martes, 29 de marzo de 2016

Cometas y globos sueños son.

No te rindas que la vida es eso,
continuar el viaje,
perseguir tus sueños,
destrabar el tiempo,
correr los escombros y destapar el cielo.
(No te rindas, Mario Benedetti)

Como aquella cometa que vuela libre por el aire cuando hemos dejado escapar el hilo, como aquel rojo globo que se pierde en el cielo azulado, yo quiero volar. Quiero seguir soñando con un futuro mejor para mí y para los míos, soñar con todo lo que me queda por hacer y aquello que no podré hacer. 

Como aquel niño que persigue su cometa con ansias o el globo rojo, yo quiero perseguir mis sueños. Quiero ser capaz de alcanzar todo lo que me proponga. Quiero viajar, conocer mundo, conocer gente nueva y otras culturas. Deseo tener una mejor y mayor perspectiva del mundo. Quiero aprender, reír y soñar. 

Y cuando el niño llore, yo quiero seguir luchando. No quiero conformarme, ni quiero creer que se me ha escapado de las manos, que no puedo alcanzar aquello que tanto había deseado, con lo que tanto había soñado. Atrapar el hilo y no dejarlo ir, no dejar que otra oportunidad de escape. 

Y si el niño consiguiese un nuevo globo, una nueva cometa, yo buscaría otras opciones. Si una puerta se cierra, otra se abre, y sino siempre hay una ventana. Por más pequeña que sea, por más sucia y rota que esté, siempre habrá una ventana para abrir, para escapar, para ver cielo, mundo. No todo está perdido, otras oportunidades aparecerán. 

Saber que en esta vida no te regalan nada, ni las cosas caen del cielo. Entender que todo tiene un precio y que el esfuerzo siempre merece la pena. No se puede ver todo de una manera negativa, verlo todo negro sin ser capaz de interpretar los contrastes. 

Quien quiere, quien lo desea con todas sus fuerzas siempre encuentra un motivo, una razón para seguir creyendo, seguir soñando y no tirar la toalla. Quizás haya que buscar entre escombros, quizás deberemos mover mar, cielo y tierra; pero eso nos da igual. No hay motivo por el que tirar la toalla. 

Y es que quizás yo soy como aquel niño que no desiste, que persigue su globo y su cometa, yo no me rindo. 

No te rindas por favor no cedas,
aunque el frio queme,
aunque el miedo muerda,
aunque el sol se ponga y se calle el viento,
aun hay fuego en tu alma,
aun hay vida en tus sueños,
porque cada dia es un comienzo,
porque esta es la hora y el mejor momento,
porque no estas sola,
porque yo te quiero.

miércoles, 16 de marzo de 2016

Milésimas de segundo.

Es como si de repente, de la nada, todos los recuerdos volvieran a ti. Es como quien cierra los ojos para ver pasar su vida, sus momentos, lo bueno y lo malo en tan sólo milésimas de segundos. Todo lo demás se desvanece, se esfuma y solo quedas tú. 

Tú, que estás ahí, frente a tus recuerdos, frente a tus miedos. Ves como todo sucede desde otra perspectiva, le das más vueltas a lo ya sucedido, a lo que una vez te hizo reír, llorar, sufrir, gritar. 

¿Qué hice mal? ¿Dónde me equivoqué? Entregué parte de mí, de lo que soy ahora y de lo que fui en aquel momento. Estuve cuando me necesitaste, cuando creías que ya nada podía ir a peor. Incluso te defendí cuando los demás te daban la espalda, cuando aquellos que decían ser tus amigos te atacaban. 

Sin embargo, me equivoqué. Pensé que tú serías diferente, que no harías como tantos otros hicieron, que no desaparecerías, no te irías. ¡Incluso lo prometiste! Recuerdo aquel día de otoño, o quizás ya era invierno... La cuestión es que recuerdo lo que dijiste, recuerdo mirarte a los ojos, mirar el movimiento de tus labios mientras me grababa a fuego lo que decías. 

