jueves, 7 de febrero de 2013

Un mensaje...

Me levanto con los primeros rayos de la mañana... Esos pequeños rayos de sol que entran por mi ventana y que poco a poco se posan en mi cara... Se posan y me despiertan, hacen que mis pequeños ojos se vayan abriendo lentamente, despacio...

Y cada mañana, cada día antes de empezar la rutina, miro mi móvil. Lo miro esperando encontrar un mensaje tuyo, esperando encontrar un mensaje de buenos días. Y lo encuentro... He recibido un mensaje tuyo, un mensaje en el que me das los buenos días a tu manera, de la forma más divertida y graciosa... Y ahí estás, sigues conectado esperando mi respuesta, esperando que conteste ese mensaje de buenos días con la misma alegría que tú.

Pero tardo en hacerlo, quizás pienses que no quiero contestarte, quizás pienses que no no te hago caso, pero créeme no es eso. En ese momento, en el momento que me despierto y leo y releo tu mensaje, en mis labios se dibuja una gran sonrisa que me hace empezar el día con fuerzas, de forma positiva. Y sigo aquí, recién levantada, mirando otra vez tu mensaje y, como dirían algunos, con cara de idiota. Y eres tú quien lo ha provocado, eres tú quien me hace sonreír cada mañana. 

Pero ¿sabes? No es lo único que provocas en mí... Hay mucho más que una simple sonrisa... Ese hormigueo, ese cosquilleo, ese nerviosismo que noto en mí cada vez que tomamos un café juntos. Esas típicas mariposas en el estómago cada vez que damos un largo paseo. Esos escalofríos que tengo cada vez que me susurras al oído que me quieres. Ese sonrojeo que causas en mis mejillas cada vez que me tocas, que me abrazas y acaricias. 

Provocas mil cosas en mí... Pero por encima de todo, me provocas amor y felicidad. Cada día que pasa, cada día que vivo a tu lado hacen que mis sentimientos por ti crezcan, vayan en aumento. Cada paseo que damos necesito que sea más largo porque cada vez creo que son más cortos. Cada cita que tenemos desearía que fuera eterna, que durara... Desearía poder parar el tiempo en ese preciso instante en el que me besas, en el que me dices que me quieres. Cada café que tomamos necesito que no acabe nunca, me encantaría que la taza nunca estuviera vacía... Porque lo necesito, porque te necesito a ti.

Y ahí estás tú. El tiempo pasa y tú sigues conectado esperando mi mensaje de buenos días, sigues esperando... Miras como un tonto la pantalla del móvil, deseas ver que te estoy escribiendo, que te estoy dando los buenos días... Y lo hago. Te escribo ese mensaje que tanto te anima, te escribo de esa forma tan atípica para muchos, pero tan normal para nosotros dos...

Y tú, al igual que yo, al verlo, sonríes. 

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