miércoles, 16 de octubre de 2013

Gotas cristalinas...

Llego a casa abatida, cansada. Otra vez ha sido un día largo, duro, demasiado difícil. Llego a casa, tiro el bolso, no quiero pensar en nada, en nadie, ni en ti. No quiero pensar. 

Llego a casa, tiro el bolso, llego hasta la cama y me lanzo. Todo está oscuro, la cama vacía, fría, y sin embargo impregnada de tu olor. Empiezo a llorar, dejo que las lágrimas caigan, que empapen la vieja almohada que contiene tu olor, tu aroma. Lloro, lloro y vuelvo a llorar. 

Lloro hasta caer rendida, hasta que los párpados me pesan y no puedo más. Caigo rendida. Al día siguiente despierto desorientada, no sé que ha pasado ni cómo he llegado a mi habitación, no recuerdo nada tan solo las lágrimas. 

Me meto en la ducha, prefiero no recordar, prefiero no pensar en todo lo que ha sucedido. Prefiero no pensar en los motivos que han causado mis lágrimas. No quiero. Pero, la fría agua me despierta de ese sueño y me lo hace recordar todo. Ahora vuelven las lágrimas, pequeñas gotas cristalinas confundiéndose con el agua. 

Cierro los ojos, quiero ver a donde me llevan mis pensamientos. Y al final, llego a un callejón sin salida. No encuentro respuestas, ni ayuda suficiente para acabar con esto. 

Vuelvo a la rutina, sigo con mi camino y tomo en cuenta el consejo de aquellos que me quieren... Hay veces que no saben valorarte, no saben ver lo que vales y lo importante que eres en sus vidas. No lo saben ver hasta que te pierden, hasta que lloran por ti.

Tú sonríes. No merece la pena estar mal. Debes disfrutar de tu vida cómo puedas, aunque cueste, aunque creas que no se puede. Vive tu vida, sonríe, smile. 

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Seguimos viviendo de sueños.

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