Hablemos. Déjate de rodeos, de ir de un lado a otro sin rumbo fijo, de moverte con impaciencia e indecisión. Vamos a sentarnos bajo el viejo árbol de los enamorados, que su sombra nos cobije, nos proteja. Siéntate a mi lado, mírame, pongámonos frente a frente.
Mírame. Échale valor. Saca la rabia, el dolor, la tristeza y los sentimientos más puros que hayas llegado a tener. Muéstrame la verdad, arranca las mentiras, ábreme los ojos, dime todo aquello que un día callaste, que otro ocultaste. Déjame recibir los golpes, afrontar las críticas, llevarme los disgustos.
Sanar mis heridas. Levantarme tras caer, recoger la toalla que tantas veces quise tirar, que otras veces me obligaste a dejar. Mi pisoteaste tantas veces, me lastimabas, sacabas a relucir mis inseguridades. Creaste mis miedos, te alimentabas de ellos.
Me sentí atrapada, sin salida. Una luciérnaga atrapada en un tarro; sin poder brillar, sin poder volar. Reírme y molestarte, sonreír e incomodarte. Soñar y acabar con toda esperanza, con toda aspiración habida y por haber. Sin embargo, siempre quise tener a mi lado, siempre pensé que podría brillar más contigo, más si te tenía a mi lado.
Grave error. Uno brillo por si solo, por sus propios méritos. Tenemos luz propia, no necesitamos de otros. Somos como somos, perfectos a la par que imperfectos, brillantes a la vez que opacos. Escondemos secretos y confiamos en quien nos llena de vida, de ganas, de ideas locas.
Sigue adelante, muestra fuerza y valentía. Quien se anda con rodeos no te mirará a los ojos. Ignóralos. Sigue tu camino que ya encontrarás piedras con las que tropezarte. Aprovecha las críticas, crece ante las adversidades, ante las inseguridades.
No dejes de sonreír, ni de reír a todas horas. Ignora a quien cada dos por tres deje caer que tu tono le irrita, que tu risita se le hace pesada, que deberías mostrar seriedad y menos estupideces positivas. Haz oídos sordos, ríe más fuerte si es necesario.
Ojalá tuviésemos a alguien que nos dijese: no pares de sonreír, iluminas el mundo de muchas personas, haces que todo sea más llevadero. Tan solo dame cinco minutos de tu risa, de tu alegría. Y sino lo hay, repítelo cada día frente ante el espejo, dilo las veces que haga falta.
Sé luciérnaga y escapa. Vuela, conoce, vive, ama. No quieras saber de la vida de los demás y preocúpate por la tuya. Construye tu presente y también tu futuro. Ten a tu lado a quien, quizás en muy poco, te ha demostrado lo que mucha gente jamás fue capaz de dar.
Sé luciérnaga y que un tarro no te asfixie. Ábrelo. Eres fuerte, valiente, luchadora. Cumplirás lo que te propongas, lo que quieras en la vida. Volarás alto, llegarás aun más alto. Serás tú quien no se ande con rodeos, quien tire las inseguridades, pero no la toalla. Serás tú quien ya no espere en un banco, ni en un árbol.
Deslízate por el aire, álzate entre las nubes.