martes, 10 de diciembre de 2013

Desahogarse...

Somos muchos los que utilizamos el escribir para desahogarnos, muchos. Para nosotros, la escritura es una válvula de escape, una vía de escape, un medio para aislarnos. Escribir nos ayuda. Sí, nos ayuda a ordenar nuestras ideas, a pensar y reflexionar sobre lo escritor, a ver las cosas desde otro punto de vista. Escribir forma parte de nuestra de vida, de nosotros. 

Sin embargo, a veces, escribir no es tan fácil y sencillo... Quiero decir, al igual que no medimos nuestras palabras cuando hablamos, cuando escribimos tampoco. Y a veces las medimos demasiado. Nos callamos demasiadas cosas, las guardamos y a veces no entiendo por qué lo hago. 

Me gustaría poner los puntos sobre las íes, profundizar en según que cuestiones. Me encantaría poner nombres y apellidos, nombrar a todo aquél que está tras un post, tras unas líneas. Me encantaría y no lo hago. 

No nos equivoquemos, no es cobardía. Sencillamente, no es tan fácil expresarlo todo sin hacer daño a una, dos o tres personas. Hay veces que no quieres buscarte enfrentamientos, ni más problemas de los que ya tienes, así que es mejor callar. 

Pero claro, callar tiene sus consecuencias y no todas son buenas. Una de ellas es que no te puedes desahogar como quisieras, debes ir con tanto cuidado que al final no dices nada nuevo. Al final, tan solo consigues estar más frustrada que antes, mas agobiada. 

Lo peor es que haya personas que lo lean de den por aludidas. Otra de las cosas malas que tiene el no aclararlo todo. Y claro, el que se den por aludidos conlleva problemas. Mira tu por donde, prefieres no dar nombres, ni especificar y prefieres generalizar y aun así encuentras problemas. 

Yo, igual que muchas otras personas, escribo porque me gusta y me apasiona. Quizás hay días que lo que escribo es algo demasiado sencillo, triste o absurdo y otros en los que me desahogo sin pensar en las consecuencias. Pero siempre lo hago pensando en mí. 

He de dejar de pensar en las posibles personas que pueda dañar. Pero no por nada, sino por que ellas solas se están dañando, ellas solas malinterpretan el contenido de mis escritos. Además, si a la hora de hablar nadie piensa en lo que me pueda llegar a sentar mal a mí ¿por qué yo sí he de pensar en los demás? 

Es mi vida, mis decisiones y mis escritos. Yo escribo porque me apasiona. Escribo porque me ayuda. Forma parte de mí. Y este es mi blog. Puedo decir lo que a mi me apetezca siempre teniendo en cuenta a las personas que más me importan ¿pero los demás? 

Aquellos que no importan, que no aportan nada a mi vida, que tan solo buscan destruir el buen rollo que tengo con mis amistades, con mis verdaderas amistades se pueden ir por donde han venido. Pueden irse de paseo, no los tendré en cuenta. 

Yo decido si dedicarles unas líneas recordando los viejos tiempos o recordando los actuales donde no hacen nada más criticar. Se aburren, no tienen nada mejor que hacer. Además, envidian no poder formar parte de un buen grupo, un grupo de verdad. Les duele no poder tener alguien en quien confiar verdaderamente. 

Te tengo a ti, a quien conozco desde hace años, a quien me une una gran y bonita amistad. Y las tengo a ellas, las personas más locas que podía haber conocido en este mundo, en esta nueva etapa. Y a ellos (o él), amigos que me sacan sonrisas en todo momento y se preocupan de verdad por mí. Y lo mejor de todos y cada uno de ellos es que me aceptan tal y como soy y creen en mí. 

Y al final, quizás indirectamente, he conseguido desahogarme. Ahora bien, antes de darte por aludido pregunta. Porque quizás, si no me conoces bien-que es lo más seguro-, no sabrás de que va la historia. Y quizás no va contigo. 

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