domingo, 25 de diciembre de 2016

Parece que no...

Parece que no, pero las palabras también hieren. Una simple broma no todo el mundo es capaz de tomársela de la misma manera. Empezamos con un par de risas, con esas bromas y esos pequeños piques que nunca llegan a nada más. Todos jugamos, nos reímos y pasamos el tiempo. 

Sin embargo, a veces no se conocen los límites. Uno no sabe cuando parar, cuando echar el freno de mano para no seguir avanzando. Nos metemos en un terreno difícil, llenos de recortes hirientes a punto de explotar. No lo ven, siguen hablando, riendo, se pasan de listos, acaban tocando la fibra sensible. 

Quizás te piensas que uno no tiene sentimientos, que no sabe lo que es amar, reír, llorar, sentir por alguien. No somos irrompibles, somos seres humanos, sensibles y frágiles. Nos entregamos, y sabes las consecuencias de ello: que nos hieran. 

Por más fuerte que nos mostremos, por más sonrisas que regalemos y aunque creamos que somos el sol que ilumina la vida de otros, siempre tenemos nuestros momentos de desesperación, de bajón, de días grises sin ganas de actuar. 

No es oro todo lo que reluce, no somos perfectos. Solo nosotros mismos nos conocemos, sabemos nuestros puntos fuertes y aquellos más débiles. Los demás no saben nada, no saben como esas bromas pueden ser parte de nuestros puntos débiles. 

Piensas que no, pero las palabras marcan y no siempre para bien. Se graban en nuestra mente, quizás las recordamos día tras día. Tú no lo ves, quizás por no querer, o tal vez sí que eres ingenua. Sigues bromeando cuando todos han parado, cuando el telón se ha bajado, cuando ya no queda público. 

No sé por qué lo haces... ¿qué es lo que te hace ser de esta forma? Jugar, reírte de todo, no pensar, creer que no habrá consecuencias, que nadie saldrá lastimado. Sigue jugando, hiriendo... Sigue haciéndolo, tal vez un día seas tú quien salga malparada. 

domingo, 18 de diciembre de 2016

Someone unexpected.

Expect the unexpected.

No sé si eres tú o soy yo, quizás somos los dos. Chocamos una y otra vez contra el mismo muro, pensamos que todo mejorará, que lo solucionaremos. Y aquí estamos, en el mismo trampolín, diez metros de distancia, decidiendo si es el momento de saltar. 

Tirarnos a la piscina era nuestra mejor opción. Saltar sin mirar atrás. Una decisión tomada en dos segundos, sin planes de futuro, sin consecuencias en las que pensar. Nadie a quien darle explicaciones. Seguir nuestro camino. 

Eso era lo que yo quería. Estar a tu lado. Besarte, abrazarte, acariciarte, amarte. Te quería a ti, sólo a ti. Nadie más era capaz de llenar ese pequeño vacío en mí, nadie me hacía tan feliz como tu sonrisa de buena mañana. 

Me enfadaba cada vez que llegabas tarde, metías excusas estúpidas. Una hora más tarde aparecías, sonrisa puesta y chulería por banda. Y yo, como no, te volvía a perdonar. Me perdía entre tus risas, en la dulzura de tus labios, en tu mirada traviesa, en ti.

Jugábamos al gato y el ratón. Me escondía, me encontrabas. Sabías cada pequeño detalle, conocías cada parte de mi cuerpo. Tu mirada me recorría de arriba a abajo, de lado a lado. Cada rincón de mi ser estaba pensado por y para ti. 

No fue un camino de rosas, sigue sin serlo. Hubo un par de espinas, aún las seguimos encontrando. Sin embargo, tú no fallas. Da igual el día, la hora, el momento que estemos viviendo... sigues haciendo que lo olvide todo, que solo piense en ti. Me vuelves loca. 

Saltamos, nos mojamos. Tus brazos me rodean, son dedos de terciopelo. Empiezas por mi mano, sigues por mi muñeca. Tus labios encuentran los míos, quizás siguen bajando. Son suaves, perfectos. 

Quería verte por última vez, quería volver a saltar contigo. Yo seguí saltando, una y otra vez. Pensé que me agarrarías, que me esperarías abajo. No estabas. Salté, seguí saltando. Seguí esperando. Era hora de dejarme... dejarme volar decías. 

Y volverás, lo sé. Llegarás tarde, sonriendo, mirándome locamente. Tu mirada hablará sola, dirás que me amas. Pedirás disculpas, encenderás un cigarrillo y pronunciarás las mismas palabras de siempre: espera lo inesperado. Tú. Imagínate por qué...


martes, 13 de diciembre de 2016

Mentías.

What do you do when a chapter ends?
Do you close the book and never read it again?
Where do you go when your story's done?
You can be who you were or who you'll become
(Just hold on, Louis Tomlinson feat.  Steve Aoki)

Te mienten, te mienten a la cara. Creen ser mejores que tú, más inteligentes, más espabilados. Al final, deciden mentirte. Creen que ganarán, que no los pillarán, conseguirán lo que nadie ha consegido contigo. ¿El qué? Todo depende. 

Te sonríen a la cara, te tratan como el mejor de los amigos. Y de la nada... ¡puf! Desaparecen, se esconden tras la mentira. No dan la cara, ni dicen la verdad. Te engañan, te tratan como un desconocido, esquivan tu mirada, rehuyen y no quieren verte. 

Un día te abrazan, te apoyan. Sueltan palabras cariñosas, amorosas. Te aman, te quieren, y después te hieren. Dicen echarte de menos, lo dicen una y otra vez. No reparan en ello, en lo que un puñado de palabras pueden llegar a significar. Mienten. Mienten. Mienten

Se ríen de ti, te toman el pelo. Confiaban en ti, llegaste a conocerlos. Y ahora sabes que ellos jamás te conocieron. Tú lo sabías todo, ellos nada. Querías que se acercaran a ti, creías que mostrarían interés por ti. ¡Oh! Y lo mostraron, pero no era lo que buscabas. No había preocupación, ni curiosidad. Tann solo buscaban su propio beneficio; tú. 

