jueves, 1 de diciembre de 2016

Fuimos lo que ya no somos.

Hay días en los que uno no puede evitar acordarse de aquellos que ya no están. Mensajes que un día se enviaron y hoy ya no tienen respuesta. Un doble tick que no llega, un "leído" que no aparece, una respuesta que jamás aparece, de una pregunta que nunca enviamos. 

Hubo un tiempo en el que todo era como un cuento de hadas: todo era perfecto, nada salía mal. Éramos cómplices en todo momento. Juntos en todo, ahora solos en todo momento, a cada paso que damos. 

Me cabrea. Me enfado al entender que quizás algo pasó, algo cambió y yo sin saber el que. Nos reíamos de la vida. Los problemas eran pequeñeces, estupideces de niños pequeños. Algo de lo que verdaderamente no nos preocupábamos. 

Cuando debíamos, éramos personas maduras. Escuchábamos, apoyábamos, aconsejábamos. Cuando era necesario sacábamos todo el arsenal, luchábamos. Sacábamos las uñas. No éramos capaces de callar. 

Hubo cambios drásticos, situaciones que pensábamos que no nos afectarían. Lo hizo. Quedamos rotos, desconfiando los unos de los otros. Llegaron las críticas, los insultos, las lágrimas. Bromas que dejaron de ser graciosas, aunque tú seguías riendo. 

Miradas incómodas. Encuentros en el pasillo donde la tensión era palpable. Tú seguías riendo, yo no tanto. Un "para lo que quieras" que cambió rápidamente. Se convirtió en un "sólo llamadas urgentes". Y eras incapaz de descolgar el teléfono, de aceptar mis llamadas. 

Un día enviaste un mensaje. Encontraste la manera más retorcida de hacerme saber que ya no te importaba. Ya no estarías ahí para ayudarme, ni escucharme. Serías un mensaje archivado más, una llamada perdida sin contestación alguna. Enviaste un mensaje, repliqué. Al día siguiente no obtuve respuesta, a día de hoy espero respuesta.

Dudo sobre lo que pasó, sobre lo que nos pasó. Estábamos bien, y al día siguiente ya nada. Los pasillos se convirtieron en nuestro campo de batalla. Buscamos aliados y nos ganábamos enemigos. Salíamos a pelear, queríamos ganar. No sé quien ganó, tampoco quien perdió. 

Solo quedaron los mensajes sin respuesta, las llamadas no atendidas. Quedaron las miradas furtivas, las historias y los secretos no contados. Quedan memorias de un pasado, mientras nos aferramos a nuestro presente sin saber por qué todo cambió. 

1 comentario:

  1. "No sé quien ganó, tampoco quien perdió." La gran pregunta, aunque normalmente en estas espinosas y delicadas situaciones, suelen perder (desgraciadamente) los dos. Pero que nos quiten lo aprendido, lo soñado y lo sentido.
    Una entrada genial, como siempre!

    ResponderEliminar

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...