viernes, 29 de diciembre de 2017

Travesía.

It's a hard road
As far as I can see
I don't know where I'm going...
(You and me, Niall Horan)

Otra carretera más, otro camino desierto por el que girar, otra curva que tomar y otro futuro incierto. Desconcierto total, no saber qué ni cómo ha sucedido, ni como hemos llegado hasta este punto, hasta este camino lleno de piedras, cristales rotos, espinas y hoyos en los que uno podría hundirse. 

Tener un sexto sentido para saber que camino perseguir, aunque aún no sepamos el destino final. Tener un pequeño presentimiento, un pálpito que nos avisa de que algo va a ocurrir o quizás ya ha pasado. Saber que, una maldita vez más, las tornas se han vuelto a girar, otra historia más escrita y que también ha finalizado. 

Las situaciones se van enfriando, los sentimientos también. Nuestras opiniones cambian, y el significado que éramos capaces de darles al ahora y el momento es completamente distinto; sino inexistente. Hablábamos de la vida, de los sueños, e incluso de las aventuras que buscábamos para el futuro. Buscábamos un propósito, un significado a toda aquella acción hecha y deshecha por nosotros. 

Resulta que todo está en verbo pasado, que ahora el presente es completamente diferente. Que el sexto sentido que corría por mis venas era cierto y que ya no es lo que un su momento fue. Del día en que hablamos durante horas ya no queda ni rastro, del té caliente y sabroso que se derramaba por tus labios amargo estaba y de la foto que atesoraba entre diarios y notas, solo hay pequeños pedazos. 

Una promesa en vano, y otras tantas mentiras. Un camino que quisimos tomar juntos, pero ahora son paralelos, sin punto de encuentro. Y me pierdo. Estoy desorientada, sin saber donde ir, sin poder escoger un camino correcto, si llegase a haber alguno. Me pierdo sin poder encontrarme, sin ver y lo que llego a ver es un largo camino con distintas direcciones. 

Sé que no te necesito para escoger uno, pero tienes el don de la oportunidad. Aquí te veo, intentando retomar el contacto, queriendo volver a la normalidad. ¿Será que te habrán abierto los ojos? Quizás te dieron el sermón de las tres, y ese sí que fuiste capaz de oírlo. ¿Pero por qué no me escuchaste a mí? 

Son fallos, errores que nos hacen aprender. Buscamos nuevas oportunidades, nuevos objetivos. Dejamos de aferrarnos a quien un día nos hizo daño y también a todo aquél que no supo, ni quiso quedarse. Soltamos a quien poco aporta, a quien ha dejado de aportar o a quien tras un gran escudo se esconde. ¿Será que habrás mentido? 

Otro presentimiento, otra luz de advertencia, el sexto sentido vuelve a nosotros. Escogemos camino, carretera, sendero. Caminamos, conducimos, corremos, tomamos la ruta que más nos apetezca, que se adapte a nuestras necesidades, a nuestros sueños. Continuamos de frente, saliendo de curvas con éxito y no temiendo a los barrancos del lado derecho. 

Sigue siendo un mundo desconocido, un lugar por descubrir. Solía pensar que entre la multitud te encontraría, que viajando y escalando aparecerías. Sin embargo, tu imagen se difumina, se camufla entre las sombras. No te veo y no pienso buscarte. Tal vez ese será mi error, por eso nos distanciaremos, a lo mejor seremos un mero recuerdo, otra vivencia que guardar. 

Dejaremos que pase el tiempo, que los sentimientos se calmen, que la vida nos brinde nuevos momentos, y peculiaridades de las que aprender. Otro coche y otro copiloto. Otro trayecto y más decisiones por tomar. O a lo mejor nos bebemos la copa de vino que nos espera, siempre en el mismo café, siempre en el mismo bar. 

Bebemos y olvidamos el hoy, el mañana y parte del pasado que nos atormenta o que simplemente nos ronda por la cabeza. Seguir paseando sin prestar atención, sin remordimientos. Ser atrevidos e impulsivos, parar en la vieja cantina donde la copa nos espera, beber y seguir en la más larga travesía. Te preguntaría si quieres unirte, si lo quieres vivir conmigo. Pero, pocas esperanzas puedo guardar de ello. 

Te quedarás en la mesa del fondo, copa en mano y esperando a que yo te acompañe, a que descanse y pase una buena noche en tu compañía. Y recuerdo que caminando por un antiguo bulevar, miraba las estrellas y disfrutaba de la dulce brisa de la noche, hojas verdes que me rozaban, sentir que era acariciada y protegida por todo aquello que rodeaba un bulevar. Y decidí que prefería esa compañía y ese camino. 

lunes, 18 de diciembre de 2017

Interpretando...

Una insiste en leer y luego debe interpretar. Confieso —y espero— que no haya respuesta incorrecta, ni falsa ni cien por cien cierta. Tan sólo los pensamientos de una loca lectora con afán de escribir y expresarse. Una no hace más que darle vueltas al tema... 

Queremos crecer, madurar, cometer errores, vivir experiencias, llevar a cuestas nuestra casa, tener responsabilidades. No queremos vivir encerrados en una caja de cristal, queremos crecernos ante las adversidades, que nos dejen libertades. Los zapatos se convertían en esa caja de cristal, apretando, haciendo daño. 

Busquemos soluciones. Nos dan la libertado, tú tienes el mando. Te dicen que te puedes descalzar y ves que parte del dolor se alivia, que ahora eres el dueño de tus propias decisiones ¿te crees que no tendrán consecuencias? Créeme, toda acción repercute, igual que hay motivos también habrá diferentes resultados. 

Eso sí, el camino no es llano, ni fácil. Habrá complicaciones y obstáculos a superar. Nada es dado en bandeja de plata, ni con un broche de oro. Hay piedras en el camino, heridas que nos haremos, miles de errores que se cometerán, fallaremos una y otra vez... Y eso nos hará madurar, crecer como personas. 

Los zapatos no aprietan y la libertad está ahí. Sin embargo, si el camino no es fácil no estamos satisfechos. Mejor que sea otro el que tome las decisiones, que otro acarree con nuestros problemas, con nuestras decisiones. Poder echarle las culpas a otro, a alguien que ya tiene su propia vida, sus propias acciones de las que hacerse cargo. No queremos salir lastimados, no queremos hacernos cargo. 

¿Por qué? ¿Miedo, inseguridad, indecisión? Tal vez pensamos en el qué dirán, en todo aquél que nos juzgará, que nos criticará e intentará mirarnos por encima del hombro. Sin entender que no nos debería importar lo que otros piensen, que quienes importan no te juzgarán, ni te darán la espalda cuando lo necesites. 

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...