Prometían estar a tu lado; mentían. Juraban acompañarte por los caminos más oscuros; mentían. Se comprometían a ayudarte a superar tus miedos; mentían. Se sentaban a tu lado, te tocaban como jamás nadie lo hizo, te amaban... Créeme; mentían. 

Sentimos tantas cosas. Cada toque, cada beso y un simple abrazo lo eran todo. Eran parte de tu mundo, de tu día a día. No había ni una pizca de sinceridad en ellos, en sus actos. Te hacían creer para luego derribarte. 

El desliz de sus suaves dedos, el rojo de sus labios tocándote, saboreando cada parte de ti. Aun así, jamás sintieron. Eran falsedades. Quizás la imaginación nos jugó una mala pasada. Tal vez mis sentimientos se equivocaron, me confundieron. 

Abrirse en canal, expresar lo bueno y lo malo, amar, querer, reír y llorar... nunca fue tan malo como hoy. Te entregas en cuerpo y alma, lo das todo por quien quieres y te preocupas. ¿Y qué recibes? Una bofetada, un cubo de agua bien helada. 

Te enteras de que todo fue una simple broma, un "echarse unas risas con los colegas" Todo fue un visto y no visto. Un leve murmullo que todos olvidan. Todos, menos yo. 
 
¿Qué hacer ahora? Cerrar esta historia, acabar con todo recuerdo que hubo... eso es lo que debería hacer. ¿Olvidar o quedarse viviendo en el recuerdo? ¿Hemos acabado ya? Yo cierro el libro una y otra vez para que tú no dejes de abrirlo. 
 
Y es que tu voz sigue ahí. Me persigue. Tu risa y tu sonrisa no se van, no puedo borrarlas. La dulce melodía de tu voz me acompaña, no me deja. Tu perfume emvolvente no me deja olvidar, tampoco continuar.
 
Aunque lo intento, de verdad, lo hago. Aunque quiera, no puedo. Pierdo el tiempo intentándolo. Si mi propósito es olvidar, lo único que consigo es recordarte aún más. El día que nos conocimos, las escapadas a medianoche, las sorpresas inolvidables o los regalos que ayer eran mi felicidad. 
 
Yo quise tanto, amé demasiado. Solía sentirme protegida contigo. Acurrucarme en ti, escuchar tus historias. Dormíamos, amábamos. Te fuiste, desapareciste. Te desvanecías tras una cortina de humo. 
 
Mentías. 

jueves, 1 de diciembre de 2016

Fuimos lo que ya no somos.

Hay días en los que uno no puede evitar acordarse de aquellos que ya no están. Mensajes que un día se enviaron y hoy ya no tienen respuesta. Un doble tick que no llega, un "leído" que no aparece, una respuesta que jamás aparece, de una pregunta que nunca enviamos. 

Hubo un tiempo en el que todo era como un cuento de hadas: todo era perfecto, nada salía mal. Éramos cómplices en todo momento. Juntos en todo, ahora solos en todo momento, a cada paso que damos. 

Me cabrea. Me enfado al entender que quizás algo pasó, algo cambió y yo sin saber el que. Nos reíamos de la vida. Los problemas eran pequeñeces, estupideces de niños pequeños. Algo de lo que verdaderamente no nos preocupábamos. 

Cuando debíamos, éramos personas maduras. Escuchábamos, apoyábamos, aconsejábamos. Cuando era necesario sacábamos todo el arsenal, luchábamos. Sacábamos las uñas. No éramos capaces de callar. 

Hubo cambios drásticos, situaciones que pensábamos que no nos afectarían. Lo hizo. Quedamos rotos, desconfiando los unos de los otros. Llegaron las críticas, los insultos, las lágrimas. Bromas que dejaron de ser graciosas, aunque tú seguías riendo. 

Miradas incómodas. Encuentros en el pasillo donde la tensión era palpable. Tú seguías riendo, yo no tanto. Un "para lo que quieras" que cambió rápidamente. Se convirtió en un "sólo llamadas urgentes". Y eras incapaz de descolgar el teléfono, de aceptar mis llamadas. 

Un día enviaste un mensaje. Encontraste la manera más retorcida de hacerme saber que ya no te importaba. Ya no estarías ahí para ayudarme, ni escucharme. Serías un mensaje archivado más, una llamada perdida sin contestación alguna. Enviaste un mensaje, repliqué. Al día siguiente no obtuve respuesta, a día de hoy espero respuesta.

Dudo sobre lo que pasó, sobre lo que nos pasó. Estábamos bien, y al día siguiente ya nada. Los pasillos se convirtieron en nuestro campo de batalla. Buscamos aliados y nos ganábamos enemigos. Salíamos a pelear, queríamos ganar. No sé quien ganó, tampoco quien perdió. 

Solo quedaron los mensajes sin respuesta, las llamadas no atendidas. Quedaron las miradas furtivas, las historias y los secretos no contados. Quedan memorias de un pasado, mientras nos aferramos a nuestro presente sin saber por qué todo cambió. 

domingo, 20 de noviembre de 2016

Madre.

Hoy traigo un post inusual, pero que a la vez sus palabras salen del corazón. La marca Puleva patrocina una campaña para el cambio del significado de la palabra madre. Por eso hoy escribo este post, por ella hoy escribo este post. 

Pues bien, resulta que la RAE (Real Academia Española) da la siguiente definición para esa persona que no sólo nos ha dado la vida, sino que se ha dedicado a cuidarnos, a protegernos: Mujer o animal hembra que ha parido a otro ser de su misma especie

Tuve que cerciorarme bien antes de escribir nada, antes de decidirme y explicar lo que sentía al leer esto. Repasé todas las entradas que el diccionario daba, quizás en otra acepción encontraré aquello que busco. Sin embargo, nada de eso sucedió. 

¡Qué frivolidad! Claro está, el diccionario solo nos entrega su significado más literal y lingüístico, definiendo la estricta realidad. No se detiene en el verdadero significado de la palabra amor, protección, en el confort y consuelo que una madre puede proporcionar. No, eso no es cosa del diccionario. Tan solo debe encargarse de unir palabras frías para dar una descripción gráfica de la realidad. 

