Somos incapaces de tragarnos nuestro orgullo por una persona sincera, por una persona que vale la pena. Y al final lo que pasa es que perdemos a esa persona especial.
No cuesta admitir que nos hemos equivocado, tampoco cuesta pedir perdón. A veces preferimos mentir antes que contar la verdad. A veces somos capaces de ilusionar a las personas, hacer que cuenten con nosotros para que después caigan, se den contra el muro. Somos capaces de eso, somos capaces de darnos cuenta de que hemos hecho mal y no rectificamos. Somos demasiado orgullosos.
¿Por qué? Sigo sin entenderlo. Si queremos a esa personas, si de verdad nos importa deberíamos agachar la cabeza cuando nos equivocamos y tan solo pedir perdón. Pero, quizás no siempre somos orgullosos. Tal vez es que esa persona no nos importa tanto como habíamos pensado y tampoco era tan especial como creíamos.
No lo sé. Somos orgullosos, tercos, humanos que cometen errores... Pero, hemos de actuar en consecuencia. Pedir perdón o alejarnos, todo depende de la situación.
Alejarse si vemos que esa persona no merece la pena, si creemos que estaremos perdiendo el tiempo yendo detrás de esa persona. O tragarnos el orgullo, pedir perdón y seguir adelante, no tirar la toalla. Siempre y cuando esa persona sea especial...
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