Celos, celos y más celos. Esto es lo único que recibo de tu parte; celos. Todo aquello que hago, te molesta cuando tú no estás presente. No puedo reír, ni hablar con otra persona que no sea de tu círculo, no puedo hacerlo. Y si lo hago te invaden los celos, empiezas a pensar que no me importas, que los demás son más importantes y mejores que tú. ¿Enserio?
Basta. De verdad. No puedo aguantar tu actitud. No puede ser que cada movimiento deba estar condicionado a ti. Quiero reírme cuando me apetezca, salir con quien yo quiera, conocer sitios y que nada de eso te siente mal. Pero todo te sienta mal, todo. Y crees que te dejo de lado, que no cuento contigo para nada. Mentira. Porque siempre, sea bueno o malo, siempre acudo a ti.
Créeme cuando te diga que personas como tú quedan pocas. Créeme cuando te digo que como tú no hay nadie, que tus abrazos, besos y caricias son diferentes. Pero nunca me crees. Para que ¿no? Entonces empiezan los hechos dolorosos. Esos pequeños actos provocados por un estúpido enfado, por los malditos celos.
Celos. Celos innecesarios. Y veo tus actos. Eres capaz de ignorarme, borrarme de tu vida, sacarme y tirarme como quien tira la basura. Pero ¡eh! Yo estaré aquí en todo momento, cuando me necesites, cuando no tengas a nadie, cuando necesites un abrazo, un beso y escuchar un te quiero. Ahí estaré yo.
Sí, otra vez quedaré como una estúpida. Ora vez volveré a depender de lo que tú pienses. Otra vez empezarán los celos, los enfados y los actos dolorosos. Volveremos a estar como el principio. Volveré a sufrir. Me toman el pelo, me tomas el pelo. Abusas de mi confianza. Sabes como soy, me conoces. Sabes perfectamente que volveré a caer, que te daré todas las oportunidades que hagan falta. A pesar del dolor, de la rabia, de los celos.
Celos, celos y más celos. Esto es lo único que recibo de tu parte; celos.
No hay comentarios:
Publicar un comentario