domingo, 29 de marzo de 2015

Hasta que dejaste de estar.

Tried to keep you close to me,
But life got in between
Tried to square not being there
But think that I should have been.
(Hold Back The River, James Bay)

Sé que he cometido muchos errores, sé que he metido la pata en varias ocasiones, que tengo mil defectos, los cuales muchos son difíciles de remediar. Sé que a veces he sido demasiado orgullosa y que no he sabido pedir perdón. Sé lo que he hecho y lo que no. 

Ahora, estoy atrapada y sin salida. Ahora mismo no sé que hacer, no sé como actuar. Estoy paralizada, perdida en una marea de gente que sigue su camino, mientras yo soy incapaz de encontrar el mío, de encontrar mi salida. 

No sé que quieres de mí. No sé que quieres que te diga o explique. Quieres que te dé razones para entender mi comportamiento, mis maneras. La verdad, no las tengo. Tan solo he tirado la toalla. 

Nos miramos a la cara, estamos frente a frente. Dicen que la mirada es el espejo del alma y tú me miras intentando descifrar que pasa por mi mente, por mi estúpido corazón. Entonces, como si de un rayo de luz que te ilumina se tratara, comprendes que no puedes ver en él, en mí. 

Te he cerrado las puertas, la confianza se ha marchitado como aquella flor primaveral regalada que yace marchita en mi mesita de noche. No confío lo suficiente en ti como para abrirme en canal y explicarte lo que me pasa o lo que siento. 

Nos vemos, estamos juntos y siempre es, cuanto menos, incómodo. Intento reír contigo, mostrar una sonrisa verdadera, mantener contacto visual contigo... Y sin embargo, me veo sonriendo falsamente, riendo forzosamente y esquivando tu mirada. 

Sí, mi actitud hacia ti ha cambiado. Pero ¿qué quieres que haga cuando has sido tú quien poco a poco me ha ido apartando, alejando? Todo ha cambiado por una razón, por un motivo... Aunque, si te soy sincera: no sé cual. 

Me gustaría, desearía empezar de cero. Quisiera ser capaz de hacer borrón y cuenta nueva. Aun así, creo que es imposible, creo que no se puede conseguir; al menos a día de hoy. 

Esto no quiere decir que no me importes. Claro que me importas y mucho. Has estado ahí en los grandes momentos, en los importantes, en los buenos y malos momentos de mi vida... Hasta que dejaste de estar. 

miércoles, 25 de marzo de 2015

Refugio.

¿Recuerdas cuándo fue la última vez que fuiste abrazada? ¿Recuerdas el tiempo que duró ese abrazo? ¿Parece que lo estás reviviendo? 

A veces, uno revive esos abrazos especiales, esos que eran capaces de cortar la respiración y vuelve a sonreír. 

Cada vez que siento las dulces caricias al ser abrazada, las palabras susurradas mientras respiramos la esencia del otro es como si el tiempo se parara, como si no hubiera mañana, como si todo lo demás desapareciera y en ese instante tan solo quedáramos tú y yo. 

No todos los abrazos son iguales, no todos tienen la misma duración, ni son igual de efusivos y significativos, no todos acaban calando tan hondo y profundo como aquellos que son dados de verdad. ¿De verdad? ¿Cuáles son esos? ¿Acaso existen?

Aquellos abrazos que están llenos de significado, de amor, cariño y admiración son los dados en los momentos menos esperados, en aquellos más necesitados. Son esos abrazos que nos dan quienes nos conocen verdaderamente, aquellos que no necesitan ser pedidos, ni ser cuestionados. 

¿Cuándo fue la última vez que recibiste uno de estos? ¿Por qué fue? ¿Lo pediste? ¿Sí? ¿No? ¿Lo sentiste de verdad? ¿Cómo estabas? ¿Bien? ¿Mal? Todas estas preguntas y muchas más son las hechas al recibir un abrazo. 

¿Y ahora...? ¿Cómo estás? Todos necesitamos un abrazo de vez en cuando, y sé que no lo pedirás, porque a veces ya no sabes a quien acudir, a quien pedirlo, en quien refugiarte. Porque al final, los abrazos son un refugio instantáneo que te hacen olvidarte de todo y de todos. Olvidas lo malo. 

A veces uno no está bien, a veces uno no sabe pedir un abrazo y sin embargo ese alguien importante saber ve más allá de tus palabras dichas y te abraza sin importar nada, sin pedir nada a cambio, sin cuestionar el verdadero por qué de dicha necesidad. 

