseguridades, los laberintos de mi loca cabeza, de mis tantos pensamientos. Tal vez, no hubiese cambiado todo de la noche a la mañana, ni se hubiese convertido en una mera amistad más, en una relación fría y cordial.

Se acabaron las llamadas sorpresas, las ansias de hacer planes, de escaparnos y de comernos el mundo. Se acabó el vernos en momentos inesperados, de emborracharnos y levantarnos queriendo comernos a besos. No hay más caricias, ni momentos de tranquilidad.

Tampoco discutimos. Sólo una conversación tranquila donde cada uno expuso sus ideas, planteó motivos y razones. Quizás no los entienda, ni tampoco los comparta, pero cada vez que recuerdo, me doy cuenta que ya poco me importa. Fueron días alocados, llenos de sonrisas, de espectáculo y películas entretenidas.

Fueron días para atesorar, así sin más. Caminos que se convirtieron en uno durante un tiempo, mientras bebíamos, mientras reíamos y que luego se se separaron, siguieron por otro sendero bien distinto. Lugares donde otros nos abrazarán, nos protegerán y nos querrán.

No sabemos si será mejor, si las copas tendrán un gusto diferente, ni si la guitarra tocará acordes nuevos o quizás otros que me recuerden a ti. Los bailes lentos se cambian por melodías de fuerza, melodías más movidas, que nos apetece bailar. No sé si será mejor, pero hoy somos libres, hoy tomo las riendas y eso es lo único que me apetece.

Mi propia compañía, conocerme a mí misma, saber lo que yo quiero y a quien quiero. Moverme por nuevos bares, por otros salones de baile y tocar otros instrumentos. Conocer y reconocerme, experimentar y vivir experiencias de las que escribir, de las que inventar historias. Y ante todo, seguir sonriendo, seguir viviendo, mantenerse positiva.

No te lo tomes a mal, fueron buenos momentos. Y te lo he dicho, me acuerdo de ti, pienso en ti. Lo bueno y lo malo e incluso las inseguridades están allí. Sin embargo, no sacaré nada en claro si sigo lamentándome, si sigo pensando en lo que puedo pasar, en lo que no pasó.

Mejor seguir caminando por mi propia montaña, por ese sendero de piedras, rocas y playa. Un paseo que no es fácil, pero que me reconforta. Sigo conociendo a personas, aunque siempre me ponga a mí misma por delante de los demás. Me vuelvo un poco egoísta y prefiero mi propia compañía.

Decisiones que tomo durante el viaje, mientras el avión despega, cuando nadie me ve o cuando todos se fijan en mí. Pienso en lo que quiero y me tiro de cabeza a la piscina, agua de nuevas oportunidades. Así que me despedido, todo fue bonito... Pero quiero un adjetivo mejor que solo el de bonito.

jueves, 8 de marzo de 2018

PODEROSA.

You can be a woman and a boss and wear the trousers at the same time
...
I got the POWER.

(Power, Little Mix feat. Stormzy)

Vaya día ¿eh? Menuda jornada llena de reflexiones, de declaraciones, de reivindicaciones y movimientos que han parado el mundo. Hoy el cielo era color lila con tintes de verde esperanza. Todas en marcha, con ideales diferentes y con un mismo propósito: luchar por nuestros derechos, igualdad, no sentir miedo. 

Hoy nos hemos sentido poderosas, hemos saboreado lo que es el verdadero poder, el llegar a tocar el cielo con la punta de los dedos. Sin embargo, esto no puede parar aquí, no debe ser un día más en el año y que mañana volvamos a la misma rutina de siempre, donde el hombre acaba estando por encima de nosotros. 

Hoy es lila, pero mañana también. Buscamos la igualdad en todos los aspectos de la vida. No tener miedo, salir a la calle sin tener que cuidar nuestras espaldas. Ser diferentes y no seguir a la mayoría, destacar y no sentir las miradas asesinas de los demás. Estar por encima y no tener que aguantar las malas lenguas de los envidiosos. 

