lunes, 11 de julio de 2016

Path.

Lo que me llevará al final;
serán mis pasos, no el camino. 
(Antes de que cuente diez, Fito y Fitipaldis)

Caminamos descalzo por esas arenas que cada verano pisamos. Caminamos dejando nuestra huella, creyendo que al volver seguirán estando ahí. Uno no recuerda que el oleaje que llega a la orilla las borra, uno no recuerda que no es el único en dejar sus huellas en ese mismo camino. 

Nuestros caminos no nos definen, no nos hacen ni mejores ni peores personas. Nuestros caminos son una suma de pasos, de huellas que sí han quedado marcadas. Aquellas que son imborrables, que han marcado a uno. Momentos no tan buenos, pero que nos han ayudado a crecer, a madurar. 

Nuestros pasos definen nuestra personalidad, nuestra forma de ser. Las huellas de las que hemos aprendido nos dicen hacia donde vamos, hacia quien nos dirigimos. Dejamos por el camino a muchas personas, borramos huellas, borramos a amigos que con el paso del tiempo queremos recuperar. Sin embargo, hoy pensamos que no es el momento idóneo. 

No es un camino fácil, ni llano. Y nunca, nunca es el mismo. A medida que nos movemos nuestros caminos cambian, el entorno que nos rodea es diferente, el paisaje nunca es el mismo. Ya no cenamos en aquel que solía ser nuestro bar preferido, ni vamos a aquella tienda en la que encontrábamos todo lo que nos gustaba y más. 

Nuestros hábitos cambian. Aquello que hacíamos ayer, quizás hoy ya no lo hacemos. Hemos decidido cambiar de rutina, cambiar de camino. Movernos por otros sitios, conociendo mundo, conociendo nuevas personas. Gente que no nos juzga, que no nos presiona a ser quien no somos. Personas que no piden explicaciones, ni quieren excusas. 

Se nos abre un nuevo mundo y eso es lo que todos queremos. No nos juzgan, no nos critican por detrás, ni de frente. No hay motivo para hacerlo. Entienden que tenemos un camino a seguir, unos sueños por cumplir. Comprenden que hemos cometido errores de los que hemos aprendido, recuerdos que siguen presente a cada paso que damos y nos hace actuar y pensar tal y como lo hacemos. 

Quizás no sean amigos de verdad, o tal vez con el tiempo se conviertan en ellos. Nos dejan mostrarnos tal y como somos, siendo imperfectos. Entendiendo que seguiremos cometiendo errores, dejándonos cometer errores. Ellos no te presionan, no te obligan, no te prohíben. 

No te hacen sentirte insegura con pequeños comentarios, ni te hacen sentirte infravalorada. Te muestras tal y como eres, pensando en ti misma, siendo egoísta. Quieres ser feliz, y por una vez piensas en ti, en tu camino, en aquello que quieres y deseas. Dejas atrás todo miedo e inseguridad, todo comentario que fue ignorado, o dado de lado. No piensas en las veces que no te cogieron el teléfono o los mensajes leídos y borrados sin contestación alguna. 

Muchos actúan inconscientemente, y no por egoísmo. Hacen cosas sin pensar, ni en ellos ni en nadie. No sabes como le puede llegar a sentar a la otra persona y, aun así, saltas al vacío. Te lanzas a un viaje del que no sabes si saldrás viva, sin secuelas, sin huellas imborrables. 

Aquél que un día decide ser egoísta le ha dado mil vueltas a la situación. Ha valorado los pros y los contras, ha pensado en todos aquellos que le rodean; yo he pensado en todos vosotros. Sin embargo, un día, así sin más, decides que ya has tenido suficiente, que estás harta, cansada, malhumorada. 

Te deshaces de tus trapos viejos, tiras por la ventana las viejas telas que ya no quieres, que ya no sirven. Te despides de los sueños de los demás, de las presiones que otros te imponían para ser mejor, para ser otra persona. Eres un nuevo yo, te pones tu mejor vestido. Te pones ese vestido que nunca te ponías por miedo, por las inseguridades, por los comentarios de otros. Y decides salir. 

Quieres comerte el mundo, has aprendido de las huellas del pasado. Has aprendido de tus pies marcados en la arena, de esos momentos inolvidables, aunque a la vez dolorosos. Eres tú misma, no piensas en el qué dirán, ni siquiera en quien lo dice.

No te giras, ni prestas atención a quien no lo merece, a quien has decidido sacar de tu vida y tirar por la borda. Con paso firme y con la cabeza bien alta, pisando fuerte, demostrando lo que vale y quien verdaderamente eres.

Caminas, así, sin más. 

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...