Estar sentada frente al
ordenador pensando un nuevo tema sobre el que escribir, un tema diferente, o
quizás tratar uno de los temas ya utilizados desde una nueva perspectiva. Sin
embargo, después de tanto preguntarme sobre cuál es el tema más adecuado, no
encuentro respuestas.
Respuestas. Siempre hay
alguien que tiene las respuestas para todo, da igual lo que tú preguntes, da
igual cual sea tu contestación, él siempre tiene respuestas para todo. ¿Quién
no tiene un amigo así? Porque, por suerte o por desgracia, yo sí lo tengo.
¿Por suerte o por
desgracia? Sí, así es. Él tiene respuestas para todo, hasta para aquello que
crees que sería imposible responder él se las ingenia y te responde. Respuestas
serias, respuestas cómicas, respuestas tontas, pero al fin y al cabo, respuestas. Siempre sale con algo
nuevo, con alguna respuesta ingeniosa y hay veces que desearías que no tuviera
nada que decir, nada… Pero no hay manera. Y te “enfadas”. Un enfado tonto
porque no sabes cómo hacer para dejarlo sin réplica.
Y al ver que no puedes,
decides seguir picándote, aunque sepas que en el fondo acabará ganando él.
Pero, al final te da igual. Sí, al final da igual que gane (en algo debería
ganar ¿no?), porque disfrutas. Sí, te diviertes, me divierto. Y al fin de
cuentas, de eso se trata. De reírse, de disfrutar, de pasar un buen rato.
Es gracioso cuando te sale
con las contestaciones más raras. Un buen día, tú decides decirle la venganza es un plato que se sirve en
frío, muy frío, y tú crees que así has zanjado el tema. Pero no te
equivoques. Él puede llegar a salirte con un simple a no ser que lo calientes en el microondas. Y entonces, te ríes.
Porque otra cosa no se puede hacer.
Pues bien, sigámonos
picándonos, sigámonos riéndonos, sigamos disfrutando de sus alocadas
respuestas, de sus ingeniosas respuestas, y esperemos que algún día seamos
capaces de dejarlos sin réplica, y obviamente que él esté ahí para escucharlo.
Porque sino ¿cuál sería la gracia?
No hay comentarios:
Publicar un comentario