Soy mujer y no del sexo débil. Dueña de mis decisiones, actúo acorde a ello. Puedo llevar pantalones, faldas, tacones y al día siguiente un par de viejas zapatillas y seguir siendo mujer. Mostrarme firme y segura de mi misma y no dejar que me pisoteen, que me critiquen, que los "piropos" que se conviertan en escalofríos. 

Maquillarme si quiero, y si no quiero que no me sienta menos mujer, ni menos persona. El problema es que esto no puede acabar aquí, el mensaje no se puede quedar en tan solo el 8 de Marzo. Teñir el mundo de color morado, pararlo durante 24 horas y retomar la sociedad machista al día siguiente. 

He ahí la cuestión. Yo soy mujer ayer, hoy y mañana. Cada día teniendo el poder en mi mano, caminando con la seguridad, creciendo personal y profesionalmente. Aprendiendo, cometiendo errores, saltándome las normas y creando mis propias reglas. Yo domino mi propio juego. 

La lucha no ha hecho más que comenzar. Sin embargo, ojalá el Día de la Mujer no existiese, ojalá pudiésemos celebrarlo todos los días, brindar, hablar alto y dar a conocer nuestras ideas y que sean verdaderamente escuchadas. Ojalá hubiese igualdad y no solo por un día. 

jueves, 1 de febrero de 2018

Mejor así.

I'm just protectin' my innocence
I'm just protectin' my soul
(Too good at goodbyes, Sam Smith)

Bendita inocencia, santa ingenuidad y la buena fe. Mirada transparente y el voto de confianza depositado en aquellos a los que se le tiende la mano. Estúpida bondad  que nos hace "ver" lo mejor de todo aquel que se acerca a nosotros. No existe maldad ni malas intenciones; solo creemos en los errores, pero no en los pecados imperdonables

Dolor propio que se guarda en un cajón jamás abierto. ¿Quién eres y en quién te has convertido? Mirándote al espejo y viendo las cicatrices, las arrugas y marcas de debilidad. Todo escondido bajo una buena capa de maquillaje, preparados para otro día que afrontar. 

Cajón cerrado para nosotros y abierto para las preocupaciones ajenas. El egoísmo propio no existe y por eso acabamos dando, regalando y entregando otro trocito de nosotros mismos. Otro día más donde no sacamos lo mejor de nosotros mismos, donde no nos sentimos cómodos en nuestra propia piel. 

Sin embargo, seguimos siendo de alma transparente y desprotegida. Difícil decir adiós a quien te persigue en los momentos más importantes. Quien te escribe diciendo preocuparse por ti, quien te llama diciendo querer saber de ti o bien quien cree que con un simple regalo se arregla todo. 

Bendita bondad infinita que nos hace creer que hoy será diferente, pero que al llegar la noche todo cae en saco roto. Ingenuidad y estupidez que nos hace tropezar con la misma piedra maldita que se entromete en nuestro camino. Rasguños y heridas que aparecen con cada caída. 

¿En esto nos hemos convertido? En viejos pesimistas, creyentes de vasos medio vacíos e incluso ya rotos. Personas con objetivos, pero incapaces de cumplir sueños propios. De valiosos corazones y santa ingenuidad. Tantas veces nos traicionan y aun confiamos con los ojos cerrados y las manos atadas. 

Entonces mejor ocultarse, esconderse y protegernos a nosotros mismos, nuestra alma transparente, el brillo de nuestros ojos, la sonrisa pícara que de vez en cuando asoma. Mejor abrir el cajón que una vez clausuramos, quitarnos la base de maquillaje y despedirnos de las derrotas y de las llamadas que no interesan. 

Decir adiós, aun conservando la bondad. Despedirnos de nuestra propia ingenuidad y de los regalos que poco harán por arreglar situaciones. Pisar fuerte y tirar por la ventana los fracasos, las malas vibraciones y los chascos que nos hemos ido llevando. Mejor seguir adelante, mejor olvidar el día de ayer. Sí, mañana será mejor. 

martes, 16 de enero de 2018

Libertad.

Siempre dispuesta a nuevos retos, a buscar inspiración, ideas y razonamientos varios, hace unos cuantos meses ya, me propusieron buscar mi propia interpretación a un buen relato. Se me avisó de antemano que no había respuesta errónea y creo que la curiosidad por saber lo que otros piensan es lo que lo mueve a hacer preguntas y a mí a dejar mi granito de arena y entendimiento. 

