jueves, 10 de agosto de 2017

Dos individuos...

Cuando entre la marea de personas, dos se encuentran. Almas que se conocen, que indagan. Entre la odisea y la multitud de gente, dos individuos son escogidos, llevados por caminos y pasadizos escurridizos, entre callejuelas y callejones.  

Y no es fácil. Uno quiere echar a volar sin aprender a caminar. Dar pasos de gigante y no empezar por las huellas de bebé, ni siquiera gatear. Preferimos correr, adelantarnos a todo tipo de acontecimiento sin ni siquiera pensar antes de actuar. Sin embargo, entre tantos errores, confusiones, complicaciones y demás; nos seguimos encontrando. 

Nos miramos como quienes quieren descifrar un enigma. Resolver problemas que hasta el momento no tenían solución. Intentamos cambiar la situaciones, las fichas del tablero e incluso el juego entero. Esto es cosa de dos, pero sabes bien que un simple gesto puede llegar a ser malinterpretado. 

Seguimos encontrándonos. Como quien no quiere la cosa, bonitas casualidades y encuentros furtivos. Momentos a la luz de la luna, y planes inciertos de buena mañana. Caricias bajo la mesa, manta bajo el cobijo de un buen árbol, paseos por el lago, viajes inesperados... todo a tu lado. 

Frente a frente con ganas de hablar, explicar lo inexplicable. Entender y darle sentido a la vida, aunque cada día se haya convertido en un sinsentido. Saber que cada día que pase volveré a encontrarte. Dos corazones distintos, del blanco al negro, de la pasión al desamor, que se siguen recordando. 

Dolor del pasado que uno jamás olvida. Errores que no se quieren volver a cometer. Dos nuevas personas con una mochila a la espalda —lleno de experiencias que no de piedras—. ¿Ir con cautela? Quizás es lo mejor. Aun así, nada te impide explicar el verdadero por qué. 

Y cuando todo se calme, cuando uno piense que ya no hay nada más por hacer ni explicar: nos seguiremos encontrando. Cuando suspiremos por aquello que nos falta, cuando pensemos que hemos metido la pata hasta el fondo, cuando hayamos empezado a caminar... estaremos ahí, de la mano, encontrándonos. 

Serás quien me pare los pies cuando yo vaya muy deprisa, seré quien te abrace cuando creas que el mundo se te viene encima. Quien te compre esa estúpida bufanda que tanta gracia le hizo o quien me compre una sencilla taza solo por verme sonreír. 

Y un día todo acabará. ¿Pero por qué pensar en ello cuando este encuentro aun no se ha dado? Será mejor que no busquemos, que dejemos que el tiempo decida. No somos sabios, pero los dos queremos lo mismo: encontrarnos e ir a nuestro ritmo. No correr, ni hundirnos entre tanta marea. No te des por vencida, no tires la toalla, tarde o temprano se dará el encuentro. 

No pienses en lo que digo, ni busques explicaciones rebuscadas. Es la hora de preguntar, de entender, de saber que todo tiene un motivo. Las inseguridades y la poca experiencia van de la mano, momentos de vergüenza que en ningún encuentro te digo. Ojalá lo supieras ver por ti mismo. ¿Y si no? 

Volveremos a encontrarnos. Seremos dos extraños que se ven una y otra vez, que toman rumbos distintos y se cruzan repetidamente, que al final tan solo buscan para verse una vez más, para verte sonreír, para ser tú mismo. Entre tanta locura y poca cordura, entre la gran multitud: dos personas se esconden que mucho quieren sentir, pero ya poco quieren decir. 

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