sábado, 2 de febrero de 2013

Aquí estoy...

Aquí estoy otra vez frente a esta página en blanco, dejando que mis pensamientos fluyan, escribiendo todo aquello que en estos momentos pasa por mi mente, por mi corazón...

Te escribo a ti, escribo a la persona que cada día me alegra, la persona con la que deseo hablar tan solo cinco minutos al día. 

Aquí estoy sentada, redactando este pequeño relato, recordando todos los momentos que quiero dejar plasmados en esta hoja en blanco. Y a la vez que recuerdo todo, empiezo a derramar lágrimas. Dejo que pequeñas lágrimas resbalen por mi cara, se paseen por ella y que lleguen a mis labios, a mis labios secos que poco a poco se van humedeciendo... 

¿Por qué duele tanto? ¿Por qué? Te quiero, te quiero demasiado, te necesito a mi lado. Necesito sentirte, necesito escucharte, necesito que me abraces, que me des un sonoro beso en la mejilla, que me hagas reír, que me hagas sonreír. En definitiva, te necesito a ti.

Y quizás en un momento dado lo tuve. Quizás, en un pasado te tuve a mi lado. Pero, ahora ya no estás... Poco a poco te has ido distanciando, poco a poco dejaste de coger mis llamadas, dejaste de contestar mis mensajes y, al final, me dejaste de lado...

Y yo te necesitaba. Sí, así es. Te fuiste en el peor momento de mi vida, desapareciste cuando necesitaba a un amigo, a un compañero, alguien que me escuchara, que supiera aconsejarme... Alguien como tú.

Todas nuestras charlas, todas nuestras llamadas, todas nuestras confidencias, nuestros secretos, todo... Todo quedó en nada. Ahora son simples recuerdos. Recuerdos que ya no me sacan sonrisas, sino lágrimas. Recuerdos que ya no son dulces, sino amargos.

Y me siento estúpida... Soy una tonta por estar llorando, por estar aquí sentada esperando a que vuelvas a mi lado, esperando a que vuelvas a abrazarme y que me digas que todo está bien, que lo malo ya pasó. Y lloro por eso, porque no estás aquí...

Me siento sola, sé que tengo a grandes amistades a mi lado, pero aun así, me siento sola. Me encantaría tener a mi lado alguien que me quiera, que me fuera fiel y sincero...

¿Y es esto mucho pedir? ¿De verdad pido demasiado? No quiero sufrir, no quiero que me hagan daño. ¡Quiero dejar de llorar! Quiero poder secarme las lágrimas. Deseo acabar con esta pena que cada vez me hunde en un pozo más hondo que el anterior. Quiero ser esa niña risueña, esa princesa, esa chica con una sonrisa de oreja a oreja y ojos iluminados, quiero ser yo.  

Y aquí estoy otra vez, llenando esta página en blanco. Escribiendo sobre papel mojado... papel que mis lágrimas han ido humedeciendo a medida que ibas escribiendo...

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