"Zapatos nuevos" se titula este relato, y para poder entender y deleitarse con él, creo que es imprescindible leerlo. Quizás uno llegue a conclusiones iguales que las mías, otros tengan razonamientos dispares. Sin embargo, no por eso hay que dejar de leerlo: https://blogderamonotas.wordpress.com/2018/01/11/zapatos-nuevos/. Dicho esto, dejemos que las palabras vuelen, y que mi propia situación y pensamientos digan lo que creen haber entendido. 

Libertad. Buscamos libertad para hacer lo que queramos, para movernos por nuestro propio camino, es decir, las decisiones que tomamos, la vida que poco a poco vamos construyendo. Un camino que, muy a nuestro pesar, no es fácil. Piedras, cristales, muros contra los que chocamos, callejones y miles de posibles salidas. Errores que cometeremos, y más de un camino que tomaremos sin saber a donde nos lleva. 

No es fácil, al menos no lo es cuando por fin somos capaces de entender la realidad en la que vivimos. No obstante, nacimos ingenuos y quizás sobreprotegidos. Ahí entran los zapatos nuevos. Nos suponen un problema, sí, nos lastiman los pies al caminar, pero no hieren tanto como al ir descalzos.

Nos allanaron el camino, es como si nos hubieran metido en una pequeña bola de cristal, en una de esas burbujas que no nos permiten verdaderamente tocar el exterior, pero tampoco que nos hagan daño. Aun así, somos personas curiosas por naturaleza, y queremos ver lo que hay más allá o bien creemos que esa burbuja no es suficiente, que no encajamos, que la curiosidad nos ayudará a crecer, a formarnos como personas. 

Y sí, hacemos caso a quienes están a nuestro alrededor, a quienes nos apoyan incondicionalmente y no nos juzgarán. Así que nos descalzamos, caminamos buscando respuestas y valorando lo que nos rodean. Esos zapatos se nos quedaron pequeños y aún no hay unos que nos llamen la atención. Vamos por el camino lleno de piedras, las cuales nos harán daño. 

Tendremos una mochila que llevaremos a las espaldas, que cargaremos de reproches, de decepciones, de risas, amores, vivencias y experiencias. Nuestras propias etiquetas y una mochila de nuestra propiedad de la cual sólo nosotros nos debemos hacer cargo. Pero claro, aunque parezca que no, normalmente buscamos el camino fácil, que nos lo entreguen todo en bandeja de plata, ya masticado. 

Así que si ya teníamos los pies lastimados, el ir descalzos no ayudan. Así que más que pedir ayuda, exigimos que nos aúpen. ¿No estamos ya mayorcitos? Además, igual que nosotros vemos problemas en nuestros pies descalzos y los cargamos en nuestra mochila, a quien exigimos también tiene sus problemas y tiene esa propia mochila de la que hacerse cargo. 

Así que sí, debemos solucionar nuestros propios problemas, tomar las decisiones acarreando con todas las consecuencias posibles y seguir caminando y descubriendo para poder crecer y madurar como personas. Suspirar de resignación como niños pequeños que no consiguen su propósito no sirve de nada, igual que tampoco servirá el quedarse estancado en el mismo sitio, con miedo a querer avanzar, porqué nos asusta el no saber que nos encontraremos a lo largo del trayecto. 

Y somos niños que miramos al cielo, quizás esperando una respuesta o una señal divina. Un cielo rojizo, donde se mezclan pensamientos, ideas, errores, y quizás el mural de nuestra vida: por eso no hay claridad en él, sino una mezcla de colores vivos. También entendemos que tenemos un camino a seguir y no siempre tendremos a quien nos proteja. Supongo que no soy capaz de imaginar un trayecto recto, llano, sin charcos, ni lagos en los que nos hundiremos. Nada fácil ¿verdad?

