jueves, 6 de febrero de 2014

Eres yo.

Sentada en un café con la mirada perdida. Sentada esperando a que las horas pasen, esperando a que pasen y así volver... ¿Volver? ¿A dónde? Aun no lo sé...

Sin embargo, la espera es larga. Así que hundiéndome en mis pensamientos y en la música que inunda la sala, veo pasar la gente. Veo el andar de la gente... Personas de andar triste, otras calmado y otras cansado. 

Y de repente, apareces tú entre la multitud. No dejo de fijarme en ti. Una chica de ojos verdes acristalados y sonrisa escondida. Una persona de mirada perdida, como si buscaras algo o bien alguien. 

Sumergida en tus canciones preferidas, coges una servilleta y veo como las palabras vuelan y quedan plasmada en esa servilleta arrugada. El camarero aparece sirviéndote un caliente café con leche para así poder reconfortarte. 

Veo como suspiras y parece que piensas en que ojalá fueran esos brazos fuertes que tanto te gustan los que te reconforten y no un simple café recién hecho. Después de dar un pequeño sorbo, vuelves a concentrarte en esa servilleta. 

Parece ser que no has encontrado las palabras exactas para plasmar lo que verdaderamente sientes. Si me fijo en ti más a fondo, veo que estás hecha un mar de dudas y de miedos. Sin embargo, no eres capaz de ocultar la sonrisa cuando piensas en ese alguien especial. 

Poco a poco el café se va enfriando, tú te remueves incómoda en la silla, como si hubiera algo que te molestara. Me gustaría saber el qué y creo haberlo encontrado. 

Has empezado a ordenar tus ideas, y suspiras pensando en que ojalá pudieras cambiar tu forma de ser. La sonrisa se borra por un instante fugaz donde has hecho una efímera vuelta al pasado, recordando tu infancia y algún que otro recuerdo más reciente. 

Continúo fijándome en ti. Y me doy cuenta de que tu precioso bolígrafo se ha quedado sin tinta. Decido ayudarte. He estado tanto tiempo intentando analizarte, viendo como escribes, haciendo aquello que a mí tanto me gusta...

Me acerco despacio, con calma y tranquilidad. No quiero asustarte. Ya pareces estarlo y no por aquello que te rodea, sino por el día a día. Cuando por fin estoy a tu lado, tiendo la mano dándote mi bolígrafo... Uno muy similar al tuyo. 

Te giras sorprendida, y me regalas un escueto gracias. Pero, más sorprendida estoy yo, que al verte frente a mí me doy cuenta de que tú eres mi reflejo. Eres yo.  

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...