¿Es esta mi realidad? El calor de una madre no lo da una definición fría de la RAE. Una madre apoya, cuida y protege hasta su último aliento. Está ahí en todo momento, en lo bueno y en lo malo. Es ella quien me alienta a seguir luchando por lo que quiera, a conseguir todos mis sueños. 

No, no es una relación idílica. No soy la hija perfecta, y ambas aprendemos de los errores cometidos. Nos peleamos, discutimos, queremos ambas tener la razón, sin dar nuestro brazo a torcer. Aun así, tras las discusiones y las tormentas, comprendes que ellas son las que tienen la razón. 

Saben más, han vivido más, quieren lo mejor para ti. No sólo han sido capaces de parirte, también han estado ahí cuando has dados tus primeros pasos, tus primeras palabras. Están ahí, da igual la edad. Nos han enseñado tantas cosas, nos siguen enseñando tantas cosas. 

Hemos aprendido de ellas. Nos educan, saben lo que es el respeto, el amor y la humildad. No les gustan las mentiras, y para nosotros son heroínas capaces de superarlo todo. Estas son palabras que un diccionario es incapaz de dar, de expresar. Y, sin embargo, esta es mi realidad. 

Si tengo un problema, mi madre me escucha. Da igual la hora, el día o la edad que yo tenga; si el día es gris, si me encuentro mal puedo seguir yendo a su cama, esconderme bajo las sábanas, que me abrace y que todo mal se vaya. 

Madre es quien no duda en recogerte a las doce de la noche cuando ya no hay bus que te lleve a casa, quien se preocupa cuando algún mal te acarrea. Llorará contigo, reirá contigo. Te levantará los ánimos, te ayudará a perseguir los sueños que tengas. Y sí, también te regañará, se enfadará contigo, te hará ver todo con perspectiva. 

Es madre, alguien te que quiere, que te ama incondicionalmente. Una fría descripción de un diccionario no las define, las palabras que uno le pueda dedicar a alguien que quiere siguen siendo insuficientes. Aun así, cada pequeño detalle ayuda. Quizás el mundo no vaya a cambiar por una campaña que podría ser tachada de comercial. 

Pero lo que sí es cierto es que como mi madre no hay otra, que soy afortunada, que ella es una mujer de gran corazón, valiente y fuerte. Siempre está al pie del cañón; esto un diccionario no lo ve. Por eso, firmé esta petición, por eso quiero aportar mi granito de arena, saber que una madre no es una simple hembra que pare. Entender que a una madre la definen mil conceptos, pero que estos son incapaces de ser definidos por un diccionario. 


(¡Firmad!)

miércoles, 16 de noviembre de 2016

Tic-tac, tic-tac.

Tic-tac, tic-tac. Las manecillas del reloj se mueven, hoy van hacia delante, y mañana quizás retroceden. Tic-tac, tic-tac. Uno no se para a pensar, no actúa habiendo analizado la situación. Uno se mueve por impulsos, por inercia. 

Cuando pasa, no te das cuenta. Piensas que ha sido otro de esos pequeños descuidos. Ese fallo que has tenido, como cuando has roto la taza preferida de tu hermano o bien te has comido ese último bombón que tu madre quería. 

No ha sido un fallo pequeño, uno de esos errores cometidos que se pueden olvidar, en los que no pensar. El reloj sigue funcionando, no se para por que tú hayas metido la pata. Sigue marcando las horas, los minutos y los segundos que pasan. Marcan nuestro presente, parte del futuro. Tú ya no estás, no ves el reloj, no escuchas su interminable tic-tac, tic-tac.

Él no te espera, no piensa en ti. Continua con su vida, girando y girando hasta que dan las doce, hasta que marca el comienzo de un nuevo día. Sus pequeñas manecillas negras marcan nuestros pasos, lo que haremos hoy y lo que haremos mañana. ¿Tendremos tiempo suficiente? Tú no lo sabes. 

Y es que ves el tiempo pasar. Hoy es de día, ayer fue de noche. Hoy todos ríen, bailan mientras ayer tan sólo soñaban. Estabas ahí; queriendo, amando, sufriendo. Y de todo aquello, hoy sólo queda ceniza, polvo. Ese pequeó rastro que con tan sólo un suspiro puede desaparecer, lo hacemos volar. 

Jugabas conmigo. Me hacías creer mucho: creer en mí misma, en mis posibilidades, en mis sueños. Aun así, reías cada vez que yo tropezaba, que me caía, que sufría. De la noche a la mañana, cuando el reloj no había dado su primera vuelta, tú ya te habías esfumado. 

Descubrí todo. Las mentiras, las falsas esperanzas, las burlas, los secretos contados a todo aquél que conocías, todo salió a la luz. No hubo nada más que esconder. Fuiste una persona cínica. Te creías el rey del mundo, pero yo también creí que lo eras. 

Eras fuerte y valiente. No mostrabas debilidad alguna, ni fallos cometidos. Eras importante para mí. Me hacías sentir querida, especial. Una amistad valorada, alguien en quien confíar. Eras con quien me sentaba a media tarde y tomábamos café. Eras la única persona a quien llamaría una y mil veces a media noche. Daba igual si reíamos, si llorábamos, lo hacíamos juntos. 

Creí tanto en ti, en lo nuestro. No me fallaste, tan solo fue la manera más cruel de herir a alguien. Lo bueno se acaba pronto, suelen decir. Tal vez es cierto. Para ti nada de esto fue real, nada tuvo sentimiento. Resulta que no te movías por inercia, resulta que no fueron impulsos. 

Fuiste capaz de planearlo todo. Era tu plan maestro ¿no? Jugar con los sentimientos de las personas. Hacer que, por una vez en su vida, se crean importantes, sean algo más que un simple desconocido. Creí que no sería estúpida, que no sería inútil. Volví a caer. 

