domingo, 23 de septiembre de 2012

Un espejito mágico da para mucho más.

Hay veces que toca ser sincero, toca ser sincero con los demás, pero sobretodo con uno mismo. Toca mirarnos al espejo, vernos tal y como somos y admitir todos los errores que hemos cometido. 

Mirarse al espejo. ¡Quién no hace eso! Todos lo hacemos. Pero esa no es la cuestión. El tema aquí es otro. El espejo siempre lo hemos utilizado con un único fin, mirar y encontrar nuestra belleza. Y no, no me refiero a una belleza interior, sino a la exterior, a la física. Es como si fuera el cuento de Blancanieves: espejito, espejito mágico, ¿quién es la más bonita de aquí? Y es como si nosotros pronunciáramos esas palabras, día tras día.




Pero, un espejo sirve para mucho más. Por eso, nos hemos de mirar y ver cuales son nuestros defectos, cuales son nuestros errores, saber de que carecemos, que es lo que nos falta. Dejarnos de prejuicios, dejarnos de historias, de mentiras, ser sinceros con uno mismo... Admitir todo lo bueno y todo lo malo que tenemos en nosotros mismos, en nuestro interior. 

Un espejo sirve para mucho más. Sirve para ver más allá de la belleza exterior. Es como si nos pusiéramos delante de él y fuéramos capaces de ver lo bueno y lo malo de nosotros. Aquello que nos hace ser como somos, lo que nos hace ser diferentes y especiales.

El espejo da para mucho más. ¡Siempre he odiado el cuento del espejito! ¡Siempre! La madrastra malvada solo veía eso, lo guapa que era sin darse cuenta que había mundo más allá del físico. Aunque claro en la actualidad, muchas personas serían madrastras malvadas... Personas materialistas, donde lo único que cuenta es la apariencia física.

Por eso toca ser sincero. Y si alguien se hace la pregunta de espejito, espejito mágico ¿quién es la más bonita de aquí? Nosotros hemos de sincerarnos y decir: un espejito mágico da para mucho más.  

Ten en cuenta esto!


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