viernes, 1 de noviembre de 2013

La impotencia.

No sé que hacer, me veo en un callejón sin salida, en un túnel sin luz ni salida. Me veo atrapada tras cuatro paredes, paredes que no puedo derrumbar, que no puedo tirar para escapar, para salir. 

Lloro de la impotencia que me crea todo esto. Han pasado tantas cosas en tan pocos días. Intento ordenar mis ideas, mi cabeza. Intento sonreír, hacer como si nada pasara, y sin embargo pasa de todo. 

Me da tanta rabia esta situación. Quizás sean estupideces sin fundamento, historias baratas contadas por un mentiroso aburrido. ¿Yo miento? ¿Hago daño? ¿Desaparezco cuando más me necesitan? ¿Soy mala persona? ¿Mala amiga? ¿Mala hermana?

¿Lo soy? Quiero pensar que no, pero hay comentarios hirientes, dolorosos, que te hacen caer, que te hacen desconfiar de ti misma y de tus posibilidades. Y aparece alguien que te hace confiar, quizás no en ti misma, pero si en él.

Pero, entonces aparece la maldita distancia. Esa distancia que provoca tanto dolor, tanto miedo y tantas dudas. Crees que has agobiado demasiado a esa persona, que has dicho mucho y poco has escuchado. La confianza se ha ido, se ha perdido. 

Y llega la impotencia, la rabia, el miedo y las dudas. Llega todo junto, como si nada. Llegan las mentiras y el dolor. Llegan las puñaladas traperas, las falsedades. Y todo suma. 

Te sientes peor que nunca, como si tú fueras quien siempre se equivoca, quien hace mal las cosas. ¿Y es así? ¡No! Yo siempre intento dar lo mejor de mí, intento hacer lo mejor, y al final no lo consigo. 

¿Por qué? ¿Qué hago mal? 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...