Eso nunca pasará, no dejaré que nada de esto nos afecte. No tengas miedo. 

¿No tengas miedo? ¿Nunca? ¿Por qué decidí creerte? Fui estúpida, creí en tus promesas, en aquella única palabra: nunca. Era obvio que un día todo esto nos iba a explotar en la cara, que todo iba a ser tirado por la borda, que iba a salir por la ventana, la puerta o por donde fuese para no volver. 

Dejaste de hablarme, dejaste de interesarte por mí, dejaste de preocuparte. ¿Y yo? Yo seguía siendo ingenua, creyendo que volverías, que tan solo era una fase, que no era el momento adecuado y que quizás necesitabas ordenar tus ideas. Demasiado ingenua fui... 

Fue por terceras personas que pude saber de ti, que me enteré de como te iba. Nunca volví a recibir un mensaje, y en el momento que lo recibo está demasiado vacío de significado. A su vez, fueron otras terceras personas las que quizás te dieron a entender que te alejaras de mí. ¿Nunca te arrepientes? 

Uno hace más caso a aquellos que tiene a su lado, aunque no sepan nada de como funcionan las amistades de los demás, que a sus propio sentimientos, que a sus propias palabras. Rompiste una promesa, sí; o quizás no fue la única que rompiste. Sin embargo, te dejaste llevar por lo que otros, que no sabían como funcionaba nuestra amistad, decían. 

No tuviste criterio propio. Nunca tuviste criterio propio. Dejabas que los demás decidieran por ti, no te ensuciabas las manos, intentabas salir de rositas, quedar bien con todos, no enfadar a nadie. Jamás valoraste a las personas por lo que verdaderamente valen. 

¡Dios! Compartí tantas cosas contigo, te conté secretos, miedos que tenía. ¿Y todo para qué? Para nada, para ser una más en la interminable lista de las personas que deshechas. Para que tu continuases con tu vida, creyendo lo que otros decían sin tener en cuenta que nuestra amistad era diferente. 

A veces, me apetece escribirte. Querría enviarte un mensaje, preguntarte qué nos pasó, quién te dijo algo que te hiciera cambiar de parecer. Me gustaría entenderlo todo, comprender cuando dimos un paso en falso. No obstante, no escribo, ni siquiera soy capaz de releer las conversaciones antiguas, las he eliminado. 

No te hablo, no te escribo, pero muchas veces te pienso. No me malinterpretéis, no te pienso de un modo romántico: tan solo dejo que los recuerdos pasen por mi mente, que al cerrar los ojos pueda ver todo lo sucedido en tan sólo milésimas de segundo. 

jueves, 10 de marzo de 2016

"Estoy aquí para ti."

But if by chance you're here alone
Can I have a moment before I go?
'Cause I've been by myself all night long
Hoping you're someone I used to know
(When we were young, Adele)

Son muy pocos los que verdaderamente sienten, sufren, viven y aman con pasión. Son muy pocos los que son capaces de no centrarse en sí mismos y prestar, aunque solo sea por un día, un poquito más de atención a aquellos que están alrededor. 

No todos saben apreciar a quien tienen a su lado, ni siquiera ven más allá del primer vistazo echado a una persona. ¿Por qué no mirar más allá? ¿Por qué siempre quedarse con la primera impresión, fijándose únicamente en la apariencia física?

Pocos entienden las inseguridades que uno provoca. Un "tú ni caso" no sirve de mucho cuando hay alguien capaz de desmoronarte, de tirar por tierra todo lo que has construido, tus sentimientos. Es como quien arroja todo lo vivido por la ventana, todo a lo que nos aferrábamos. 

Todos los días, cuando nos levantamos, nos miramos al espejo y sé que todos pensamos (o al menos lo intentamos): "hoy me siento bien, me veo bien". Sin embargo, al salir de la seguridad proporcionada por nuestro hogar, todo eso se desvanece. Es como si ese espejo se rompiese, se desquebrajase en pequeños trocitos de cristal. 