Pero el tic-tac del reloj sigue. Yo me sigo moviendo, dejo pasar el tiempo. Te olvido, te recuerdo a ratos, no pienso en ti tanto como antes. Recuerdo tu risa, y poco más. Lo que una vez fue importante ya no lo tengo en mente. Sigo escuchando un tic-tac, tic-tac a lo lejos, quizás eres tú. En un pasado hubiese seguido tus pasos, te hubiese buscado. Hoy no.           

domingo, 6 de noviembre de 2016

Sonríe, sonríe, sonríe...

Sabes, hoy me he preguntado qué hay de malo en llevar tacones, en querer arreglarse, en sentirse bien con uno mismo. La respuesta fue clara: nada. Ser alta y llevar un tipo de tacón que te guste no es malo, como tampoco es motivo suficiente para ser el centro de las miradas de todo aquél que se aburre y decide juzgarte.

¿Y si quiero ponerme una falda, un vestido, algo con lo que yo me sienta cómoda y bien? Verás, hazlo si quieres, porqué lo importante eres tú. Es tu cuerpo y tu vida. No entiendo por qué debería privarme de ciertas cosas por ser más alta que la media, o por no tener la talla perfecta de una modelo de Victoria's Secret.


Cada uno es libre de expresarse como quiera, pues bien... de la misma manera yo puedo vestirme como quiera. No molesto a nadie, tan solo quiero mostrar que yo también puedo ser bonita, que puedo lucir mi cuerpo sin ser una 60-90-60.


Lo he dicho muchas veces, aunque nunca está de más repetirlo: da igual si eres alta o baja, demasiado delgada o te sobresalen esos michelines, si tus ojos son verdes o marrones o si bien eres rubia o morena, todo eso da igual, porque tu físico o tu belleza superficial no te define como persona. ¿Eres feliz? Eso es lo que más importa, aquello por lo que debemos preocuparnos.


Deberíamos dejarnos de tonterías. Nos pasamos la vida criticando a los demás, diciendo tonterías sin ton ni son, juzgando a la gente y regalando falsos cumplidos, sin entender que no somos tontos, que sabemos cuándo nos mienten. Tú quizás no lo ves, pero por cada crítica, por cada mentira escupida hay alguien que se resquebraja por dentro.


"La autoestima chicos, recordad la autoestima." Eso solían decir los profesores en sus tutorías, en las clases de educación cívica, cuando aún había de eso. Piensa que no todos somos iguales, que aquél comentario que tú eres capaz de pasar por alto, hay alguien que no puede, que se lo toma a pecho, aunque no quiera, aunque no deba. 


Y sí; hay campañas y canciones de amor recordándote que eres bonita, preciosa. También están tus padres, los profesores y tus mejores amigos -si son amigos de verdad, claro-. Personas que solo quieren verte sonreír, quieren lo mejor para ti. Personas a las que contarles tus inseguridades y no se reirán, tampoco las tomarán a la ligera. Pero claro, ya no sólo vivimos en una sociedad calificada de machista, sino también superficial. Y sí, quizás vamos progresando pasito a pasito, pero eso no es suficiente.



Así que parece se que lo más fácil sería cambiar nuestra táctica, adaptarnos a lo que ellos quieren, ser de la manera que ellos quieren que seamos. No lleves vestidos, ni faldas que no lleguen -al menos- a tus rodillas. Tan solo pantalones, unas bambas bien cómodas y listos. No hay nada de malo en esto último, pero tampoco veo lo malo en llevar aquello que te gusta, que te apetece, te hace sentir bien. 

No me visto para que me miren mal, ni para ser criticada mi juzgada. No me visto para aquellos que les parece divertido cuchichear, contarte secretitos a la oreja e ir despotricando de los demás. Me visto por mí, única y exclusivamente por mí. Intentan darte lecciones de vida, creyéndose mejor que los demás. 

Las personas se creen que somos tontos, estúpidos. Creen que no sabemos cuando nos mienten, cuando tan sólo te lanzan un cumplido por callarte la boca, no porque lo sienta de verdad. El sol sale, se pone y ellos siguen sentados en el mismo banquito sin nada más que hacer que mirarte mal. Se aburren demasiado. 

Recuperar la confianza en uno mismo no es fácil. Créeme; por el camino te encontrarás a mucha gente que no te lo facilitarán. Se reirán, te darán la espalda, intentarán hacerte daño... y ya no sólo por como vistas. Cualquier motivo, detalle o desperfecto es suficiente para hacerte daño, para criticarte, ponerte verde y creerse mejor que tú. 

Muchos te dirán que no hagas caso, que no merece la pena, que son gente sin escrúpulos, que no tienen una vida y que se aburren demasiado. Tienen razón. Aun así, sé que es difícil seguir estos consejos, que no somos capaces de escuchar lo que dicen. Es por esto, que yo no quiero este consejo, sino que quiero algo diferente...

Sonríe. Que la curva más bonita que tienes se eleve, que tu mejor cualidad salga a la luz. Sonríe, que eso da rabia a los envidiosos. Sonríe y cómete el mundo porqué no hay nadie como tú, igual de bonita que tú. Sonríe, que eso da rabia. Sonríe, aunque por dentro duela. Sonríe que eso no le gusta a los envidiosos, ni a los criticones; ellos se mueren de envidia. 


Ponte tu mejor sonrisa, ese vestido rojo o negro, tus zapatos a juego y sal. Sonríe mientras caminas por la calle con tu mejor tejano puesto y ese jersey que te recuerda a alguien especial. Sonríe a todo aquél que te mira cada vez que bajas las escaleras del metro o bien cuando entras al supermercado. 


No, no me he vestido con "mis mejores galas" -aunque deberíamos definir este concepto, todos tenemos una concepción distinta- para ir a comprar el pan. Lo hago para sonreír, para mirarme al espejo y decir esta soy yo. Así, al natural. Ponte maquillaje o no, píntate los labios rojo pasión si así consigues que te sonrisa resalte. No hagas nada y ponte unos cómodos leggins, unas zapatillas y a respirar aire puro. 


