Llevo tiempo sin encontrarme a mí misma, buscando las palabras que antes salían sin pensar y ahora no las encuentro donde un día las dejé. Una inspiración que se ha perdido, que se ha esfumado y decide no volver. Melodías que traen de vuelta recuerdos y frases para enmarcar, pero siendo incapaz de hacerlo.
Lo que antes era una pasión se acaba convirtiendo en un mero juego del escondite conmigo misma. Los miedos se esconden y yo los intento atrapar, las inseguridades salen y yo me intento esconder. Así pasamos el tiempo, siendo un pez que se muerde la cola.
El tiempo puede ser tu mejor amigo o tu mayor enemigo. Da lugar a las reflexiones, a los pensamientos de todo tipo, a los juegos de imaginación e incluso a ver cosas dónde no las hay. Analizas cada parte de tu vida, cada decisión tomada y sus consecuencias, aquello que puedes mejorar y que vale la pena tirar por la borda.
Ordenas tus ideas, y al fin de cuentas tu vida también. Te encuentras a ti misma, te comprendes mejor y te quieres aún más. Te sorprenden las actitudes de los demás e incluso llegas a decepcionarte con alguna que otra persona. Crees que deberías pedir perdón, pero entiendes que hay problemas que son cosas de dos.
Te has encontrado a ti misma, sabiendo que debes dejar de dar tu brazo a torcer, que hay otras personas que no lo hacen. Esperabas que por una vez se preocupasen de verdad, que estuviesen ahí y resulta que era todo un mero compromiso. Sonrisas hipócritas, abrazos cordiales, media vuelta y si te he visto no me acuerdo.
Las cosas cambiaron, pero no esperabas llegar a este punto. Al final, te dejas atrapar tú. Convives con tus inseguridades y confías tus miedos a quienes sabes que se lo merecen. No te juzgan, tan solo escuchan, oyen, sienten. Pasas página sin mirar atrás y si te vuelven a buscar, poco podrán encontrar.
Sales de ese ciclo de mordeduras, de desilusiones y faltas de respeto. Buscas nuevos retos y nuevos apoyos. Te centras en ti misma y en aquello que quieres, por una vez te muestras egoísta y buscas tu propia personalidad, eso que te distingue. Y sí, disfrutas, te sientes como pez en el agua. Eres tú.