Ojalá me prestases más atención. Ojalá vieras como duele, como necesito de un apoyo como el tuyo. Me gustaría que me hicieses sonreír como tantas veces has hecho sonreír a tantos otros. Deberías estar a mi lado abrazándome, protegiéndome, no dejándome caer. Si por una sola vez te fijases en mí, me mirases...

Me gustaría que vieras que no siempre soy fuerte, que hay veces que ese espejo que tengo en mi habitación se parte más fácilmente. No hay manera de pegar, de reunir los pedacitos y hacer como si nada pasara. Los comentarios son infinitos, caen como si de lluvia se tratase. No sabes que hacer. Tu autoestima cae en picado. 

Si por una vez fueras capaz de llegar a tiempo, de aparecer cuando todos ya se han ido, cuando el telón ha caído, cuando la función ha acabado. Cuando todos han desaparecido perdiéndose entre las sombras, me encantaría que aparecieses. 

Si solo por una vez me vieses a mí, solamente a mí. A aquella niña inocente que cada día se levanta con la esperanza de comerse el mundo, de sonreír de ayudar, de levantar el ánimo a quienes están a mi lado. Si por una vez te fijases en mí, vieras más allá de esos cinco estúpidos minutos que uno se digna a dedicar. 

Si tan solo fueras capaz de entender que hoy por hoy, estoy aquí por ti. Que si sonrío, si sigo adelante, si no dejo que me pisoteen más es por ti, por tus sonrisas, por tus comentarios, por las ganas con las que te comes el mundo. 

Ojalá te preocupases por mí, ojalá hoy me escribieras, aunque solo fuese para decir estoy aquí para ti.

martes, 8 de marzo de 2016

Mar de sensaciones.

Nos volvemos a despedir. Igual que aquella fría mañana de Noviembre, hoy volvemos a decir adiós. Otra vez, otra vez hemos sido incapaces de evitarlo, nos hemos rendido fácilmente, hemos tirado la toalla en un abrir y cerrar de ojos. Frente a las adversidades, no hemos querido continuar, ni siquiera seguir avanzando. 

Hemos querido el todo o nada, y por cobardía o miedo nos hemos quedado en el nada. Ni siquiera fuimos capaces de esperar, de dejar que los acontecimientos sucedieran a su ritmo, sin prisa ni pausa. Quisimos todo en el momento, sin ser capaces de pensar en las consecuencias, sin ver que, otra vez, nos volveríamos a decir adiós. 

Nos separamos, cada uno escoge un camino nuevo, un camino diferente. No queremos mirar atrás, no queremos girarnos, ni hacer más larga, ni dura esa despedida que llevamos tiempo prolongando. Sin embargo, la tentación es más grande, y volvemos a caer en ella. Mirarnos a los ojos es el mayor de nuestros pecados. 

Al mirarnos, nos perdemos en un mar de sensaciones, en un mar de sentimientos. Fluyen y confluyen en nuestra cabeza, en nuestro corazón. Nos inunda un intenso dolor en el pecho: el arrepentimiento. Todo lo que hicimos y no debimos haber hecho, todo lo que no hicimos y pudimos haber hecho. Aun así ¡míranos! Estamos frente a frente, perdidos en nosotros mismos, en nuestros sentimientos, en el amor y el dolor. 

Nadie quiere echar la vista atrás, pero tampoco somos capaces de apartar la mirada. Saber que fuimos tanto, saber que compartimos tanto y ahora de todo aquello queda poco. Sólo queda ese cálido susurro de buena mañana, el dulce aroma de tu perfume favorito, o el rojo de mis labios en tu cuello. Quedan memorias borrosas de lo que un día fuimos, de lo que ya no somos. 