Haz lo que quieras, pero hazlo por ti. Yo lo hago por mí. Sonrío, me visto, salgo. Me quedo en casa si me apetece. Peli y manta nunca sonaron mal ¿verdad? Me paso un día en pijama o bien salgo a pasear. Voy a trabajar, a estudiar, camino por pasillos vacíos y por los más concurridos. Sonrío, aunque el día no acompañe, aunque mis emociones sean distintas. No dejo ver mis debilidades. Sonrío, y lo hago por mí. 

martes, 1 de noviembre de 2016

Saber y no saber.

She is a day dreamer and a night thinker. 

Miras una foto, resigues su silueta con un fino dedo, lees el pie de foto y así, como si nada, surge la inspiración. Tu perfil es único, mágico y misterioso. Me quedo embobada mirando tu sonrisa, pensando en aquello que tu mirada oculta. Quisiera saber tantas cosas de ti, conocerte, comprenderte...

No sabemos nada los unos de los otros. Buscamos respuestas sin poder encontrarlas, sin saber exactamente dónde buscar. Vivimos pensando en nosotros mismos, sin mirar a nuestro alrededor, sin preguntar por los demás. Vivimos, pero somos incapaces de conocernos a nosotros mismos. Aun así, aquí estoy: queriendo saber de ti, conocerte. 

Quiero poder mirarte e interpretar tus sonrisas. Saber si estás triste, si eres feliz. Entender y comprender que hoy es el día para llorar, mientras mañana celebraremos juntos. Poder preguntarte tantas cosas, de lo más común hasta aquellos pequeños secretos que todos tenemos. Quiero que confíes en mí. 

¿Llegará el día en que me digas tu color preferido? Sí, lo sé; suena tan estúpido. Sin embargo, para quien poco significa para otro mucho significa. Son pequeños detalles que hacen lo nuestro más fuerte, que construyen la confianza, que hacen que nos armemos de valor. Pequeños pasos que nos llevan a querernos, a protegernos, a que, cuando más lo necesites, una persona te conozca con tan solo un gesto. 

Pero, no. Ellos no saben de ti, yo no sé nada de ti. Somos dos desconocidos, personas con un lago viaje por recorrer que aun no se han cruzado, que van en paralelo buscando respuestas. Somos trotamundos buscando nuestro fin, nuestro futuro y parte del presente. Yo busco conocerte, quizás tú buscas ignorarme. 

Y si los papeles se invirtiesen, si fueras tú quien busca resolver dudas, yo sería capaz de proporcionarte cada una de las respuestas. Llámame tonta, no te lo tendría en cuenta. Puedes pensar lo que quieras, pero solo sé que quiero ser yo quien plante esa sonrisa que veo una y otra vez en las fotos. 

Y sí, lo soy: una romántica empedernida. Sueño de día, con los ojos abiertos, pensando que tengo un mundo lleno de fantasías que me esperan. Aventuras por vivir. No guardo rencor a las personas que se han ido, a aquellos que hoy no muestran interés. Los recuerdo, y sueño con los momentos vividos y todo aquello que pudo ser y pasar pero no hubo posibilidad de cumplirlo. 

Sueño de día, pero por las noches decido reflexionar. Saber en lo que me he equivocado, por qué he ido perdiendo personas por el camino. Quizás si hubiese dado más, si hubiese sido más abierta, hablado, explicado como me siento. Por eso, reflexionando aprendo aquello que quiero, lo que deseo vivir contigo. 

No me conformo con mirar tus fotos, con tenerte tan cerca, pero no poder tocarte. Es como perseguir un fantasma, no te encuentro y aun así no hay día que no te vea. Estás ahí, una cara demasiado angelical que parece esperar algo, o alguien. Sueño con ser yo. 

Una foto que parece ser lo único que me queda. Ni eso, ni el dulce olor de tu perfume, ni aquella bufanda que solías ponerte, nada es suficiente. Deseo que sepas tantas cosas, que puedas verme, oírme, saber de mí cuando nadie más lo hace. Ser yo, ser nosotros. 

jueves, 27 de octubre de 2016

Puedo escribir.

Puedo escribir los versos más tristes esta noche.
Pensar que no la tengo. Sentir que la he perdido.
...
Ya no la quiero, es cierto, pero tal vez la quiero.
Es tan corto el amor, y es tan largo el olvido.
(Poema 20, Pablo Neruda)

Puedo escribir. Puedo diferenciar lo bueno y lo malo, escribir aquello que pasó ayer o tan solo plasmar lo que hoy pasa por mi mente. Puedo sentarme un largo rato frente a la pantalla, té en mano y miles de ideas. Puedo decir mil cosas y seguir sin decir nada en absoluto. Reírme de lo malo, dejar pasar el tiempo, quitarle importancia a según que asuntos. Puedo hacer tantas cosas, sentir, vivir tantas cosas. 

Puedo escribir para decirte que te quiero. Lo plasmo, quiero que todo el mundo se entere. Saber que no hay sitio en el que esconderse, ni sentimientos de los que avergonzarse. Gritarlo, ir por cada rincón recordándote que eres única y especial. Nadie puede hacerme sonreír como tú. Quizás son tus locuras, tus historias y aventuras, o tal vez el solo verte es lo que me alegra. 

Y si te das cuenta, en cada rincón hay un espejo, un elemento en el que reflejarte. Y es que te ves a ti misma, recuerdas lo que es el amor propio, el tener autoestima, el no derrumbarte. Te miras y piensas que eres perfecta así, sin más. Te miras para sonreír, y si ese día debes llorar tampoco lo escondes. 

Escribo para recordarte que no pierdas la inocencia. Sí, debemos madurar. Pero ¿por qué perder el niño que llevamos dentro? Ese pequeño componente infantil que se activa cuando vemos nuestro dulce preferido, o que nos hace lanzarnos a la aventura. El querer vestirte de princesa y llevar corona o bien luchar contra dragones y monstruos.  

