martes, 19 de agosto de 2014

Cheese!

La vida no es un pasillo recto, fácil
y sin obstáculos por el que viajamos con libertad,
sino un laberinto de recovecos
en el que debemos hallar nuestro camino,
perdidos y confusos,
atrapados de vez en cuando en un callejón sin salida.
Pero si mantenemos la fe,
siempre acabará abriéndose una puerta ante nosotros,
tal vez una que jamás hubiéramos imaginado,
pero que demostrará ser conveniente para nosotros.
(A.J. Cronin)

Días atrás, mi madre me recomendó una pequeña historia escrita por Spencer Johnson: ¿Dónde está mi queso? La verdad, al principio no me apetecía leerlo. ¡Estamos en verano! ¡Vacaciones! ¡Odio que me obliguen a leer! Sin embargo, un par de horas más tarde me puse manos a la obra. 

La historia es muy sencilla. Se trata de cuatro personajes; Fisgón, Escurridizo, Hem y Haw quienes se adentran en los escurridizos pasillos de un laberinto en busca de su queso ideal. Lo encuentran, pero, como siempre pasa al final todo se acaba y fue bonito mientras duró. 

Y llegó la hora del cambio.

En nuestra vida y en el día a día, nos encontramos con todo tipo de situaciones y cambios. Nos deberemos enfrentar a ellos. Ahora bien, la pregunta que debemos hacernos es ¿como vamos a afrontar el cambio? A veces serán pequeños obstáculos del día a día y otras veces grandes muros que saltar. Y nosotros no siempre reaccionaremos de la misma manera. 

A veces, no querremos aceptar el cambio. Nos quedaremos estancados y atrapados en el mismo lugar esperando a que todo vuelva a nosotros lo cual no pasará por si solo. 

Otras veces, siendo precavidos, oleremos el cambio desde lejos. Sin bajar nunca la guardia, encontraremos la mejor solución a esos problemas y nos adaptaremos fácilmente a nuestra nueva situación. 

Por último, llegará un momento en el que nos reiremos de nosotros mismos. Seremos capaces de mirarnos al espejo viendo los errores cometidos al no querer acetar que es hora de cambiar el chip. De esta manera, seremos capaces de entender que los cambios suceden por una razón y hemos de aceptarlo. 

Ahora bien, no es fácil adaptarse, aceptarlo o reírse puesto que nuestra tendencia siempre ha sido mostrarnos tercos frente a las nuevas situaciones que se nos presentan. ¿Por qué?

El miedo.

Según Spencer Johnson, el queso puede representar aquello que quieres lograr en un futuro; una meta, objetivo o sueño. Tú decides que representa el queso, tú intentas alcanzarlo. 

Te adentras en el laberinto de tu vida en busca de aquello que te hace feliz. Habrá obstáculos y momentos de confusión, pero, nadie dijo que la vida era fácil ¿verdad? Pues bien, quizás llegue un momento en el consigas encontrar tu queso ideal. No obstante, ese queso tarde o temprano se acabará o bien querrás un nuevo queso, una nueva meta. 

Se te presentará un cambio y deberás reaccionar. ¿Serás Fisgón? ¿Escurridizo? ¿Haw? ¿Hem? ¿Aceptarás que es momento de dar un paso adelante y entender que quizás debes cambiar? ¿O te dejarás llevar por el miedo?

Seamos sinceros, el miedo es quien nos impide seguir adelante. El miedo al fracaso o al rechazo nos aleja sin prisa pero sin pausa de nuestro queso. Dejar atrás los miedos no es tarea fácil. ¡Ni siquiera entrar en nuestro propio laberinto lo es! Pero, debemos tener fe y esperanza. Creer en nosotros mismos, imaginarnos aquello que queremos conseguir, correr, adentrarnos en pasillos oscuros sin dejar que nuestros miedos nos ganen... Atrapar nuestros sueños...

¡Y decir cheese!


Nota de autora: La verdad, recomiendo mucho este pequeño relato. Todos deberíamos leerlo e intentar ver quien de los cuatro personajes nos representa mejor. No voy a dar pista de que representa cada uno en la aventura del nuevo queso... ¡Eso lo dejo para vosotros!

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