Así se hace más grande la distancia. Es como ir retrocediendo, sin dejar de mirarte, sin dejar de recordar. Entonces, cuando una pequeña lágrima roza mi mejilla, resbala y cae al suelo, eres tú quien decide apartar la mirada, agachar la cabeza, huir, correr, no mirar atrás. 

No soportas el dolor, ni lo que aquella pequeña lágrima supone. Representan decepciones, humillaciones, las veces que no fuiste capaz de tenderme la mano, ni de coger mi llamadas. Supone probar de tu propia medicina, las veces que me hiciste sentir pequeña, y poco querida. Entiendes lo que yo he significado para ti, lo que tú has significado para mí. Por eso te vas, por eso me dejas sola y perdida en mi propio mundo, en mis propios sentimientos. 

Y fue tan fugaz tu desaparición que no pude decir adiós, aunque fuese por una última vez. 


lunes, 7 de marzo de 2016

Because I'm happy!

I only see my goals, I don't believe in failure
Cause I know the smallest voices, they can make it major
I got my boys with me at least those in favor

(Seven Years, Lukas Graham)

Hoy me siento una persona muy afortunada, alguien que ha decidido levantarse con buen pie y es incapaz de dejar de sonreír. Hoy no hay manera de que me borren la sonrisa, nadie será capaz de arruinarme el día, ni siquiera lo tintarán de color negro. Hoy no. Hoy soy verdaderamente feliz. 

He entendido que son los pequeños detalles y los pequeños momentos del día a día los que me hacen sonreír, los que me hacen ver el lado positivo de las cosas, esconder lo malo y no pensar en ellos. Te das cuenta de que a tu lado tienes personas a las que verdaderamente les importas, aquellas que darían un pedacito de sí mismas con tal de verte sonreír, con tal de no verte derramar ni una sola lágrima más. 

Una pequeña dedicatoria de esa persona que con el paso de los años es demasiado importante para ti. Un mensaje dedicado única y exclusivamente para ti, subiéndote la moral. No se trata sólo de una subida de autoestima, de una subida de moral, sino un simple recordatorio: ella siempre estará ahí.

Eso te hace sonreír ¿verdad? Ese típico mensaje de buenos días donde te dan fuerzas y ánimos para así empezar el día con energía. O ese abrazo de buena mañana que no se lo darías a todo el mundo, tan sólo a aquella persona que hace que tus días brillen más. 

Luego aparece esa persona que te apoya en todo aquello que decides hacer. Se alegra por tus objetivos logrados, y te consuela cuando no todo ha salido como esperabas. Te escucha, no te juzga. Tan sólo intenta darte los mejores consejos, tan sólo quiere lo mejor para ti. Nunca espera nada a cambio. 

Son personas que forman parte de tu día a día, haciéndolo más fácil. Sabes que la vida no siempre es color de rosa, que no todos los días serán igual de sencillos. Sin embargo, sabes que siempre puedes contar con ellos, con aquellos que creen en ti, con aquellos que te muestran su apoyo, su cariño de todas las maneras posibles. 

Ellos me hacen feliz, me hacen ser como soy. Ellos son uno de los motivos por los que mucho de lo vivido merece la pena. Son personas que saben lo que significa un "te quiero". Ellos saben que no siempre es necesario pronunciarlo, que hay muchas maneras de demostrarlo. Entienden que el que tus labios susurren esas palabras no significa absolutamente nada. 

Por eso, hoy soy feliz. Creo en aquellos que están a mi lado, he conseguido llegar a ese estado donde tengo a mi lado a aquellos que sé que estarán ahí por un largo período de tiempo. Tengo la suerte de poder sonreír al verlos, de poder contarles todos y cada uno de mis secretos sin ningún tipo de miedo. 

Y cuando tengo sueños, sé que ellos serán los primeros en alentarme a cumplirlos, los primeros en hacer todo lo posible para ayudarme. Sé que ellos no dejarán que sueñe en vano. Sé que no me dejarán caer. 

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...