Está ahí, te sujeta, te protege, te refugia. Así que no, tú no estás bien. Pero, no pasa nada, no te asustes, es normal tener un día gris, es normal necesitar un abrazo y ver que alguien está ahí para dártelo, para estrujarte, para quererte. 

martes, 24 de marzo de 2015

Engañada, estafada, utilizada, humillada...

Últimamente las cosas cambian cada vez más, 
a veces pienso que algo malo viene detrás. 

(Princesas, Pereza)


Hemos perdido la confianza, lo noto, lo notas. Sabemos perfectamente que hay algo que se ha roto, se ha desprendido... Esa pequeña pieza que ya no es posible unir, que ya no se puede reenganchar a esas piezas bien unidas. 

Intento abrazarte, intento mirarte y sonreírte. Quiero ser capaz de decirte que te quiero, que te extraño y necesito. Sin embargo, no lo siento, no puedo. Todo aquello que nos decimos carece de significado, es frío, vacío.

Quiero contarte tantas cosas, hablarte de mis problemas, de mis miedos. Ser capaz de contar contigo, de llamarte a las tres de la mañana y hablar sin tapujos, cotillear de todo y todos. Pero, no es posible. 

Parece ser que eres una persona que está demasiado ocupada, quien parece llevar una agenda y a quien sin cita previa no se puede visitar. ¿Por qué? Esto antes no era así, no éramos así. Algo ha cambiado. 

Eres capaz de mentirme, engañarme y pensar que no me voy a enterar, que no voy a saber lo que has hecho, como has callado, como has mentido. Decides no querer verme, no querer saber nada de mí, ser capaz de inventar una excusa medianamente creíble que luego se desmonta. 

Estoy cansada. Intento superar los baches a los que nuestra amistad se enfrenta, pero, no puedo hacerlo sola, yo no puedo más. Estar tirando del carro, de esta amistad, nuestra amistad, poner de mi parte y ver que tú adoptas una posición pasota; me agota. 

Lo he dicho tantas veces: una amistad es cosa de dos. ¿¡Es que acaso no se ve!? Tú no estás poniendo de tu parte; al menos no conmigo. Porque las fotos, las conversaciones, las llamadas, los comentarios demuestran lo que yo digo, demuestras tu indiferencia. 

No pido verte día sí y día también, ni largas llamadas... Yo no pido nada de eso. Solo pido tu verdadera amistad. Aquella que siempre me habías brindado, aquella en la que yo te importaba, en la que me necesitabas al igual que yo a ti. ¿Por qué eres así?

Me siento engañada, estafada, utilizada, humillada... Siento rabia y dolor. Siento que no sirvo para nada, que a nadie le importo. Siento que soy un juguete que pasa de mano en mano y que en cuanto no gusta o aburre se tira y reutiliza. 

Estoy aquí ¿me ves? No, claro que no. Porque ahora me has dejado de lado, te has ido con otras que no han llegado a estar ni la mitad de tiempo que yo, que te han dado la espalda en los momentos difíciles. 

No obstante, hablas sobre ellas como si las tuvieras en un pedestal -quizás es así-, hablas de ellas como si te fuera la vida en ello ¿y yo? Nada. Me duele saber como eres capaz de olvidar todo tan fácilmente, de cambiar, de hacer como si nada pasara, de no ver que todo esto tarde o temprano acabará mal. 

Últimamente todo gira entorno a ti, entorno a lo que es importante para ti. Que siga así, que mis sentimientos den igual. 

viernes, 13 de marzo de 2015

I'm missing you...

Espero que sea verdad y no me estés mintiendo, espero que sea verdad y te hayas portado bien así yo te puedo dedicar este post. Aunque, si somos sincero no debería hacerlo, más que nada porque tu cumple está a la vuelta de la esquina y cuando llegue ese día ya no tendré nada que decirte. Así que empecemos...

Your touch, your skin
Where do I begin?
No words can explain
The way I'm missing you
(Lay me down, Sam Smith)

¿Hace cuánto que nos conocemos? ¿Hace cuánto que somos amigas? Yo creo que ya llevaremos aproximadamente unos dos años, o al menos los estaremos por cumplir. No fuimos de las primeras en conocernos, sin embargo, aquí estamos las dos, seguimos juntas. 

