domingo, 6 de agosto de 2017

Si tan solo...

Lo que ayer fue, hoy ya no queda rastro. Palabras arrastradas por las olas, mensajes arenosos borradas, difuminados que la marea se lleva. Sucesión de letras ordenadas que se confunden, palabras que se malinterpretan. Todo se deja en un segundo plano mientras te centras en su significado, en los sentimientos que se esconden. 

Ahí estás; paralizado. Momentos de shock, de respuesta en blanco, mirada al frente pero sin ver nada, sin querer verme. Estupefacto, petrificado, mudo y sin articular sonido alguno, sin querer decir ni una palabra, tampoco muestras sentimientos. ¿Qué es lo que pasa por esa cabecilla tuya?

Escalar montañas y subir senderos, alejarte de la realidad apartándote de la mía. Dos mundos paralelos que nunca se cruzan son los nuestros. Vivimos realidades distintas, aunque nadie dice que no puedan convivir. ¿Por qué no arriesgar? Rodar montaña abajo o quizás resbalar en alguno de tantos caminos. 

Reírte de mi torpeza, sin olvidarte de darme la mano. Preocuparte por mí sin poder aguantar la risa. No importa, me gusta verte reír. Tu felicidad se acentúa más, las ganas de vivir se vuelven inmensas y no hay aventura que falte cuando esa bonita curva aparece en tu boca. 

Otro silencio más. Todo se tuerce, se lleva por el mal camino y sigues sin preguntar qué es lo que exactamente sucede. Tan sólo interpretas mis palabras, juegas con ellas y te las llevas a tu terreno. Le das el significado que tú quieres, sin importar nada de lo demás. No me debería importar ¿verdad? 

Es para tomárselo con calma, solías decir. Insinuabas que debía dejar las ficciones, las novelas románticas de final feliz y el rodearme del color rosa. Tampoco te gustaban mis historias, ni cualquier tipo de fantasía ni sueño tonto. Y aquí estamos, frente a frente. 

No mires hacia atrás, ni pienses en pasado. Fíjate en tu presente, usa las palabras, muévete con acciones. Pregúntame para entender el significado tras mis palabras, no tuerzas mis palabras. Cambios de tono que nos dejan afectados, montañas que ya no se escalan y senderos que se abandonan. 

Caminamos, pero no hay un rumbo. Lo que ayer significó mucho, hoy es un simple rastro difícil de seguir. Solo quedan pequeñas huellas, palabras sin interpretación correcta y prisas que nos lleva por el camino erróneo. No es fácil, y tú piensas cosas que no lo son. Si tan solo preguntases...

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