Una llamada no siempre es señal de alegría, de buenas noticias. Una llamada puede trastocarlo todo. Una llamada puede causarte demasiada tristeza. Puede convertir un día que se presentaba como magnífico en el peor de todos.
Pero no todos recibiremos la misma llamada. Toda llamada tiene una razón distinta. ¿La mía? Tú.
Quizás para ti no signifique nada, quizás a ti no te importe. Pero tú eres una de las personas que me alegra el día. Eres capaz de convertir ese día gris, en el mejor de todos los días. Y saber que hoy, ahora que lo necesito, no voy a poder verte, solo hace que mi día gris se convierta en un día negro...
Solo pedía poderte ver, poderte tener a mi lado cinco minutos, disfrutar de esta noche a tu lado, reírme y olvidarme de los problema por un par de horas...
Pero resulta que este pequeño deseo no puede ser cumplido. He recibido esa llamada... Sí. Esa llamada que alegría no causa, sino que causa tristeza o decepción.
He visto como esa pequeña sonrisa que había en mi rostro se iba borrando poco a poco, a la vez que escuchaba él no va a venir.
Y si la noche ya estaba oscura, no puedes llegar a imaginarte lo oscura que está ahora...
Sé que ocasiones para verte seguiré teniendo, sé que seguirá habiendo mil y un momentos. Pero hoy, hoy te necesitaba... Necesitaba escucharte, necesitaba reírme, necesitaba que me chincharas... Lo necesitaba. Lo necesito.
Pero ahora, solo me queda estar al lado de las personas que conocen mi pequeño secreto. Al lado de las personas que me quieren... Y olvidarme... Olvidarme de los problemas y de ti. Al menos por esta noche.
Porque sé que mañana seguiré pensando en ti, mañana volveré a estar pensando en ti, en tu sonrisa, en tu risa, en tu voz... Y porque sé que, a partir de mañana, todas las llamadas que reciba serán tuyas, serán llamadas que me alegrarán, porque tú me alegras.
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