domingo, 8 de diciembre de 2013

A la realidad suspirando...

Suspiro. Solo me queda suspirar. Estoy cansada y exhausta. No puedo seguir así, ni tampoco con esto. Tan solo necesito un poco de tranquilidad, un poco de paz. Y sin embargo, solo me queda suspirar. 

Ya no salen lágrimas, no hay un largo llanto, ni enfados, ni tristezas. Tan solo hay suspiros. Suspiros por lo que tuve y he perdido. Suspiro por esos momentos vividos que ya no volverán. Suspiro, suspiro, suspiro. 

No puedo creer que todo acabe aquí, que todo acabe así. No sé lo que pasó, ni como pasó. Solo sé que eso tan bonito que teníamos, aquello por lo que luchábamos se perdió, y yo... yo me perdí con ello. 

¿Sonreír? ¿Fingir? ¿Hacer como si nada pasara? ¿Creer que todo está bien? ¿Mentir? ¿De qué vale todo esto? Prefiero suspirar. 

Desahogarme mediante suspiros, liberar mis pensamientos, mis dudas y problemas. Todo. Lo bueno y lo malo, todo. Aquello que me preocupa y me atormenta, todo. Utilizar tan solo mis suspiros. 

¿Palabras? ¡De qué valen! Ya no sirven. Puedo escribir, escribir y escribir... Puedo expresarlo todo mediante palabras, textos y escritos que de nada servirán. ¡De nada! No lo entenderías, no serías capaz de sentir lo que yo siento. 

Y lees esto. Lees y crees que con un abrazo todo acabará, finalizará. Pero no es así. Me abrazarás, sentiré tu perfume, tus manos frías acariciándome ¿y yo? Yo suspiraré. 

Todo lo callado lo lanzaré en un suspiro. Todo aquello que he guardado dejaré que se marche en un simple y mero suspiro. Un mero suspiro que hace que me derrumbe, que me debilite. 

El sentir tu abrazo, tus manos, tus fríos labios en mis mejillas, en mi cuello me provocan suspiros... Suspiros y lágrimas. Pequeñas gotas que dejan caer recuerdos, momentos, historias y secretos. 

Revivo todo aquello ¿Y tú? Tú me pides que no llore. No te gusta, te duele. Te importa. Te importo. Pero yo sigo en mi mundo, recordando, reviviendo. Quiero creer que todo acabará, que dejaré de suspirar. Pero no es así. 

Y quizás son tus labios, tus manos acariciándome, el sonido de tu voz o bien el hecho de que haya personas a nuestro alrededor lo que me devuelve a la realidad. Sin embargo, los suspiros no cesan. 

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