Necesitar tanto a esa persona y no saber que hacer
para recuperarla. No saber como decirle todo lo que siento. No querer que te
suelte la mano, que todo acabe.
Amar a una persona,
querer gritarlo, pero saber que no puedes... Simplemente por miedo. ¡Estúpido
miedo! El miedo nos prohíbe hacer tantas cosas. Es como si el miedo fuera un
gran muro de piedra, pero este, a pesar de todo, no hay forma de derrumbarlo.
No se puede.
Te dicen que
respires, que intentes vencer ese miedo. ¡Como si fuera tan fácil! Al menos si hubiera
un poco de interés por tu parte, una pequeña muestra de que me quieres... por
mínima que sea. Si tan solo eso viera parte de ti, mi miedo se iría. Se
difuminaría. Sin embargo, al no ver esa muestra, sé que al decírtelo, todo,
TODO se perdería.
Decírtelo sería
estúpido, sería arriesgarme para nada. Y quizás muchos piensen que debería
tirarme a la piscina pero sé que esa piscina estará vacía. Y acabaría
perdiendo. Ya no te tendría a mi lado en los malos momentos, ni en los buenos.
Ya no estarías ahí para decirme que estoy loca pero apoyándome en mis
decisiones y como no, en mis locuras. Sería como si me faltara mi mitad, tú.
Sé que he de vencer mis miedos, he de superarlos, y así de esa forma seré feliz. Y tengo que hacerlo, he de ser fuerte. Pero hay miedos y miedos. Y éste es uno de esos de los que no se superan tan fácilmente. Es uno de esos miedos de los que, a pesar de tener el apoyo de todos los que te quieren, no se afrontan de la misma forma...
Porque al fin de cuentas, le tengo miedo al propio miedo.
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