Puedo escribir lo que deseo con todo mi ser. Hablar de sueños cumplidos y los que quedan por cumplir. Decirte que te extraño con cada fibra de mi ser y que eres tú y solo tú el sueño que me queda por cumplir.  Saber que te tengo al lado, oír tu suave respiración, el repique de tus uñas contra la vieja mesa de manera, el ver como aquél bolígrafo que te regalé se resbala por tus dedos... 


Saber tantas cosas y no poder hacer absolutamente nada. No puedo tocarte, ni regalarte una sonrisa. No te abrazo, ni te acaricio. Muchos hablan, inventan historias. Cuentan lo que quieren, aunque solo sean estúpidas habladurías. Saber que ya no somos capaces ni de compartir un café. 


Puedo escribir, decir que me he enamorado. Puedo seguir escribiendo mientras otros cuchichean, hablan, mienten. Escribo sin miedo, ni pudor. Quizás lo leas y pienses que es para ti. Quizás lo leas y no pensarás que te lo dedico, que quiero que sepas cosas que no me atrevo a decir. 


A lo mejor miento al decir que te quiero, al decir que me importas. Pero tal vez solo hace falta una mirada para entender lo que siento. Quizás las palabras no son suficientes, o no sean tan importantes. Escribo dándome cuenta de que mi mirada refleja mis sentimientos. 

jueves, 20 de octubre de 2016

Sentimientos.

Me siento torpe, no sé que me pasa 
Hago todo al revés 
(Sin saber por qué, Vanesa Martín)

El tiempo pasa, pero los sentimientos siguen intactos. Ahí de pie, esperando a ser liberados. Que el dolor y la rabia desaparezcan, que el amor por otros nazca. Sin embargo, todavía no es el momento. Los sentimientos se guardan en una pequeña caja, esperas a abrirla, o bien que alguien con un mínimo de curiosidad la abra por ti. 

Curiosidad por conocernos, por descubrirnos. Explorar nuestro ser, nuestra persona y forma de ser sin tener miedo a ser juzgados. Que te miren y crean que brillas, que hay algo en ti que es especial. 

¿Y si escribimos? ¿Planeamos nuestra historia? ¿Y si nos dejamos llevar? Pensar que encajas como una pieza perfecta de puzzle, para luego darte cuenta que no hay pieza perfecta, que lo que verdaderamente existe es la imperfección. 

Sentirte fuera de lugar, perdida y desconcertada. Estúpida e inútil por creer en la perfección de algo que nunca llega, que nunca llegará. Jugar con los sentimientos de uno pensando que se conseguirá algo, que ganarás una batalla ya perdida. Sentimientos que van y vienen. Y quizás hoy te quiero y mañana te olvido.

Risas de fondo que resuenan en tu cabeza. ¿Será que se ríen de ti? Desconfianza en todos aquellos que una vez dijeron "hola", que ayer dijeron "adiós". Voces que suspiran, que susurran, que no callan. No hay motivos para hacerlo. 

Voces que no reflejan nada; ni alegría, ni tristeza. Miradas en blanco, palabras no pronunciadas. Sentimientos escritos, reflejados entre apuntes universitarios, entre planes de trabajo. Ideas locas, planes por hacer que quieres que se cumplan, que nunca cumplimos. Será que somos cobardes.  

Inseguridades que se apoderan de ti, estupideces que te carcomen. De tan buena que eres, acaban tomándote el pelo. Lo sabes y no haces nada. No es fácil cambiar, aunque todos quieran que cambies. 

Ahora bien, una cosa es querer y otra creer. Porqué son muchos los que creen que el cambio es para mejor, mientras otros no le otorgan ni el beneficio de la duda. Tal vez sea porqué  quien quiere que cambies lo hace por beneficio propio. No por ningún otro motivo. Y si eso no se refleja a la corta, lo hace a la larga. 

Como aquella lista de deseos de nuevo año, como las mil motivaciones que te ayudan a continuar, creer que el cambio es uno de esos deseos. Sin embargo, no piensas en los sentimientos, en la rabia y en la desesperación. En aquello que hoy sientes. 

Serán sentimientos encontrados. Saber que te utilizan y dejarlo pasar. Callar. No hacer nada. ¿Para qué molestarme? Lo hago todo al revés. Lo que un día fue bueno, hoy no lo es tanto. Aquello que recuerdo, lo olvido. Y aquello que sentí, ahora no sirve de nada. 

lunes, 10 de octubre de 2016

No questions.

¿Quién soy? ¿Qué quiero? ¿A dónde voy? ¿Cuál es mi plan? ¿Tengo un plan? ¿Cómo me siento? ¿Tengo respuesta? Como siempre, aparecen miles de preguntas en nuestra cabeza, alguna de ellas con más sentido que otra. Cada día, da igual el tiempo que haga, no importa si es uno de esos días buenos o tienes un presagio y sabes que será malo; cada día tenemos millones de preguntas. Unas con respuesta fácil, otras no tanto. 

Las personas somos seres complicados. Hoy decimos blanco, mañana negro. Quizás dentro de tres días pensemos en rojo o verde. Da igual, la cuestión es que somos personas indecisas, personas inseguras. Y es por esto, y por otras mil razones que cometemos errores. 

Nos enfadamos, creemos tener la razón y no somos capaces de escuchar a aquellos que intentan hacernos entrar en razón. Somos tercos y egoístas. Lo primero por no escuchar a los demás, lo segundo por solo escucharnos a nosotros mismos. 

Nos sentimos traicionados, furiosos con los demás y con nosotros mismos. Parece que siempre seamos los verdugos de la película, mientras otros actúan como víctimas una y otra vez. No lo vemos con perspectiva, no somos objetivos. Pensamos con el corazón y a través del dolor. Los sentimientos guían todas nuestras acciones, todas las palabras dichas. 

Dejamos que la rabia nos consuma, se apodere de nuestro sentido común. No pienso cuando hablo, tan solo me libero del dolor, de las palabras que han ido y venido. Sí, lo sé: no debería dejar que se crease una bola, tarde o temprano explota y es peor. 