No se trata tan solo de decir te quiero o de recordarlo cada cierto tiempo. A veces, ni siquiera hace falta decirlo; tan solo demostrarlo y tú lo haces. Cada vez que me escuchas cuando tengo un problema, cuando tenemos clase juntas y me ves y vienes corriendo hacia mí. 

Cada abrazo que me das, cada sonrisa que me regalas me hace recordar cuanto te extraño. Este semestre no tenemos la oportunidad de vernos tanto y aun así siempre hay un momento para vernos, para sonreírnos y abrazarnos... Y esto es lo verdaderamente importante. 

Eres una persona de gran corazón, una persona que con el más pequeño detalle -como una sonrisa- alegras el día a cualquiera, pero, sobretodo a mí. Poder abrazarte o sobarte como dices tú, es uno de esos grandes y mejores regalos que puedo tener. En realidad, estar a tu lado ya es un regalo. 

Sé que puedo confiar en ti, hablar contigo en todo momento, reír y llorar a tu lado. Somos totalmente diferentes, somos diferentes en todos los sentidos y eso es lo que hace que nuestra amistad sea tan grande y que cada vez crezca más y se haga más fuerte. 

Y como dice la canción, no hay palabras para describir no solo cuanto te hecho de menos cuando no te veo, sino también para describir lo importante que eres para mí. Y si bien tú has dicho que todo el mundo necesita una Ana en su vida, yo solo sé que no necesito una Ester en mi vida, tan solo a ti. Y como siempre digo, el verte feliz es lo que me hace feliz a mí. 

Love you.  

lunes, 9 de marzo de 2015

Seguiré esperando.

Now I'm FourFiveSeconds from wildin' 
And we got three more days 'til Friday 
I'm just tryna make it back home by Monday mornin' 
I swear I wish somebody would try me 
Ooh, that's all I want 
(FourFiveSeconds, Rihanna feat Kayne West and Paul Mccartney)

Muchas veces pienso en ti. Sí, en aquella persona que siempre ha estado presente en mi día a día. En los minutos, horas y segundos de aquellas duras decisiones. Pienso en ti, en quien me ha acompañado a lo lardo de este duro camino. ¿Ahora donde estás?

¿Qué tal? ¿Cómo estás? ¿Te trata bien la vida? Hace semanas que desapareciste y yo sigo sin saber nada de ti, ni una triste noticia, ni una llamada perdida, ni un mensaje sin leer. Te fuiste, desapareciste y ni siquiera has llamado. Sé que sales, te diviertes, disfrutas, vives tu vida sin pensar en nadie más que en ti. 

Aun así, yo estoy aquí preguntándome qué tal te va la vida. Estoy sentada, mirando fijamente mi móvil, mirándolo esperando y rezando para que aparezca tu nombre. ¿Lo hace? No, no sucedes absolutamente nada. 

¿Qué nos ha pasado? Cada uno ha sido dueño de sus decisiones, de sus errores, cada uno ha hecho lo que ha hecho sin pensar en como podía afectar a las terceras personas que están a nuestro alrededor. Y sin embargo, en vez de pedir perdón, decidiste irte.

Sales, te diviertes, me mientes -aunque tan solo sea sutilmente-, buscas excusas para no verme, es como si hubieras acabado con las ganas de vernos, de estar juntos. ¿Por qué? ¿Dónde estás? ¿En qué me he equivocado? ¿Debería hablar contigo?

Me encantaría poder dirigirme a ti, pero, luego pienso en como será tu reacción... Y la verdad, estoy cansada de problemas. Tú también deberías hacer el esfuerzo de acercarte a mí y aun así no lo haces... 

Entonces, sigo esperando. Espero cuatro, cinco segundos, incluso minutos, horas, días. Espero pensando en que todo volverá a la normalidad. Deseo que llegue el lunes, lo deseo para tan solo creer que todo será como antes, que habrá alguien ahí diciéndome que todo esto ha acabado, que ya todo está bien. No aparece nadie, nadie me lo dice. 

Seguiré esperando. 

miércoles, 4 de marzo de 2015

¿¡Vosotros quienes os creéis que sois!?

La humildad no permite hacer alardes de lo que se sabe o se tiene. Quien presume de su sabiduría no es más que un necio. Quien hace ostentación de su abundancia es porque nada le pertenece.
(Adelaida Artigado)

Todos deberíamos ser honestos, ya no con el mundo, sino con nosotros mismos. Todos deberíamos pararnos frente al espejo, mirarnos y hacernos un par de preguntas. Todos deberíamos ser capaces de no mentirnos a nosotros mismos, de no engañarnos, porque al final salimos perdiendo. 

