viernes, 1 de febrero de 2013

Estimado yo.

Estimado yo,

Te escribo esta carta para recordarte parte de mi pasado. Mejor dicho, para recordarte quien fuiste tú en un pasado, para recordar aquella infancia tan feliz que tuviste y que dejaste ir poco a poco porque fuiste madurando... 

Eras una niña de tan solo un año y medio cuando empezaste a dar tus primeros pasos, y a pesar de lo tardío que fue, no tardaste en empezar a corretear por la casa de tu querida abuela. Correteabas y jugabas junto con tus primos mientras tu abuela iba detrás tuyo diciéndote que pararas. 

Todos cuando te veían se fijaban en esos pequeños, pero a la vez grandes, ojos azules. Ojos que, a mi parecer, transmitían serenidad, tranquilidad, paz... Y así te veían a ti. Te veían como una niña tranquila, una pequeña princesa a la que le encantaba dormir, comer y jugar con sus amiguitos en el parque. 

Sin embargo, a pesar de esta apariencia, también fuiste muy traviesa. De vez en cuando hacías de las tuyas. Pero ¿qué niño no hizo eso? Pintabas las paredes, le quebrabas los cigarrillos a tus padres, te ponías la ropa de tu madre, utilizabas su maquillaje, etc, etc, etc. 

Pero también, compartiste grandes momentos con tus padres. Los domingos de fútbol, domingos que te encantaba acompañar a tu padre al estadio de fútbol a ver jugar a tu equipo favorito. También, los sábados en casa haciendo pizza con papá. Noches de sábados llena de harina, llena de masa. Y después, empezabas a corretear por casa porque no te querías duchar. 

¿Y los días de cole? ¡Aun los recuerdo! Solías ir después de clases a la panadería familiar y te inflabas a comer dulces. Mmmmm, ricos dulces. Alfajores, bombitas, bizcochitos, y en verano helados. ¡Te encantaba el helado! Era un no parar. Y sino ibas al negocio familiar, tu madre te llevaba a casa de tu abuela...

Tu abuela, tu querida abuela. Una de las personas que siempre ha estado a tu lado, ahí siempre protegiéndote, siempre apoyándote. Recuerdo cuando te ponías malita, cuando enfermabas y tu abuela te llevaba a su cama, te daba mimitos y te dormías con ella. Tu abuela que siempre te peinaba con cuidado, tu abuela que siempre te preparaba el desayuno antes de ir al cole, tu abuela que siempre te concedía todos tus caprichos... Ella siempre estaba ahí, haciéndote reír, levantándote cuando te caías, curándote las heridas, secándote las lágrimas... Ahí, presente.

E ibas al parque, un pequeño parque al que te encantaba ir con tu madre. Un parque en el que te pasabas horas columpiándote, tirándote por el tobogán. Y las frías tardes de invierno y también las calurosas tardes de verano, paseabas por las calles de Montevideo. Mirabas tiendas, soñabas con conseguir esa muñeca que veías en el escaparate, te compraban golosinas para verte sonreír. Siempre fuiste una niña muy alegre...

¿Y las navidades? ¡Perfectas! La familia reunida, todos riendo, jugando a las cartas, comiendo asado, celebrando las fiestas, era una gran noche de verano. Y despertarse el 25 con los regalos en la chimenea... ¡Eran las 7 de la mañana! Y tú habrías esos pequeños ojos que con el paso del tiempo ya no eran azules sino verdes, salías corriendo de tú habitación y te dirigías a la de tus padres... Ellos dormían plácidamente pero tú los despertabas con una gran sonrisa... a ellos y a todos. Y abríais los regalos, te encantaba abrirlos. 

Fue una gran infancia ¿verdad? Sí, lo fue. Hay grandes recuerdos, recuerdos guardados en un baúl. Ahí están... Pero siempre están presentes. Aunque tú, aunque yo haya crecido siguen estando ahí, siguen sacándome sonrisas cuando lo recuerdo... He crecido... Ya no soy esa princesita que antes era, ahora todo ha cambiado yo he cambiado.

Sin embargo, en el fondo sigo siendo esa niña, esa pequeña niña que tantas travesuras hacía, que tantas veces sacó sonrisas a sus padres... Porque sigo siendo feliz, porque sigo teniendo a mi lado a esas personas tan maravillosas... 

Aun así, no niego que me encantaría volver, aunque solo fuera por un día, a mi infancia, volver a revivir todos esos grandes momentos. Pero, como sé que no podré, me quedo con todos los recuerdos recopilados en esta carta para que nunca se borren, para que siempre estén ahí.

Con amor, un yo más crecido...

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