A palabras necias, oídos sordos.
Sin embargo, no siempre son necias pero
sí que hacemos oídos sordos. Nos hacemos los tontos, como si no importara para
ver hasta dónde llega la mentira. No hablamos para sí ver ellos solos son
capaces de darse cuenta de los errores que están cometiendo.
Tan solo observamos. Sí. Vemos como su
mundo se desmorona y no hacemos nada. ¿Por qué? Sencillamente, porque el
nuestro se desmoronó antes. Ellos lo provocaron.
Nos dimos cuenta de lo mucho que
nosotros hicimos por según que personas y como ellos no hicieron nada. Ellos se
apartaron de nuestro lado cuando más los necesitábamos, se fueron. Se olvidaron
de la importancia de nuestra amistad, se olvidaron de las fechas importantes,
se olvidaron del nosotros, se olvidaron de mí. Lo hicieron.
Y una sigue sonriendo, haciéndose la
tonta, como si nada pasara. Pero, en realidad
no es así. Sonrío porque estoy cansada de los problemas, estoy cansada de
llorar, de mostrarme débil.
El tiempo ha pasado, pero la situación
sigue siendo exactamente la misma. El mundo gira y nosotros seguimos estáticos.
No somos capaces de avanzar, no se nos permite. No podemos... No, hasta que
seamos capaces de solucionar nuestros problemas.
Pero, la solución es ayudar a aquellos a
quien se lo negamos cuando su mundo se desmoronaba. Ahora bien, a mi no me
parece una solución teniendo en cuenta que ellos nunca dieron su brazo a
torcer, ni nos tendieron una mano cuando lo necesitábamos. No lo hicieron.
Y ahora te piden perdón e incluso ayuda. Dicen que tú eres la única
capaz de ayudarlos. Pero tú ya no te lo crees. Para ti son palabras necias, así
que decides hacer oídos sordos.
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