jueves, 25 de diciembre de 2014

Stupid words.

Stupid words keep falling from my mouth, 
You know that I mean well, 
(Can we dance?, The Vamps)

¿Cuántas veces hemos decidido no mordernos la lengua? Palabras que ruedan por nuestra lengua, por nuestra boca, que se escapan sin que nosotros podamos pararlas. Errores cometidos, palabras que vuelan, pero, que se quedan en nuestra mente, en nuestro ser. 

¡Oh, Dios! Habría deseado no haberlo dicho, habría deseado poder haberme mordido la lengua, decir una pequeña mentirijilla a tiempo con tal de que no ver esa mirada triste y herida. Aunque, a veces es mejor decir la verdad. 

Quizás sea esa la razón por la que muchas veces hablamos de más ¿no? Por querer acabar con el sufrimiento, por querer hacer el bien, escupimos esas estúpidas palabras que son capaces de arruinar muchas cosas, entre ellas; la amistad. 

Ya no se trata solo de palabrotas o palabras malsonantes, también se trata de un insignificante "sí" o de un triste "no" que es capaz de cambiar el curso de toda conversación y de todo plan futuro. 

Ya no son solo las estúpidas palabras las capaces de herir, de doler en el alma, ahora también se trata del tono con el que son dichas, la manera en que uno desea pronunciarlas, decirlas, dejar que caigan por la boca de uno, dejar que escapen. 

La ironía o la rudeza no hacen nada más que agraviar la situación, con eso no hacemos más que meter el dedo en la llaga, acabar con toda esperanza que teníamos para solucionar las cosas. 

Y, es que, las estúpidas palabras mal pronunciadas, por más que intenten ser de buena fe, son eso... Palabras estúpidas que no hacen más que daño. 

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