¿Somos honestos? ¿Somos humildes? ¿Somos personas sencillas capaces de admitir que en esta vida no sabemos todo? Algunos sí, otros ni siquiera se plantean estas cuestiones. Y hoy, como no, me centro en esas personas demasiado orgullosas que no tienen en su diccionario la palabra humildad. 

Yo no sé describir la humildad en sí, no sé dar una definición exacta, ni siquiera un sinónimo de dicha palabra. Tan solo puedo decir que yo lo sea, pues cierto es que son los demás los que deben juzgar si eres humilde o no. Creo que son aquellos cercanos a ti los que deben aplicarte este calificativo, porque si lo hicieras tú estarías faltando a esa palabra: humildad. 

Y de eso va este post; de la no humildad. Me dedico a escribir a esas personas que se creen un Dios todo poderosos capaces de hacer y deshacer a su antojo, como si los demás fueran pequeñas hormigas a las que pisotear, con las que acabar de la manera más aplastante posible. 

Vamos a ver... ¿¡Vosotros quienes os creéis que sois!? Sois personas que habláis con soberbia, con el ego demasiado alto, con una prepotencia aprendida de un lugar escondido, porque rezo para que no os hayan educado así. Sois, incluso, capaces de cortar a otras personas en medio de una oración. ¡Todos tenemos derecho a expresarnos! 

Aquí todos somos humanos, por lo que nos podemos equivocar, podemos fallar y caer. ¡Eh! ¡Qué está permitido! Siempre y cuando sepamos rectificar, sepamos admitir que no somos perfectos. Sin embargo, ellos no son así. No, no. Ellos dicen saberlo todo, presumen de tanta sabiduría que nos hacen quedar a los demás como idiotas. 

Queriendo quedar por encima de los demás, queriendo mirar a los demás por encima del hombro hacen lo que haga falta, incluso quedar bien, sea como sea, lo que haga falta, todo por conseguirlo. Y es entonces cuando vemos esa falta de humildad, es aquí cuando nos damos cuenta de que no son tan sabios, ni nosotros tan tontos. 

Eso es lo que los hace necios. Creer que lo saben todo, hacerse los presumidos, los sabios frente a todos, querer quedar bien y que se descubra el pastel, que ellos mismos acaben retratados como lo que son; necios que poco saben en realidad, necios que no tienen nada. 

Y dame paciencia para seguir aguantando a aquellos que utilizan ese tonito de voz tan chulesco y prepotente. Dame paciencia para aguantar a aquellos que todo saben, pero, que poco saben vivir y disfrutar de la vida. Dame paciencia para no dejarme pisotear por aquellos bien-queda y orgullosos que van por la vida "con la cabeza bien alta". 

¿Entre comillas? Sí, entre comillas porque yo también voy con la cabeza bien alta, pero no por saber mucho, sino por aceptar que tengo mucho camino por recorrer y mucho más que aprender. Así que pido perdón por no saber al detalle el mito de Dafne y Apolo, o no saberme al dedillo el contexto anterior a Garcilaso de la Vega para así poder entender uno de sus sonetos, o por ni siquiera ser capaz de traducir correctamente una expresión latina -tranquilo, te dejo escoger a ti cual-. 

Pido perdón por mis faltas de ortografía o de signos de puntuación. ¡Ah! También pido perdón por las veces que me equivoco al hablar, o por ese seseo continuo que me acompaña a todos lados. Siento no ser perfecta en todo los aspectos de la vida no solo personal ni académica.

Por último, siendo honestos con nosotros mismos, siento no saber quien es Adelaida Artigado, quien me ayudó a inspirarme para este post. Aunque seguro que tú lo sabes ¿no?    

domingo, 1 de marzo de 2015

It's my life.

Sometimes you wanna get away from your life,
Sometimes you wanna get away from the horizon
In your eyes

I've fallen off the bottom of your timeline,
I know you've found a better way of spending your life,
Well it's your life
(My life, Kaiser Chiefs)

Siempre tenemos preguntas existenciales, preguntas de aquellas que no tienen respuesta o que nosotros somos incapaces de responder aunque sabemos que otros sí tienen esa capacidad. Creo que, cada día, cuando nos levantamos siempre nos surge una pregunta sin respuesta o bien nos cuestionamos la misma del día anterior. Pues bien, yo llevo días con la misma pregunta; ¿qué lugar ocupo yo? 