Espero que hayáis disfrutado de su "Ramonotas" y que saquéis vuestras propias conclusiones. Supongo que los sentimientos del momento hacen que nuestro juicio se nuble y que de ahí nazcan nuestras propias interpretaciones, y por eso yo he llegado hasta aquí. Tras leerlo un par de veces y siguiendo mi análisis, creo ser ese niño curioso que se descalza para descubrir entendiendo que si bien alguien puede tenderme la mano, he de ser yo quien dé pasos por mi propia vida. 

Yo tomo esta posición y el narrador no sé si se posiciona con alguno de los dos protagonistas o bien tan sólo se acaba convirtiendo en el cielo que dice no juzgar y ser un mero espectador de las situaciones que se producen en el día a día. Ahora bien, la madre tiene un bagaje que el hijo aún no ha conseguido, así que no se puede estar al mismo nivel. No se tiene la misma experiencia. 

Aprenderemos y dejaremos que nos enseñen. Caminaremos y quizás también bailaremos. Dejaremos que nos juzguen y guardaremos esas etiquetas. Tropezaremos y no tendremos a quien nos espere en el mismo escalón de siempre. Eso sí, buscamos nuestra propia libertad y el poder vivir. Pues sí; libertad. 


Dicho esto, recordar que si bien es una interpretación, hay que leer la base de mi inspiración y quizás dejar los zapatos nuevos en el armario. Por último, no hay un motivo para ello, pero al leer el relato y yo ponerme a escribir había una canción que no dejaba de rondar por mi mente, y soy mucho de inspirarme según canciones que voy escuchando. "La Libertadde Pablo López. 



Tren, venda, teléfono.

No quiero azul
No quiero en línea ni ocupado
No quiero movil a las 6 de la mañana
Quiero que escuches...
(El teléfono, Pablo López)
No paro de darle vueltas, no dejo de pensar en lo que ocurrió, en lo que jamás sucedió y en lo que pudo haber pasado pero que se quedó en la nada. Tenía una venda en los ojos, un simple lazo blanco que poco a poco se iba cayendo, me iba deshaciendo de ella. 

Ahora eran visitas de cortesía. Trenes que se cogían con las pilas cargadas y llena de esperanzas. Tras sentarnos e inundarnos del silencio del vagón, dejando que el sol nos deslumbre todo cae en picado. El silencio no es buen compañero, ni el triste guitarrista que se acaba de subir. Garabatos que se convierten en viejas sombras, móvil en mano esperando una respuesta y tu canción favorita de fondo... 

Sales de la estación, crees que los pensamientos del trayecto han sido en vano, demasiado silencio y mucho tiempo para pensar, para ahogarte en tu propia mente. Subes la vieja escalinata, y al poner un pie en la calle, con el sol resplandeciente crees que te comerás el mundo. Nada más lejos de la realidad. Al final, es el mundo que te acaba desbordando. 

Las pilas se agotan rápidamente, quizás deberíamos ya cambiarlas, dejar de utilizar las mismas. La canción está en modo repetición y no ayuda a nada más que a darle las vueltas a todo lo que el viejo trapo de tus ojos ha ido tapando. Estás ahí, al pie de calle esperando respuesta, esperando un mensaje para saber dónde estás. ¿Llegas ya? 

Cuando llegas, vuelve el silencio incómodo, aquel que no se asemeja en nada al del tren en el que iba. Me hace pensar, intentar adivinar el acertijo, el saber por qué se ha vuelto un silencio incómodo. Mientras caminamos por las abarrotadas calles, mientras todos ríen y gritan mientras dan un leve paseo, a ti y a mí nos envuelve el más grande de los silencios. 

Cuando por fin decides hablar, cuando decides alzar la voz; no traes buenas noticias. Una cascada de malas noticias entran en mi vida, en mi día a día. Ya me lo esperaba, aunque tal vez estaba intentando retrasarlo hasta el último minuto. ¿Es este ya el último momento juntos? Puede ser, no das explicación y cuando lo haces, no me escuchas. 

Solo pedía eso, un poco de comprensión, un poco de tiempo, de entender que las prioridades entre tú y yo son completamente diferentes. Sin embargo, era más fácil ignorarme, mentir diciendo que estabas escuchado, leer mi mensaje y pedir perdón 3 horas después de haberlo leído, o contestar a altas horas de la madrugada. 

