martes, 28 de enero de 2014

Oídos sordos.

A palabras necias, oídos sordos.

Sin embargo, no siempre son necias pero sí que hacemos oídos sordos. Nos hacemos los tontos, como si no importara para ver hasta dónde llega la mentira. No hablamos para sí ver ellos solos son capaces de darse cuenta de los errores que están cometiendo.
Tan solo observamos. Sí. Vemos como su mundo se desmorona y no hacemos nada. ¿Por qué? Sencillamente, porque el nuestro se desmoronó antes. Ellos lo provocaron.
Nos dimos cuenta de lo mucho que nosotros hicimos por según que personas y como ellos no hicieron nada. Ellos se apartaron de nuestro lado cuando más los necesitábamos, se fueron. Se olvidaron de la importancia de nuestra amistad, se olvidaron de las fechas importantes, se olvidaron del nosotros, se olvidaron de mí. Lo hicieron.
Y una sigue sonriendo, haciéndose la tonta, como si nada pasara. Pero, en realidad no es así. Sonrío porque estoy cansada de los problemas, estoy cansada de llorar, de mostrarme débil.
El tiempo ha pasado, pero la situación sigue siendo exactamente la misma. El mundo gira y nosotros seguimos estáticos. No somos capaces de avanzar, no se nos permite. No podemos... No, hasta que seamos capaces de solucionar nuestros problemas.
Pero, la solución es ayudar a aquellos a quien se lo negamos cuando su mundo se desmoronaba. Ahora bien, a mi no me parece una solución teniendo en cuenta que ellos nunca dieron su brazo a torcer, ni nos tendieron una mano cuando lo necesitábamos. No lo hicieron.
Y ahora te piden perdón e incluso ayuda. Dicen que tú eres la única capaz de ayudarlos. Pero tú ya no te lo crees. Para ti son palabras necias, así que decides hacer oídos sordos.



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