jueves, 19 de febrero de 2015

Ser honestos, ser imperfectos.

We don’t communicate can you not say what’s on your mind?
And I see it every day you hide the truth behind your eyes.
Honestly, there’s no need for you to hide.
(Honest, Kodaline)

Sé que no soy perfecta, sé que no quiero serlo. Sé lo que busco en la vida, sé lo que no quiero en ella. Tengo defectos, grandes defectos que me han hecho ser como soy, actuar como actúo y pensar como pienso. 

Tengo un sueño, un objetivo. Aquella meta que, al igual que todo aquél que tiene una, quiero alcanzar. Todos mis esfuerzos van centrados a ese sueño, todo aquello que hago tiene una sola razón de ser; llegar a mi meta. Aun así, no soy perfecta. 

¿Por qué hay gente que quiere cambiarme? ¿Por qué quieren convertirte en algo o alguien que no eres? Sabes, muchas veces he escuchado a mis profesores decir:
              -No te pongo un diez, porque la perfección no existe
Pues bien, esto no es solo en el nivel académico, sino en todos y cada uno de los niveles de la vida, todos. 

Sin embargo, no todos lo entienden. Aquellos que son incapaces de comprender esto so quienes se creen una persona 10 -en todos los aspectos, claro-. Te miran por encima del hombro, te ignoran cuando no te necesitan, se creen los dioses del mundo... Seguro que mientras lees esto, en tu mente ya aparece alguien. 

¡Eh¡ Tranquilo, respira... Créeme, ellos menos perfectos que nosotros. Sí, porque tras esa fachada se esconde alguien imperfecto que tendrá sus virtudes; sí, pero también esos defectos los cuales él juzga en todos.

Todos somos iguales, todos somos diferentes. Yo admito mis defectos, vivo con ellos, disfruto de ellos. Yo no me avergüenzo, no me escondo. No hago ver, ni creer que soy alguien que no soy. No quiero eso, soy honesta conmigo misma. 

Soy así; diferente. Alguien que intenta mejorar día a día, soy alguien con un pasado, con un presente y que quiere un futuro. Pero, no me escondo. No, no lo hago. Así que no confundas estos dos verbos: esconder y fingir. 

Quizás un día finja una sonrisa solo por no dar explicaciones o bien finja estar bien cuando estoy de todo menos bien. Tal vez hago todo esto con el propósito de no molestar, de no agobiar. Ahora bien, no me escondo. 

Admito ser insegura, demasiado buena y en ocasiones un poco estúpida. Admito que he cometido errores imposibles de perdonar; consecuencias que me han salido muy caras. Por esto, y por todo lo demás, pido perdón. 

Me disculpo de mis errores del pasado. Por las veces que me he equivocado, cuando he callado y no he alzado la voz. Las veces en las que no he sido capaz de dar una explicación y no he hecho otra cosa que llorar. Pido perdón por morderme la lengua y no comunicarme. 

Aun así...

¡Sigo sin avergonzarme! Yo pido perdón con la cabeza en alto, siendo honesta y admitiendo que no soy perfecta, sintiéndome orgullosa de que soy capaz de pedir perdón y de que soy capaz de perdonar. Los egoístas, falsos, hipócritas, con un ego demasiado alto, demasiado alto no saben lo que es eso, ni siquiera existe esa palabra -perdonar- en su léxico. 

Nunca piden perdón, nunca se equivocan. ¡Oh Dios! Qué equivocados están... Ellos son los peores. La cagan y no lo admiten. Demasiado orgullosos son como para admitir que no son perfectos y que, por supuesto, no son nada honestos. 

No son honestos con nosotros, nos mienten a la cara, como si no importara, como si fuéramos basura. Se esconden tras esa fachada de poderosos tratando a los demás como basura, como tontos. No cuesta nada ser honesto ¿no?

A muchos les cuesta. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...