Nos convierten en los malos de la película cuando decidimos hablar. Ellos son los santos que nunca han hecho nada, jamás han roto un plato. Nada, absolutamente nada. Vives por y para ellos y nunca lo agradecen. Se sienten dolidos. ¿Y yo? ¿No tengo derecho a sentirme así? 

¡Pues claro que no! Una estúpida niña que tiene toda una vida por recorrer no tiene el tiempo para sentirse así. Vuelvo a repetirlo: todos somos seres con sentimientos. Si me corto, sé que sangraré y dolerá. Si me doy en el dedo pequeño del pie, estaré maldiciendo. Si las palabras te afectan, llegan a ti, pues estaré dolida. 

Son decepciones de diferentes personas que se acumulan a ti. Admito mi error, pido perdón. ¿Sirve de algo? Es en vano, ya lo he dicho: somos tercos. No aceptamos las disculpas de otros. No queremos escuchar, no queremos saber. Pido perdón por mis errores ¿y tú que haces? Seguir siendo víctima, sin entender que has sido verdugo. 

La frustración y la rabia están ahí, presentes. Gracias a estos sentimientos hay miles de preguntas por responder. Hoy son dudas, quizás mañana sean simples recuerdos de algo que sucedió, de algo imposible de arreglar. Uno da su brazo a torcer, pero uno se cansa de dar, dar y seguir dando. 

Uno se cansa de preguntar, de responder, de seguir en una espiral sin fin, sin comienzo. Entramos en ese círculo dando vueltas y vueltas. Vamos de puntillas, caminamos sigilosamente intentando evitar los obstáculos, los problemas, las discusiones y los errores. Sin embargo, quizás con el tiempo las respuestas vengan solas. Saber quién soy, qué quiero, a dónde voy, qué planes tengo -si es que los tengo-, cómo me siento son preguntas sin resolver, enterradas en el pasado. 

Uno las entierra por querer olvidar lo vivido, por no querer pensar en lo que sucedió, en lo vivido. No recordar las decepciones vividas en una época muy marcada, no querer saber nada de esas personas que formaron parte de nuestras preguntas, que nos ayudaron a cuestionarnos muchas cosas y nunca colaboraron con la respuesta. 

sábado, 8 de octubre de 2016

What would you do?

I'm free to be the greatest, I'm alive
I'm free to be the greatest here tonight, the greatest...
(Greatest, Sia feat. Kendrick Lamar)

¿Qué harías? ¿Eres de los que hacen lo que les dicta el corazón o la cabeza? A veces, aquello que piensa nuestra cabeza no es lo mismo que nuestro corazón. Conflicto de emociones. Aquello que pienso, digo y siento. Una batalla interna difícil de lidiar. Debe ser difícil. 

El pasillo por el que miles de personas caminan se vacía, mientras tú sigues ahí. Sentada, viendo como ya no queda nadie. Las luces se apagan, el silencio se apodera de todo rincón escondido. La música resuena, aun sin entender las palabras. Tus pensamientos rondan, dan vueltas, pero caen al vacío. Silencio, puro silencio.

Como si de una obra de teatro se tratase, las acotaciones lo marcan todo. Si dicen "calla", tú callas. Si debes dar un paso a la izquierda lo haces, y si no debes pensar, ni piensas en hacerlo. No te molestas en dejarte llevar por tus emociones, por aquello que tus sentimientos dicen. Eres un títere, una marioneta que es dictado y manipulado por otros. No sobresales, no destacas, no eres tú. 

Te has convertido en un ser diferente. El cambio no ha sido bueno. Y aquí estás: leyendo esto. Debatiéndote entre lo que sientes, quieres y deseas y aquello que yo pienso. No entiendes mi postura, te crees el centro de atención, el ombligo del mundo. No simpatizas, no sé quien eres. 

No es culpa tuya, al menos no al cien por cien. Claro está, no puedo exculparte. Sin embargo, sé que aquellos que te han rodeado han tenido una gran influencia en ti, en tus acciones, en los pasos dados. No eres valiente, ni capaz de tomar tus propias decisiones. No tomas las riendas de tu vida, de tu día a día. No rompes esas cuerdas que manipulan tu propia marioneta. 

No tienes instintos, ni palpitaciones por ti mismo. Haces lo que ellos dicen, lo que ellos piensan. Es como si llevases un pequeño pinganillo y repitieras literalmente aquellos que los otros te soplan. Son sus palabras, no las tuyas. Son sus acciones, y no verdaderamente las tuyas. Eres una copia barata de los demás. 

¿Nunca has dejado volar la imaginación? Piensa en todo lo que no has hecho por miedo, todo aquello que desearías hacer, las locuras a la que la vida te lleva. Imagina dejándote llevar, pensando que flotas entre suaves nubes. Caminando y pisando a paso firme, marcando y dictando tus pasos, tus acciones. 

¡Haz frente a la vida! No te quedes callado, ni solo en ese pasillo del que antes hablábamos. Ponte en pie. Grita, llora, ríe, sueña, vive. Intenta conseguir lo que quieras. Sal si quieres salir, diviértete, bebe, come, baila, canta. Es tu vida, no te conviertas en una marioneta. Ten personalidad. 

Te lo dice alguien que te quiere, alguien que quiere apoyarte. Mírate al espejo, piensa en ese mal hábito, intenta cambiarlo. Ten fuerza de voluntad. Piensa que todo esfuerzo se verá recompensado, que ninguna luchas es en vano. Recuerda: es tu vida. No es la de ellos. ¿Ellos? Esas personas que no son nadie. ¿Y tú? Tú sí que importas. 

Awakener.

I am not a teacher, but an awakener. 
(Robert Prost)

Hace unos días me preguntaron lo siguiente; Ana ¿cuál es, para ti, uno de los grandes placeres de la vida? La verdad, en ese momento no supe que responder. Nada era coherente, ni era una respuesta acorde con aquello preguntado. Sin embargo, le estuve dando vueltas, pensé en las miles de situaciones que he vivido, pensando en cual había sido mi gran placer. Y buscando, y buscando, di con la respuesta. 

