Volví a llorar. Sentí las lágrimas caer, supe ver ese brillo con el que tus ojos destellaban. Sonreí. Te vi feliz, como hacía tiempo que no te había visto. Tuve esperanzas, hoy volví a nacer, a creer en ti, en mí. Pensé en nosotras, en el largo viaje y ese recorrido que jamás hemos acabado.
Otra vez aquí. Otro día escogiendo camino, escogiendo dirección. ¿Vamos a la izquierda o a la derecha? ¿Cogemos un atajo? ¿Vamos por ese escondite secreto que solo tú y yo conocemos? Reí. Recordé lo bonito de esos días, la brisa de un fresco día, los pies fríos del invierno, pero el corazón siempre caliente.
Jugué. Lo hice contigo y conmigo misma. Me engañé pensado que te olvidaría, que podría pasar página y no tenerte a mi lado. Te necesito. Eres ese soplo de aire fresco, ese alguien con quien escapar, con quien olvidar. Pero, te fuiste. No queríamos el mismo camino.
Hoy te vi. Volviste y volví a llorar. Pensé que te había perdido, que ya no sabías nuestro rumbo, que no buscábamos lo mismo. Te quise. Quise comerme el mundo contigo, conquistarlo, ser uno y buscar siempre la mejor solución. Lo nuestro ya no tenía remedio. Éramos dos locos con ganas de vivir, pero sin que nadie nos dijese nada.
Renací. Fui fuerte por ti y por mí, fui valiente y no cobarde porqué tú me necesitabas. Te quiero y son pocas las veces que lo pronuncio. Casualidad no fue encontrarte, fue lo que nos unió, lo que hoy nos lleva a estar juntos. Te imaginé. Sueños son lo que tengo, pensando que eres más que un ser perfecto fruto de mi imaginación. Y entre tanto sueño, te volví a perder.
No hay comentarios:
Publicar un comentario