Entramos en el viejo bar, en aquél que solíamos ir cada fin de semana. Los camareros ya nos conocen, pero también ven el cambio en nuestra dinámica. Tú en el móvil y yo mirándote, esperando alguna reacción por tu parte. La venda va cayendo un poco más, mis ojos empiezan a ver la verdadera luz. Los camareros ya la habían visto hace tiempo. 

No supiste esperar y tuviste demasiado tiempo para dar respuesta, para entender y comprender. Fuiste tú quien retrasó lo inevitable; y el motivo no lo sé, pero tampoco me interesa. Nos despedimos, tú por tu lado y yo por el mismo. Ni siquiera fui capaz de coger el mismo tren contigo, en ese momento no podía soportarte. Prefería la compañía del acordeón del vagón 3, el silencio de un tren con dirección desconocida y las miradas y sonrisas de aquellos que me miraban absorta en mi libreta. 

Los rayos de sol hacen contraste en mi piel y mientras vuelvo a casa sonrío. NO hay motivo, pero tampoco me paro a pensar en ti. Ahora las tablas se han girado y yo no contesto cuando escribes, cuando llamas o cuando buscas una torpe excusa para verme. Sonrío porqué ya es demasiado tarde, y poco se puede hacer. La venda está en el suelo, el teléfono apagado, las voces no se oyen, y el tren llega a su destino; mi propia vida. 

jueves, 4 de enero de 2018

Una carta, tu carta.

Leí tu carta. Bajo capas de cobijas y enredada entre sábanas, me deleité con tus palabras, con la forma tan delicada que tenías de escribir. La leí mientras se apagaba la llama de aquella roja vela, mientras la luna se iba escondiendo y dejaba paso a las primeras horas de la mañana. Reseguía tus pocas frases incoherentes, y seguía creyéndome cada una de tus palabras. 

Hoy leo tu carta. Me siento en el borde de mi cama y abriendo con extrema delicadez ese sobre rasgado empiezo a releer las primeras líneas que en su momento tanto me llenaron. Comienzo con ese mensaje de recibimiento, ese saludo especial. Continúo con miedo, pensando en lo que continúa tras las primeras palabras. Me asusto porqué ya no te creo nada, absolutamente nada. 

Las promesas se convirtieron en falsas esperanzas, las palabras en mentiras y tus anécdotas en meros recuerdos. Lo peor es que me sigo envolviendo, me sigo enredando en la espiral de todo aquello que dices, de todo aquello que solías prometer. Me imagino ese futuro prometido y esas aventuras que, según tú, viviríamos juntos. 

Sonríes, se te escapa la sonrisa mientras me miras, mientras prefieres decirme que mejor romper esa carta, que quizás cuando la habías escrito ya ibas pasado de copas. Una pequeña carcajada, otra historia más que cuentas, pero que yo no puedo creer. Hay algo sospechoso en todo esto, una pieza de puzzle que no encaja. 

Entonces, leeré tu carta. Intentaré ver que se esconde entre líneas, cual es la verdad que no me estás contando, que te guardas como si del más oscuro secreto se tratase. Decido escribirte, preguntarte por ello... No puedo verte, no me lo permites, las cosas han cambiado y no crees que sea conveniente. Así que, tal y como tú hiciste un día, me planto frente a una hoja de papel para poder escribirte. 

Y la leo, repaso cada frase que dejo plasmada, no quiero cometer errores, ni tampoco sobrepasarme. Creo que estoy preparada, que puedo retirar las mantas, salir del enredo de sábanas, de levantarme del borde de mi cama; creo que puedo enviar esta carta, que leas mis pensamientos e inseguridades. No lo hago. 

Lo único que repito en esa maldita hoja es una única pregunta. ¿Por qué? Todo era un mero montaje, un escenario lleno de falsas ilusiones, de trucos de magia y de algún que otro chisto. Un juego de luces que engañaba nuestras mentes, que nos hacía ver donde no había nada. Y no te creo, reapareces pero no puedo creerte. 

