sábado, 4 de mayo de 2013

Piedras y paredes.

En muchos momentos de nuestra vida, en muchos, nos derrumbamos, tropezamos y caemos. Por eso, en ese momento, en el momento en que caemos, creemos que lo mejor es tirar la toalla. 

Abandonar "nuestros sueños", todo aquello por lo que estábamos luchando. Y tan solo por haber caído y por haber tropezado... Lo que da de si una simple piedra ¿verdad?

Pero quizás no es una simple piedra... Quizás es el hecho que hemos tropezado una y otra vez con la misma piedra. Nos hemos levantado una, dos, tres, cuatro, cinco veces... Día tras día nos hemos levantado, hemos apartado y superado esa piedra, o eso creíamos. Porque un buen día, después de tantos tropiezos, después de intentar superar una y  mil veces la misma piedra, después de tanto luchar y no ver recompensa, nos damos cuenta de que ya estamos demasiado cansados, que ya hemos hecho suficiente y que no ha habido recompensa alguna. 

Esa piedra cada vez se ha ido haciendo más grande. El hecho de no acabar de superarla nunca ha conseguido que empiece a creer que lo mejor es tirar la toalla. Y esa piedra ha ido creciendo, hasta el punto en el que se ha convertido en un muro difícil de traspasar, de saltar, de escalar y sobrepasar. Es difícil. Entonces, decides que lo mejor es abandonar. No luchar contra las adversidades. 

Las adversidades han de ser superadas. Habremos tropezado muchas veces, nos habremos caído mil veces, demasiadas quizás. Sin embargo, hemos de seguir adelante, levantarnos, pisar fuerte y decir: puedo conseguirlo. Porque sí caeremos muchas veces, quizás la caída será más fuerte y dolorosa, pero no podemos abandonar. No.

Seguir adelante, patear las piedras, cojerlas y tirarlas al mar, lo más lejos, lo más hondo. Luchar aunque creas que no puedas, sigue estando ahí, sigue estando al pie del cañón. Cree en ti misma, y al final acabarás consiguiendo aquello que tanto te habías propuesto. 

Con tranquilidad, sin prisa pero sin pausa, calmadamente, pero nunca dejes que la toalla caiga al suelo, no lo permitas. En muchos momentos creerás que no habrá recompensa, que de nada valdrá todo lo que hagas, pero tranquila... vale la pena. 

No crees un muro, o mejor dicho, no dejes que ese muro se cree, no lo hagas. Y si alguna vez ves un muro frente tuyo, sáltalo, derríbalo, destrúyelo. Lo que haga falta, pero no abandones. 

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