viernes, 2 de noviembre de 2012

¡No lo tiene!

Hay cosas que no tienen precio, ¿verdad? Sí, es verdad. Hay demasiadas cosas en nuestra vida que no tienen precio y son esos pequeños detalles los que tenemos que valorar. 


En primer lugar, que un día importante para ti misma te despierten con el desayuno en la cama no tiene precio. Quizás te despierten a las 7 de la mañana y eso te puede llegar a dar rabia... pero todo esto se te olvida en el momento que una de las personas que más quieres y admiras te lleva el desayuno.

En segundo lugar, que después de volverte a dormir te vuelvan a despertar para darte un regalo pequeño tampoco tiene precio. No, no lo tiene. Será un regalo pequeño, pero eso te hace sentirte especial, y cada vez que miras ese regalo te acuerdas de esas personas que te lo dieron.

En tercer lugar, pasar un rato con una de las personas que más quieres, hablar, cotillear y reírse con ella, no tiene precio. Eso te hace apreciar esos pequeños momentos y guardarlos en tu memoria.

En cuarto lugar, que esa misma persona te pasee por todas las calles, que te lleve de un lugar a otro ganando tiempo para lo que será el quinto punto de este post, tampoco tiene precio.

En quinto lugar, que, a pesar de alguna que otra mentirijilla piadosa, las personas que han estado a tu lado siempre te den una sorpresa y te hagan reír y llorar es otra de las cosas que no tienen precio. Y pasar un largo rato al lado de ellas hay que valorarlo.

Quizás no todos hemos tenido un día así. Pero seguro que algún día de nuestra vida nos han dado una pequeña sorpresa o nos han alegrado el día con un simple mensaje. Nos han hecho saltar las lágrimas, nos han hecho reír,etc. Y esos pequeños detalles son los que tenemos que valorar, son los que tenemos que recordar. 

Quizás hay días que los empezamos con mal pie, que lo vemos todo negro, pero en ese momento siempre hay algo o, mejor dicho, alguien que nos alegra el día, que hace que nuestro día sea, en cierta forma, perfecto.

Y de esa forma, valoramos mucho más las cosas. Vemos las personas que nos quieren, las personas que van a estar ahí, lo valoramos y lo tenemos presente en nosotros. 

Y todos esos momentos hacen que al final del día nos acostemos con una sonrisa en los labios. Una sonrisa que NADIE nos va a poder quitar... NADIE. Y hace que, cuando pasan los días, lo sigamos recordando como si hubiera sido ayer, y que se nos siga escapando esa sonrisilla. 

¡Esas personas no tienen precio! No lo tienen. Y yo puedo decir que me siento afortunada por tener a mi lado a las mejores personas del mundo. A mis amigos y a mi familia. Y esta vida, a pesar de lo malo que puede llegar a tener, no la cambio por nada del mundo. ¡Por qué no tiene precio! ¡No lo tiene!

Por eso, todos deberíamos sonreír y ser felices. Disfrutar de esos pequeños y ver que en esta vida, lo vuelvo a repetir, hay cosas que no pueden ser compradas ni con todo el oro del mundo... no se pueden comprar. ¿Por qué? Ya lo he dicho más de una vez a lo largo de este post ¿verdad?


Por último, a nivel personal, quiero dar las gracias a todas esas personas que están a mi lado y que me hacen grande día a día con esos pequeños detalles. Detalles que a mí, personalmente, me hacen feliz. 

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