Sentirse realizada haciendo aquello que te gusta, sentirte útil, sacar una sonrisa a alguien, hacerle la vida menos complicada a los tuyos. Disfrutar de tu trabajo, sentir que, aunque solo sea por una milésima de segundo, has sido capaz de despertar algo en alguien. 

Sentirse bien con uno mismo, saber que alguien está aprendiendo, aunque sea muy poco, pero sabes que algo aprenden. Despiertas el interés en ellos, las ganas de conocer mundo, de experimentar, de saber y aprender. Y eres tú quien, quizás no a todos, pero a alguien le despiertes esa pasión escondida y enterrada en ellos. 

Al llegar el final del día te sientes realizada, sientes que has hecho algo bueno. No te has quedado sentada en el sofá, ni estirado en la cama. Has aprovechado el día, has enseñado y tú también has aprendido. Somos estudiantes durante toda la vida, siempre hay alguna lección para aprender. 

Siempre quise ser profesora, enseñar, aprender, ayudar. Siempre hay una pasión en nosotros que se despierta, que nos despiertan. Hay un sueño a cumplir, por el que luchar. No es tarea fácil, cada día hay logros por cumplir. Sin embargo, sabes que, al final del día, todo eso ha valido la pena. 

Así que, sí: me siento útil y realizada. Soy feliz, hago lo que me gusta. Y siempre debería ser así. Luchar por aquello que sabes que te llena, te completa de una manera u otra. 


sábado, 17 de septiembre de 2016

Ghosts.

Or am I just
Too cynical for my own good,
Too scared to say,
We'll get there if we should
(Heroes or ghosts, The Coronas)

Un día te encontraré, volveré a verte, haré como si nada hubiese pasado. Quizás nos veamos en el mismo sitio en el que lo dejamos. Aquella catedral tan pintoresca que solías admirar, o en el café que siempre abría hasta las 3 AM, fuese el día que fuese. 

Miradas fugaces que nos lanzaremos en el tren de la mañana, ese que nos lleva a destinos diferentes para empezar nuestra rutina. Y es que hoy te veo, igual que siempre. Ahí estás, sentado frente a mí mientras lees mi libro preferido, y la comisura de tu labio se eleva un poco dejando ver una pequeña sonrisa, esa que me cautivó. 

No sé si te has dado cuenta de que estoy aquí, que te he buscado. No ha sido cosa del destino, de una tercera persona queriéndonos unir. He sido yo. Lo he provocado, quiero regodearme en el dolor, en el ayer y en el pasado. Revivir una y otra vez nuestra vida, darle a rebobinar y al play cuantas veces haga falta. 

¿Me equivoqué? No debería haberlo hecho, debería haberme quedado quietecita, como cuando nuestras madres solían regañarnos. Pero -quizás- es la parte en mí que quiere volver a verte, aunque solo sean dos segundos. 

Ojos azules en los que me perdía, haciendo contraste con el verde de los míos. Tus manos que hoy se sujetan para no caerse cuando el tren gira bruscamente y antes sujetaban mi mano. El pálido color de mi piel con el rojo de tus mejillas cada vez que te sonrojabas, cada vez que pensabas en mí. 

¿Soy la única en la que piensas? Cada mañana al despertarme, cada pequeña rutina solía recordarme a ti, a nosotros. El café de media mañana, aquel que solías traerme. Esas tostadas cursis en forma de corazón. Las llamadas tras horas trabajando o después de un examen. Te preocupabas por mí. ¿Quién ocupa tus pensamientos ahora? 

Solías contarme historietas, solías recitar poemas e intentabas tocar la guitarra. Jugabas y reías como si de un niño pequeño se tratase, con la misma inocencia, siendo igual de risueño. Abrir el baúl de los recuerdos es doloroso, a la par que insuficiente, igual que recordarte. 

No te veo más. Cuando te busco y te encuentro eres tú quien no me ve, quien no quiere verme. Me borras y yo deseo hacer lo mismo. Encontrar ese botón que con tan solo pulsarlo borre todo lo malo, todos los recuerdos. No lo encuentro, o quizás no quiero encontrarlo. 

¿Será que es difícil? No tengo tiempo para pensarlo, para buscarlo y encontrarlo. No disfruto del momento, de los pequeños placeres que tengo en mi día a día. Esos pequeños regalos de aquellos que están a mi lado, que me regalan sonrisas. No pienso en los que me rodean, aquellos a los que les importo.

Escuchar tus mensajes de voz, tus notas de audio, sencillamente tu voz. Los dulces susurros, la voz ronca recién levantado. La seriedad que desprendías. Las pocas ganas de hablar que tenías a media tarde, pero que hasta tus silencios decían mucho. Tus miradas hablaban, tus caricias cortaban mi respiración. Tú. 

Y esto se ha convertido en un sin sentido. Palabras que llenan páginas de historias, cuadernos rotos, páginas caídas que guardan secretos; pequeños y grandes. Trenes que ya no salen, besos en medio de la cafetería que desaparecen, caricias debajo de la mesa que ya no existen, que ya no se sienten. ¿Existió alguna vez? 

Fantasías de princesa, recuerdos y memorias de lo que a otros les sucedió, pero tú no fuiste capaz de vivir. Visto desde fuera, desde otra perspectiva. Ya lo dicen: nada es lo que parece. El tren no se mueve, las palabras se amontonan, uno ya no sabe lo que dice. Escribo por escribir. Escribo por rabia y rencor, por no querer callar, por dolor. Todo es un sin sentido. ¿Lo ves? ¿Lo entiendes?

Callejones sin salida en los que uno se encuentra. La discontinuidad de una historia que nunca acaba, que no sé si ha empezado. Esconderme, agachar la cabeza para no verte más, para que pienses que he pasado página. Sin embargo, no sé nada. 

Y es hoy te encuentro, te veo, hago como si nada pasase. Entre tanta multitud ahí estás tú: con la misma sonrisa pícara, con la cara iluminada. Ahí estás tú, silenciando todo ruido a mi alrededor, parando el tiempo. Y es que hoy te veo, te busco y te encuentro; sin catedral, ni tren ni café. Solo tú.

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...