domingo, 6 de noviembre de 2016

Sonríe, sonríe, sonríe...

Sabes, hoy me he preguntado qué hay de malo en llevar tacones, en querer arreglarse, en sentirse bien con uno mismo. La respuesta fue clara: nada. Ser alta y llevar un tipo de tacón que te guste no es malo, como tampoco es motivo suficiente para ser el centro de las miradas de todo aquél que se aburre y decide juzgarte.

¿Y si quiero ponerme una falda, un vestido, algo con lo que yo me sienta cómoda y bien? Verás, hazlo si quieres, porqué lo importante eres tú. Es tu cuerpo y tu vida. No entiendo por qué debería privarme de ciertas cosas por ser más alta que la media, o por no tener la talla perfecta de una modelo de Victoria's Secret.


Cada uno es libre de expresarse como quiera, pues bien... de la misma manera yo puedo vestirme como quiera. No molesto a nadie, tan solo quiero mostrar que yo también puedo ser bonita, que puedo lucir mi cuerpo sin ser una 60-90-60.


Lo he dicho muchas veces, aunque nunca está de más repetirlo: da igual si eres alta o baja, demasiado delgada o te sobresalen esos michelines, si tus ojos son verdes o marrones o si bien eres rubia o morena, todo eso da igual, porque tu físico o tu belleza superficial no te define como persona. ¿Eres feliz? Eso es lo que más importa, aquello por lo que debemos preocuparnos.


Deberíamos dejarnos de tonterías. Nos pasamos la vida criticando a los demás, diciendo tonterías sin ton ni son, juzgando a la gente y regalando falsos cumplidos, sin entender que no somos tontos, que sabemos cuándo nos mienten. Tú quizás no lo ves, pero por cada crítica, por cada mentira escupida hay alguien que se resquebraja por dentro.


"La autoestima chicos, recordad la autoestima." Eso solían decir los profesores en sus tutorías, en las clases de educación cívica, cuando aún había de eso. Piensa que no todos somos iguales, que aquél comentario que tú eres capaz de pasar por alto, hay alguien que no puede, que se lo toma a pecho, aunque no quiera, aunque no deba. 


Y sí; hay campañas y canciones de amor recordándote que eres bonita, preciosa. También están tus padres, los profesores y tus mejores amigos -si son amigos de verdad, claro-. Personas que solo quieren verte sonreír, quieren lo mejor para ti. Personas a las que contarles tus inseguridades y no se reirán, tampoco las tomarán a la ligera. Pero claro, ya no sólo vivimos en una sociedad calificada de machista, sino también superficial. Y sí, quizás vamos progresando pasito a pasito, pero eso no es suficiente.



Así que parece se que lo más fácil sería cambiar nuestra táctica, adaptarnos a lo que ellos quieren, ser de la manera que ellos quieren que seamos. No lleves vestidos, ni faldas que no lleguen -al menos- a tus rodillas. Tan solo pantalones, unas bambas bien cómodas y listos. No hay nada de malo en esto último, pero tampoco veo lo malo en llevar aquello que te gusta, que te apetece, te hace sentir bien. 

No me visto para que me miren mal, ni para ser criticada mi juzgada. No me visto para aquellos que les parece divertido cuchichear, contarte secretitos a la oreja e ir despotricando de los demás. Me visto por mí, única y exclusivamente por mí. Intentan darte lecciones de vida, creyéndose mejor que los demás. 

Las personas se creen que somos tontos, estúpidos. Creen que no sabemos cuando nos mienten, cuando tan sólo te lanzan un cumplido por callarte la boca, no porque lo sienta de verdad. El sol sale, se pone y ellos siguen sentados en el mismo banquito sin nada más que hacer que mirarte mal. Se aburren demasiado. 

Recuperar la confianza en uno mismo no es fácil. Créeme; por el camino te encontrarás a mucha gente que no te lo facilitarán. Se reirán, te darán la espalda, intentarán hacerte daño... y ya no sólo por como vistas. Cualquier motivo, detalle o desperfecto es suficiente para hacerte daño, para criticarte, ponerte verde y creerse mejor que tú. 

Muchos te dirán que no hagas caso, que no merece la pena, que son gente sin escrúpulos, que no tienen una vida y que se aburren demasiado. Tienen razón. Aun así, sé que es difícil seguir estos consejos, que no somos capaces de escuchar lo que dicen. Es por esto, que yo no quiero este consejo, sino que quiero algo diferente...

Sonríe. Que la curva más bonita que tienes se eleve, que tu mejor cualidad salga a la luz. Sonríe, que eso da rabia a los envidiosos. Sonríe y cómete el mundo porqué no hay nadie como tú, igual de bonita que tú. Sonríe, que eso da rabia. Sonríe, aunque por dentro duela. Sonríe que eso no le gusta a los envidiosos, ni a los criticones; ellos se mueren de envidia. 


Ponte tu mejor sonrisa, ese vestido rojo o negro, tus zapatos a juego y sal. Sonríe mientras caminas por la calle con tu mejor tejano puesto y ese jersey que te recuerda a alguien especial. Sonríe a todo aquél que te mira cada vez que bajas las escaleras del metro o bien cuando entras al supermercado. 


No, no me he vestido con "mis mejores galas" -aunque deberíamos definir este concepto, todos tenemos una concepción distinta- para ir a comprar el pan. Lo hago para sonreír, para mirarme al espejo y decir esta soy yo. Así, al natural. Ponte maquillaje o no, píntate los labios rojo pasión si así consigues que te sonrisa resalte. No hagas nada y ponte unos cómodos leggins, unas zapatillas y a respirar aire puro. 


Haz lo que quieras, pero hazlo por ti. Yo lo hago por mí. Sonrío, me visto, salgo. Me quedo en casa si me apetece. Peli y manta nunca sonaron mal ¿verdad? Me paso un día en pijama o bien salgo a pasear. Voy a trabajar, a estudiar, camino por pasillos vacíos y por los más concurridos. Sonrío, aunque el día no acompañe, aunque mis emociones sean distintas. No dejo ver mis debilidades. Sonrío, y lo hago por mí. 

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