miércoles, 24 de septiembre de 2014

Friendship.

Amistades que ya no son nada...

Recuerdo el día que nos conocimos como si fuera ayer. Recuerdo tu camiseta verde, tus tejanos holgados y esa diadema que siempre te acompañaba a todos lados. Recuerdo cuando entraste por la puerta con tu sonrisa deslumbrante y como nuestra profesora nos decía que fuéramos amables y que te integráramos. Lo recuerdo todo. 

Y nos hicimos amigas. Empezamos una bonita y rara amistad. Dos personas totalmente diferente juntas. Tú eras extrovertida, alegre y muy sociable. Yo, por otro lado, era muy vergonzosa y prefería tener un círculo muy pequeño de amigos. Sin embargo, ahí estábamos las dos juntas. 

Salíamos alguna tarde, hacíamos los proyectos juntas, nos ayudábamos a estudiar, nos esperábamos la una a la otra en nuestra esquina, entrábamos juntas a clase, nos reíamos, poníamos motes a los profesores y a nosotras mismas. 

Compartíamos risas ¿recuerdas? ¡Y secretos! Incluso dijimos ser "hermanas". Nos escribíamos cartas y pequeñas notas donde nos decíamos te quiero, donde nos hacíamos mil promesas, donde compartíamos mensajes de ánimo y cariño. En un pasado, hubo todo eso... Lo recuerdo perfectamente. 

Luego, tras la etapa de la secundaria, llegó el bachillerato. Sí, dentro del mismo instituto, mismos profesores, mismos alumnos, todo lo mismo. Sin embargo, ya eran palabras mayores, era un cambio en nuestras vidas. Y aun así, seguíamos juntas. 

Pero, como nada es para siempre, ahí hubo algo que cambió. Empezaste a conocer a otras personas, a hablar con ellas, a salir con ellas. Y yo, tras las fechas de estudio dejé de existir para ti. Parecía que solo existía para ti de Septiembre a Junio. ¿Y luego? Yo ya no era nadie para ti. 

Y sí, lo admito, durante un tiempo estuve celosa de esas otras personas. Lo estuve. Pero, entiéndeme. Estando juntas desde un principio, te empiezas a apartar de mi lado, me convierto en un cero a la izquierda, alguien que ya no es nada para ti, tan solo un títere que utilizar cuando te interesa. 

Tuve celos al principio. Luego comprendí que tú estabas en todo tu derecho de conocer a otra gente, salir con ellos. Luego comprendí que si yo te necesitaba tú estarías ahí... Poco sabía yo que me equivocaba. 

Aun así, no me rendí. Seguí estando a tu lado cuando las cosas no iban bien. Seguí abrazándote cuando lo necesitabas, aguantando tus lágrimas, escuchándote. Lo hice porque para eso están las amigas ¿no?

Y llegó la hora de la verdad. Tú te mudaste y las dos tomamos caminos separados. Sin embargo, prometiste que eso daba igual que tú seguirías estando ahí, que tú me tenderías una mano si yo lo necesitaba. Prometiste que daba igual que nos separáramos porque nuestra amistad seguiría adelante, que las dos la mantendríamos fuerte. Y yo te creí. 

¡Qué estúpida fui! ¡Qué tonta! Aun me pregunto por qué decidí creerte. Quizás por el miedo a no encontrar a nadie que estuviera durante tanto tiempo a mi lado, por miedo a que todo cambiara en mi vida. 

El primer año tras el final del bachillerato fue bastante bien. Mantuvimos el contacto regularmente, tanto como podíamos. Pero, tu volviste a distanciarte, a apartarte de mí. 

Me recordó a los tiempos en que creaste ese pequeño grupo donde no dejabas que nadie más entrara, que nadie más formara parte de él, que nadie se acercara a ti o a ellas. Volví a pasar por lo mismo. Y créeme, yo no formaba parte de ese grupo. 

No obstante, esta vez algo había cambiado. Si en su momento sentí celos, y luché por tenerte a mi lado. Esta vez, estaba cansada. Así que decidí no ir tras tu pista, decidí no irte detrás. Decidí dejarte ir. 

Me di cuenta que ya no me valía la pena tenerte a mi lado. Y no me malinterpretes, recuerdo y guardo con mucho cariño los momentos vividos en nuestra adolescencia. Pero, todo cambió. Tú, yo nosotras; todo. 

Y es que hay algo que debes entender, y no por mí, sino por futuras amistades; la amistas es una cosa de dos, algo recíproco. Si bien, uno nunca espera nada a cambio, siempre se ha de dar y recibir. Yo puedo estar por ti, pero, tú has de estar por mí. En una amistad, las dos personas luchan por mantener a flote esa amistad, por salir adelante. Una amistad es lo mismo que una relación de pareja. 

Te lo digo por tu bien, porque yo te deseo lo mejor. Y apartándote de todo el mundo, creyendo que tú tienes la razón en todo no vas a conseguir nada. No vas a conseguir absolutamente nada. 

Nuestra amistad ya no es lo que era, ahora ya no puede ser considerada amistad. Si te soy sincera, ya no me apetece saber nada de ti. Cada vez escucho a alguien pronunciar tu nombre, me aparto lentamente y no escucho lo que dicen. 

Somos una amistad perdida, como tantas otras. Aunque, si bien en un pasado pude llegar a echarme las culpas de que algo saliera mal y de que todo acabara en el olvido, ahora ya no lo hago. ¿Sabes por qué? Porque eres tú quien debería sentirse culpable. 

Los errores los cometiste tú. Tú fallaste. Tú rompiste tu promesa. Tú mentiste. Tú y solo tú. Y quizás tú no te sientas culpable y quizás todo esto te dé igual. Quizás ni siquiera lo leas. Pero, no me importa. Te lo digo en serio, dejaste de importarme hace tiempo. 

Porque nuestra amistad ya no es nada, tú ya no eres nadie. No formas parte de mi vida, de mi día a día, no te necesito, no te quiero. No te recuerdo a no ser que sea por días como estos. Nada, absolutamente nada. 

¿Si te viera por la calle? ¿Te saludaría? Sí, no soy tan mala persona. Eso sí, me parece de hipócritas que yo estuve ahí, a tu lado desde un principio, me echaste de tu lado a la primera de cambio y sin embargo personas que no han estado ni la mitad de tiempo que yo y que son demasiado falsas sean tu vida. Y otras que quizás no sean hipócritas, pero no estuvieran desde un principio, sean también parte de tu vida. 

¿Crees que esto último significa que me sigues importando? No. Tan solo era un apunte, un pequeño desahogo. Un pequeño recordatorio al hecho de nuestra amistad ya no es nada.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Seguimos viviendo de sueños.

Ojalá poder hablar sin tapujos, ser un maldito libre abierto, no dejar que te coma por dentro, que en ti haya un malestar generalizado por a...