martes, 26 de enero de 2016

26 days...

I hope you live a life you’re proud of, and if you’re not, I hope you find the courage to start all over again. 
(F. Scott Fitzgerald)


26 días han pasado ya desde el cambio de año. 26 días de un nuevo año y una nueva etapa llena de nuevos caminos y experiencias por vivir. 26 días que han dado mucho de sí, donde uno ha podido reflexionar para así poder cerrar otro capítulo de mi vida. 

Cada persona es capaz de expresar lo que el año anterior ha significado. Unos utilizan las redes sociales, otros cortos mensajes, algunos incluso son capaces de alzar su voz dejando que las palabras resuenen por los rincones. Y luego está quien decide escribir y analizar. En pocas palabras: yo. 

Siempre he pensando que cuando toca analizar y llegar a una conclusión sobre lo que han significado los 12 meses anteriores para nosotros, uno debe dejar pasar unos días para hacerlo. Es decir, no se trata de escribirlo todo antes de que suenen las 12 campanadas y uno se atragante con las uvas. Se trata de dejar pasar el tiempo necesario, y llegar a ese momento en el que una nueva oportunidad se nos ha dado dejando atrás todo lo vivido en el año anterior. 

Si tuviese que describir el 2015, creo que una montaña rusa sería la descripción más acertada. Los primeros meses no fueron del todo buenos. Hubieron un par de confusiones, de sentimientos encontrados que me dejaron con un mal sabor de boca. Me encontré en una situación que poco me apetece recordar, porque cada vez que lo hago pienso en esa bonita amistad que se ha perdido, que se ha desvanecido. De ello se aprende. 

Aun así, hubo quien siempre estuvo ahí. Mi familia, un año más, ha sido la más importante de otra etapa vivida. La convivencia con ellos, el día a día, la rutina es algo que he echado de menos cuando tuve que vivir una nueva etapa sola. No obstante, en ningún momento se han separado de mi lado, nunca me han faltado sus mensajes, su apoyo, su cariño. Todo. 

El estar alejados de ellos por un par de meses me ha enseñado algo: somos verdaderamente un familia muy unida. Muchos darían lo que fuera por compartir risas, por gastar bromas a los otros miembros, por recibir esos besos de buenos días o que te sorprendan con tu plato favorito. Y yo, lo tengo. Y no, no somos la familia perfecta, ya que, igual que todas las familias, tenemos nuestras peleas y desencuentros. Pero para mí sí que son la familia perfecta. 

Luego están esas amistades inquebrantables. Da igual el tiempo que pase, una vez que uno vuelve, todo vuelve a su cauce. Las risas, los secretos y confidencias, esa forma tan diferente de demostrar que nuestros amigos nos importan. Todo eso sigue ahí, presente. Y a su vez, están las nuevas amistades. Aquellas personas que son un privilegio tener a tu lado, que te alegras de haber conocido. 

Sin embargo, si de amistades perdidas se trata, hay algunas a las que no te quieres enfrentar. Personas con las que no quieres tener ni el más mínimos contacto. Sí: hubo un pasado. Y ahí está la clave; en el "hubo". Forma parte del pasado, aquél que no se quiere recordar, que no se quiere revivir. Porqué, si bien creo en las segundas oportunidades, si bien creo que todo el mundo es merecedora de una, hay quien ya ha agotado la segunda, tercera y cuarta oportunidad. Hay quien ya no merece ni un segundo más. 

El 2016 empieza y ya han pasado 26 días. 26 días en los que he abierto nuevas puertas y ventanas, días en los que se me han brindado nuevas oportunidades. Oportunidades que se deben aprovechar, experiencias que se deben vivir. Llega ese momento en el que se debe apartar todo lo malo, olvidar ese pasado que no ha hecho más que traer problemas y decepciones. Es el momento de reflexionar y pensar en todo lo sucedido, de entender que uno se debe sentir orgulloso. 

Debes estar orgulloso de lo que eres, de quien eres, de aquello que haces. No te escondas, no dejes que te pisoteen. Se fuerte, demuéstrale a aquellos que han querido sobrepasarte que no lo conseguirán, que no pueden hacer nada. Enséñales que vales la pena, muestra al mundo lo que se ha perdido, lo que se está perdiendo. Tú, al igual que yo, eres esa valiosa oportunidad que ha sido desaprovechada, que ha sido descartada. 

Así que sí: este debe ser tu año. No dejes que pasen otros 26 días. 

martes, 19 de enero de 2016

La clave.

Point of no return
And now it's just too late to turn around
I try to forgive you,
But I struggle 'cause I don't know how
We built it up so high and now I'm fallin'
It's a long way down
It's a long way down from here
(Long way down, One Direction)


Suelen predicar que la clave está en el perdón. ¿La clave de qué? Suelen referirse al hecho de ser capaces de llevar una vida satisfactoria, al ser capaz de hacer borrón y cuenta nueva, de escribir un nuevo futuro y por qué no, también de reescribir el pasado. 

Pues sí, suelen decir que la clave está en el saber perdonar. Sin embargo, para muchos es una tarea difícil. Y no porqué no se pueda perdonar, sino porqué uno no tiene ni el más mínimo deseo de perdonar, ni de olvidar. No se trata de reprochar, ni de recordar el dolor y lo errores que muchos han cometido, que nos han acabado perjudicando. Se trata de que la otra persona no olvide, no piense que todo está arreglado. Créeme, no lo está. 

Si bien es cierto que uno debe rectificar y pedir perdón, esto no implica que vaya a ser perdonado inmediatamente. Quizás pasen días, semanas, meses para que uno sea perdonado o bien ese perdón nunca llegue a nuestros oídos. La cuestión es que hay veces que el dolor o la decepción es tal, que uno no desea pedir perdón. 

Dicen que el saber perdonar es la clave para poder pasar página. Pongámonos en situación: en esta vida hay mentiras y mentiras. Están aquellas que son mentirijillas piadosas, y otras que no ya no lo son tanto. Son estas últimas las que pasan factura, duelen y no son tan fáciles de perdonar. No quiero quedarme estancada, no quiero seguir en el mismo escalón, inmovilizada, sin ser capaz de avanzar. Quiero continuar, sin embargo, es tal la decepción que no quiero perdonar, aunque sí olvidar. 

No obstante, suelen decir que uno perdona, pero, no olvida. ¿Y si esto fuese al revés? Uno olvida, o al menos esconde el recuerdo en lo más profundo de la memoria. Lo entierra en aquel sitio del que no saldrá al menos que alguien lo desentierre, al menos que alguien lo utilice como reproche. 

Ha sido tan largo el camino recorrido que no hay manera de volver atrás, de retomarlo donde se dejó, donde todo iba bien. No se puede dar la vuelta, cambiar el pasado, perdonar y olvidar. O quizás se puede, pero uno no quiere. 

Y es que da igual que el perdón sea la clave de todo en esta vida, da igual que el saber perdonar uno pueda ser feliz, pueda vivir una vida plena. Todo esto da igual si uno no está preparado para perdonar. El camino es largo, demasiadas piedras con las que tropezar, de las que aprender. Piedras a las que olvidar, apartar de nuestro camino, de nuestra vida. Y otras que seguirán estando ahí, sin ser perdonadas, pero siendo abandonadas. 

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...