Pienso que se trata de otro truco, de otra carta más llena de líneas borrosas, de tinta negra que se empapa de lágrimas que caen, de rabia que se apodera de mi, de ingenuidad que se plasma cuando dejo que el bolígrafo quede muy bien marcado, que el papel quede rasgado. Y sigo sin creer, sin suponer que es cierto. 

Leí tu carta sonriendo, para luego llenarme de tristeza, de rabia, desesperación y decepción. Te reías, y ahora me río yo. Te digo que no pasa nada, que son los errores del pasado los que nos hacen más fuerte, los que nos ayudan a crecer y a superar cualquier obstáculo. Derribamos muros y luego volvemos a construir nuevos, los cuales creemos que serán infranqueables. 

Esta vez será más difícil, esta vez tus cartas no harán nada. Las canciones dedicadas y las velas regaladas que nos transportaban a otro mundo se quedan guardadas en baúles. Tus consejos los tiro por la borda y al final, las hojas de papel escritas no las rompo, pero tampoco las leo. 

miércoles, 3 de enero de 2018

Tras dos o tres días...

Me olvido de todo, me olvido de mi 
Me olvido del tiempo que nos dedicamos 
A ratos me olvido 
(Hábito de ti, Vanesa Martín)

Quise hacer como todo el mundo, cerrar puertas, acabar libros y echar fantasmas el día 31 de diciembre del 2017. Hacer un recopilatorio de lo bueno y lo malo justo antes de empezar el nuevo año con 365 oportunidades. Otra vez más; no pude. 

Será que mi año no empieza hasta que ya hemos alcanzado los primeros días de enero, y claro, si se ser exactos se trata hay que contar 12 meses, 365 días y no sé cuantas más horas. Si esto es así, mi nuevo año no empieza hasta llegados hoy o quizás mañana. 

La fiesta de Nochevieja, la resaca del día 1 y el volver a orientarse del día 2, no hacen más que perjudicar todos mis sentidos y nublar mi juicio, pensamientos y sentimientos. No sería clara, ni haría una buena recapitulación. Así que aquí estamos, dejando pasar las noches hasta atreverme a cerrar otro ciclo. 

Sin embargo, no me atrevo a escribirlo y quizás tampoco quiero. No me apetece gritar a voces los secretos que pocos saben, ni explicar aquello que hice en mi último viaje. Tampoco quiero comentar aquello que me ha ido marcando, las personas que se han marchado o bien las aventuras que emprendí siendo ilusa y soñadora. 

Quiero guardármelo todo para mí, atesorar los días únicos y las risas en rincones dispares. Viajes y sonrisas escondidas tras botellas de cerveza y copas de vino inexistentes. Prefiero hacer borrón y cuenta nueva, pensar que en el 2018 se repetirán los momentos buenos, echaré los malos y aprenderé de los errores. 

Propósitos de año nuevo que no he hecho y que, por ende, no se cumplirán. La aventura de vivir día a día, sin pensar en el lejano futuro y tan sólo quedándonos con el más próximo. Dicen que el cambio a un nuevo año te abre y brinda nuevas oportunidades. 

Se cierran puertas y ventanas, clausuramos castillos y escondemos baúles. Dejamos que pequeños rayos de esperanza se cuelen, que salgamos con espíritus renovados y con sonrisa de oreja a oreja. No queremos creer que todo irá cuesta abajo, en declive. 

Nuevas aventuras, escapadas, promesas -algunas falsas y otras ciertas-, lágrimas, risas, secretos y fantasmas. Todo incierto en el futuro y solo nos queda el pasado vivido y que ya no se puede cambiar. Así que antes de cerrar libro, nos emborrachamos, olvidamos y no pensamos ni en los remordimientos que nos persiguen, ni en capítulos finales de historias que deben acabar. 

Y olvido o no recuerdo. No pienso en mis historias, en mis cuentos. No miro hacia nada de lo que pasó desde el día 2 o 3 de enero del 2017. No reescribo una historia pasada, ni dejo caer palabras que formen redacciones de lo que viví. Lo callo, me lo guardo, y olvido para volver a empezar, para tomar un nuevo rumbo y desearme lo mejor a mí misma. 

Bienvenido año nuevo, adiós al viejo. 


Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...