Día tras día, me levanto pensando en el lugar que ocupo yo en tu vida. ¿Soy importante? ¿Necesaria? ¿Imprescindible? Suspiro pensando que no lo sé. Me asusta, me da miedo no saber qué lugar ocupo a día de hoy en tu vida, si soy importante o no, si alguna vez ocupé un lugar importante en tu vida, en tu corazón. 

Los actos hablan más alto que las palabras, dejan todo más claro, nos enseñan lo sucedido, resuelven preguntas que en nuestra mente están sin responder. Los actos y no las palabras son las que me hacen entender que quizás yo ya no importo nada para ti. 

No es que no me llames, o no hablemos tan seguido. No se trata de eso, porque créeme, no se necesita hablar cada día con una persona para saber que le importas, para saber que te quiere, para saber que si lo necesitas ella estará ahí. No necesito un abrazo tuyo día sí y día también, ni tampoco que estés presencialmente de Lunes a Domingo. No, no es eso. 

Sin embargo, debes llamar cuando sabes y sientes que algo va mal, debes estar ahí cuando te necesito, debes abrazarme cuando notas -a lo lejos- que he tenido un día malo y estar presencialmente en esos momento difíciles. Sabes, hay personas que lo valen mucho y que no merecen tener ni siquiera un minuto de un día gris. 

Por eso, cuando sé que alguien que me importa no está teniendo un buen día, intento estar ahí, intento que sonría, intento animarla. Quizás ese es el problema, que tú no sientes lo mismo o a lo mejor nunca sentiste nada. Quizás es por eso que ya no hay llamadas, ni mensajes, ni siquiera un "hola" cuando los dos sabemos perfectamente que me has visto.

Tranquilo, no eres el único que actúas así. ¿Duele? Sí, claro que duele, pero, como todo en esta vida es superable. Quizás porque tú no me llegaste a importar la mitad de lo que me importan otras personas, otros amigos. Ahora debes actuar en consecuencia, saber que ya todo está perdido, saber que ya no hay nada que recuperar. 

Perdemos a alguien y a veces no lo notamos, no lo vemos venir, nos deja perplejos cuando pasa, anonadados. No obstante, hay en casos en los que se ve venir. Casos en los que poco a poco se empieza a poner distancia de por medio, donde las bromas ya no se sienten igual, sino que se clavan como pequeños pedacitos de cristal en tu cuerpo, en tu corazón. 

Poco a poco, nacen las dudas del verdadero valor de una amistad, de lo que significa esa persona para ti y si de verdad formas parte de su vida. ¿Lo haces? Sé que tú también te lo preguntas. Intentas por todos los medios llegar a esa persona y no lo consigues, te esfuerzas por esa amistad y ellos no se dan cuenta que esto es cosas de dos. 

Cuando pasan este tipo de situaciones, es cuando quieres huir. Es tu vida, puedes hacer lo que quieras, aunque si lo piensas huir no soluciona las cosas. Quieres salir corriendo porque todo lo nuevo asusta, es diferente, no sabes como enfrentarte a ello, no sabes qué hacer, ni como responder a las preguntas que surgen a lo largo del camino. 

Sin embargo, debes creer que siempre encontrarás una manera de salir adelante y eso es lo que ellos no ven. Sí se puede. Te marcas un nuevo objetivo, vas a por él y es entonces cuando aquellos que fueron desapareciendo quieren volver a formar parte de tu vida. ¡Tu vida!

¡Oh, Dios! Llevabas días planteándote que lugar ocupabas en sus vidas y ahora son ellos los que quieren formar parte de tu vida, quieren estar presentes. Pues bien, mira lo que te digo: es mi vida. Así que la respuesta es no. 

¿Darte una segunda oportunidad? Podría, si lo considero oportuno. Si yo llegara a creer que te lo mereces, que vale la pena perdonar -aunque no llegue a olvidar- lo haría. En este caso, eso no sucederá. No señor. No vale la pena, cuando tiraste la toalla antes de tiempo, cuando fuiste desapareciendo así, sin más. 

Ya lo dicen, quien ríe último ríe mejor. ¿Qué crees que estoy haciendo ahora?  


Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...